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9. Azul, Frío, Eternidad...

He vivido cosas que desafían toda lógica y, aún así, sigo creyendo que la única ruta para emanciparse de la razón engañosa es pensando hasta hartarse. No imagino otra forma de abandonar el pensamiento sino es mediante el propio pensamiento. Aprendí que lo realmente nefasto para el Espíritu es sentir demasiado y pensar demasiado. Estoy convencido que para algunos es más fácil dejar esos venenos por la razón que por la emoción. Y para desarrollar la razón y el pensamiento al punto de superarlos solo puede existir la ciencia. Ese fue mi camino, pensar y pensar hasta dejar de pensar. Esa fue mi lógica.

Del diario de Oscar, 2004

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Hoy es lunes 10 de Mayo, este mes es el aniversario del colegio, el 25 de mayo, y realmente estoy emocionado. Durante esas fechas suspenden las clases a menudo por las constantes actividades y festejos.

He pasado días excelentes. La derrota en el Concurso Intercolegial de Piano fue totalmente compensada por mis éxitos deportivos. La natación es mi mejor consuelo cuando estoy frustrado, además que soy muy bueno en ello. Por otra parte, mis notas han mejorado un poco, aunque no me va tan bien en Matemáticas.

Los preparativos para el aniversario están en marcha, Jhoanna quedó a cargo de gran parte de las actividades. Rocío se ha recuperado casi por completo, esta semana se reincorporó al equipo de vóley. Aún se muestra muy reservada ante los demás muchachos del curso con respecto a los hechos acontecidos el día que la internaron. Desde aquel día he tratado de ser más dulce con ella. Sé que lo necesita, aunque a veces parece sentirse algo incómoda con mis atenciones. Aparentemente, su relación con Gabriel se está complicando, cada vez se hacen mejores amigos y las esperanzas de Gabriel de ser correspondido parecen diluirse; todos los días lo veo fingiendo una sonrisa frente a ella, haciendo de cuenta que no se le está partiendo el corazón.

Desde hace algunas semanas Diana está más apegada a mí, sus celos también han aumentado. De un momento a otro pareciera que la tensión dramática entre ambos empezara a tornarse insoportable. Mientras pasan los días, la paciencia de Diana se ha ido deteriorando, aún espera mi decisión final respecto a lo nuestro. Francamente, no sé porqué me espera, incluso podría afirmar que ignoro por completo qué es lo ella vio en mí, o qué espera de mi parte. Poco es lo que puedo ofrecerle si fuese su novio, no sé qué debería hacer o cómo debería actuar si llegara a arreglarme con ella.

El padre de Diana retornará dentro de poco. Ella y su madre están en la obligación de informarle respecto a sus aspiraciones de incursionar en el mundo del modelaje y la fotografía. Es muy celoso de sus hijas, me preocupa. Aunque Diana pareciera no estar tan angustiada.

De todas las prácticas que tuve con el equipo de natación, hubo una que fue destacada, más que por el entrenamiento en sí fue por los eventos que sucedieron fuera de él.

Aquel día había quedado en comer con Diana. Ella se veía más interesada en mi salud que en una posible victoria, no quería que me sobre-exija. Una de las chicas llevó una radio para escuchar música durante el recreo. Se la pasaban oyendo canciones de Enrique Iglesias y Britney Spears, mis oídos lamentaron tanto maltrato. Los periodos finales fueron matizados por la picardía de Sergio y Diana. Empezaron una guerra de bolas de papel que casi termina en un severo castigo del Regente.

A la hora de salida, Diana y yo subimos a su casa acompañados de nuestros amigos. Gabriel, siempre indiscreto, se la pasó comentando que las chicas de sexto grado están muy interesadas en mí. Me parece extraño, siempre me consideré más feo que un perro lampiño; sin embargo, Diana se ponía muy celosa cada vez que Gabriel lo mencionaba.

Al llegar me lavé las manos y ayudé a Jhoanna a terminar la comida. Mientras la ayudaba no podía evitar sentirme distraído. Mi mente tejía angustias sobre Diana, sobre mí, sobre todas las cosas que se hicieron visibles desde que empezó este año, y nada de eso me hacía sentir cómodo. Cortaba las verduras en silencio cuando Joisy empezó a conversarme.

—¿Y cómo van las cosas con mi hermana? —consultó mirándome de reojo.

—¿Por qué preguntas eso? —dije algo nervioso.

—Solo quiero saber si están bien.

—Pues todo está bien entre nosotros.

—Me alegra saber eso —respondió.

—Hay algo que no sé y que debería saber, ¿cierto?

—Nada de nada —dijo sin mirarme.

—Mmm, no me convences.

Rebanaba la lechuga cuando me corté el dedo. Me lo apretaba con la otra mano para que no me saliera sangre, entonces Jhoanna lo puso en su boca. Era una reacción muy típica de ella, siempre que alguien se lastimaba ella lamía la herida, aunque solo si esa persona realmente le importaba. Me puso muy nervioso cuando lo hizo, mi corazón latía fuerte. Me condujo al baño y empezó a curar la herida con mucha paciencia. Mientras me limpiaba el corte, mi mente comenzó a verla como si fuera Diana. Se veía tan hermosa, tan sexy, es tan parecida a ella. Hablamos un poco sobre su hermana y yo, Joisy me decía que era un poco tímido nada más y que pronto se me aclararían las ideas. No sé si lo hizo sin pensarlo, pero sus palabras de aliento culminaron con un delicado beso muy cerca de mis labios. Entonces no pude contenerme más y le robé un beso de su dulce boca de piñón, sabía a canela. De inmediato me acudió la vergüenza y la culpa. Ella también es como mi hermana, mayor para variar, y por si eso fuera poco es la enamorada de mi primo, o al menos eso parece. Jhoanna dijo que no le contaría a nadie de mi travesura, sonreía enternecida, quizás conmovida, no lo sé. ¡En qué estaba pensando! Debo aprender a controlarme, eso fue demasiado. Me pregunto qué hubiera dicho Oscar si me hubiera visto... ¡Ahhh..., fue una vergüenza!

Salí después de almorzar, Diana y Jhoanna me acompañaban. Mi Lady Di se la pasó bromeando durante todo el camino; es clásico de su carácter tomarlo todo a broma, adora hacerme reír haciéndome caras graciosas, parodiando a nuestros amigos o diciendo cosas de lo más incoherentes. A veces logra embaucarme con historias locas que no van a ningún lado. Es como el abuelo Simpson, pero en versión niña y con anécdotas de unicornios en lugar de recuerdos lejanos.

Me cambié rápidamente en los vestidores, estoy en buena condición física. No soy tan largo y flaco como el resto de mis compañeros de equipo, pero tampoco estoy gordo. Soy fornido, sí, de espalda ancha, huesos gruesos y grandes pulmones, eso me ayuda mucho en el agua, aunque no destaque mucho por mi altura. He estado haciendo mucho ejercicio y puedo presumir de tener un físico desarrollado, mis extremidades se fortalecieron gracias al ejercicio y a la natación. Mi tórax adquirió gran forma, me siento muy orgulloso de mis abdominales, no muy marcados, pero abdominales al fin. Aunque no me molesta, debo admitir que no tengo mucho éxito con las chicas, aunque no faltan las locas que juran ser mis fanáticas y tienen la manía de acosarme a pesar de los constantes conflictos que me provocan con Diana.

El precalentamiento en tierra se hizo con un poco de ejercicios suaves para mejorar la digestión y preparar los músculos. Pasados quince minutos, el instructor nos ordenó entrar a la piscina donde volvimos a calentar para el ejercicio en el agua. Después de un par de vueltas lentas por la piscina comenzaron las carreras de relevos. Nuestro tiempo como equipo era aceptable, pero a nivel individual tuvimos problemas.

Al promediar las seis y media terminó la práctica, fui seleccionado. Realmente estaba cansado, nadé mucho. Salí de la plataforma y me dirigí a las duchas. A la mitad del camino Diana se me acercó para felicitarme y abrazarme, no le prestó atención al hecho de que estuviese mojado, igual me dio un caluroso abrazo que me hizo acelerar el pulso. Fue en ese instante que noté cambios importantes en mí. No solo era lo que Joisy me hizo sentir antes de la práctica o la ansiedad que me provacaba la cercanía de Diana. Finalmente había hallado una profunda fascinación por la naturaleza femenina, una auténtica curiosidad que no sentía hace solo unos meses atrás. Supongo que ya soy un adolescente.

La noche fue profunda, estaba como muerto, me acosté feliz por mis logros, pero me fue difícil conciliar el sueño. El día tuvo muchos momentos sensuales y existenciales.

A la mañana siguiente las clases fueron irregulares, la junta de maestros evaluaba el primer trimestre. El recreo comenzó temprano y con él la organización para los equipos de fútsal, vóley y básquet. Sergio se hizo líder y capitán del equipo de fútsal, Rocío hizo lo propio con el equipo de vóley y Lucio, de básquet. Supe que Jhoanna sería la principal candidata al concurso de gimnasia rítmica. Siempre fue muy ágil y flexible, no me sorprendería que gane. Yo me excluí de las selecciones ya que tenía más que suficiente con la de natación y el campeonato estaba encima. Gabriel se integró como medio-campista para al equipo de fútsal y Diana al de vóley con otras chicas.

El primer encuentro amistoso del equipo de fútsal fue contra los del octavo grado. El equipo de básquet se vio las caras con los chicos de nuestro paralelo y el de vóley probó suerte con las chicas de primero medio, sería una masacre. Decidí ir a observar el partido de Diana; ciertamente, quería verla jugar. Las chicas jugarían incómodas puesto que vestían sus uniformes de semana y era notorio que la falda no es nada cómoda para jugar, sin embargo, hicieron su mejor esfuerzo.

Las voces resonaban a lo largo y ancho del colegio al comenzar los partidos. Las chicas jugaban en las canchas bajas, muchos alumnos se congregaron para ver el partido, Diana se situó al lado de Rocío para el primer set. Las chicas se emocionaron mucho en el juego, algunos muchachos presentes se mostraban muy atentos a los movimientos de cada una de ellas, listos para observar a la primera falda que descubra la intimidad de las descuidadas que saltaban más de lo que sus faldas podían cubrir.

Una de las jugadoras más altas lanzó un mate muy fuerte, Diana saltó como gato y salvó el mate, pero cuando trató de asentarse cayó al piso, su tobillo se dobló y lanzó un alarido de dolor. Yo corrí inmediatamente a socorrerla, pero no se levantaba, yacía en el piso, el dolor debía ser muy intenso puesto que dijo que no sentía sus piernas. La llevé en brazos a la enfermería, Rocío me acompañó. La enfermera examinó cuidadosamente su tobillo y diagnosticó un esguince: debería guardar reposo el resto del día.

Salimos de la enfermería más aliviados del susto, Rocío regresó al partido. Diana y yo nos dirigimos al aula, quería que descanse lejos de la bulla de las canchas. Cuando llegamos la ayudé a sentarse, aún llevaba expresión de dolor en su delicado rostro.

Un largo silencio se apoderaba de nosotros, el curso estaba vacío, todos jugaban en las canchas. Súbitamente, Diana volteó su rostro hacia mí y me miró profundamente, como si quisiera decirme algo. La miré también sin parpadear, su mirada me había embrujado como serpentario a una cobra.

—Harás que me sonroje —le dije.

—Me gusta que te sonrojes —respondió. Hubo un breve silencio y yo proseguí la charla.

—Diana. ¿Por qué te fijaste en mí?

—Porque eres la cosita más dulce y noble del mundo —respondió, tomando mi mano y llevándola a su rostro. Su reacción me elevó la presión.

—Soy un baboso —sonrió.

—Me gusta que lo seas. Desde que éramos chiquitos siempre me gustó tu carácter distraído. Es encantador.

Casi por acto reflejo la abracé, ella descansó su cabeza sobre mi hombro. Su mano tomó la mía, mi corazón se aceleró tanto que me dolía el pecho, tenía miedo que alguien entre y nos sorprenda. Entonces ella empezó a susurrar en mi oído.

Vámonos hacia la libertad, déjame amarte más allá, lejos de esta vida; donde todo es eterno.

—¿Qué fue eso? —pregunté conmovido por la belleza de sus palabras.

—Es la letra de una canción que hice para ti. Se llama "Amatista al Amanecer".

—Me gustaría escucharla.

—Lo harás, pero solo el día que sepas qué quieres ser de mí.

—No entiendo porqué siempre me esperas. Soy un estúpido, siempre dudando, siempre con los mismos miedos —me lamenté, avergonzado—. ¿Qué pasaría si solo puedo verte como a mi hermana y no como tú quieres?

Diana suspiró con pesar y respondió:

—Eres la persona más importante de mi vida, aunque tú no lo entiendas.

—No es que no lo entienda, es... es...

—¿Sabes?, eres el único chico en el que he pensado como mi novio —se confesó en un arrebato de sinceridad—. Sin darme cuenta te has convertido en mi príncipe azul. Adoro cuando te sonrojas, cuando me mimas, cuando no puedes alejar tu vista de mí. Desde que éramos niños siempre pensé que seríamos más que amigos. ¿Recuerdas cuando jugábamos a la casita?

Asentí. Diana prosiguió:

—Tú eras el papá de mis muñecas, ellas eran nuestras hijas, y eras un padre maravilloso. Sin saberlo siempre te vi como un esposo. Claro, cuando era chiquita no entendía eso, pero luego descubrí lo mucho que me gustas y no creas que me fue fácil aceptarlo, también me sentí mal, como enamorada de mi propio hermano; pero luego comprendí que no eres mi hermano.

Tragué saliva. Por un momento temí la dirección que estaba tomando la conversación. Diana prosiguió:

—Sé que me quieres, pero... Rodri, ¿realmente te gusto? Es decir. ¿Te gusto como chica?

Su pregunta me generó una taquicardia casi insoportable. La examiné desde sus tobillos hasta la punta de su cabeza, una vez más mis pantalones presionaban mi ingle. Cubrí mi entrepierna con mi chompa, tratando de ocultar mi cuerpo. Me sentí horrible durante unos instantes, como un degenerado que ve en su hermana a una amante. Pero Diana no era mi hermana. Suspiré, fijé mis ojos sobre sus muslos y luego en su rostro. Era verdad, Diana me gustaba al punto de enloquecerme.

—Tendría que ser gay para que no me gustes. Eres hermosa, muy atractiva. Soy como cualquier chico, tengo mis cosas, tú entiendes; eso que los hombres sentimos cuando la chica que nos gusta está cerca. Y no es que sea un pervertido, te lo juro. Contigo no me da vergüenza sentirme así. Me gustas muchísimo, pero solo tú y nadie más que tú. Mis ojos son solo para ti —respondí dudoso, casi temeroso. Ella sonrió y apoyó su cabeza en mi hombro de nuevo.

—Nada más por eso seguiré esperando, hasta que ya no me veas como tu hermana.

La mañana pasó rápido. A la salida caminamos con Oscar y Jhoanna hasta su casa, Joisy se preocupó mucho por la torcedura de su hermana. Dejamos a ambas en la puerta de su casa y continuamos nuestro recorrido a casa, Oscar lucía interesado en saber más detalles del accidente de Diana.

—Miércoles, ¿Y cómo siempre se tiró? Si la Diana sabe caer muy bien, me parece medio raro que se haya caído así de feo —preguntó Oscar.

—El juego estaba súper-denso, y la Diana es pues una loquilla, estaba cubriendo un mate y cayó mal. Todas las chicas estaban alteradas y no midieron fuerzas —respondí.

—Oye, ¿y dice que la llevaste en brazos hasta la enfermería?

—Es que no podía caminar del dolor.

Yaaa, como esa escena del "Guardaespaldas" donde el matón lleva en brazos a su protegida ja, ja, ja —dijo riéndose.

—A la... y éste qué habrá dicho. Tampoco te me hagas la burla.

—Viejo pareces, de todo reniegas, más bien, ¿ya se arreglaron? —preguntó con incisividad.

—¡Ehh! —su comentario ocasionó que me atragante con mi propia saliva.

—Sí o no.

—¡Sí! o digo ¡no!, o... ¡Cómo me vas a preguntar eso!, gil, si la Diana es mi hermanita, qué has creído que soy, ¿un degenerado? —respondí, enojado.

—Ya che, tranquilización nomás. No te me sulfures...

—Entonces no me hagas sulfurar —interrumpí con disgusto—, ya bastante jodido me tiene todo eso; no quiero saber nada más del tema.

—Primito —repuso, abrazándome cual hermano mayor— ¿alguna vez has pensado que la Diana no es tu hermana realmente?

—Maldita sea —mascullé—. Todos me vienen con la misma tontería. No es tan fácil para mí, me siento raro. Me gusta la Diana, la quiero, es más, la amo, pero estoy tan confundido que ni yo mismo me entiendo.

Oscar sonrió y me sacudió mi cabeza.

—Eres bien gil. Cuando la Joisy tenía tú edad yo también la veía como una hermana, pero un día descubrí que no somos familia realmente. Ella me gusta, y me corresponde.

—¿Se volvieron novios?

Asintió y yo me estremecí.

—Qué asco.

—¿Por qué asco?

—No sé, me los imagino ensalivándose en la calle y me da cosita.

—Vaya, tú también te ensalivaste con la Diana en su cumpleaños, ¿no?

Un calor indescriptible sacudió mi rostro en cuanto lo dijo.

—Fue por un juego, solo eso.

—Mira primo entre la familia de la Diana y la nuestra hay mucha historia. Desde el abuelo y más atrás todavía, pregúntale sino, él te contará. Así te ubicarás mejor. Por eso no sigas haciendo el tonto, la Diana no es cualquier cosa, ella si es para vos —dijo y me dio un golpecito en el pecho—. Cuando seas más grande sabrás que hay cosas entre un chico y una chica que están más allá de sentirse hermanos.

—¿Hablas de sexo?

—Ja, ja, ja... No me digas que nunca has fantaseado con la Diana.

—¡Aghh, eres un cerdo, cerdo, cerdo!

Pero era cierto lo de las fantasías pues esa misma noche tuve una, no era la primera, pero sí la más nítida. Desperté de golpe a las tres de la madrugada y, ante mi horror infinito, tenía el pijama mojado. Encendí la luz y cuando vi la pequeña mancha blanca en el pantalón solo atiné a llorar amargamente. Realmente soy un imbécil. Me tomó casi una hora volver a dormir y entonces tuve otro sueño, pero Diana ya no estaba en él. Estaba en un lugar oscuro, seco y frío; entonces una voz me llamó:

—Rodrigo, óyeme —me di la vuelta y solo pude ver el rostro de un lobo alumbrado por suaves penumbras— óyeme Rodrigo.

—¿Quién eres? —respondí.

—Soy aquel que espera por despertar dentro de ti.

—¿Qué quieres de mí?

—Quiero que hagas lo que tienes que hacer. Los Gólen ya saben de nosotros, ellos vendrán y no tendrán piedad, y nosotros tampoco pediremos clemencia. Los Glaciares de Fuego Frío esperan despertar en ti, la fuerza de la Piedra fluye por tus venas del mismo modo que la Pureza de tu Sangre. Al enemigo no le gusta nuestra presencia en este mundo, el Símbolo que tú y Diana son capaces de proyectar, su inmenso poder, puede cerrar cualquier puerta a Chang Shambalá y el enemigo no está dispuesto a soportar aquello. Prepárate para pelear, la Diosa está de nuestro lado y no nos abandonará.

—No te entiendo, ¿por qué me dices estas cosas?

—Tienes que estar preparado...

Y desperté arrebatado, sudoroso y con el pantalón nuevamente húmedo. Me agarré la cabeza con ambas manos y le di un cabezazo al colchón. Debo estar enloqueciendo.

Esa húmeda mañana de sábado tenía el Campeonato Estudiantil Departamental de Natación encima. Sentía una mezcla de ansiedad y depresión calando mis nervios. Tuve que hacer un gran esfuerzo para enfocarme de nuevo en mi objetivo: llegar al Nacional de Natación. Había estado entrenando toda la semana, trotando una hora, haciendo abdominales, saltando la cuerda, etc. Tenía que enfocarme y no tenía tiempo para fantasías pervertidas o sueños místicos. El año deportivo se iba a inaugurar después de la finalización del Campeonato de Natación, así que teníamos doble presión para llevar al menos una medalla al colegio, era como el ingrediente perfecto para el acto.

El entrenador nos citó a las ocho de la mañana. Mamá me hizo un desayuno nutritivo, tomé mis implementos de natación y me dirigí a la piscina acompañado de ella.

El lugar estaba repleto de gente. Ingresé rápidamente a los vestidores, tomé una ducha y empecé a calentar. Todo mi equipo había llegado. Rocío y Gabriel estaban en las tribunas, alentándonos. Oscar y Jhoanna estaban cerca de ellos. El entrenador nos dio la arenga de nuestras vidas y las últimas instrucciones antes que empiece el acto inaugural.

Para rematar mi ansiedad, el "paisaje" se impregnó de más fantasías cuando las porristas llegaron. La locura del mes de Diana fue meterse a ese grupo de chicas huecas. Según ella, lo hizo solo para darme aliento, se retiraría al finalizar el campeonato; aunque su forma de alentarme era realmente tormentosa para mí.

Se veía muy impresionante ese día, haciendo que mi corazón salte hasta mi boca, era un poderoso estimulo para nadar rápido, pero las consecuencias las sufrí por las noches. Un aura de pureza la rodeaba. Tenía el cabello suelto, cayendo sobre su espalda como una cascada de tentadoras fantasías. El sweater verde y blanco se le pegaba al cuerpo, dibujando un contorno perfecto, curvas que sugerían algo más que una cintura inmaculada, vitrina de un abdomen hermoso, marcado por una línea abdominal que viajaba desde la boca de su estómago hasta su ombligo, privilegio que solo yo conocía al verla con sus tops de fin de semana. Su amplia falda tableada se movía al ritmo de sus pasos acelerados, exponiendo la suave y nívea piel de sus muslos. Piernas firmes, largas y torneadas como una escultura de madera de nogal. Sus brazos formaban delicadas formas en el aire, hermosas visiones hechas con sus manos de pincel, coloreadas por los pompones del extremo, uno blanco, el otro verde. Erguida, su postura dibujaba utopías divinas en su pecho, cómo me tentaban ese día ¡cómo me tientan ahora! Al agacharse, sus pantorrillas trazaban una línea majestuosa que empezaba en sus zapatillas blancas y terminaba en sus glúteos de caramelo, redonditos como un suave balón, pero firmes como un dulce de goma. Sí, las consecuencias de tan maravillosa visión las sufrí por las noches, las estoy sufriendo ahora y las seguiré sufriendo hasta que me muera, era demasiada provocación.

El acto inaugural estuvo a cargo del Presidente de la Confederación Deportiva de La Paz. Luego comenzó la competencia.

Durante la primera ronda fue eliminado uno de mis compañeros de equipo, obtuvo el último puesto. Los primeros tres relevos fueron para el Colegio Boliviano-Alemán, a mí me tocó el cuarto. Diana me envió un beso a la distancia, el estimulo fue más de lo que un chico puede soportar, y me bastó para obtener el segundo puesto y seguir en competencia para la siguiente carrera.

Luego de una larga jornada llegamos a la instancia final. Únicamente tres colegios quedaron en carrera. El más grande y fuerte de mi equipo iba a definir si nos quedábamos o nos íbamos. La carrera se tornó desesperante, pero mi compañero logró el segundo puesto, eso nos habilitó a disputar la final contra el más temido de los equipos: el Colegio Del Ejército —institución de la que Edwin, el hermano mayor de Diana, se graduó—.

Los atletas del equipo militar eran más altos que nosotros, habían aplastado a todos sus rivales en los anteriores relevos con más de cuatro segundos de ventaja.

A pesar de mis temores, el profesor me eligió para nadar el último relevo. Creo que mi condición física fue lo que decidió al entrenador. Aunque estaba aterrorizado por perder.

Subí a la plataforma lleno de angustia. Mi oponente era un tipo muy intimidante, con una cara de: "si me ganas, te reviento". Mi estómago empezaba a contraerse.

Sonó el silbato, nos lanzamos al agua e inmediatamente empecé a nadar en estilo crol, procurando no quedarme atrás. No importaba el desgaste, esa era la última carrera, no necesitaba guardar energía. De pronto, empecé a sentir un calambre, el mundo se me detuvo, entré en pánico. Parecía que iba a perderlo todo cuando una voz habló en mi mente, se me hacía conocida...

Congela el miedo, el agua es tu amiga y forma parte de tu esencia. Déjate llevar por tu elemento natural.

—¿Quién eres?

Tu aliado.

La voz enmudeció e inmediatamente el calambre desapareció. Retomé la carrera, pero me sentía diferente. Empezaba a sentirme muy ligero, el agua me ayudaba a avanzar. No sé cuando, pero cuando abrí un poco los ojos noté que estaba delante mi adversario. Mi cabeza parecía volar, mi cuerpo se tornaba más liviano a cada segundo, entré en una especie de trance maravilloso, todo lo que vi se hacía azul, una luz me guiaba. Cerré los ojos y una fuerte energía recorrió mi cuerpo, ya no lo sentí más, era uno con el líquido elemento y éste me acogía en sus brazos. Ecos en el agua...

El agua es uno de los estados de tu elemento, devuélvele a ella tu Alma y aprende a congelarla para recuperar tu Espíritu. Recuerda siempre que el agua se convierte en hielo, glaciares. Ahora sabes quién eres, Lobo de Agua, Lobo de Hielo.

—No te vayas.

Tienes que despertar.

Alguien me tomó por la espalda, estaba de pie en la plataforma, parado cerca a mi contrincante.

—Oye cuate, nadas como un pez —me dijo el fornido muchacho, bastante agitado—, pero algún día tendremos la revancha.

—¿He ganado? —pregunté casi sin poder creer lo que oía.

—¿Qué si ganaste?, me sacaste cinco segundos de ventaja, jamás en mi vida vi alguien nadar tan rápido.

La gente estaba muy alborotada, coreaban mi nombre, era glorioso. Mi entrenador corrió a abrazarme, mis compañeros de equipo me felicitaban sin cesar. Mi madre se veía muy emocionada, me abrazaba con lágrimas en los ojos. Mis amigos se acercaron, Gabriel y Oscar me daban de palmadas en la espalda, Rocío y Jhoanna me estrechaban entre sus brazos. Luego, mi equipo me llevó a la plataforma de premiación.

Después del protocolo, el jurado me entregó el trofeo del Campeón Departamental Intercolegial de la categoría sub-trece de natación. La ovación del público expectante era calurosa. Algunos periodistas me entrevistaron para las revistas deportivas. Luego del sermón de victoria, el instructor nos dejó dirigirnos a las duchas y nos dio el resto de la semana libre. Me retiré a los vestidores a cambiarme de ropa. Todo era tan maravilloso que parecía un sueño. Mi equipo quería salir a festejar, pero rechacé la invitación, estaba demasiado agotado.

Al salir de los vestidores Diana me interceptó, me tomó de la mano y me llevó a un lugar vacío detrás del coliseo. ¡Dios mío que estaba hermosa!

—¿Por qué me trajiste aquí? —pregunté extrañado, pero ella no respondió, se mantenía de espaldas delante de mí— ¿pasa algo? —empezaba a preocuparme por su silencio.

—Rodri —se dio la vuelta, sus ojos estaban llenos de alegría, pero también de angustia—. Prométeme que no te fijarás en otras chicas hasta que hayas decidido algo sobre nosotros.

—Pero ¿Qué dices?

—¡Promételo!

—Diana, yo... —tragué saliva—. Ay princesa. Te lo prometo, ¿pero por qué me sacas una promesa así ahora? ¿Piensas que me fijaré en otra chica?

Bajó la mirada, llevando su mano a la altura de su esternón y cerrando el puño con fuerza.

—Eres un campeón y las chicas empezarán a molestarte.

—Pero solo me importas tú.

—¿No mientes, verdad? —preguntó con una ternura casi celestial.

—Diana, confía en mí.

—Confío en ti, no en las demás chicas.

—Princesa —la abracé, pegando su rostro a mi pecho— aunque a veces no parezca, en verdad yo...

—Está bien —me interrumpió— ya sé lo que quieres decir, y seguiré esperando a que dejes de verme como a tu hermana —afirmó y se retiró sin darme el rostro, como ocultándolo. Cuando toqué mi pecho, lo sentí húmedo... "No Rodrigo, nunca hagas llorar a una chica", pensé.

Mamá premió mi victoria con una exquisita comida, toda mi familia estaba presente: mis abuelos, Oscar, mi tía Carmen —la mamá de Oscar—, algunos otros tíos y primos. También Diana, Jhoanna y tía Mery. Sentí la ausencia de mi papá, ojalá hubiera estado conmigo, lo extraño. Mi primo Gaburah tampoco estaba ese día, oí de una de las primas que él estaba muy enfermo, pero nadie sabía de qué.. Pensé que debía visitarlo pero luego recordé que no quiere verme. Es más, creo que me odia; qué deprimente.

Todos me felicitaban por mi logro, la comida fue amena y alegre. La noche fue ideal, pero acabó con lo poco que me quedaba de energía. Me acosté temprano, pero no logré dormir tan rápido como esperaba. Lo que pasó cuando sentí el calambre me dejó pensando, fue muy raro. Además, Diana me alteró demasiado, las duchas frías ya no están funcionando. El tiempo se agota y estoy urgido por aclarar mis sentimientos. Hay una lucha interna que me desgarra por dentro. Necesito amar y ser amado, pero no hablo del amor fraterno, del cariño de mi mamá, mi familia o amigos. Se trata de algo más, algo que nace en lo profundo de mi corazón pero que también tiene mucha carga erótica; y Diana está en el ojo del huracán. La quiero, la necesito... la deseo... ¡Maldita sea! Entonces, ¿por qué sigo sintiendo que es como una hermana para mí? 

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Llegará el día en que una esencia Azul se enfrentará a una Roja. El Azul Fuego Frío del Guerrero enfrentará al Rojo Fuego Caliente de los Sacerdotes; y cuando aquel día llegue, los glaciares se alzarán furiosos contra los volcanes que amenazan derretir la piedra. Será y lo verás, te enfrentarás a tus peores miedos, dejarás que una Virgen te mate, pero renacerás como un lobo guerrero de piedra listo para sumarte al Ejército Liberador de los Dioses Leales y saldarás cuentas con aquel que te encerró y esclavizó a Su voluntad. Derrotarás al Pueblo Elegido, derrotarás al Cordero, derrotarás al Tiempo y a la Materia y signarás tu Espíritu de piedra Amatista con la Runa que la Diosa guardó para ti desde el Origen hasta el Final...

Hagal Puma De Trueno, Epicus Tabula

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