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16. Los Doce Misterios...

Ya era tiempo de partir, Rowena tenía que preparar a la caravana para continuar el viaje y el tiempo disponible debía ser bien aprovechado. Cuando los muchachos despertaron y vieron la soberbia dimensión de la recámara donde estaban, no fueron capaces de pronunciar palabra alguna, ni siquiera pudieron cerrar la boca. Les costó mucho salir de la impresión y alistarse para continuar la marcha.

Las dudas sobre el origen de aquella recámara no tardaron en emerger entre los jovenes viajeros. Mientras avanzaban, Rowena les hablaba sobre los secretos que ocultaba la cueva y el Camino de los Dioses. Entonces empezó a explicarles algo más sobre la Sabiduría Hiperbórea y el poder del espectro.

—El universo de las formas creadas está compuesto por átomos y éstos, por partículas cada vez más pequeñas —explicaba la maestra—. Todos los eventos a gran escala, tales como la formación de galaxias o de estrellas, obedecen a la interacción subatómica de la que está hecha la energía y la materia, dotando a las formas holográficas originales del cosmos, con masa. Esta mecánica es posible gracias a cuatro fuerzas fundamentales en la naturaleza: La gravedad, una fuerza de alcance infinito y que sienten todas las partículas con masa, es la fuerza más débil de todas, pero la más presente también, siendo capaz de afectar al tiempo y al espacio. El electromagnetismo, es también una fuerza de alcance infinito que afecta a cualquier partícula con carga, es la responsable de que existan los átomos, la energía y la materia. La fuerza nuclear fuerte, la más poderosa de las fuerzas, mantiene a las partículas subatómicas de los núcleos atómicos, juntas; sin embargo, a gran escala su influencia es nula. Y la fuerza nuclear débil, que aunque sea una fuerza de bajo poder, sigue siendo más fuerte que la gravedad y también más peligrosa debido a que esta fuerza se halla relacionada directamente con la radiación.

Estas cuatro fuerzas constituyen el límite de la más alta comprensión de la existencia que haya alcanzado el humano postmoderno. La sofisticada física quántica es la rama de la ciencia ocupada del estudio y experimentación de estos fenómenos. Aquí es donde la figura de una quinta fuerza de la naturaleza aparece y la Física la llama: Condensado de Bose-Einstein. Para la Sabiduría Hiperbórea, esa quinta fuerza de la naturaleza es llamada: espectro.

La gnósis indica que el espectro es la postura de sentido del ser espiritual sobre la existencia. La ciencia diría que el espectro es una fuerza invisible e indetectable que gestiona la interacción de las cuatro fuerzas fundamentales de la naturaleza, siendo capaz de usarlas para generar orden en el universo. El cosmos tiende a la entropía, a la desintegración, a la pérdida de información. Sin el poder del espectro, la existencia no podría ser posible. Y como las cuatro fuerzas fundamentales son consecuencias de la propia creación a la que rigen, entonces es de suponer que la quinta fuerza, o espectro, no venga de la existencia sino de más allá.

Para que esa fuerza de más allá de todo cuanto existe pueda estar en este universo, fue necesaria la abducción de seres espirituales quienes, por medio de su poder, inyecten espectro al cosmos, a todos los cosmos que existen en el multiverso de las formas creadas. Fueron necesarias cientas de civilizaciones en infinidad de universos, pero se logró darle sentido al cosmos. Una de las más importantes civilizaciones en ese plan fue la humana, una raza muy vieja que ha perecido y renacido en cientos de ocasiones.

El encadenamiento humano se realizó por medio del pensamiento y los sentimientos. Los razonamientos y las emociones forman parte de un proceso químico y físico que es animado por medio de un invento muy excepcional: el alma. Dicha alma es un código de información que sirve para que el espíritu extrauniverse no regrese a su origen, es decir, un grillete. Ese es el inicio de las pasiones, las iras, los temores y el sufrimiento humano. Para salir de ese cautiverio tan cruel es requerido trabajar las emociones y pensamientos más allá de toda condición humana, y es justamente eso lo que operan los doce misterios hiperbóreos de la vía lunar.

Cada misterio tiene por meta cuestionar al cerebro y al corazón, al punto de ponerlos bajo el dominio del Espíritu, postergando el alma y devolviendo la voluntad al guerrero. El conocimiento de los doce misterios despierta la nostalgia en la sangre, y ello también despierta al Espíritu que se pone listo para la fuga o la guerra. Solo una sangre muy pura podrá sentir esto, pues la liberación demanda mucho poder. Cuando el corazón y el cerebro han sido dominados por el Espíritu, los circuitos espectrales se desarrollan y reciben una fuerza infinita, entonces el guerrero es capaz de emplear la quinta fuerza de la naturaleza a su voluntad, sometiendo al universo y convirtiéndose en lo que los humanos conocían como "dioses". En el mundo postmoderno, esos mismos "dioses" serán conocidos como "héroes". Es así como se configurará la mitología del siglo XXI.

Desde luego, esta vía exige razonamientos disciplinados, comprensiones de alta profundidad y mucha resistencia emocional. Aunque los misterios parecen fábulas destinadas a describir los hechos en la era del mito, en ellos subyace un texto implícito, algo que no se dice directamente en palabras, pero que usa el sentido de las mismas para clavarse en el cerebro y el corazón, devolviendo, por un momento, el control al Espíritu. De esta forma, el alma deja de controlar al guerrero quien se convierte en el "YO" mismo. Su verdadero ser. Es lo que ustedes han experimentado como "trance hiperbóreo", aunque lo hayan logrado accidentalmente. El trance hiperbóreo los convierte en una manifestación de ustedes mismos, algo que está más allá de sus pensamientos o sentimientos. Es por medio de esa transformación que se convertirán en guerreros sin límites. Pero para alcanzarla, deben entender los doce misterios y pasar por un proceso de mutación muy intenso.

El Primer Misterio es el Génesis Hiperbóreo. Luego vendrán los restantes: la Alegoría del Prisionero, el Misterio del Pacto de Sangre, la Estrategia Odal, el Mito del Laberinto, el Mito de Isis y Osiris, el Mito de Kaín, el Secreto de la Muerte, el Secreto de la Legía, la Leyenda de los Lobos Gemelos, el Enigma del Graal y el Secreto del Sol de Noche.

Cada Misterio revelado representa una runa del dodecagrama rúnico, y cada una es una nueva herramienta para el despertar del Espíritu. La sangre pura, de inmediato, sentirá el efecto que cada misterio tiene, a veces será en forma de reflexiones profundas y tormentosas, y en otras ocasiones serán sentimientos y emociones de una densidad casi autodestructiva. Esta compleja mutación es requerida, ya que el alma no entrega el mando tan fácilmente. Las runas que cada misterio representa son:

Con cada runa asimilada, con cada misterio aprehendido, se irán desbloqueando diversas fases en su entrenamiento hiperbóreo. Su sangre se purificará y tendrán mayor control de sus pensamientos y emociones. Sin embargo, a no ser que estén muertos de esta existencia, aún tendrán razonamientos y sentimientos producto del impulso. Esto no quiere decir que se conviertan en seres impulsivos, solo significará que su alma aún lucha por retomar el mando de ustedes. La libertad total solo se logra con la muerte total, pero ese es un lujo que ningún guerrero se toma sin antes haberse llevado consigo a tantos enemigos como le sea posible. En su caso muy particular, la muerte no es una opción hasta que hayan concluido su misión. Son soldados de élite en una Guerra Esencial y con una misión determinada hace eones. No pueden fallar haciendo algo tan idiota como morir.

Recuerden que el enemigo son los demonios de Chang Shambalá, seres terribles con un poder que aún no pueden soñar. Ellos manejan todas las fuerzas del cosmos y tienen un dominio total del uso espectral. Aunque sean sucios traidores, también son hiperbóreos con la capacidad de un dios, jamás deben subestimarlos. Todo lo que resta por saber se lo comunicarán sus mentores hiperbóreos cuando estemos en Erks.

Las explicaciones de Rowena habían despertado una profunda inquietud en los muchachos, quienes habían experimentado algo como lo expuesto por la maestra luego de que les revelasen la Alegoría del Prisionero. Todos sentían un fuerte shock emocional como consecuencia de la nostalgia que el relato del cautivo en la torre había despertado en sus corazones. Rowena no bromeaba, aquellas "fábulas" tenían un poder difícil de expresar.

La marcha era acompañada por la perene luz de aquellos musgos lumínicos que caracterizaban la cueva. La compañía recorrió estrechos túneles rodeados de runas que llevaban a Erks, y al hacerlo Rowena continuaba revelando detalles del Camino de los Dioses en caso de que alguna vez los chicos tuvieran que volver a transitarlo. Durante todo el sendero fueron cuesta abajo, descendiendo sin parar hasta que sintieron una brisa refrescante invadir el túnel. De repente se hallaron ante dos caminos, uno que seguía descendiendo y el otro que ascendía. Rowena tomó el segundo camino. Diana le preguntó a dónde se dirigía el otro camino, la respuesta de la guía fue: "Al Higrad".

La brisa del túnel no tardó en convertirse en suave viento que traía aromas de plantas y hierba húmeda. La salida no estaba muy lejos. Siguieron ascendiendo hasta que llegaron a otra bifurcación del túnel: un camino parecía no tener salida, el otro seguía con la brisa. Sin embargo, Rowena tomó el camino sin salida. Frente a la caravana se alzaba una muralla de piedras.

—No hay salida —dijo Jhoanna.

—Esta es la salida —respondió Rowena.

—Aquí solo hay rocas —observó Oscar.

—¿Hay solo rocas, o rocas es todo lo que ves?

Edwin se aproximó. Ni bien su dedo hizo contacto con una de las rocas, todo el muro desapareció como si fuera un holograma.

—Fascinante —murmuró.

Frente a la caravana se extendía una luz que venía de lo profundo del túnel. Ver aquello provocó sonrisas en los muchachos, quienes estaban ansiosos por salir de aquel claustrofóbico lugar.

Aceleraron el paso. En los corazones de cada miembro de la compañía había una profunda emoción totalmente imposible de describir sin haber estado antes a punto de llegar al final del Camino de los Dioses. Rowena iba adelante, muy cerca de ella estaba Edwin. Detrás iban Diana y Rodrigo, tomados de la mano. Tras ellos estaban Gabriel y Rocío que también se habían tomado de la mano, inconscientemente. Casi postergados caminaban Jhoanna y Oscar, ella sostenía el brazo de su enamorado sin dejar de ver la salida del túnel que cada vez estaba más próxima; él también tenía la mirada fija en la meta.

Uno a uno fueron saliendo del túnel, y a medida que salían el pasmo y la sorpresa se iban petrificando en los rostros de los recién llegados, los venidos de otro mundo. La caravana al fin había llegado a su destino.

Saliendo de la ladera de una montaña, lugar donde había sido abierto el túnel, se expandía ante sus ojos un paisaje de ensueño. Había un valle atravesado por un río de manso caudal. La llanura estaba dominada por árboles y toda clase de vegetación. En varios espacios se vislumbraban cultivos de los más misteriosos frutos, totalmente desconocidos para los recién llegados. El sendero bajo sus pies, similar a una carretera de piedra, bajaba la montaña y surcaba a campo traviesa por aquel valle. En el horizonte había dos figuras aún más impresionantes. Elevándose sobre una colina que cubría el otro extremo del valle sobresalía una torre que se levantaba a inaudita altura, tocando las nubes y perdiendo su cima en las insondables profundidades del cielo. Detrás de la torre había una figura familiar para los visitantes. Se trataba del monte Illimani, o una copia fiel de éste, pues la montaña que tenían en frente tenía más nieve que su gemelo.

—¿Es realmente el Illimani? —preguntó Gabriel a la guía, sin poder salir de su asombro.

—Sí y no —respondió Rowena sin dejar de caminar—. Este lugar es una réplica del planeta Tierra. La diferencia es que en esta versión de la Tierra jamás aparecieron los seres humanos sino hasta que Erks se construyó.

—¿Estamos en otra dimensión? —preguntó Rodrigo.

—Evidentemente. Existe un sinfín de mundos de ilusión, dimensiones paralelas que coexisten con el mundo del cual han venido. En gran número de estos mundos hay desdoblamientos suyos, réplicas de sus seres viviendo en tiempos holográficos y en realidades paralelas, imperceptibles entre sí. En otros mundos no evolucionó la vida. Existen otros donde ningún pez tuvo el valor de arrastrarse hacia la tierra para generar la vida en la superficie. Hay mundos casi idénticos al suyo y otros totalmente diferentes. Hace milenios los dioses decidieron que de todos los mundos ilusorios, el planeta Tierra de la cuarta vertical, es decir, su mundo, sería el escenario principal de todo. Lo establecieron como escenario de la batalla final en el mismo fin de los tiempos. Es allí donde se dará lugar el fin de la historia. Por esa razón ustedes encarnaron en ese mundo y no en otro. Las acciones que toman desde ahora podrían incluso empezar el último conflicto, o retrasarlo.

—No entiendo, Rowena —intervino Edwin—. Si todas las dimensiones son paralelas, ¿por qué en ésta no aparecieron humanos?

—Esta dimensión era el campo de pruebas del Dios Demiurgo, el gran ordenador de la materia. Cuando perfeccionó las otras dimensiones olvidó ésta. La dejó de trabajar durante el Pérmico de la Tierra, y los eventos geológicos y biológicos sucedieron aquí de modos distintos, más amables que en las demás dimensiones. Llegamos al Cuaternario y debido a la naturaleza gentil de este mundo los homínidos tuvieron la vida demasiado fácil como para desarrollar su cerebro. Además, ni el Dios Creador ni los Dioses Liberadores entraron en pugna por este lugar, aquí ningún Espíritu se encadenó. Por esa razón éste es uno de los centros de operaciones de los Dioses Leales en la creación de Dios. Este lugar tiene un vínculo directo con Agartha, la tierra de los Liberadores.

Ocasionalmente extraños resplandores surgían de entre las plantas, como chispas de luz flotando. El viento traía dientes de león que también emitían luz al pasar y varias plantas parecían tener un natural brillo. Algunas de ellas eran azuladas, otras tenían tonos verdes muy intensos. El aire era tan puro que con ligeras bocanadas era posible llenarse los pulmones con las moléculas más sutiles del oxigeno. El calor del sol no era quemante ni sofocante, sino que era de una calidez suave. La humedad del ambiente había hecho que la ropa de los visitantes se les pegase al cuerpo. Ninguno de ellos podía dejar de ver las maravillas que los rodeaba.

—Rowena, ¿qué son esas luces? —preguntó Rodrigo.

—Energía generada por las anclas del cerco estratégico, un campo de fuerza aplicado para generar un tiempo propio en la ciudadela.

La caravana cruzó el valle y luego tomaron el puente que atravesaba el río. Bajo sus aguas cristalinas se veían peces de todos los colores saltando en el agua, nadando con indecible energía.

La otra parte del valle estaba dominada por árboles. Algunos eran conocidos para los viajeros: manzanos, duraznos, etc; pero algunos tenían frutos misteriosos. Ocasionalmente, cruzaban por su camino libélulas enormes cuyas alas descomponían la luz en los colores del arcoíris.

Subieron una pequeña colina sin dejar de admirar las maravillas que se presentaban ante sus ojos, dominados por la imponente presencia de colores que jamás habían imaginado, olores nuevos y sensaciones totalmente diferentes. El mundo del cual venían no era tan colorido como aquel. Cuando llegaron a la cima se abrió un espectáculo aún más impresionante que el anterior. Era algo que ninguno de los recién llegados esperaba, ni siquiera lo soñaban. Era lo más bello e increíble que habían visto en su vida.

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