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35. Prefacios de Batalla...

Un Yo despojado de toda moral, de todo dogma, indiferente a los engaños del mundo pero abierto a la memoria de sangre, podrá marchar imporable hacia el Origen y no habrá fuerza en el universo capaz de detenerlo. El hombre tiene fuerza, tiene poder, y no necesita ni necesitó jamás del cobijo de nada superior a su propia voluntad. Esa es la naturaleza del super-hombre.

Valya Escorpio de piedra, Epicus Tabula.

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Con toda honestidad, detesto la Navidad. Solo me trae el recuerdo de mis anhelos rotos, y aquello que podría rescatar como "lindo recuerdo" ha sido consumido por los remolinos de mi paranoia. La Nochebuena de 1999 fue agradable para mí, cuatro años más tarde me preguntaba: "¿Acaso Papa Noel agoniza?". Sí, el muy goloso se murió de diabetes hace tiempo por beber mucha Coca Cola y ha sido relevado por sus hijos a lo largo de los años. Santa Claus es como "El Fantasma que camina", inmortal por acuerdo tácito. Pero volvamos a Rodrigo, Diana, su Navidad y los eventos de 1999.

Al tocar las campanas de la media noche, todos se abrazaron y felicitaron. Según el mito comercial, es una fecha para consumir estupideces so pretexto de compartir en familia; según el mito religioso es el día en que nació el Rey de los Judíos; pero para Rodrigo y su familia había un significado muy diferente, se trataba de la noche en que Kristos se crucificó en el Árbol del Terror para salvar a sus hermanos. De acuerdo al mito, regresó del mundo de la muerte con el secreto de la vida eterna. Los paganos solían celebrar la fecha con alegría, porqué festejaban que el secreto de la muerte había sido develado. Este ritual pagano, tan acostumbrado entre Rodrigo, sus amigos y sus familias, se camuflaba bastante bien con la tradición católica, apostólica y romana. Ni siquiera entre mi familia nos dimos cuenta lo que, en realidad, festejaban nuestros europeizados y lejanos familiares.

La familia de Rodrigo había preparado la casa con mucho esmero para recibir a sus invitados. Como la propiedad iba a ser vendida, aquellas fiestas de fin de año eran también las últimas que vivirían en aquel lugar que durante tantos años habían concebido como su hogar. Los padres de los muchachos se gastaron casi todo su aguinaldo en los obsequios para sus hijos y en la cena de Navidad. La madre de Diana se esmeró en la comida, cuidadosamente preparada con la ayuda de las mamás de Rocío y Gabriel, y elaboroda con finísimos y sofisticados ingredientes. Ellos se felicitaban y abrazaban, pero habían muchas lágrimas durante su Nochebuena. Las despedidas siempre son tristes.

Al terminar de abrir los regalos, hubo un espacio para jugar y divertirse. Diana, su enamorado y sus amigos se dieron el lujo de ser niños normales por última vez. Jugaron por un buen rato hasta quedar exhaustos. Oscar y Jhoanna, cerca, jugaron con ellos, pero guardaban una cierta distancia. Rocío y Gabriel fueron los primeros en dormirse, luego lo hizo Diana. Rodrigo la cargó en brazos hasta su habitación, la recostó en su cama y la tapó con cuidado. Ella dormía sonriendo, debía estar soñando cosas muy bonitas. El chico jugaba con los cabellos de su enamorada mientras la veía dormir, perdido en la contemplación de su rostro. Él lo sabía, Diana era su Pareja Original y vino a este mundo para rescatarlo. Pero una duda crecía dentro de él: un lobo... dos lobos... ¿dos lobos?

Como sea, una duda lógica que cualquier persona tendría —te incluyo— es: ¿Por qué este primer episodio se llama "Prefacios de Batalla"? La razón es una de las muchas cosas misteriosas que hallé dentro de la caja de Rodrigo. Ahora, como dije al empezar, no me interesa si vas a creer lo que voy a decirte, o no; pero debo hablar de este tema por el bien de este libro —que me sigue desagradando—.

En la mentada caja, había un par de hojas fotocopiadas. ¡Era imposible!, tenían mi firma y estaban fechadas en 14 de noviembre de 2009. Recibí la caja en 2005 y, a no ser que hubiera sido una magnífica joda para Video Match, estaba más que seguro que jamás firmé esas hojas. Si lo hubiera hecho, debería haber viajado al pasado para poner esas hojas en la caja y luego mandármelas a mí mismo. No tenía sentido, pero luego todo empezó a aclararse. Las hojas tenían por título —y aún lo tienen, no las destruí—, "Prefacios de Batalla". ¿Cómo llegaron a dar a la caja de Rodrigo?, pues esa es la historia final de esta novelita.

Era 31 de diciembre de 1999. Diana cumpliría sus trece dulces añitos pocos minutos antes de la media noche. Vaya que escogió una fecha muy incómoda para nacer, su pobre madre dio a luz un 31 de diciembre a las 11:57 de la noche de 1986; realmente es una fecha peculiar. De acuerdo a las fotografías que habían en la caja, concluí que la singular niña llegó de forma muy abrupta a su adolescencia. Es fácil imaginar las razones que me llevaron a sacar esa conclusión.

Ese día, Diana y sus amigos tenían que realizar la esperada visita a "Rowena", quien, supuestamente, sería su mentora. Ella habría de guiarlos a la mañana siguiente durante su viaje a la Ciudadela de Erks. Todos estaban muy ansiosos por su cita, era una fecha clave, su último día como humanos normales.

Eran como las tres y veintitrés de la tarde. Una nublada jornada de verano que marcaba la frontera con la época de lluvias. La comitiva estaba compuesta de Diana, su madre y su hermana. Rodrigo, su madre, su tía y su primo. Gabriel y sus padres. Rocío y su mamá. Todos reunidos en la Plaza del Stadium, listos para ir a la dirección que Qhawaq les proporcionó. Debían llegar a la calle George Rouma de la zona de Alto Obrajes.

Cargaron todo su equipaje en la camioneta del padre de Gabriel mientras que los valiosos pasajeros iban en una vagoneta. Llegaron a la zona señalada tras 20 minutos de viaje. Pasaron y repasaron varias veces las calles hasta que dieron con la casa. Se trataba de una hermosa construcción con jardín. La madre de Rodrigo se bajó, tocó el timbre y esperó. Alguien respondió por el portero eléctrico, luego una señora de pollera salió y los hizo entrar.

Al ingresar al jardín, era evidente el parecido que tenía con el de Qhawaq. Lo cruzaron con cierto recelo y llegaron hasta una construcción de aspecto bastante lujoso. La casa era acogedora. Habían numerosos cuadros de gente conocida en la historia: Alejandro Magno de Macedonia, Ramsés de Egipto, Leonidas III de Esparta, el Rey Arturo de Inglaterra, Pedro el Grande de Rusia, Julio Cesar de Roma, Genghis Khan de Mongolia, Felipe IV de Francia, Adolph Hitler, entre muchos otros. Algunos muy conocidos y otros no tan controversiales.

Al finalizar el pasillo llegaron a una puerta de madera muy grande con un escudo de armas colgado en el marco superior. La mujer les pidió entrar. Ingresaron algo desconfiados y hallaron una gran sala con muebles azules y mucho lujo. El lugar se hallaba vacío. Los invitados se miraron desconcertados y entonces una mujer entró por la puerta posterior de la sala. Su aspecto era verdaderamente imponente, era muy alta y atlética, su físico era escultural, su cabello, rubio y levemente ondulado hasta la cintura. La piel de su rostro era muy blanca y tersa, pero las arrugas de su cuello la delataban; se trataba de una mujer mayor, de unos 50 años aproximadamente o más. Vestía un pantalón de jean bastante entallado, combinado con una blusa negra y una chamarra corta de jean. Su ropa permitía admirar su perfecta figura. Llevaba botas y, extrañamente, tenía puestas unas gafas oscuras. Inusual que las use dentro de la casa, más aún en un día nublado.

—Bienvenidos a mi nave —saludó la mujer con un acento bastante extraño. Tenía dejo extranjero, pero su dominio del español era impresionante. Al verla, todos quedaron sin palabras; parecía una actriz de cine—. Ya fui anoticiada que ustedes aterrizarían aquí —su forma de hablar era rara—. También me di por enterada que son camaradas de Qhawaq y de todos los antecedentes que los trajeron a mi nave. Pronto, llevaré a los jóvenes pupilos al escenario de los "saberes" donde acumularán las porciones del saber en cómodas cuotas, hasta que logren comprender lo incomprensible, recordar lo olvidado y agarrar lo soltado —decía la mujer con tono místico—. Yo soy Rowena Von Kaisser, descendiente de los Señores de Suabia y legitima Guerrera Nocturna. De hoy en adelante yo seré su mentora en la Sabiduría Hiperbórea y les enseñaré cómo enfrentar a su enemigo para que sus castas no caigan nunca más en decadencia —al terminar su frase, todos sonrieron tranquilos, pero la mujer no les dio tiempo de agradecer la ayuda y volvió a hablar—. Antes de empezar, quiero enfatizar un hecho muy relevante —su acento extranjero era muy marcado—, la Verdad estuvo, está y estará siempre disponible; los que no están disponibles para la verdad son ustedes. Si no se ponen disponibles, entonces no podrán comprender nada. Para seguir este camino deben destruir y borrar todo aquello que está a sus espaldas y empezar de nuevo. El camino del guerrero exige mucha disciplina y lealtad para alcanzar el Honor, y solo los Guerreros Sabios alcanzan esa Virtud. Sé muy bien su condición de seres raptados de su mundo y ha llegado el tiempo de entrar en posesión de la Verdad —un incómodo silencio se apoderaba de la sala, la madre de Diana lo rompió.

—Bueno, señora Von Kaisser, en verdad le agradecemos toda la ayuda. Sabemos que nuestros hijos estarán muy bien a donde irán, cuídelos mucho, por favor —estaba a punto de llorar.

—Descuiden, sus hijos irán al lugar más seguro al que podrían ir. Serán entrenados, educados, preparados, alimentados y formados para cumplir su destino. No se angustien —por alguna razón misteriosa, las palabras de Rowena dieron una enorme seguridad a los padres de los futuros guerreros. Por primera vez sintieron que tomaron la decisión correcta.

—Voy a poner de manifiesto la información más importante que los padres deben saber —dijo Rowena—. Sus hijos no están emprendiendo un viaje sin retorno. Podrán volver a La Paz cada cierto tiempo para visitar a sus familias, también volverán para cumplir algunas misiones al finalizar su instrucción básica —un inmenso aire de alivio se respiró entre todos los presentes—. Mas los jóvenes tesoritos estarán incomunicados, en la Ciudadela de Erks no existe forma alguna de contacto con esta dimensión a no ser por correo escrito. Por lo tanto, padres, si van a despedirse de sus hijos, este es el momento pues al cabo de media hora, ustedes deberán haber abandonado ya esta plaza liberada; caso contrario ponen en riesgo a sus hijos —todos se miraron confundidos.

—Pero... ¿ya? —preguntó la madre de Rocío, Rowena asintió.

—Descargarán en la puerta —intervino Rowena— y nosotros nos encargaremos del resto. Mañana en la mañana empezaremos el viaje. Debe ser muy abrupto para ustedes, pero así son las despedidas. Los dejaré a solas, hablen, volveré en media hora y luego escoltaré a los padres a la salida —dijo la fría mujer y se retiró.

No hubo tiempo para nada, tanto padres como hijos pensaron que volverían una última vez a sus casas para despedirse de sus seres queridos y sus pertenencias, pero no les dieron tiempo.

Lágrimas, recomendaciones, arrepentimientos de último momento y una serie de "te amos" impregnaron la sala. ¡Cuán duro puede ser despedirse de un hijo!, quizás demasiado. Madres, padres, algunas personas son huérfanas. Diana tenía miedo, Rodrigo también lo tenía, y lo propio pasaba con Gabriel y Rocío; pero es normal tener miedo cuando eres niño, y ellos aún lo eran. Incluso Oscar y Jhoanna tenían miedo, aún tenían un niño por dentro. Ellos deberían abandonar a sus padres, y uno se pone a pensar: ¿por qué? No tenía caso meditarlo. En unos meses, estos niños se convertirían en Centinelas omnipotentes y no podían darse el lujo de sentimentalismos inútiles. Pero hasta eso se les permitiría.

La despedida fue dramática, lo fue, sí. Yo lo comprendo, la única mujer en la vida que no me hizo añicos el corazón fue mi madre, y la idea de abandonarla me resulta muy dura. Aún más duro debió ser para Rodrigo y sus amigos. Pero para sus madres... sin palabras. Yo no podría decirlo, así que transcribí algo que la mamá de Rodrigo escribió para él poco tiempo después de su partida:

Hijo mío, algún día serás un gran hombre, pero a veces eres demasiado emocional o simplemente piensas demasiado sobre las cosas. Deja de pensar tanto, la vida no se la piensa ni se la calcula, se la vive hasta el momento en que descubres que puedes alcanzar la libertad, una inmortalidad heroica que te convierte en un hombre luchador.

A veces te veo tan distante que me gustaría ir al mundo al que viajas. Te he visto tan confundido que me gustaría orientarte, pero sé muy bien que no puedo ya que eres muy diferente a mí. Lo único que quiero es que vivas cada día como si fuera el último, ya que nunca sabemos cuando nos vamos a morir, quizás ya estamos muertos.

Sé que te espera un reto duro, cariño, pero tienes que saber que la vida cambia. Nada es para siempre, ni lo bueno ni lo malo. Sé valiente mi niño, aunque la vida te castigue, sé valiente y levántate, tu mamá siempre orará por ti y te cuidará aunque ya esté en el cielo.

Hijito, nunca te pierdas, nunca abandones tus ideales y nunca te rindas, la vida es una guerra y hay que saberla pelear. Quiero que seas un hombre luchador, quiero que tengas éxito en tu misión y, lo más importante, no quiero que pierdas tu brújula. Quiero que sigas tus instintos sin importar lo que pase. Nunca dejes que los fracasos te derroten, sigue adelante, hasta el final.

Hijo, tu madre cada día y año que pasa se hace más y más vieja, quiero saber que estás preparado para luchar, yo no te abandonaré jamás. Quiero recordarte algo que te enseñé hace mucho tiempo:

La vida es como una pieza teatral, no importa cuánto se haya vivido, sino cuán bien se la haya representado. Es dulce o amarga; corta o larga ¡qué importa! El que goza la halla corta y el que sufre la halla larga, mas el guerrero siempre la hallará engañosa y aprenderá a descubrir ese engaño.

Sufrir y llorar es vivir, el que no ha sufrido, ni llorado no conoce lo que es el bien ni el mal, no conoce a los hombres, ni a sí mismo. Mas el que no sufre, ni llora estará más allá del bien y del mal, pero, ¿Cómo abandonar el dolor que jamás se ha sentido? Conócete a ti mismo.

No está la felicidad en vivir, sino en saber vivir y alcanzar la libertad. No vive más el que más vive, sino el que mejor vive y aprende a identificar todo aquello que lo aprisiona: traumas, dolores, pasiones y uno mismo; no se mide la vida sino el empleo que se hace de ella.

Solo viven aquellos que luchan; aquellos a quienes llena el Espíritu y la frente una firme aspiración: libertad y verdad; aquéllos que suben a la áspera cima de un alto destino; los que marchan vigilantes, inspirados por un fin sublime, un ideal honorable, teniendo delante de los ojos el día y la noche, trascendiendo más allá de la vida y la muerte y descubriendo que dentro de cada persona se halla la verdadera divinidad del hombre victorioso.

Es probable que no entiendas lo que te digo ahora, pero sé que en un futuro no muy lejano lo comprenderás y harás aquello que yo no pude: alcanzar la verdad. No te pierdas y lucha hijo mío, porque solo así tocarás la inmortalidad.

Te ama; tu mamá

Y se fueron, los padres se fueron. Descargaron todo el equipaje y luego los mismos chicos ayudaron a llevarlo al interior de la casa. No fue un "adiós", sino un "hasta luego". Así, aquel día, sus vidas normales se acabaron. Un año se acabó, 1999, el último año del siglo XX y de la Séptima Edad.

Rowena llevó a sus huéspedes a sus habitaciones provisionales, en silencio. Pero ninguno de ellos podía dormir solo. Casi a la media noche, todos se reunieron secretamente en el cuarto de Diana, le cantaron su "Happy Birthday" e hicieron el conteo regresivo para Año Nuevo. Luego, sin saber porqué, se abrazaron y lloraron. Rowena no tardó en oír el escándalo e ingresó a la habitación.

—Vaya, vaya, su primera orden y ya la desobedecieron —todos estaban pálidos del susto—. ¡Les ordené quedarse quietos y dormir! —gritó furiosa—; ¡Carajo, si no van a poder controlar esos sentimientos estúpidos, estarán muertos antes de fin de mes! —todos, menos Oscar, lloraban. Estaban muy asustados.

—Lo siento, Rowena, fue mi culpa —dijo Oscar—. Yo les dije a los demás que vengamos, era cumpleaños de Diana y...

—¡Me importa un bledo sus excusas! —Oscar se asustó por la reacción de la mujer. Ella se veía furiosa, pero luego agachó la cabeza—. Claro, lo comprendo, lo comprendo —murmuró—. Siento ser tan dura con ustedes, sé que están tristes, pero deben fortalecerse, tesoritos míos. No teman, soy su amiga y camarada, podré parecer dura, pero en verdad quiero lo mejor para ustedes. Ahora tienen un corazoncito muy blando, lo sé, y siento mucho tener que herirlos —suspiró la mujer—. Los dejaré reconfortase esta noche, pero recuerden que mañana debemos levantarnos a las seis de la mañana para viajar. No lloren más, mis niños, no sufran porque eso es lo que su enemigo disfruta más —los chicos aún sollozaban.

—Rowena, cómo es ese lugar al que iremos —preguntó Rocío, aún compungida.

—Oh, la Ciudadela de Erks —Rowena acercó una silla hacia la cama, donde todos estaban sentados—. Sus paredes son tan blancas, que parecen hechas de marfil. Hay dos grandes torres, y varias banderas cuelgan de ellas, mostrando hacia el cielo sus hermosos diseños llenos de runas; y en el centro está la Gran Torre Principal, es tan alta que su cúspide se pierde entre las nubes. Sus alrededores están llenos de jardines y árboles frutales, es más bello que el Edén. Dentro de la ciudadela hay muchas casas, posadas, teatros y cosas que jamás vieron —los chicos dejaron de llorar y escuchaban a Rowena, hipnotizados—. La gente es amable con aquellos que saben ganarse su gentileza, la comida es deliciosa y el aire es el más puro de todas las dimensiones. Es un lugar maravilloso para vivir —pronto, Rodrigo y sus amigos empezaron a emocionarse—. El entrenamiento es muy duro, pero les garantizo que vivirán momentos muy maravillosos. Conocerán gente especial y sé que llegarán a amar a la Ciudadela tanto como a sus habitantes. Por eso, mis tesoritos, no se sientan mal. Parece que dejan un mundo lindo, pero este mundo es una porquería en realidad. Cuando estén en la Ciudadela de Erks, no querrán dejarla nunca más. Tengan paciencia, no esperanzas; tengan consciencia, no fe —la mujer se levantó y miró a sus huéspedes de reojo—. Mañana partiremos temprano, pueden quedarse juntos si lo desean, pero descansen —estaba por irse, pero Oscar la llamó.

—Rowena —se volteó—. Gracias por todo —ella sonrío y sacó unas hojas de su amplio vestido de diseño medieval.

—Olvidaba darles esto, lo escribió alguien que han conocido. Es un regalo de mi parte, habla un poco sobre su mundo, sobre su realidad —dijo y dejó las hojas sobre un escritorio que estaba cerca de la cama, luego se fue. Oscar se acercó y las recogió.

—¿Qué dice? —preguntó Jhoanna, llena de curiosidad.

—No estoy seguro..., dice... ¿placer gratis? —todos lo miraron con asombro, casi se ríen—. En serio, eso dice —dijo Oscar y les mostró la hoja.

—Prefacios de batalla —Diana leyó el título.

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¡¡¡PLACER GRATIS!!!

Prefacios de Batalla

Hola, ahora que tengo tu atención, quiero que te imagines a dos gigantes. Están sentados el uno frente al otro, conversando plácidamente. En el suelo, abajo, muy abajo, existe una civilización que se obsesionó con destruir a estos dos gigantes. Para los pequeños, aquellos titanes existían en un desfase temporal, lo que quiere decir que para esos seres, el tiempo transcurre de otra manera.

La civilización de pequeños prácticamente florece y desaparece junto a todas sus generaciones, su cultura, su tecnología y la vida de todos sus individuos, millones de millones de individuos, a lo largo de su tiempo, con la sagrada consigna de destruir a los titanes. Los milenios de esta civilización pasan y al final se extinguen sin siquiera haber logrado calentar la punta de la uña del pie de ninguno de los gigantes. Desde el punto de vista de los titanes, toda esa civilización fue solo un instante, apenas una pequeña explosión de polvo.

Si los humanos pudiésemos ver cómo se comporta realmente la materia y la energía a tiempo real, veríamos a los otros humanos como pequeñas semillas que se ramifican en fracciones de segundo y que no demoran en lucir como una pila de huesos, similares a las espinas de un pescado. No veríamos plácidos campos verdes, veríamos a la vegetación crecer y marchitarse una y otra vez, frenéticamente. No parecería una superficie sólida, sino un río verde con turbulencias y olas que reverdecen sin cesar. No percibiríamos el mundo tan estático como lo vemos. Cosas inamobibles que le daban una brújula existencial a civilizaciones enteras, tales como el movimiento de las estrellas, lucirían como un disco de luces que gira de tal forma que no se podrían distinguir los puntos, las estrellas, que lo componen. El tiempo en su dimensión total no es más que una sensación relativa y subjetiva que vive el observador; no es real.

Todo aquello que llames normal, cotidiano, monótono, aburrido, en realidad es un cúmulo de eventos que no puedes ver sin usar cámaras para hacer "timelaps" o acelerar la velocidad de reproducción de video hasta alcanzar una "cámara rápida". Otros fenómenos son imposibles de observar sin microscopios o telescopios, y no porque no los veas significa que no ocurren. Lo que ocurre es que el universo y la realidad no es como tú la ves. No hay futuro, no hay pasado, el tiempo es simultáneo, una intrincada estructura cual diamante de la que los humanos solo logran ver una cara a la vez. Pero el diseño entero es visible en cada faceta.

Por un segundo imagina que puedes tener absolutamente todo lo que quieras con solo pensarlo. Sin limitaciones ni siquiera de las leyes de la física. Imagina que eres capaz de crear y recrear universos enteros llenos de galaxias atiborradas de estrellas, y con planetas poblados por civilizaciones, orbitándolas. Puedes materializarte y desmaterializarte a gusto. Puedes ver el tiempo, en tiempo real. Eres todo consciencia, todo existencia, todo ser. Eres el que Eres. De ser así, cosas como el sistema bancario, tener una hipoteca, casa propia, tener hijos, ser famoso y mil cosas más que llenan los corazones de personas en todo el mundo, no tendrían el menor sentido para ti; habrías trascendido toda esa banalidad. Si ya has atestiguado la grandeza de lo increado, ¿qué sentido quedaría en el mundo humano para ti?

Solo imagina que hoy decides proclamarte como rey de las hormigas. Les provees de lo que necesitan, juegas con ellas, tratas de ganarte su favor, su adoración; puedes tener a la hormiga que se te antoje. Dentro del mundo de las hormigas puedes "lograr y hacer lo que quieras". Eso no podría llenarte mucho, más allá de un entretenimiento, un juego, un espectáculo morboso. Si el día de mañana te convirtieses en un dios, en un Demiurgo, probablemente te aburrirías infinitamente. Las personas y sus vidas se te antojarían cortas o insoportablemente lentas. Estarías con gente incapaz de pensar más rápido o de vivir más de mil años. Como tener insomnio y estar rodeado de gente que duerme sin que puedas hacer nada para despertarlos. Están ahí, pero están dormitando, en otro mundo, y no pueden hacerte compañía.

De ser ese el caso, ¿te imaginas cómo te verían otros seres humanos? Probablemente te odiarían. Lógicamente, cualquier ser humano, por más que intentara, entrenara y estudiara, no podría superarte, ni siquiera acercarse. Tan solo podrían complacerte o agradarte para asegurarse que estés de su lado. Un miedo latente que se entremezcla con una mortal sensación de inferioridad o dependencia. Incluso algunos confundirían la adoración con "amor" y levantarían sinagogas para honrar tu santo nombre. ¿Entiendes eso profundamente?

Sepas que en esta vida, no importa que seas el hombre más listo de la Tierra, el más rico, el más bello. Puedes ser líder del país más grandioso y poderoso de tu era, puedes ser lo que tu quieras bajo el sol, pero tus intereses siempre delatarán que no pasas de ser un simple humano. Un diminuto mortal cuyo poder se esfumará en polvo espacial durante la noche de los tiempos. Y eso es todo, ¿o no? ¿Realmente se acaba ahí, y ya?

En primer lugar, necesitas entender que por muy rápido o lento que pase el tiempo para ti, el tiempo simplemente está, no ocurre de pasado a futuro porque se narra por sí solo. Luego entonces, tu manera de percibir el tiempo y lo divino no es más que tu percepción única e irrepetible, tu versión de la realidad, tu porción de existencia. Es muy difícil que puedas notar que podrías estar viendo, haciendo o siendo de un modo muy distinto al de los otros humanos que te rodean. Tu noción del tiempo y el espacio no es una visión real o estándar de la realidad. Basta una simple disonancia contigo para que te sientas en una situación incómoda, fatigosa, incluso hostil. Una diferencia de idioma, cultura, intereses o habilidades serán suficientes para hacerte sentir aislado. Imagina una diferencia grande en cómo entiendes y ves el Todo, sin duda te sentirías ajeno a dicha existencia. Eso es lo humano, es lo normal. No es bueno, no es malo, simplemente es; y es importante ser consciente de ello.

Si eres capaz de imaginar las diferencias tan grandes entre individuos, saber la necesidad de soportar y convivir con la "otredad", y alcanzar consciencia de lo que no parece más que un reloj marcando las horas, entonces habrás vislumbrado un pedazo de Gnósis Hiperbórea. Solo un fragmento, pero uno significativo y muy importante; un elemento que puede abrirte las puertas a una forma de razonar y sentir que, sin duda alguna, es capaz de sacarte de todo pensamiento o sentimiento.

Existen seres excepcionales, algunos pocos habitan mi mundo, el que comparto con mucha gente, contigo; otros más, igual de fascinantes, viven en otras "Tierras", oribitando otros "soles", coexistiendo en una de las muchas "Bolivias" que se desarrollan una sobre la otra, como las capas de una cebolla. La capacidad de la fascinación radica en conocer los límites y alcances propios. Somos una insignificante mota de polvo estelar, pero alguna cosa, mínima, diminuta, nos llena la sangre con una pizca de eternidad.

Entiende bien que no eres ni único ni diferente. No eres especial, eres uno más en billones de pobres diablos viviendo una existencia más o menos banal en un planeta pequeño orbitando una estrella insignificante en una galaxia menor que existe en un cúmulo galáctico periférico de un universo realmente extraño e incoherente. Tu muerte no será recordada por muchos siglos y tu obra en vida es tan perecedera como este planeta. La felicidad no existe como un estado ya que ésta es solo una colección de momentos. El placer es un placebo tendencioso que solo sirve de consuelo en la pesimista desesperanza de aceptar la insignificancia. Pero la sabiduría, ésa sí trasciende, no es humana. La sabiduría no es conocimiento ni inteligencia. La sabiduría simplemente es compenetrarse, entender los fenómenos y no solo el cómo funcionan o el para qué sirven.

En toda nuestra diminutez y mortalidad humana, algo divino sí existe. Nuestros cuerpos quizá sean solo producto de un azar evolutivo, nuestra inteligencia podría ser consecuencia del consumo de hongos psicodélicos por nuestros antepasados primates, nuestros sentimientos talvez sean solo un reducto químico que nos embriaga de algo parecido al amor con la única finalidad de procrear y preservar la especie. Pero. ¿Y si no fuera todo realmente así? Recuerda que no existen las coincidencias, solo lo inevitable.

Quizás los dioses hayan causado nuestra existencia. Talvez los dioses sean como nosotros, o nosotros seamos como ellos. Eso significaría que hay seres como tú o como yo, que decidieron luchar por la regencia de un hormiguero. ¿Qué sentido tendría eso? Todos o ninguno, quién sabe. Algo nos une a los dioses, alguna cosa que hace que ellos luchen contra nosotros y por nosotros. Es posible que esos dioses estén debatiéndose en su propia humanidad, que Ellos seamos Nosotros. Hay guerra en los cielos como en la tierra, y es ahí donde se narran la introducción a un conflicto bélico de proporciones multiversales. Estos son los Prefacios de Batalla.

Gaburah Lycanon – 14/11/09

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