Capítulo 18
El lugar en el que estaban parecía ser el interior de un edificio. Al menos, no estaban al aire libre y tenían un techo sobre sus cabezas. Se trataba de una sala circular con muchísimos arcos parecidos a los de la iglesia, que terminaban en una cúpula sostenida por ocho columnas idénticas, todas con la misma decoración del pilar que los había llevado hasta allí. Pero estaba vacío. No había ni un solo mobiliario en ese lugar y a Zoey le hizo acordar al templo del bosque del colegio. Más allá de las columnas, había una galería, también circular y una puerta cuyo destino se perdía en la oscuridad.
—¿Qué es esto, Cra? —preguntó, cuando Zack se puso de pie, sacudiéndose algunas astillas de los bancos de la capilla de Rosslyn. Cranium se abrazó a su pierna una vez más y ella se dio cuenta de que ya no se sentía asustada o molesta al respecto. Ya no le molestaba tenerlo tan pero tan cerca. Notó que él seguía temblando y estiró la mano para tocarle el cráneo—. Oye, ¿estás bien?
—Lapis Exilis... —dijo—. Se parecía a Lapis Exilis.
—¿Eh?
Zack se volteó. Le tendió la mano a la muchacha y la ayudó a levantarse, todavía con Cranium aferrado a su pantorrilla.
—¿Te refieres... a él? ¿A Peat?
Cranium apenas asintió. Parecía bastante aterrado, más que ellos. Zoey se llevó una mano al pecho, inspiró profundamente y luego se inclinó para darle un cariño de nuevo.
—No te preocupes, Cra —dijo Zackary, sonriéndole—. Él no puede buscarnos aquí.
Tomó un buen rato convencerlo, porque el perro siguió parloteando sin cesar sobre Peat, sobre su oscura magia y que se parecía a Lapis exilis.
—Es porque el dije y Peat fueron creados por el mismo ser —le recordó Zoey a Zack, que se animó a palmearle el cráneo también al animal—. Al igual que el rey.
—Sí, pero es evidente que Peat no nació en este lugar. Cranium dijo que todo lo que había nacido aquí tenía el mismo olor. Un olor que al parecer Peat no tiene.
Hablaron un rato sobre lo mismo, pero una vez que el animalito se calmó, ellos volvieron a evaluar su situación. Zoey tenía solo un par de sándwiches en su mochila y necesitaban todo lo que estaba en los bolsos para sobrevivir de ahí en más. Tenían que regresar por ellos de un modo u otro; todo había quedado en el cementerio de Rosslyn.
—Pero puede que Peat espere justo eso —le dijo ella, mientras él se apoyaba en el pilar.
—O no; quizás cree que no vamos a salir ni en chiste. Que vamos a buscar otro portal. Estuvo espiando a Jessica...
Allí, Zoey se llevó las manos a la cara.
—¿Y si le hizo algo?
Él apretó los labios, pero negó.
—No creo. Debe estar usándola para conseguir información sobre nosotros, sobre lo que haremos. Cuando estamos aquí dentro estamos seguros, así que tiene que hallarnos fuera.
—Pero no hay manera que sobrevivamos hasta otro portal con solo esto —replicó la muchacha, agachándose para abrir la mochila—. Tenemos que encontrar una solución.
—Otro portal, lejos, lejos —dijo Cranium, que se había recostado—. Más allá del reino.
Los dos cruzaron miradas, intentando decidir qué hacer con todo eso. Zoey no dijo nada más, porque no se le ocurría nada, y al final fue Zack quién llamó su atención, con una buena idea.
—Abre el portal. Yo saldré.
—¿Bromeas?
—No puede matarme, no me quiere a mí.
—Pero me quiere a mí y sabe que yo iré a buscarte —replicó ella, irguiéndose—. No es una buena idea.
—Tenemos que intentarlo, Zo. Tienes razón, no vas a sobrevivir aquí abajo sin comida —Le tomó la mano, tratando de animarla, pero ella mantuvo una expresión férrea. No iba a permitirle ir—. Es por ti.
—No puedo dejar que hagas esto por mí. Te destruirá, destruirá tu alma como dijo que lo haría.
—Tu eres la que está viva y la que tiene que sobrevivir —le recordó—. No estoy vivo, Zo, no lo olvides.
—¡Lo sé! —chilló ella en respuesta, soltándolo—. ¡Claro que sé que no estás vivo! Pero voy a hacer que lo estés de vuelta. Y, además, tu alma es importante, tienes que cuidarla. Si te atrapa, dejarás de existir para siempre, no habrá un después y no voy a permitirlo. ¡Tú magia ya no sirve contra él, tú no olvides esto!
—Pero siempre es mejor que tú no vayas. Tu magia es mejor, pero él es un ser milenario y siempre puede conseguir cómo ser más fuerte. No es seguro para ti y sabes que mi prioridad es que salgas viva de todo esto. No importa lo que me pase.
—A ti no te importa, bien —replicó Zoey, cruzándose de brazos—. A mí sí.
Zack hizo una mueca de disgusto.
—Zoey, por favor, abre el portal.
—No lo haré —negó ella, firme—. No dejaré que mueras.
Se miraron en silencio, por unos cuántos segundos. Cuando él le hizo un gesto tratando de persuadirla y Zoey solo respondió arqueándole las cejas, entendió que así no iba a ganar la discusión. Finalmente, Zack alzó las manos y propuso algo distinto.
—Hagamos así: abres el portal, me asomó a ver si está, con un escudo tuyo. Mientras el portal esté abierto y protegido por tu magia, no tendrás problemas, ¿o no? Voy corriendo por los bolsos y regreso. Y Peat no puede atravesar tus escudos y tú no estarás en peligro. ¿Te parece?
Ella arrugó la frente.
—Es arriesgado. Ya no es como antes, que no sabíamos si estaba por ahí. Sabemos que está por ahí ahora.
Él suspiró.
—Es la única opción que tenemos, no podemos vivir sin riesgos.
Zoey no podía negarle eso. Habían sido conscientes de todo el riesgo siempre y, aunque Peat los hubiera alcanzando, tenían que idear una forma de sobrevivir. Él podía estar esperándolos, pero así mismo había sucedido cuando escaparon del colegio.
Cerró los ojos y trató de convencerse que el plan de Zack no era tan malo y que, bien ejecutado, podría funcionar. Tenían que asomarse en la capilla y ver el estado de la misma, porque imaginaba que Peat podría haber hecho un desastre.
—Está bien —aceptó, suspirando—. Te asomarás y solo si él no está allí, esperándonos, irás por los bolsos —le advirtió—. Tengo miedo de que en algún momento sí pueda quebrar mis escudos.
Él aceptó, también, y se encaminaron a la columna indicada. Zoey puso sus manos en la piedra y llevó su magia, junto con el discurso de la profecía, hacia su superficie. Pero no ocurrió nada.
Creyendo que podía deberse a que no lo estaba haciendo con el suficiente anhelo, lo intentó una vez más. Trató de visualizar en su mente el recorrido que la magia había hecho por la columna cuando abrió el portal, pero por más que lo hizo e incluso pudo ver con sus propios ojos los colores siguiendo el patrón, nada pasó.
—No entiendo —le dijo a Zack—. ¿Viste mi magia? ¡Sí lo hice!
—La ví —corroboró él, acercándose y tocando la columna—. No sé... Fue igual que antes, creo. Pero...
—Tuvo que haber pasado algo del otro lado —dijo ella, soltándola—. ¿Crees que Peat la haya destruido?
Él apretó los labios y negó. No sabía qué decirle.
—Podría ser una posibilidad, real —contestó, casi un minuto después de silencio en el que los dos se quedaron viendo la columna—. ¿Pero de qué le serviría? Si hizo esto, debe saber que para salir tendremos que buscar otro portal y podríamos usar cualquiera. Nos perdería la pista, no tiene sentido.
Zoey se mordió las uñas de la mano derecha, antes de intentar al menos cinco veces más usar su magia. El portal no se abrió y al final se alejó un metro, confundida y frustrada. Zack estaba en lo cierto, pues Peat no necesariamente podía saber que los estaba poniendo en un aprieto al dejarlos allí encerrados y dudaba que a él le conviniera que ella muriera de inanición, porque nunca podría alcanzar al dije dentro de ese mundo. Lo más lógico sería que los esperara ahí.
—¿Crees que haya visto nuestras cosas en el cementerio? —le preguntó a Zack, dejándose caer lentamente en el suelo—. Cra lo vio venir, así que él pudo haber visto tu magia entre las lápidas.
Zackary negó.
—No creo que le haya prestado atención. Y además... ¿qué ganaría con eso? Él nos quiere a nosotros a su alcance, no encerrados sin poder salir.
—Lo sé —respondió ella, flexionando las rodillas y apoyando la frente en ellas. De pronto se sentía agotada, la cabeza le daba vueltas y estaba tan agobiada que no sabía si quería llorar, gritar o simplemente dejar de existir por un rato. Se quedó en esa posición por varios minutos y supo que Zack no se había movido ni un solo centímetro. Quizás, se sentía del mismo modo—. ¿Qué vamos a hacer? —susurró, a sabiendas de que podía oírla por más bajo que fuera.
—Si él la destruyó... tendremos que buscar otro portal.
Se imaginó entonces el ataque de furia de Peat. Supuso que, al verlos huir, él hubiese echado por tierra toda la capilla de Rosslyn, enterrando pilares y personas por igual, aun cuando todas ya estuviesen muertas por la batalla.
—Asesinó a mucha gente hoy —musitó Zoey, levantando la cabeza lentamente—. Cuando él se enoja, no tiene control. No es tan calculador, no planifica.
—Y es terrible. Mortal —concordó Zackary, girándose hacia ella—. Pero también puede ser una debilidad.
Ella clavó los ojos en su rostro.
—¿Cómo?
—Porque no piensa con racionalidad y no ejecuta, tal como dices. Durante años, tuvo planes para todos. Para mi abuelo, para mí. Quizás si tuvo que ver con el accidente de auto de mi padre. Llevaba tiempo utilizando a Jude y luego a Lucas. Ahora, no es... consecuente —replicó él—. Si somos más listos, podemos sacarle una ventaja.
Ella apretó los labios. Eso sí era cierto, pero en ese momento, no veía posible sacarle una ventaja cuando estaban atrapados allí y podría morir de hambre. Si Cranium tenía razón y el portal estaba muy lejos, no tenían nada para superar a Peat.
Como no dijo nada, Zack le dio su tiempo. Empezó a recorrer la estancia y aunque intentó que Cranium lo siguiera y le explicara dónde estaban y qué era ese sitio, el perrito prefirió quedarse a los pies de Zoey como si ella fuese su ama. Un momento después, se echó sobre sus zapatillas y apretó el cráneo contra su pantorrilla.
—Lapis Exilis —la llamó—. Quedarnos aquí. Mejor.
Era algo difícil de responder. Cranium le tenía tanto miedo a Peat que su mundo era un paraíso, pero Zoey, en ese lugar oscuro y abandonado sin elementos necesarios para sobrevivir, no se sentía nada segura. A decir verdad, no tenía ya ganas de estar en ese sitio. Con más razón, ansiaba volver a casa.
—Cranium —insistió Zack, a sus espaldas—. Necesitamos saber dónde estamos. Y cómo se sale de este lugar también —dijo, señalando el pasillo que se perdía en la oscuridad—. Para que Lapis Exilis esté bien, debemos encontrar otro portal.
Aunque era evidente que Cranium no deseaba hacerlo, la idea que su Lapis Exilis estuviese mal lo hizo moverse. Caminó hasta él y empezó a avanzar por el pasillo, sin correr. Entonces, se detuvo y giró la cabeza hacia ellos. Probablemente, no tuviese ganas de alejarse demasiado.
—Vamos —Zack llegó hasta Zoey y la ayudó a ponerse de pie—. Es nuestra única opción y aún tenemos mucho que hacer —le recordó, instándola a seguir al animalito.
El largo pasillo tenía un impresionante eco. La oscuridad y el silencio que reinaba allí daba algo de miedo. Zoey caminó pegada a Zack sin ánimos, en absoluto, mirando de reojo cada uno de los dibujos que iba descubriendo en las paredes. No entendió ninguno con la poca luz que había y cuando se cruzó con otra abertura, aún más oscura, dio un respingo. Quién sabía a dónde iba todo eso y prefería quedarse cerca de Zackary. No se atrevió a preguntar a dónde iban ni cuando él le preguntó a Cra qué era ese lugar, otra vez.
—Templo —respondió Cra, sin mucho más.
Ambos asintieron en respuesta y ella se dijo que quizás por eso le hacía acordar al templo del bosque. Continuaron por el pasillo hacia la luz al final de él. Al menos, habían recorrido ya más de trescientos metros y aunque Zoey no podía calcular cuánto más faltaba, Zack sí. Por eso, le preguntó si deseaba que la llevara.
Pero ella negó, a pesar del cansancio y de su estado de ánimo, prefirió caminar. Se mantuvo callada hasta que la luz se acercó lo suficiente como para ver que adelante, al final del pasillo, había otro recinto similar al que habían abandonado. Sin embargo, al llegar allí, Zackary hizo un sonido extraño y ella balbuceó, confundida.
La sala también era circular, solo que mucho más grande. Había columnas contra las paredes y, entre medio de los pilares, escrituras que ellos podían reconocer. A pesar de estar tan vacío de mobiliario como el recinto anterior, este tenía algo mucho más impactante en el medio.
—Un... ¿árbol? —musitó Zackary, cuando Cranium se detuvo.
En el centro del salón, en una especie de macetero gigante, había un árbol seco cuyas ramas esqueléticas crecían hacia el cielo raso. Zoey las siguió con la mirada y descubrió que había un tragaluz allí arriba. O, al menos, quizás, en algún punto del pasado había funcionado de esa manera, proveyéndole luz y aire al árbol.
—¿Qué hace esto aquí? —preguntó.
Zackary negó, confundido.
—No creo que sea decoración.
Zoey se giró lentamente hacia Cranium, después de notar un detalle en las ramas negras del árbol
—¿Cranium? ¿Está... quemado?
Cra la miró.
—Árbol siempre así. Siempre, siempre.
—Pero... —Ella sacudió la cabeza, no muy convencida de eso—. No pudo haber estado así siempre. Hubo un momento en el que se quemó. Quizás antes de que tu existieras.
Cranium no dijo nada, por lo que los chicos decidieron acercarse para inspeccionarlo mejor. Nada más en el enorme salón parecía tener señales o marcas de un incendió. Era solo el árbol chamuscado, hecho carbón, lo que evidenciaba el daño y las historias del pasado.
Zackary brincó sobre el borde del gigantesco macetero y se estiró hacia arriba para alcanzar una ramita. La punta que tocó se desintegró al instante.
—Podría haber tenido algún simbolismo, alguna creencia mágica al respecto.
Zoey se lo quedó viendo con expresión criptica. Giró sobre si misma, con algo en la punta de la lengua que todavía no lograba descifrar. Había algo en ese árbol que no le cerraba. Señaló las paredes y pensó en voz alta.
—Qué dirán, ¿verdad?
Zack saltó dentro del macetero, al final, y se agachó a tocar la tierra con las manos. Se irguió, mientras la deslizaba entre sus dedos y comprobaba que ahí sí había restos de cenizas. Luego, puso sus ojos en las paredes que ella señalaba.
—Podríamos demorar siglos en traducirlo y no tenemos tanto tiempo. Y todo esto... —añadió, volviendo al árbol—. Alguien prendió el fuego aquí mismo. Esto fue obviamente intencional.
Ella arrugó la nariz y se inclinó sobre el borde del macetero. Hasta allí mismo la piedra estaba trabajada con unos elaborados dibujos y durante un segundo se distrajo con ellos, otra vez con algo en la punta de la lengua, pero que todavía no sabía qué era.
—¿Y por qué? —le preguntó a Zack, cuando recuperó su concentración—. Si era un objeto de culto, ¿porqué lo prenderían fuego? Deseaban destruirlo.
—Quizás por eso mismo —replicó él, encogiéndose de hombros—. Si quemas un símbolo de alguna religión, estás atacándola, tratando de destruirla y eliminarla. Ya sabemos que algo pasó en este mundo que obligó a todos a huir y seguramente muchos murieron antes de poder escapar.
—Este mundo es un misterio —resumió ella, con un suspiró.
—Sin dudas —Zack saltó fuera del macetero y se sacudió las manos—. Bien, Cra, ¿la salida?
Cranium, que se había sentado a verlos, se puso de pie y caminó con un ritmo un poco más apresurado a la otra punta del salón. Allí, había otro arco que llevaba a otro pasillo. Los chicos bufaron. Parecía que aún tenían mucho que recorrer.
—¿Es en serio? —se quejó Zoey, dejándose caer sobre el borde del macetero. Escuchó como Zack iba tras Cra y por un momento estuvo negada a moverse de allí y a llamar a su novio para que la cargara, porque, en definitiva, aunque no podía caminar más, tampoco tenía ganas de hacer más nada. Otra vez volvía a sentir que necesitaba desconcertarse de su realidad por un rato.
Apoyó la frente en la piedra e ignoró a Zackary preguntándole al perrito del infierno si eso era un laberinto o qué. Y bien podría serlo, pero Cra no tenía respuesta para eso, por supuesto. Mientras él insistía, ella levantó la cabeza y apoyó el mentón el macetero. Mantuvo sus ojos fijos en el árbol, con esa sensación tirando de su lengua hacia algo que estaba pasando por alto.
Se irguió, tomó impulso y se trepó al macetero. Cayó dentro, llenándose las zapatillas de tierra vieja y cenizas, antes de que Zack se percatara de lo que estaba haciendo.
—¿Zo? —le preguntó él, desde el otro lado del salón—. ¿Qué haces?
La verdad, era que no sabía qué estaba haciendo. No le respondió porque simplemente estaba siguiendo un impulso, una idea pasajera que no llegaba a dilucidar. Estiró la mano hacia el tronco y pronto sus dedos se encontraron con la madera reseca y negra.
Y ahí, su mundo se puso de cabeza.
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