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26. Días de entrenamiento...

El mes de junio del año 2000 estaba por concluir, eso es lo que indicaba el calendario que Rodrigo trajo desde La Paz. Sin embargo, en Erks el tiempo era medido de forma distinta. Empezando que en aquel mundo, los días eran de 28 horas y no 24, dividas en 14 horas de luz solar y 14 de luz lunar. Esa diferencia en cuanto al paso del tiempo cambiaba mucho las formas de cronometrar los días y las horas. Tales cambios también habían sido notorios en los cuerpos de los chicos, siendo que su ciclo circadiano había sido todo un caos durante el primer mes de entrenamiento. Posteriormente, y con el paso de los días, fueron habituándose a los nuevos ritmos biológicos que aquella dimensión les imponía.

Para aquella jornada de junio, los estudiantes de Rowena Von Kaisser y Aldrick Du Ruelant habían logrado importantes avances en su capacitación de combate. Todos ellos tenían perfectamente memorizados y estudiados los Doce Misterios de la Sabiduría Hiperbórea. Por medio del conocimiento de éstos, viejas emociones fueron recordadas y saberes antiguos emergieron en las mentes de los futuros Centinelas.

Aquella nueva condición mental y emocional les permitió a sus cuerpos establecer nuevas interacciones con sus circuitos espectrales. Sus sistemas nerviosos y circulatorios fueron los primeros en sentir los efectos, sus corazones se habían fortalecido infinitamente y su tasa de sinapsis se había cuadruplicado. Luego el resto de sus sistemas biológicos empezaron a optimizar su funcionamiento en niveles incomprensibles. Cuando el espectro hubo finalmente inundado los cuerpos biológicos de los aprendices, sus mentes y Espíritus estuvieron listos para el paso siguiente.

Por medio de un riguroso entrenamiento mental que involucraba tormentosas descargas eléctricas, Rowena y Aldrick enseñaron a sus aprendices a enfocar el espectro de sus cuerpos en la modificación directa de la materia. Eso era equivalente a someter la naturaleza subatómica de la existencia, lo que demandó mucho esfuerzo y sacrificio por parte de los estudiantes; pero también lograron dominar ese aspecto del entrenamiento de forma destacada. En cuestión de semanas ya podían crear plasma y empezaban a tener ciertas capacidades para manejar el espacio-tiempo, aunque aún eran muy limitadas.

Un día, Rodrigo y sus amigos descubrieron que el espectro tenía una forma muy singular de afectar la luz visible. Notaron que incluso eran capaces de generar luz en las más densas tinieblas empleando únicamente su espectro, y eso los llevó a un descubrimiento que los dejó maravillados: el espectro de cada uno era de diferente color. Rodrigo emitía ondas azúles, las de Rocío eran amarillas, Gabriel lo hacía en frecuencia verde mientras que Diana iluminaba en color violeta. Ese incidente fue debidamente explicado por Rowena durante su habitual lección diaria de Teoría Hiperbórea.

La luz forma parte del campo electromagnético, lo cual es una manifestación de una de las cuatro fuerzas de la naturaleza conocidas por la ciencia humana. El espectro, como Quinta Fuerza de la Naturaleza, no es visible ni perceptible de ninguna manera que los humanos posean sino es por medio de su Espíritu y la pureza de su sangre. Cuando la sangre pura refracta el Símbolo del Origen sobre los circuitos espectrales, éstos permiten que el espectro tenga efectos visibles en las otras fuerzas naturales. En el caso de la luz, ese efecto tiene una influencia quántica similar a la de un prisma. La luz es descompuesta en el plasma del ente emisor (que en este caso es un ser humano con sangre pura y Espíritu despierto), fragmentándose en sus longitudes de onda elementales: rojo, naranja, amarillo, verde, cian, azul y violeta. Entonces, el plasma espectral se torna del color en el que vibran los circuitos espectrales del emisor, y como resultado, el color de la luz es igual a la taza vibratoria del Espíritu emisor. Dicho de otro modo, el color que tienen los espectros es único e irrepetible entre guerreros hiperbóreos, del mismo modo que lo es el código genético o las huellas dactilares. Es una luz muy personal con un color que refleja a la persona que lo emite.

Normalmente los guerreros hiperbóreos y los Dioses Leales emiten luz plasmática-espectral en frecuencias verdes, pero existen hiperbóreos que emiten en otras frecuencias. Aquello no podría considerarse como una carácteristica común entre los guerreros hiperbóreos, pero tampoco es una excepcionalidad demasiado única; tan solo es algo inusual. Sin embargo, que más de seis hiperbóreos se hallen juntos en un mismo tiempo y lugar, y que cada uno sea capaz de emitir diferentes tonos de espectro sí que era irregular. Y aún más en el caso de Diana, cuya intensidad de luz ultravioleta podía llegar a ser peligrosa incluso para sus amigos y aliados. Ella debía ser especialmente cuidadosa con su plasma y espectro.

Por otra parte, que los Centinelas de Artemisa tengan diferentes colores de emisión de espectro estaba perfectamente justificado por sus Tótems Hiperbóreos. Cada tótem tiene un color de emisión y características muy concretas que se hallan relacionadas al guerrero que protegen, las características de su Espíritu y el linaje familiar al que pertenecen. 

Los maestros hiperbóreos llevaban un registro minucioso con el avance diario de sus estudiantes. El entrenamiento reveló que la naturaleza de aquellos muchachos estaba mejor adaptada al mundo super-natural del viaje entre dimensiones que a las pesadas periferias freáticas de la red quántica, misma que sus habitantes reconocen y creen como única realidad existente y posible. Una dimensión poblada por billones de mentes incapaces de ver o concebir la existencia super-natural más allá de la religión, el dogma de fe, la paranoia paranormal o la más vanguardista ciencia de alto presupuesto y arriesgada experimentación.

La prueba de tal adaptación la daban los estudiantes por medio de sus logros en el entrenamiento y su enorme capacidad de asimilación. La educación que estaban recibiendo era más un acto de recordar que de aprender, lo que aceleraba su progreso en gran medida. En poco tiempo dominaron el combate cuerpo a cuerpo, un total de 10 técnicas y artes marciales de diversas épocas y lugares que, en combinación a su sobrenatural fuerza y agilidad, había convertido el cuerpo de los aprendices en armas de destrucción masiva. Su manejo de armas era también muy avanzada en distancias cortas. Eran diestros en el uso de la espada, la lanza, los destrales, el hacha de guerra, la bayoneta, el falchion y el cuchillo. Asimismo aprendieron a disparar arcos y flechas de diversas envergaduras, siendo Diana la que más destacaba en arquería.

En menor medida, también habían recibido instrucción militar estándar, en la que los muchachos habían aprendido a usar rifles, fusiles de asalto y de francotirador, escopetas, subfusiles, ametralladoras, pistolas y algunas armas de artillería. Era un hecho que tales herramientas de guerra son inútiles contra seres super-naturales, pero en algo podían ayudar. Edwin era el experto en esa rama del entrenamiento, un auténtico soldado de élite.

Aparte de la preparación física y espectral que debían llevar los aprendices, tenían una malla curricular bastante amplia. Eran educados en ciencias tales como Matemáticas, Física, Química, Biología, Anatomía, Historia, Filosofía, Artes, Magia y Ocultismo. Todo ese conjunto de conocimientos era parte de una formación integral que todo Guerrero Sabio debía tener. En varios de esos aspectos, los estudiantes no tenían que "aprender" algo nuevo realmente, sino recordar viejos conocimientos de vidas pasadas, un proceso conocido como "anamnésis", mismo que aceleró mucho su desarrollo académico.

Luego de seis meses de riguroso entrenamiento y preparación, los aprendices ya daban muestras de ser verdaderos Centinelas. Como aquel día en que Rodrigo, Diana, Rocío y Gabriel realizaban sus ejercicios de proyección espectral. Los cuatro se hallaban tiesos, en posición vertical, con los brazos extendidos hacia el suelo y las manos abiertas, levitando a más de treinta metros de altura como si fueran globos inflados con helio. Habían permanecido así por más de cuatro horas, sudaban copiosamente y se notaba el esfuerzo que realizaban por las venas hinchadas surcando sus sienes y sus extremidades.

—¡Tiempo de comer! —anunció la maestra Rowena, gritándoles con fuerza para anunciar la comida.

Los cuatro aprendices abrieron los ojos y descendieron con un perfecto aterrizaje. La comida para ese día consistía en pan de cebada, pescado arcoiris (especie nativa de Erks) cocido al vapor con verduras, ajo, cebolla y orégano. También comerían quinua hervida con legumbres y vino dulce para acompañar. Todos aquellos alimentos los habían conseguido haciendo trueque en el mercado de Erks y realizando trabajos agrícolas los fines de semana. En la Ciudadela nada es gratis, pero el dinero es muy poco empleado. La mayor parte de la economía erkiana se basa en el intercambio de productos y servicios bajo un fondo financiero único que no depende en un patrón cambiario metálico, como los metales preciosos, sino en patrón trabajo.

—Necesito unas vacaciones —dijo Rocío, mirando su comida con desgano.

—¿No tienes hambre? —consultó Rodrigo, mirando el plato de su amiga. La ojosa refunfuñó y empezó a engullir grandes bocados. Diana sonrió al ver su gesto y dijo:

—Yo también necesito vacaciones. Estos meses fueron terribles, me siento cansada de hacer lo mismo a diario: entrenar, estudiar, entrenar, estudiar; todos los días sin descanso.

—Pero apuesto que ninguno de ustedes se imaginaba que podían hacer lo que ahora hacen —replicó Gabriel, abriendo su mano y emanando una pequeña figura de espectro verde con la forma de un caballo de ocho patas. Sus amigos se quedaron pasmados al ver su truco.

—Tienes que enseñarme a hacer eso —dijo Rodrigo.

—Un día, sin falta —respondió el chico ciego.

—¿Han sabido algo del Oscar y los demás? —intervino la ojosa, Diana suspiró y respondió:

—Tengo entendido que el maestro Aldrick los está masacrando también. Creo que su entrenamiento es más duro. Mis pobres hermanos tienen cayos en sus puños que les sangran cada noche —relataba Diana con preocupación en su voz—. Sé que se han lastimado durante sus prácticas y me angustia mucho.

—Tranquila —le dijo Rodrigo y luego besó suave y fugazmente una mejilla a su novia—. Esos tres son más duros de lo que te imaginas. Mi primo me dijo que le están poniendo muchas ganas. Y se nota, me ha estado ayudando a estudiar matemáticas en las noches.

—Cuando vinimos —intervino Rocío—, pensé que no tendríamos prácticas y exámenes de nuevo. No me esperaba esto.

—Yo me imaginé que podría pasar —contrastó Diana—, es decir, no podemos quedarnos en la ignorancia. Pero sí, estudiar se hace más pesado por el entrenamiento.

—Extraño los videojuegos —dijo Gabriel—. Aunque tampoco serviría de mucho tener una tele y la Nintendo aquí. Sin electricidad nada funciona, y aunque hiciera mi propia corriente, de nada serviría. No veo nada, así que ya no podré jugar.

Un silencio incómodo reinó unos segundos. El chico ciego tomó su copa de vino y la bebió de un solo sorbo. Rocío lo miró, abrazándolo por los hombros en un gesto de consuelo.

—Aunque no veas, aún sigues siendo el más corcho de la clase hiperbórea —le animaba su amiga de ojos inmensos—. Eres el que más ha avanzado en el entrenamiento. Tu récord de notas es el más alto y tienes tus misteriosas "clases particulares" con el maestro Qhawaq.

Sin embargo, aquellas no eran clases particulares, sino sesiones de control espectral para estabilizar la mente del muchacho. Siendo un vidente igual que Gabriel, el anciano maestro entendía el riesgo que implica el conocimiento del futuro. Por ello le daba una preparación especial al Centinela ciego a fin de que pueda soportar sus visiones.

—Sí, esas clases —respondió Gabriel con cierto tono de misterio en la voz. Tomó una de las manos de Rocío y la besó—. Gracias por tu apoyo.

La ojosa sonrió y besó fugazmente los labios del chico ciego. Él se sonrojó de inmediato. Diana y Rodrigo habían quedado atónitos ante aquella escena. No esperaban que Rocío hiciera tal cosa, nunca. Pero al final el romance estaba floreciendo entre ella y Gabriel. Quizá no eran una pareja de novios en ese momento, pero estaban a una nada de serlo.

—Bueno, gracias buen provecho —dijo Rodrigo, levantándose precipitadamente con su plato en la mano y con la boca llena—, tengo que hacer cosas, los veo luego.

—¡Yo también! —agregó Diana—. Me voy, debo estudiar.

—Pero, aún no terminan de comer —observó Rocío. Diana la miró de reojo y le guiñó un ojo.

—Sí, ya termimanos —concluyó y se fue con Rodrigo como si estuvieran atrasados a algún compromiso, dejando solos a Gabriel y Rocío que se habían quedado con una expresión de nerviosismo en sus rostros.

Mientras la ojosa y el chico ciego desarrollaban su propio romance, Diana y Rodrigo se hallaban haciendo sus deberes académicos antes del inicio del entrenamiento vespertino. Estaban resolviendo problemas de Física, un tanto aburridos. Rodrigo abandonó la tarea un momento, miró al cielo y le dijo a su novia:

—Creo que podría acostumbrarme a esta vida —Diana interrumpió su labor para mirar al cielo también—. Es decir, entrenar, estudiar, trabajar en la tierra. No está mal. Me gusta estar en la naturaleza y este lugar es realmente grandioso.

—Es verdad —respondió la chica. Miró las manos de su novio y sintió ansiedad—. Cuando tengamos algo de tiempo libre, que te parece si vamos a un día de campo lejos de todo el mundo, solo tú y yo.

Rodrigo casi pierde el equilibrio de su silla al oírla. Observó a Diana y notó que estaba sonrojada.

—Sí, vamos de paseo un día... —respondió y antes que pudieran continuar su charla ya estaban besándose. Por todo el trabajo y entrenamiento ya no tenían tanto tiempo para realizar expresiones mutuas de amor romántico. Momentos como aquel eran escasos y ambos necesitaban ese tiempo con desesperación.

Entonces, mientras se besaban, una sensación de congoja invadió las almas de Diana y Rodrigo. Era como si una amenaza muy antigua y conocida estuviera en aquel mundo. Una presencia familiar les había helado la sangre. Conocían esa energía, ese espectro. No era un enemigo, pero sí un peligro. Un lobo, dos lobos.

Adin volk, dva volk... un lobo, dos lobos; y cuando llegué el día, cumple con el otro lobo. El géminis también va despertar...

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