44. Diario de Diana...
20 de agosto del 2000
No se me ocurren palabras para decirte cómo me siento, o tal vez cómo no me siento. Yo ya no soy la que se ve en el espejo y únicamente reconoce una silueta vacía, la cara plástica que congeló una sonrisa para no ser descubierta en el fondo del rosal. Si en verdad hubiera alguna manera de ser convincente y decirte lo duro es vivir dentro de un sueño y saber que no eres más que un holograma; pero no lo entenderías, no aún.
Cuando todo empezó no tenía idea, ni ganas de tenerla, sobre nada que amenazara aquello que conocía como mi "estabilidad". Me duelen las muelas de solo imaginar que por un instante estuve cerca de convertirme en todo y nada a la vez; terminar el colegio, estudiar una carrera, convertirme en una gran pianista, casarme con mi dulce Rodrigo y darle muchos hijos. De eso se trataba "todo", ser una pianista y estar con él hasta el último día de nuestras vidas. Estar sin él no es una idea a la que me pueda acostumbrar y aún así los meses parecen cada vez más cortos, como si nuestra muerte, luego de una ancianidad, nos hubiera alcanzado antes de tiempo.
Posiblemente si ningún código genético se hubiera actualizado en mi ser, seguiría ignorando por completo todo lo que hasta ahora he aprendido. Ya no tiene sentido vivir en un mundo así, el único sentido reside en luchar sin rendirse jamás; o mejor dicho, tratar de vivir con el menos dolor posible. El sufrimiento ocurre, no es bueno o malo, solo pasa, no se puede evitar. ¿Sabías eso? No importa lo que hagas, un día sufrirás, es normal. Te confieso que en verdad anhelaba ser esposa, madre y artista, mas nada; ¿qué he hecho? Renuncié a todo porque mis sueños carecían de sentido o justificación. Ahora sé que no podré sentir más remordimientos, culpa o dolor; dejaré de sentir. No me incomoda renunciar a todo aquello que me hace un ser humano sensitivo, lo que me incomoda es no haberlo hecho antes. De cierta manera, ni siquiera existo.
Hoy lloré, y lloraré más todavía; no sé porqué. Me entregué a los brazos de quien más amo en la vida y lo único que atino a hacer, a estas horas de la noche, mientras todos enjugan sus lágrimas a la luz de esta hoguera, es escribir lo que quizás sean las últimas páginas de este diario. No digo que me siento engañada, solo que no me siento conforme, eso es todo.
Han pasado ya demasiadas cosas increíbles, eventos que desafían la ciencia y la razón. Posiblemente si te contara todo lo que he vivido, no me creerías una sola palabra. Estoy aislada junto a mis amigos en una vida que nadie sospecha ni siquiera un poco. Estoy diezmada a lo que me corresponde hacer en esta vida y aún no me cuadra saber que soy un arma de destrucción masiva o solo el sueño de alguien que duerme para no morir. Tengo un Arco cuyo poder pulverizar este Sistema Solar. ¿Y todo para qué? ¿Venganza contra Dios? No sé si realmente tiene sentido, no sé si algo lo tiene. Tampoco trato de encontrarlo. Sé lo que soy: la nada.
Si al menos pudiera cumplir un deseo antes del Apocalipsis que se avecina; sería entregar mi primera vez a mi amado Rodrigo. Me gustaría limpiarme de todo lo que las rosas hicieron con mi alma, mi cuerpo y mi corazón. Si él me recibiera entre sus brazos como un hombre recibe a una mujer, sabría que las rosas no importa. Al menos una sola vez, quisiera recibirlo con amor en el interior de mi cuerpo y ser los dos el resultado de todo lo que nos hemos amado. En verdad él me recuerda todo lo que alguna vez viví en aldeas y tiempos lejanos, y aún así, amándolo tanto como lo amo, hasta la certeza de ese amor se ha perdido en algún lugar del sueño. No sé si Rodrigo es uno o dos, hijo único o gemelo de alguien más, lo único que sé es que en mi corazón no me conformo con dejarlo partir y ahogar nuestra historia sin haberla culminado.
Si estas son las últimas páginas de este diario, que todos sepan que Rodrigo es para mí y yo soy para él, y lo que venga después sea solo la resulta de los designios que ambos hemos elegido en el Origen.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro