Capítulo Único
Te vi cruzar ese jardín, nuestro jardín, una vez más. Tengo que aceptar que ya no lo puedo llamar nuestro. Cada vez que te veo pasar por esos peculiares lugares donde pasábamos horas solo hablando de algún pensamiento aleatorio nuestro, algo dentro de mi quema. Me gustaría correr hacia ti y abrazarte.
Solo abrazarte.
Quiero volver a estar cerca de ti y volver a sentir que el mundo tiene el mismo peso que una simple pluma, pero ya no puedo. Me dijiste que no podías estar mucho tiempo enojada, sin embargo, hace meses que no intercambiamos palabras. Hace un instante, me dijiste que no ibas a dejar que me alejara de ti, por lo que no me iba a poder librar de ti. No sé cuándo ese instante se convirtió en una eternidad. Me da tanto miedo averiguar qué hizo que termináramos así, aunque sé muy bien que saber eso es lo único que me va a regresar el sueño.
Puedo esperar por ti toda una vida, los días que me pidas, los años, los recuerdos. El problema es que tú no me esperaste. Te fuiste y yo me quedé aquí.
¿Desde cuándo el tiempo se convirtió en un problema, Agata? A nosotras nunca nos pareció uno.
(...)
Una vez más, terminé de escribir y cerré fuertemente mi libreta mientras ella terminaba de cruzar el jardín para entrar a su cafetería. Guardé mi libreta en una bolsa de tela que me regaló ella. Hablarle parecía ser la cosa más simple del mundo, pero, cada vez que lo intentaba, sentía que estábamos en diferentes planetas. Tal vez sea así. Olvidarla se convirtió en mi vida entera. No importa cuánto lo intente, es sencillamente imposible. Realmente no la quiero olvidar, solo quiero que salga de mi cabeza por unos momentos. En todos mis recuerdos recientes se encuentra ella. Nuestras vidas son un conjunto de recuerdos.
Me senté en un lugar que se encontraba lo suficientemente lejos para que ella no me notara mientras trabajaba sirviendo café. Mi vida no puede girar alrededor suyo, no se puede detener por ella y ya no puede ser ella. Decidí que esos iban a ser los últimos recuerdos que iba a conservar de Agata. Ella, sirviendo café, mientras regalaba sonrisas que nunca volverán a ser mías.
Mi mirada no quería despegarse de ella. Me gustaría que, aunque solo fuera por un instante, su mirada se detuviera en mí.
Un repentino impulso llegó a mí, estoy cansada de esperar a que ella hiciera algo. Debería poder tomar decisiones propias y, en ese preciso momento, lo único que quería era captar su atención. Vivir en el pasado preocupándose por el futuro no es nada más que una tortura.
Me acerqué a la pequeña cafetería por primera vez en casi un año, escogí una mesa y me senté. Simplemente me senté y la esperé. El tiempo siguió pasando y el sol comenzó a irse. Incluso en su ausencia, Agata seguía sin llegar. Ese pequeño negocio no tardaba mucho en cerrar, por lo que, en unos instantes, escuché cómo alguien se sentaba enfrente mío. La velocidad de mi corazón aumentó por las ansias. Pequeñas gotas de sudor comenzaron a caer por mi frente y aterrizaron en la mesa. No había despegado la vista de esa simple mesa, me negaba a ver quién se había sentado. Una taza llena de té irrumpió mi vista. Lentamente, despegué mi vista de la nueva taza de té. Un vacío me llenó cuando no la vi a ella. No vi a Agata. No era ella.
Su mamá colocó un mechón de cabello que caía por mi frente detrás de mi oreja. Su mirada estaba cargada de lástima.
—¿Por qué me ve así?— Interrumpí duramente el silencio. Una lágrima dejó sus ojos, recorrió todo su rostro y terminó cayendo en su taza de té.
—No puedes seguir viniendo aquí, cariño. Ella no va a volver nunca, sin importar cuanto vengas— Sus palabras ocasionaron que un escalofrío recorriera mi cuerpo.
—Yo...yo la vi hace unos minutos. Agata estaba sirviendo café. Estaba sonriendo— Me estaba comenzando a desesperar, mi voz comenzó a desaparecer y las lágrimas comenzaron a inundar mis ojos.
Un silencio llenó el ambiente. Mi vista comenzaba a nublarse, causando que dejara de ver a la señora Ito. Un tsunami de emociones comenzaba a ahogarme y no podía hacer nada para impedirlo. La siguiente sensación física que sentí fue el contacto del brazo de ella, mientras me sostenía por la espalda.
—Yo la vi, estoy segura.
—Ya nadie la puede ver, cielo. Ni siquiera yo— Pude notar cómo ella estaba intentando contener sus lágrimas—. Ella ya no está contigo, ya no está conmigo y no va a volver jamás.
—Pero yo. Yo. La última vez que la vi. Estaba enfadada. No quiero que ese sea el último recuerdo que tenga de mi.
—No lo vas a cambiar regresando aquí, solo estás impidiendo tu progreso— Realizó una breve pausa que utilizó para ver hacia nuestro jardín—. No estoy segura de muchas cosas, pero, en este preciso instante, te puedo asegurar que el último recuerdo que ella conservó contigo no era malo.
El silencio no tardó mucho en volver a consumirnos. Supongo que ninguna de las dos quería hablar realmente sobre eso. Tenía tantas cosas que decirle, pero no había una manera sencilla de empezar.
—Su hija era maravillosamente perfecta, aunque estoy bastante segura de que usted ya sabe eso— Intenté regalarle una sonrisa. Mi sonrisa nunca iba a ser tan fascinante como la de Agata, pero esa simple acción era lo mínimo que podía hacer por ella.
Ella no dijo nada, solo mantuvo su mirada en mí, por lo que decidí continuar.
—A ella no le importó la barrera que había intentado interponer entre nosotras, seguía conservando esa hermosa sonrisa incluso cuando todo se venía abajo.
—Mi pequeño sol nunca perdió su brillo.
—Señora Ito, ¿le puedo contar algo?— Su mirada estaba perdida, había perdido ese destello que tenía cuando Agata seguía aquí.
—Adelante, pequeña.
—El último día que estuve con su hija, me dejó esto— Mi bolsa estaba a mi lado, no quería ver su interior. Sencillamente me aterrorizaba—. Guardé lo que ella me dio hace ya unos cuantos meses y no lo he podido abrir. No puedo.
Su mirada se posó en mí, me miraba como si temiera por mi vida. Me estaba tratando de decir que me estaba rompiendo, pero no podía decírmelo en el rostro.
Sin decirme nada más, revisó el contenido de mi bolsa. No me había separado de ella desde que eso ocurrió. De ella sacó un álbum de fotos. No tardé mucho en reconocerlo, en la portada tenía escrito "Our adventure book". El interior de este rompió algo de mi ser, pero arregló algo que llevaba mucho tiempo roto.
En cada página de este había una foto distinta de Agata y yo cumpliendo alguno de nuestros sueños que estaban escritos en el inicio del álbum. Ella había intentado arreglarlo todo, sin arreglarse primero. Espero que ella ahora haya encontrado un nuevo camino. Espero que ella sea tan feliz como merecía ser aquí.
Eso no ha pasado.
Es imposible que pase.
Ella está muerta.
Todo su esfuerzo fue en vano.
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