29. Accidente...
Octubre seguía consumiéndose, hiriente y tacaño, como siempre. En algún lugar de la ciudad de La Paz, durante 1999, cuatro preadolescentes habían acabado sus vidas en condiciones imposibles de soñar. Fueron torturados y atormentados hasta la agonía, y los auxiliaron camaradas con envueltos en un velo de misterio. ¿Dónde estaba yo para entonces? Seguramente practicando algún tema en el piano, o masturbándome con una porno —de Pamela Andersson—, qué sé yo. No tenía idea de lo que pasaba con mis amigos y me revolcaba en mi patética actitud de derrotismo.
El fin de semana posterior al encuentro con Qhawaq; Rodrigo, su primo, Diana y su hermana aprovecharon para compartir sus últimos momentos de infancia normal. Todo el sábado y domingo se la pasaron jugando "Twister". Sabían que pronto iban a partir a nuevos mundos, a nuevas situaciones. Reían y se alegraban, aunque por dentro estaban muy tristes. Rodrigo estaba deprimido porque debía dejar atrás a su mamá, lo atormentaba la idea de irse sin poder despedirse de su padre. Diana se sentía mal por sus papás, tenía miedo dejarlos solos. Rocío tampoco quería abandonar a su mamá, aunque le alegraba estar lejos de su heterosexualmente pederasta y alcohólico padre. Gabriel debería llevarse una maleta llena de medicinas para controlar sus problemas de salud, sus padres estaban muy angustiados de dejarlo ir en semejante empresa, aunque esa era su única opción. El hecho era que si ellos no se iban, La Paz, Bolivia y quizás la Tierra entera corrían riesgo de desaparecer. Suena exagerado, pero ése era el mayor problema de todos.
Llegado el lunes ellos estaban muy apesadumbrados, la presión que tenían era tremenda. Antes que se dieran cuenta tocó el timbre de salida y se fueron acompañados de los amigos hasta la puerta del colegio. Por ser fin de año, el colegio empezó a exigirles más en los estudios, tenían toneladas de tarea. Los cuatro estaban mal en sus notas, aunque, dada su situación, ya no importaba. En todo caso, decidieron esforzarse para no reprobar el año como muestra estoica ante un futuro incierto. La única que tenía el año aprobado era Jhoanna, se aplicó mucho los anteriores trimestres para poder tener una graduación tranquila.
Llegaron a la plaza San Martín cuando un sentimiento de horror indescriptible los embargó. Una amenaza se aproximaba, un calor sofocante los envolvía y una sensación de peligro los invadía. De pronto, una áspera voz los increpó a sus espaldas. Voltearon para descubrir que tenían a Ikker en frente.
—Y ahí andan los niños saliendo de sus clases —masculló el flamígero demonio bajo su disfraz de muchacho.
—Golab —murmuró Rodrigo, paralizado del miedo.
—Entonces recordaron mi identidad —farulló Ikker, pero luego suspiró, sacó unas gafas oscuras del bolsillo de su camisa, se las colocó y dijo—: No, no la recordaron, alguien se las reveló.
—Qué quieres de nostros... —susurró Diana.
Ikker le clavó la mirada y luego se relamió los labios como un depredador contemplando a su presa. Al verlo, Rodrigo se acercó a su novia y la ocultó tras sus espaldas en un de protegerla. Ninguno se atrevía a dar un paso, ni para alejarse de su acosador ni para atacarlo. Al notarlo, Ikker empezó a monologar:
—En verdad, qué fácil sería matarlos ahora mismo. Están completamente indenfesos cual cachorros huérfanos. Pero hay algo extraño tras estos eventos. Siento la presencia del Otro Lobo, como si Laycón estuviera llamando sus dos mitades para reunificarse. Quizá esta sea la última oportunidad que tenga de cambiar mi destino.
—Tú mandaste a esos pandilleros —lo acusó de repente Rodrigo, recordando las atrocidades que vivieron en aquel callejón.
—¿Pandilleros? —replicó Ikker, desconcertado e inesperadamente sorprendido, casi preocupado. Clavó la mirada de sus ígneos ojos sobre Rodrigo e, inesperadamente, empezó a dar explicaciones—. Son unos estúpidos. Yo jamás haría algo tan bajo y aburrido como enviar a burdos plebeyos a hacer trabajo alguno para mí. Yo hago todos mis deberes y realizó mis deseos por mi propia voluntad. Mis sirvientes no tienen necesidad de hacer otra cosa que atormentar a las almas del Foso.Pero lo que dices, niño, es clara muestra que alguien más compite por vuestras almas —el rojizo demonio dio una fugaz ojeada a la mano Rodrigo y frunció el ceño al notar el yeso en su extremidad lesionada—. No hay duda, los sacerdotes han movido sus piezas, seguramente debe ser Moisés, ese asqueroso mequetrefe. O quizás sea Héxabor, quien siempre ha creído que merece más poder del que el Tetragrámaton le ha otorgado. Solo un sucio sacerdote sacrificador, sirviente del Culto de Melquisedec, podría usar unas alimañas para hacer su trabajo. Y no solo ellos, el Tetragrámaton se mueve en la sombras, puedo sentirlo. Hoy, los arcángeles intentarán algo.
Las palabras de Ikker confirmaban que varios frentes de combate se habían establecido alrededor de Rodrigo y sus amigos, y ellos, solo en ese momento, caían en cuenta de la magnitud de la amenaza. Un frío patógeno se instaló pronto en sus corazones, impidiéndoles la huída. Ikker agregó entonces:
—Como dice el Señor: "Cuidaos de la Espada, porque ella os puede matar; Cuidaos de los Perros, porque ellos os pueden despedazar; Cuidaos de las Aves del Cielo, porque ellas os pueden devorar y Cuidaos de las Fieras, porque ellas os aniquilarán". Jeremías 15 —citó un versículo de la Biblia—. Pero existe un antídoto: "Contra la Espada, la Paz del Oro; Contra los Perros, la Ilusión de la Rabia; Contra las Aves, la Ilusión de la Tierra y Contra las Fieras, la Ilusión del Cielo".
Por un momento, la confusión invadió los corazones de Diana y sus amigos. Había algo realmente enigmático y oscuro en su setencia.
—El Gran Pecado será lavado —continuó Ikker—. Tsadkiel hará caer misericordia y legía para lavar el Símbolo maldito en la sangre del pecador. En el ascenso a los cielos, los Arcángeles brotarán sus loas a YHVH Sebaoth, adorando su santo nombre y humillando a la sangre rebelde en frente del Gran Creador y su Pueblo Elegido de Israel. Pero yo recuperaré lo que debió ser mío desde tiempos de la Atlántida —dijo y fijó su mirada sobre Diana, quien juntó todo el coraje que tenía y salió de las espaldas de su novio para enfrentar a su acosador.
—Creo que tú tienes algo pendiente conmigo —dijo Diana, titubeante—. Siempre dices que olvidamos algo, y sí, seguramente lo olvidamos. Dinos qué es, al menos para que podamos entendernos.
Ikker bufó de mala gana al oír a Diana y luego sonrió. En ese momento, el miedo que tenían los chicos desapareció, pero también las ganas de huír. Ya no sentían amenaza alguna, Ikker había dejado de emanar esa aura demoníaca y presentaba el aspecto de un chico rubio de 15 años como cualquier otro.
—Hoy no se manifestar sus verdaderos "Yoes", según veo —dijo Ikker—. El tiempo nos dará revancha —sentenció y luego volteó para alejarse lentamente. Rodrigo y los demás no dijeron nada en lo absoluto y observaron a su acosador retirarse mientras una floreciente ansiedad brotaba bajo sus pieles. Como si algo realmente estuviera muy mal.
—Volvamos a nuestras casas —dijo Gabriel rompiendo la inercia.
Los demás asintieron en silencio.
Avanzaron en silencio un par de cuadras y Gabriel se despidió de Rodrigo y Diana para acompañar a Rocío hasta su casa. Diana y su novio caminaban por la Avenida del Ejército, la cual suele tener mucha afluencia de autos. Avanzaban tomados de la mano y con sus mentes confundidas por lo que Ikker les dijo. El silencio los circundaba cuando Diana empezó a hablar.
—Rodri, ¿por qué nosotros? —preguntó, asustada. Rodrigo, de inmediato, sintió el temor de su novia.
—Es nuestro destino —respondió.
—Esto me tiene muy espantada... Temo por todos, no quiero que te hagan daño... yo... —el chico volteó hacia la angustiada Diana y la tomó por la cintura.
—No pasará nada. Jamás voy a dejarte, juré no abandonarte y pienso cumplir mi juramento —afirmó tratando de calmarla.
—Lo sé —respondió sonriente y le dio un fugaz beso en los labios—. Quédate hoy en mi casa, no quiero estar sola —pidió.
—Claro, llamaré a mamá para decirle que estaré contigo —le dijo Rodrigo.
—Gracias —Diana agradeció, él le sonrió.
Luego Rodrigo miró a la acera del frente y vio a una vendedora de flores. Entonces se le ocurrió comprarle una flor a su enamorada para levantar su ánimo
—Espera dos segundos aquí —le pidió, ella asintió con expresión de melancolía.
Rodrigo cruzó la calle y empezó a mirar las flores, tratando de escoger la más bonita. De lejos, una rosa roja le llamó la atención.
—¿Cuánto cuesta? —preguntó Rodrigo a la vendedora.
—Dolor, mucho dolor —respondió sorpresivamente.
Al mirarla a los ojos, el chico vio que la mujer los tenía llenos de sangre. Se alejó aterrorizado. De pronto, tuvo una visión. Un ángel de alas rojas apareció ante sus ojos, tratando de llevarse a Diana a la fuerza.
—¡Aléjate de ella! —gritó, pero parecía que su voz sonaba ahogada. En aquel momento, una voz siniestra le habló.
—Es cuestión de misericordia —dijo y luego una cajita musical empezó tocar una canción infantil mientras Rodrigo escuchaba unos niños que rezaban—: «Ángel de la Guarda, mi dulce compañía, no me dejes solo ni de noche ni de día».
Luego un ángel muy hermoso le sonrió y le extendió la mano mientras los niños rezaban la misma oración una y otra vez. Rodrigo miró el rostro del ángel completamente hipnotizado, pero de pronto vio que sus blancas alas se volvían rojas y una extraña figura femenina con cabeza de cabra aparecía detrás del ángel, abrazándolo. Rodrigo pudo vislumbrar que aquella figura tenía un miembro masculino. Penetró analmente al ángel mientras éste se retorcía y gemía.
—¡Despierta! —una voz le gritó. De inmediato reconoció que se trataba de su Espíritu guía: Freky.
En aquel momento Rodrigo despertó. Mucha gente se movía de un lado a otro, el tráfico estaba detenido, los autos bocineaban, la vendedora que estaba frente a él había desaparecido. Lentamente se volteó y vio, con horror, que había mucha gente amontonada en el lugar donde dejó a Diana segundos antes. Sin pensarlo más, corrió hacia allí y se abrió paso entre la multitud casi a patadas.
https://youtu.be/S1rbxSa4IGM
Las lágrimas que derramas
son las palabras de tu despedida.
Y, sin decir nada,
pones tu mano en mi pecho,
e intentas sonreír.
Te doy un beso en la mejilla,
jamás te olvidaré.
Nos abrazamos cada vez más fuerte,
hasta que debamos volver
Kamui Gackt, Malice Mizer - Le Ciel.
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Cuando llegó Rodrigo al centro del caos vio a Diana tendida en el piso y con sangre en la cabeza. Cerca de ella había un auto casi en estado de chatarra, estrellado contra un poste; el parabrisas y el capó estaban llenos de sangre. Qué terror y desesperación tan grandes sintió el pobre niño. Tuvo ganas de gritar, pero su voz estaba completamente apagada. Se arrodilló cerca de su novia y la tomó entre sus brazos, haciendo caso omiso de las protestas de la gente curiosa que le pedía que la dejara quieta hasta que llegue la ambulancia.
—Diana... Diana... Diana... Diana... ¡Diana!... ¡Diana!... ¡Diana!... ¡¡¡NOOO!!!
Rodrigo iba cayendo en agonía, destapando su voz, con el cuerpo inerte de su amada entre los brazos. Una fuerte lluvia empezó a caer, mojándolos por completo. Todos los recuerdos que Rodrigo tenía con Diana pasaban por su cabeza, cada instante, cada precioso segundo que vivió con ella. A lo lejos, la sirena de la ambulancia gritaba y gritaba. Entonces, sin saber de dónde, Rodrigo vio un pétalo de rosa posarse suavemente sobre una de las manos de Diana. El llanto lo tenía casi ahogado, el pobre chico debió sentir la amargura más intensa de su vida...
https://youtu.be/RXLilMnT2M8
Si eres lluvia,
¿Limpiarás mis lágrimas?
Si eres viento,
¿Secarás mi cara?
En la vibración de las rosas,
se escurre el vaho rojizo;
ascendiendo al cielo en vela,
cierro los ojos y veo tu sonrisa
Violet UK – Rosa.
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