● 𝔒𝔫𝔠𝔢𝔞𝔳𝔬 𝔐𝔦𝔰𝔱𝔢𝔯𝔦𝔬 ●
(Baar)
Onceavo Misterio, El Graal
Tomado de la Sabiduría Hiperbórea en versión de Felipe Moyano, adaptación del Círculo de Amatista
La Sabiduría Hiperbórea afirma que el Graal es una Piedra, un Cristal, una Gema; de esto no caben dudas. Pero no es una Piedra terrestre; de esto tampoco caben dudas. Si no es una Piedra terrestre cabe preguntarse cuál es su origen. La Sabiduría Hiperbórea dice que proviene de Venus pero no asegura que ése sea su origen. Se puede suponer, pues, a falta de otra precisión, que los Señores de Venus la trajeron a la Tierra desde ese planeta. Pero los "Señores de Venus" no son originarios de Venus sino de Hiperbórea, un "centro original" que no pertenece al Universo material y cuyo "Recuerdo de Sangre" ha llevado a muchos hombres dormidos a identificarlo erróneamente con un "continente nórdico" o "polar desaparecido". Según la Sabiduría Hiperbórea el Graal fue traído al Sistema Solar por los Dioses inmediatamente después de que irrumpieron por la Puerta de Venus para instalarse en K'Taagar, o sea en el Valhala. Sea como fuere, hay otro aspecto concreto que conviene tener en cuenta: el Graal es una Gema que reviste la mayor importancia para los Dioses, a tal punto que Ellos no están dispuestos a abandonarlo o perderlo. Por camaradería y solidaridad hacia los hombres dormidos lo han situado en el Mundo material; pero al final del Tiempo, el Graal será recuperado y devuelto a su lugar de Origen.
¿A qué se debe este interés sin medida por conservar la misteriosa Gema? A que la misma ha sido quitada momentáneamente de la más bella joya que se haya visto nunca en el universo de El Uno, de aquella alhaja que nadie sería capaz de imitar en éste ni en otros mundos; ni por los maestros orfebres ni los Devas Constructores ni los Ángeles Planetarios, Solares o Galácticos, etc. Porque el Graal es una Gema de la Corona de Navután, aquél que es más puro que el más puro de los Dioses Leales, el único que puede hablar cara a cara con el incognoscible. Navután es quien estando en el infierno, está más allá del infierno. Pudiendo quedarse en Hiperbórea, a la luz del incognoscible, Navután ha querido acudir en rescate de los Espíritus cautivos protagonizando el incomprensible sacrificio de Su propia autocautividad. Él se ha instalado como Sol Negro del Espíritu, "iluminando" carismáticamente, desde "atrás" de Venus, por intermedio del Paráklito, directamente en la sangre de los hombres dormidos.
¿Cómo una Gema del gallardo Señor se ha mancillado cayendo aquí, a la Tierra, una de las cloacas más repugnantes de los Siete Infiernos? Porque Él así lo ha dispuesto. Navután ha entregado el Graal a los hombres como garantía de su compromiso, de su sacrificio, y como prueba material irrefutable del Origen Divino del Espíritu.
El Graal es, en este sentido, un reflejo del Origen Divino, el cual habrá de guiar como un faro el rumbo vacilante de los Espíritus Rebeldes que decidan abandonar la esclavitud de Jehová-Satanás.
Ante todo, el Graal se halla ligado a la encarnación de los Espíritus y su significado primero debe buscarse en relación con tal Misterio. Ello se explica si tenemos en cuenta que hace millones de años, cuando los Siddhas Traidores se aliaron al Demiurgo Jehová-Satanás para carnalizar a los Espíritus Hiperbóreos, Navután entregó su Gema para que la Verdad del Origen Divino pudiera ser vista con ojos mortales. Por eso el Graal, puesto en el Mundo como prueba del Origen Divino del Espíritu, da sentido a todos los linajes hiperbóreos de la Tierra. Por él la sangre de los hombres, aún sumidos en la más tremenda confusión, reclamará siempre su herencia extraterrestre.
La presencia del Graal, en principio, impide al Enemigo negar los ancestros hiperbóreos. Pero así como el Graal da un sentido cósmico a la Historia del hombre, conectándolo con la raza eterna de los orígenes, y diviniza los linajes hiperbóreos de la Tierra, así también para el Demiurgo, por la presencia del Graal, dichos linajes pasan a ser "motivo de escándalo" y objeto de persecución y escarnio, del castigo y del dolor. Los Divinos linajes hiperbóreos serán, a partir del Graal, linajes heréticos "condenados para siempre" —un manvantara— por Jehová-Satanás. El Graal ha venido a despertar recuerdos indeseables, a valorizar el pasado del hombre. Será entonces el recuerdo y el pasado lo que más se atacará y a borrar su influencia apuntará, en gran medida, la Estrategia Sinárquica.
El principal crimen del hombre ha sido negar la supremacía de "Dios", es decir, del Demiurgo terrestre Jehová-Satanás, y rebelarse a su esclavitud. Pero el hombre es un ser miserable, inmerso en un Infierno de ilusión en el que se siente insensatamente "a gusto", sin posibilidades de romper el hechizo por sí mismo. Si ha negado al Demiurgo y se ha "rebelado" ha sido en virtud de un agente exterior, pero: ¿qué "cosa" en el Mundo puede ser capaz de despertar al hombre, de abrir sus ojos a la divinidad olvidada? "Si tal cosa existe, dirán los Demonios, es el objeto más abominable de la Creación material". Pero esa "cosa", ese "objeto abominable", no es de este Mundo y de él ha "comido" el hombre-Espíritu-cautivo. Ese "fruto verde" que parece una esmeralda y que más tarde llamarán Graal, es un alimento que nutre con la gnosis primordial; es decir, con el conocimiento sobre la Verdad de los orígenes. Por el Graal, fruto prohibido por excelencia, el hombre sabrá que es eterno, que posee un Espíritu Divino encadenado a la materia, que procede de un Mundo imposible de imaginar desde el Infierno terrestre; pero por el que siente nostalgia y al que desea regresar.
¡Por el Graal el hombre ha recordado!
He aquí su primer crimen. Recordar el Origen Divino será, en adelante, un terrible pecado y quienes lo han cometido deberán pagar por ello; esa es la Voluntad del Demiurgo, la "Ley de Jehová-Satanás". Serán sus Ministros, los Demonios de Chang Shambalá, quienes se encarguen de ejecutar la condena, cobrando el castigo en una moneda que se llama: dolor y sufrimiento. El instrumento será, naturalmente, la encarnación, repetida mil veces en transmigraciones "controladas" por la "Ley" del Karma, declarando cínicamente que el dolor y el sufrimiento son "para bien" de los Espíritus, "para favorecer su evolución". Si "el mal" radica en la sangre entonces se la debilitará y se la tornará impura envenenándola con el temor del pecado. El resultado será la confusión estratégica del Espíritu y la completa oscuridad sobre el pasado del hombre. "En el pasado no hay nada digno de ser rescatado", afirmarán durante milenios las gentes sensatas, a coro con los Demonios de la Fraternidad. La Teología, y aún la Mitología, hablarán sobre el mal del hombre con el lenguaje del Demiurgo: el "pecado", la "caída" y el "castigo". La "Ciencia", por otra parte, nos mostrará un panorama más desalentador: "probará", echando mano de inmundicias fósiles, que el hombre desciende de un protosimio llamado "homínido", o sea de ese mísero y despreciable animal hombre que fue el antepasado del hombre dormido. La "Ciencia" ha llevado el pasado del hombre a su degradación más dramática vinculándolo "evolutivamente" con los reptiles y gusanos. Para el hombre moderno ya no habrá ancestros Divinos, sino simios y trilobites. Realmente se necesita partir de un odio sobrehumano para desear que el hombre se humille de manera tan triste.
Pero hay que dejar de lado lo triste, hay que ser optimista, ¿para qué mirar el pasado, dirá la Sinarquía con la Voz de la Ciencia y la Teología, si el hombre es "algo proyectado hacia el futuro"? En el pasado no hay nada digno de respeto. Unos primitivos crustáceos marinos hundidos en el cieno tratando de ganar el medio terrestre, impulsados por la "evolución"; millones de años después, unos simios deciden hacerse hombres: impulsados nuevamente por la milagrosa "ley de evolución" se vuelven bípedos, fabrican herramientas, se comunican hablando, pierden el pelo y entran en la Historia; y luego viene la Historia del hombre: los documentos, la Civilización, la Cultura. Y en la Historia continúa implacable la "evolución", convertida ahora en una ley más inflexible llamada dialéctica. Los desaciertos de la humanidad, las guerras, la intolerancia, el fascismo, son "errores"; los aciertos, la paz, la democracia, la O.N.U., la vacuna Sabín, son "éxitos". De la puja entre éxitos y errores surge siempre un estadio superior, un beneficio para la Humanidad futura, confirmándose la tendencia evolutiva o progresista. ¿Acaso no es esa tendencia progresista de la Historia todo lo bueno que cabe esperarse del pasado?
Hay que ser optimista; se debe mirar al futuro; allí están todos los bienes, todas las realizaciones; el teólogo asegura que tras un juicio futuro a los buenos se les abrirán las puertas del paraíso. Los rosacruces, masones y otros teosofistas, sitúan en el futuro el momento en que, concluida parcialmente la "evolución espiritual", el hombre se identifica con su mónada, o sea con su "Arquetipo Divino" y se incorpora a las Jerarquías Cósmicas dependientes del Demiurgo. Hasta los materialistas, ateos o cientificistas, presentan una imagen venturosa del futuro: nos muestran una sociedad perfecta, sin hambre ni enfermedades, donde un hombre, tecnócrata y deshumanizado, reina feliz sobre legiones de androides y robots.
La Sabiduría Hiperbórea jamás ahonda en detalles sobre un hecho por demás evidente: se ha intentado borrar el pasado del hombre, desconectando a éste de sus raíces hiperbóreas. No se ha logrado borrar totalmente dicho pasado, pero, en compensación, se ha conseguido crear una fractura metafísica entre el hombre y sus ancestros Divinos, de modo tal que, en la actualidad, un abismo lo separa de los recuerdos primordiales; un abismo que tiene nombre: "confusión". Paralelamente, con tan siniestro propósito, se ha "proyectado al hombre hacia el futuro", eufemismo utilizado para calificar a la ilusión del progreso que padecen los miembros de las Civilizaciones modernas. Tal "ilusión" es generada culturalmente por poderosas "ideas fuerza", empleadas hábilmente como arma estratégica. El "sentido de la Historia", la "aceleración histórica", el "progreso científico", la "educación", "civilización versus barbarie", etc. Los hombres, condicionados de ese modo, creen ciegamente en el futuro, miran solo hacia él, y aún los fatalistas, que avizoran un "negro futuro", admiten que si una excepción imprevisible o un milagro ofrece una "salida" a la Civilización, ella se encuentra, de todos modos, en el "futuro". El pasado es en cualquier caso motivo de la indiferencia general.
Este "hecho evidente" representa, sin duda, un importante triunfo para la Sinarquía; pero un triunfo que no es definitivo. La máxima expresión de la Estrategia Sinárquica se aplica en borrar el pasado, en oscurecer el recuerdo del Origen Divino, y que tal ataque se produce como reacción a la acción gnóstica del Graal. Pero el Graal no es solo un fruto prohibido, consumido por el hombre en los tiempos remotos, inmediatos a su esclavización, el Graal es una realidad que permanecerá en el mundo mientras el último Espíritu Hiperbóreo continúe cautivo. Por el Graal siempre es posible que el hombre despierte y recuerde.
Mas, para gozar de su gnosis, es imprescindible comprender que el Graal, como reflejo del Origen, alumbra en la sangre desde el pasado. Su luz viene al revés del sentido del tiempo y por eso nadie que haya sucumbido a la Estrategia Sinárquica podrá recibir su influencia. Una poderosa Estrategia cultural "proyecta al hombre hacia el futuro" e intenta borrar su pasado y confundir sus recuerdos.
Por el Graal el hombre "comete el crimen" de despertar; ha pecado, y el castigo se cobra con la moneda del dolor y el sufrimiento, por la encarnación y la ley del Karma. Los encargados de velar por la Ley, y a quienes más ofende el recuerdo hiperbóreo de los hombres despiertos son los "ángeles guardianes", es decir, los Demonios de Chang Shambalá y su Fraternidad Blanca.
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