● 𝔖𝔢𝔭𝔱𝔦𝔪𝔬 𝔐𝔦𝔰𝔱𝔢𝔯𝔦𝔬 ●
(Naudiz)
Séptimo Misterio, El Mito de Kaín
Tomado de la Mitología Hebrea, adaptación del Círculo de Amatista
Cuenta la leyenda que, luego de su destierro del Paraíso, Eva y Adán engendraron hijos en Tierras Malditas y desérticas. Sus dos primeros hijos fueron llamados Kaín y Abel.
Abel había aprendido una vieja técnica, enseñada por Jehová a Adán y de éste a su hijo Abel, que consistía en la cuidadosa cría de animales domésticos. En este caso, Jehová había asignado los seres más mansos e inofensivos de las Tierras Malditas para el uso de Abel: las ovejas. Luego entonces, éste se convirtió en un dedicado pastor, absolutamente dúctil y obediente. Su temor y entrega ciega hacia Jehová complacía al vanidoso Dios que veía con beneplácito cómo Abel se entregaba a Su voluntad, resignándose incluso cuando tenía que soportar los rigores de las Tierras Malditas. Así, cuando el pastor era maltratado por los avatares de la vida material, éste sacrificaba un cordero y quemaba su grasa con el fin de apaciguar el hambre de Jehová, quien reclamaba sangre derramada como ofrenda de amor de sus creaciones.
El hermano de Abel, Kaín, era un hombre completamente diferente. Secretamente, su madre, Eva, le había enseñado a Kaín a hacer florecer la tierra con diversos vegetales. El secreto de la agricultura era herencia de una mujer Diosa, llamada Inana, quien se reflejaba en las mujeres humanas para recordar a los hombres su rasgo increado, su divinidad. Por su cuenta, Kaín también había descubierto diversas técnicas de caza, con las que obtenía la carne para su sustento. Su vida como cazador y agricultor lo había convertido en un hombre avispado y emprendedor; y por su naturaleza guerrera, el agricultor había desarrollado desconfianza hacia Jehová, a quien rendía pleitesía con recelo. Él no compartía la costumbre de sacrificar animales como ofrenda a Dios, así que en lugar de sangre derramada, Kaín ofrecía los frutos de la tierra como presente a Jehovah.
Evidentemente, Abel odiaba profundamente a Kaín. Sentía celos de la autonomía de su hermano, a quien ni la naturaleza se atrevía a desafiar. Mientras Abel tenía que esperar con creces la época de pastos para sus rebaños, Kaín hacía brotar de la tierra cualquier cosa que quisiera. En contraparte, Kaín sentía asco de su hermano, Abel, quien parecía estar enamorado profundamente de Jehová. Kaín experimentaba la más insufrible repugnancia cuando Abel realizaba sus sacrificios sangrientos. Por aquella razón, ambos hermanos estaban tan distanciados como el Sol y la Luna.
A lo largo de los años, Jehovah había rechazado las ofrendas de Kaín, consistentes en frutas y verduras. Mientras que aceptaba con beneplácito las ofrendas de Abel. La reprensión de Dios calaba cada vez más profundo en Kaín, quien no podía comprender las verdaderas intenciones de Jehová.
Entonces un día Kaín llegó a la respuesta que esperaba luego de una larga visión que sufrió durante el arado de la tierra. El agricultor se desmayó repentinamente y fue visitado en sueños por una mujer que se identificó solo como: "La Diosa". Esta mujer divina le reveló a Kaín la Traición Original de la que fueron víctimas los Espíritus de los hombres. Y Kaín soñó durante doce días y doce noches, sin despertar. Al cabo de esos doce días con sus noches, Kaín se levantó, tomó las mejores legumbres de su cosecha y fue al altar de Jehovah para ofrecerlas.
Dios sintió la hostilidad de la Verdad en los ojos de Kaín y reprendió al agricultor: "De dónde vienes, Kaín, que tu odio hacia Mí se hace palpable a Mis ojos". Y Kaín dijo: "Vengo del campo a ofrecerte estos frutos de la tierra, mas antes quiero que en tu infinito amor y grandeza me respondas una duda". Dios se dispuso a oír al agricultor, éste prosiguió: "Si yo he sido creado a tu Santa imagen y semejanza, ¿a imagen de quien fue hecha mi madre?". Dios se enfureció con la pregunta de Kaín y dijo: "Te castigaré diez veces más que a tu padre, si te atreves preguntarme tal cosa de nuevo, pues mal hijo eres, porque dudas de Mí. Vete de mi presencia, antes de que rompas Mi ley". Entonces Kaín respondió a Dios con un grito que todavía repiten los blasfemos: "¡No hay Ley ni Juez!". Luego fue a buscar a Abel, totalmente invadido por el furor de un hombre que ha descubierto el engaño de su Creador. Cuando este halló a su hermano pastor, le dijo: "No hay Mundo futuro, ni recompensa para los justos, ni castigo para los malhechores. Este Mundo no fue creado con misericordia, ni es gobernado con compasión. ¿Por qué otra causa ha sido aceptada tu ofrenda y rechazada la mía?". Abel respondió sencillamente: "La mía fue aceptada porque amo a Jehová Dios; la tuya fue rechazada porque le odias". Entonces Kaín supo a qué bando pertenecía Abel. Tomó una piedra del suelo y golpeó el rostro del pastor, hasta dejar su cráneo como una masa tumefacta y sanguinolenta, totalmente irreconocible.
Jehovah Dios no tardó en notar la ausencia de Abel sobre la Tierra y se presentó ante Kaín como una luz dorada en el cielo, y le dijo: "¿Kaín, dónde está tu hermano?" A lo que el agricultor respondió: "No lo sé ¿Soy acaso el guardián de mi hermano?" Entonces Dios entendió lo que había sucedido, no hubo lugar a duda que Kaín había sido visitado por aquella 'maldita mujer'; aquella cuyo recuerdo y voz alejaba a los hombres de la luz de Jehová. Y Dios se enfureció con Kaín, y le dijo: "¡Qué has hecho, Kaín! Clama la sangre de tu hermano y su grito me llega desde la tierra". Y el agricultor respondió: "He descubierto el engaño, Inana me lo ha revelado. Abel no era mi hermano, y Tú me has engañado. Me exiges amor y sacrificio, dolor y fidelidad, y tú no me amas ni te sacrificarías por mí. Porque me has secuestrado de mi mundo, porque me has traído a estas Tierras Malditas contra mi voluntad. Tú y todos los dioses que te honran" La cólera de Jehová se vio desencadenada ante la insolencia de Kaín, y Dios dijo: "Por esa maldita mujer a la que has escuchado, tú también quedarás maldito. Vivirás lejos de suelos fértiles y cuando cultives, la tierra no te dará frutos. Jamás podrás volver a dormir y andarás errante y fugitivo sobre la tierra". Y Kaín respondió: "Tú me arrojas hoy, me castigas sin razón, mas hallaré la muerte a este suplicio". Y Dios sentenció: "No será así, porque me vengaré siete veces de quien ose matarte. Te daré la vida eterna, porque no permitiré que seas premiado con la muerte. Y todos verán el signo que llevas en tu sangre, el Símbolo del pecado, y todos te reconocerán". Y Kaín respondió: "He sido castigado injustamente por ti. Me voy, pero no sin antes jurar que me vengaré setecientas setentaisiete veces de ti, y este sufrimiento que me estás dando te lo devolveré con creces. ¡Seas maldito Tú, Jehová, que esta deshonra no quedará impune!" Y Kaín se fue de la presencia de Jehová Dios, con su sangre ferviente por venganza.
Kaín sufrió de hambre y sueño por años, siendo incapaz de dormir u obtener los frutos de los que se alimentaba. Siendo inmortal, tampoco podía refugiarse en la muerte. Y no hubo ser viviente en la tierra que sufriera tanta hambre y agonía como Kaín. Pero, en toda su perfección, el cuerpo del desgraciado agricultor halló el remedio a su mal. Por mutación, su boca fue dotada de grandes colmillos, huecos en su interior, y empezó a alimentarse de la sangre de los pastores que hallaba en su camino. Kaín se convirtió en una criatura de la noche y se unió a una mujer, hija de Lilith, con quien tuvo un hijo al que llamó: Enoch. Y Enoch tuvo un hijo al que llamó Irad. E Irad tuvo un hijo al que llamó Mavael. Y Mavael fue padre de Matusalel, y éste de Lamec. Lamec tuvo tres hijos: Tubal-Caín, el guerrero; Jubal, el músico; y Nohema, la mujer más bella del país de Nod.
Los hijos de Kaín, bajo supervisión de su padre, construyeron una gran ciudad amurallada y cercaron su territorio con pequeños ídolos de piedra, que reflejaban el recuerdo primigenio de la mujer Diosa. Y crearon instrumentos musicales para reconfortar su Espíritu, y fabricaron armas con las que masacraban inclementemente a los demás hijos pastores de Adán. Porque Kaín y sus descendientes tenían una venganza pendiente contra los pastores de Jehová, y los pastores tenían una venganza pendiente contra los agricultores y cazadores, y contra Kaín, convertido en un ser más parecido a un vampiro que a un hombre.
Y los siglos de la interminable vida de Kaín transcurrieron, y el antaño agricultor descubrió el secreto de la vida y la ausencia de la muerte, o el secreto de la muerte y la ausencia de la vida. Vio reflejado el símbolo de su sangre, ubicado en su frente, y luego de contemplarlo por siglos despertó a su poder, y Kaín se convirtió en un Dios. Y cuando su cuerpo encontró por fin la muerte y su Espíritu se hizo de un Dios, Kaín se fue del mundo creado de Jehová; y aún hoy, quienes ven el Símbolo de Kaín, perviven en la noche, mutando en bestias caninas, lobos-hombre, a la Luna Llena; o bebiendo sangre por sus colmillos y deambulando en la ausencia de la Luna Nueva. Ellos son Hijos de Kaín.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro