29. Tetragrámaton y Bafometh...
El universo y toda su creación constituyen un delicado equilibrio que depende de muchas interacciones quánticas, pero también de la existencia de polos opuestos. Para que la dicotomía pueda expresarse, los Dioses Traidores organizaron la creación de un modo que permita la química y la aparición de fuerzas e interacciones entre partículas subatómicas. Dicha organización siempre dependerá de la energía generada por la pugna de opuestos, y por el rango de "real" que el espectro pueda impeler a las partículas, hasta el máximo de la entropía.
Para poder organizar el universo de tal forma, fue requerido polarizar el espectro. Y para lograrlo se creó un polo de luz y otro de sombras. Ambos mecanismos fueron atribuídos a diversos Dioses Traidores, quienes ejercieron de ingenieros para la luz y la sombra. De ese modo, algunos se convirtieron en arcángeles y los otros, en demonios.
El Tetragrámaton está faccionado diez reinos ordenados en el esquema del Árbol Sephiroth:
1. Seraphim. Asiento de Jehovah o Kether,
2. Shambalá. Reino del Cielo o, Jojmá,
3. Kerubim. Reino de la Tierra o, Biná,
4. Trono. Reino Animal o Netzá,
5. Denominación. Reino del Agua o Chesed,
6. Virtud. Reino del Fuego o Geburá,
7. Potestad. Reino Subterráneo o Tiphereth,
8. Principado. Reino Vegetal o Hod,
9. Arconte. Reino Submarino o Jesód,
10. Clérigo. Reino de los Hombres o Malkút.
A cada reino se le había asignado un guardián que era parte del Concilio de Dios, el Tetragrámaton de los Arcángeles; sin embargo, de los diez guardianes originales solo quedaban nueve. Durante la Era de Bronce un poderoso rey babilonio llamado Nimrod se había encargado de eliminar al guardián del Asiento de Jehovah: el Arcángel Kokabiel. Debido a su muerte, el Arcángel Miguel, en su condición de General de las Legiones Celestiales, había tomado control del Tetragrámaton y Kether. A todos los demás reinos aún les correspondía su guardián:
Del mismo modo, tal como el universo bipolar necesita oscuridad para tener luz, los reinos de los Arcángeles tienen su contraparte demoníaca dividida en diez círculos infernales que no solo están a cargo de generar carga negativa en el espectro, sino también disturbios en las fuerzas de la naturaleza para estimular la destrucción. La destrucción es un paso fundamental de la creación, ya que solo se puede crear a partir de aquello que se destruye, del mismo modo que nuevos elementos en la tabla periódica se crean de las supernovas.
1. Seraphim. Asiento de Satanás, en Kether,
2. Shambalá. Círculo del Foso, en Jojmá,
3. Kerubim. Círculo de la Madre Dolorosa, en Biná,
4. Trono. Círculo de las Pasiones, en Netzá,
5. Denominación. Círculo del Deseo, en Chesed,
6. Virtud. Círculo del Fuego, en Geburá,
7. Potestad. Círculo Abisal, en Tiphereth,
8. Principado. Círculo del Inframundo, en Hod,
9. Arconte. Círculo de las Furias, en Jesód,
10. Clérigo. Círculo de los Hombres, en Malkút.
A cada Arcángel le corresponde un jefe oscuro de cada Círculo como contraparte a la luz celestial; sin esa oposición entre oscuridad y luz sería imposible mover el universo de la Creación. En el caso del Asiento de Satanás, cuyo Señor fue Moloch, también existía un vacío pues el destino del Demonio Moloch lo había llevado a la tragedia. Por esa razón el Asiento de Satanás no tenía otro Señor y jefe aparte del propio San Miguel Arcángel.
Había una inusual alarma en toda Chang Shambalá. Por órdenes de San Miguel, los ángeles y habitantes celestiales estaban preparándose para un evento bélico. Nadie sabía con exactitud la razón de tales preparativos, se limitaban únicamente a acatar las órdenes de Miguel; sin embargo, la preocupación era la sensación reinante en el Cielo. Todos recordaban el día en que un hombre mortal, de nombre Nimrod, ascendió haciendo uso de un poder terrible y asesinó a cientos de ángeles y a uno de los Arcángeles del Concilio: Kokabiel. El solo recuerdo traía profundos temores entre los habitantes de Shambalá. Nadie lo decía, pero todos estaban asustados.
Una mesa rectangular de un material similar al vidrio se desplegaba en el salón principal del edificio más grande del Cielo. Las paredes estaban adornadas con inscripciones en varias lenguas de las que predominaba el hebreo antiguo. Una serie de antorchas ardían con un fuego dorado como el sol. El aire estaba impregnado de incienso y el suelo, cubierto con finas alfombras. En la pared mayor se divisaba una compuerta y un panel de control que servía para abrirla y cerrarla. Cuando la compuerta se abrió entraron los miembros del Tetragrámaton. San Miguel iba a la cabeza, con su garbo orgulloso, sus tres pares de alas doradas y su armadura tan bruñida como su cabello. Luego entró Metratón, el Segundo Oficial, con su armadura plateada al igual que sus cabellos y sus tres pares de alas. Siguió Raziel con su armadura de bronce y sus dos pares de alas marrones. Uriel venía con él vistiendo una armadura gris, tenía dos pares de alas negras al igual que su cabello. Tsadkiel entró después, tenía tres pares de alas azules y una bruñida como la plata. Luego entró Haniel que también llevaba tres pares de alas con plumas de un rojo escarlata y armadura dorada. Samael entró después vistiendo una armadura negra al igual que sus dos pares de alas; un par era como alas de un ángel y el otro como alas de un vampiro. San Raphael tenía tres pares de alas azules y una armadura celeste, entró detrás de Samael. Y finalmente ingresó San Gabriel con su armadura nívea y sus tres pares de alas blancas.
Los miembros del Concejo se posesionaron alrededor de la gran mesa rectangular. Cuando todos estuvieron en su respectivo lugar San Miguel dio inicio a la reunión.
—¡Élite Grigori! Almas perfectas de la Fraternidad —dijo Miguel con voz grave—, hemos convocado este concejo del Tetragrámaton para atender el terrible peligro que se alza contra Yod He Vau Hed; nuestro señor Jehovah. Hablé con Moisés y he decidido que tenemos que poner manos a la obra para evitar que los Hombres de la Piedra Fría regresen a profanar estos santos recintos. Debemos, pues, tomar medidas contra una vieja amenaza que está resurgiendo en nuestro universo. Cederé la palabra a Gabriel quien les explicará de qué se trata.
Todos los ojos se volcaron al arcángel blanco, guardián de los hombres. San Gabriel se tomó unos segundos y empezó a disertar.
—El Reino de los Hombres en la Cuarta Vertical siempre nos ha traído graves problemas y grandes placeres también, todos los presentes lo saben. Sin embargo, cuando Nimrod se alzó contra este santuario supimos que algo andaba mal. No logramos solucionar el problema por completo y ahora nos persiguen nuestros errores.
A las palabras de San Gabriel le siguieron murmullos de todos los presentes.
—Hermanos —continuó el guardián del Reino de los Hombres—, los doce elegidos de la Luna han encarnado. Enviamos a Golab a arreglar este problema; pero el poderoso Señor del Foso parece habernos traicionado.
—Cuida tus palabras, Gabriel —intervino Miguel.
—No, Gabriel tiene razón —dijo Tsadkiel—. Yo mismo he tratado de arreglar esto. Traje a Dianara, la Diosa Ultravioleta, Osa de la Luna, al Templo de la Sabiduría de nuestro santuario. Iba a hacerla ceder hasta que llegó esa mujer maldita, la innombrable. Y no vino sola, Freky, el Lobo de Odín la acompañó. Golab ha descuidado su tarea.
—Golab simplemente se confió —replicó Miguel—. Él es fiel al Bafometh de los Demonios y a este Tetragrámaton.
—No por ser tu amante significa que sea fiel a todos nosotros —dijo Uriel—. ¿O acaso ya no tiene ojos solo para ti, Miguel?
Hubo un breve silencio ante las insidiosas insinuaciones del guardián del Reino Animal. Metratón intervino.
—Todos los miembros del Tetragrámaton estamos conscientes de que Golab se equivocó; es más, hasta los miembros del Bafometh lo han asumido; pero yo doy fe de su fidelidad y no dudaré de las acciones de Golab. Pero eso no quita que lo que Gabriel ha expuesto es grave.
—Es mucho más grave —continuó San Gabriel—. Por si fuera poco hemos localizado una fractura en la red espacio-temporal del cosmos. Un objeto de herejía ha aparecido nuevamente —silencio, Gabriel siguió—. Señores, un Graal está en la Tierra, en una de las múltiples dimensiones de ésta. Es el que quedó incrustado en el Arco de Nimrod y que luego fue ponderado por esa traidora asquerosa. El Arco de Artemisa está en uno de nuestros universos, totalmente paralelizado a la dimensión de la Cuarta Vertical.
Todos los rostros mostraron arrebato ante el anuncio de San Gabriel, ellos sabían el peligro que representaba el Arco y aún tenían en sus recuerdos los estragos que podían causar los objetos que tengan incrustadas aquellas esmeraldas a las que llamaban Graal. Una Piedra del Origen significaba más amenaza de la que estaban dispuestos a tolerar.
—Ya he tomado medidas —intervino Miguel—. Estoy alistando a un grupo selecto de esclavos mortales para rastrear ese objeto de herejía y destruirlo. Además le he ordenado al Señor del Abismo, Asmodius, que lleve a sus abisales al lugar de la fractura para resguardarlo. También he dado mi autorización y apoyo a los Sacerdotes Héxabor y Moisés para que asedien Erks con la ayuda de guerreros de la Legión.
—¡Por Dios, Miguel! —interrumpió Haniel—, hemos tratado de tomar Erks durante siglos y siempre tuvimos que enfrentar el fracaso. Si atacamos de nuevo la ciudadela, solo perderemos valiosos guerreros Hiwa Anakim. Necesitaremos todas nuestras tropas si queremos frenar la amenaza del Arco.
—No pretendo tomar Erks, Haniel —respondió Miguel—, mi intención es mantenerlos ocupados el tiempo suficiente para que podamos obtener el Arco. Además no enviaré demasiados guerreros, solo los necesarios. Héxabor ha tenido la brillante iniciativa de invocar a Bálaham en la carne de un familiar consanguíneo de uno de los elegidos, de una de las súbditas de Ramsés que ha encarnado nuevamente. Moisés, junto a Bálaham y Héxabor, usarán su ventaja estratégica para atacar en ese pilar débil que tiene nuestro enemigo.
—Pasas algo por alto, Miguel —dijo San Raphael—. Algunos de los elegidos ya han despertado como Centinelas.
—Mientras Dianara no esté despierta —replicó Miguel— todo irá bien. Uno o dos Centinelas, solos, no representan mayor amenaza para nosotros. Pero si esperamos a que Dianara despierte como la Diosa Ultravioleta y use ese collar maldito para romper el sello del Arco, podríamos tener serias dificultades. Incluso podrían despertar al soñante, lo que sería el final de todo este universo.
—Entonces enviemos ya la expedición —Tsadkiel agregó.
—Ya lo hice —respondió Miguel—. Los envié antes de establecer esta reunión. Mientras hablamos, Héxabor ha partido junto a Bálaham, guerreros de la Legión y tropas de esclavos del Pueblo Elegido hacia Erks. Entre tanto, Moisés va rumbo hacia el lugar de la anomalía junto a esclavos del Pentágono para secuestrar el Arco. Metratón, te pediré que te reúnas con Moisés y sus esclavos humanos en cuanto esta junta termine y le ayudes a completar su tarea. Y tú, Tsadkiel, ve con Héxabor y Bálaham y retén a los erkianos todo el tiempo que sea posible. En cuanto vean a nuestro Santo Oficio en cercanías del Arco podrían pretender enviar tropas para impedir que cumplamos nuestro deber. Eso es todo, levanto esta sesión, pueden retirarse; pero tú no, Gabriel, tengo que hablar contigo.
Rápidamente, Metratón y Tsadkiel cerraron sus alas, envolviendo sus cuerpos, y desaparecieron bajo el resplandor de sus luces angelicales. Los demás abandonaron la sala caminando. Pero Miguel y Gabriel se quedaron durante unos instantes.
—Gabriel, necesito que vigiles de cerca a Golab —pidió Miguel.
—¿No confías más en él?
—No es eso, pero ha pasado demasiado tiempo cerca de Dianara. Tú sabes mejor que yo de lo que es capaz esa meretriz. Además, Golab tiene un secreto que nadie más debe descubrir. No quiere decir que haya perdonado las atrocidades de Asmodius y Tsadkiel, tú mismo has atestiguado la caída de Golab el día que Lucifer hizo caer su gema maldita a nuestro reino. La última vez que el Señor del Foso enfrentó a Dianara, por poco enloqueció. Sin embargo, temo mucho que Halyón tome posesión total de Golab. Ese hiperbóreo traidor es un peligro para todos, para su raza, para la nuestra, incluso para el Altísimo. Por ningún motivo podemos dejar que Halyón se imponga a la voluntad de Golab. Me preocupa que Laycón regrese y provoque el despertar de Halyón. Yo amo a Golab, no quiero perderle de nuevo.
—No te preocupes, voy a hablar con el Bafometh para arreglar ese asunto. Además, mientras Lycanon y Vairon sigan siendo géminis, Laycón no volverá. Me aseguraré que se maten mutuamente antes que tengan la oportunidad de fusionarse. Tú solo ocúpate de neutralizar el poder del Arco de Artemisa, es todo lo que te pido. No quiero ese objeto asqueroso en mi Reino. Llévatelo a cualquier lado, pero sácalo del mundo de los hombres.
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https://youtu.be/5iBxpSBEABE
Título: Tetragrámaton
Género: Horror ambiental
Álbum: El Arco de Artemisa OST
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