Capítulo 17
Antes de ir a la capilla, los dos se encargaron de comprar comida por grandes cantidades y metieron todo en los bolsos. Zoey congeló todos los envases de comida ya preparada y los acomodó durante un largo rato, contando con los dedos y haciendo cálculos. Si no se equivocaban, con eso tendría al menos para diez días más.
—Mete algo en tu mochila también —le dijo Zack, parado detrás de ella. Abrió el cierre de la mochila azul, que tenía colgada en la espalda y metió dos sándwiches largos y gigantes dentro, a presión—. Estos son para los almuerzos inmediatos.
Cranium se quedó junto a ellos, olfateando los billetes que Zack daba vuelta en sus manos una vez se dieron cuenta de que apenas les quedaba para algo más. El algún momento, él le tendió un billete y se lo dejó oler, hasta que el animalito estornudó y preguntó para qué servía.
—Se usa como intercambio —intervino Zoey, levantándose—. Cambiamos el dinero por comida, o cualquier otra cosa.
Cra ladeó la cabeza.
—¿Cómo un regalo? ¿Dos regalos a la vez?
—Algo así, solo que tienen el mismo valor. Podrías usar piedras para pagar si quisieras, por comida, si estas tuvieran el mismo valor que la comida.
—Pero usamos estos papeles y no piedras —aclaró Zack—. Es un intercambio, no un regalo. El regalo es sin esperar nada, es de cariño.
Cranium no supo qué contestar, porque seguramente no sabía lo que era el cariño. También, podía ser que sus extrañas reglas humanas fueran demasiado complejas para su cerrado mundo. Hasta ahora, se había mostrado respetuoso y tranquilo, atento y reticente porque no conocía dónde estaba; en el mundo del otro lado del portal, todo eso no existía ya, si es que alguna vez había sido utilizado.
—Bueno. —Zack levantó la mayor cantidad de bolsos posibles—. No importa si me ven, ya es demasiado peso para ti —le dijo, a medida que emprendían el trayecto hacia la capilla, siguiendo los carteles que estaban en las calles.
Caminaron en silencio, ignorando la mayoría de las miradas de la gente hacia el muchacho —que solamente se había puesto una chaqueta de algodón gris, mullida pero no tan abrigada como la de Zoey— y no tardaron mucho en dejar las últimas casas atrás y entrar al camino bien señalizado, que era bastante corto y enseguida mostraba un estacionamiento. Después de pasar algunas construcciones antiguas, vieron aquello que los había llevado tan pero tan lejos: la iglesia estaba allí nomás, gótica, extraña y oscura por el paso del tiempo.
Los dos se la quedaron viendo, tratando de entender porqué la gente creía que en ese lugar había un portal mágico a otros mundos. Cranium, que se había detenido junto a ellos, olisqueó con fuerza el aire.
—Mmm, huelo muchos huesos, secos y ricos —canturreó y empezó a correr lejos. Se metió por entre una de las casitas antiguas y la capilla, rumbo al campo y al bosque, y los dos salieron corriendo detrás de él.
—¡Cra! —gritó Zoey, intuyendo que debía haber algún cementerio por allí detrás. Zack soltó una maldición y echó un conjuro de invisibilidad sobre ambos. Al mismo tiempo, envió otro hechizo sobre los bolsos para que flotaran cuando salió corriendo detrás de ella.
En efecto, siguieron a Cranium hasta un pequeño cementerio viejo y tétrico, más aún en ese día nublado. El animalito pegaba la nariz a las tumbas y murmuraba, bastante confundido con la cantidad de tierra que lo separaban de su comida favorita. Cuando Zoey se detuvo, agitada, él clavaba el hocico en la tierra.
—Cra —le dijo, respirando con dificultad. Se le había enfriado todavía más la nariz y las orejas y el aire congelado le hacía picar la garganta—. Los huesos están muy abajo, no al alcance. No puedes... simplemente sacarlos.
Zack suspiró, a su lado, pensando lo mismo que ella. No sería nada agradable verlo y tampoco podían permitirle profanar tumbas así.
—Bueno... —dijo el muchacho, rascándose la frente—. Creo que muchas de estas tumbas tienen décadas y décadas. Podríamos dejarlo buscar algo. El pobre nos ha seguido por días —añadió, hasta conmovido por el gemido triste que lanzó el perro del inframundo.
Zoey arrugó la nariz.
—No hablas en serio, ¿o sí?
—Podemos dejarlo un rato, con estas tumbas de aquí, mientras nosotros vamos a la visita, guiada. ¿No te parece que lo merece? Se ha portado super bien en este mundo.
Tenía razón. Cranium incluso estaba esperando su permiso para ponerse a cavar. Ella realmente no quería saber cómo iba a sacar los huesos de ahí abajo y en verdad... prefería no verlo. Aceptó, porque también sintió ternura y pena por el pobre animalito desesperado por un almuerzo, y se ajustó la mochila azul al hombro.
—Dejemos los bolsos aquí, con él, mientras vamos a la visita —sugirió, entonces.
Zack le sonrió y acomodó todas las maletas contra una lápida alta. Rectificó el hechizo, la ilusión, sobre Cra y sus cosas, y los dos le dieron solo una orden:
—No todas las tumbas, ¿sí? Contrólate.
Volvieron a la calle principal, rodeando la iglesia y concentrándose en la puerta, donde un grupo de turistas se preparaba y una guía, una mujer rubia con un gorro de lana, repartía folletos.
—Don't take pictures, please.
Aceptaron los folletos y Zoey lo giró para un lado y para el otro. Entendía bastante inglés, pero no todo eso. Zack lo ojeó, también, crítico, y luego se inclinó hacia ella.
—Habrá cuadros y cosas así, supongo. Por el flash de las cámaras... ¿no?
Ella se encogió de hombros. La guía empezó a hablar y para los dos fue difícil seguirle el ritmo. Iba bastante rápido y decía fechas y nombres propios. Supusieron que estaba explicando algo de la construcción y de quién lo había ordenado y al final entendieron que más allá de un pequeño bosque, después del cementerio, había un castillo que había pertenecido al dueño de las tierras y ese tipo era quién había mandando a construir la capilla.
Luego, la mujer los guió dentro. La iglesia no era tan chiquita como parecía en las fotos y estaba firmemente trabajada en cada una de sus columnas y en los arcos. Miraron asombrados, sin saber qué buscar entre todo eso. Había demasiadas cosas talladas y señalizadas en forma de arte y decoración que cualquier cosa podía significar algo.
Se quedaron hasta el final del grupo, mirando las puertas, tratando de encontrar algún símbolo en particular, alguna letra del idioma de la logia, que evidenciara una conexión, pero solamente podían boquear como peces.
—Es... wow, que sí tuvieron trabajo —comentó Zack—. Mira esas molduras.
Zoey se encogió. Entre todos los dibujos en los arcos y en cada moldura, algunos relieves parecían caras de bebés enojados y arrepollados, peor que Mateo cuando recién había nacido.
—¿Por qué pusieron eso? —preguntó, al aire.
—No sé, quizás son demonios.
—¿En una iglesia? —replicó ella, haciendo una mueca de desagrado.
—Es que mira —Zack señaló el techo, hacia uno de los arcos—: todo aquí tiene dibujitos, hasta los cuadrados esos que sobresalen.
Cada arco tenía tallados unos cubos, un extraño relieve que sobresalía en pequeños cuadrados con dibujos, a su vez, en su interior. Si tenían un verdadero significado, parecía que hasta la guía lo desconocía, porque ella seguía hablando de hechos históricos.
—¿Por qué la gente cree que aquí hay un portal? —preguntó Zoey, entonces, siguiendo al grupo por entre los bancos de madera—. ¿Solo porque han visto ovnis?
Según internet, Rosslyn era un punto energético que los extraterrestres usaban para trasladarse en el espacio. Muchos otros creían que el portal no tenía nada que ver con alienígenas, sino con explicaciones más religiosas y centradas en leyendas míticas, como la localización del Santo Grial y del Arca de la alianza. Jessica les había puntuado todo eso cuando les comentó del lugar y ellos mismos leyeron, más tarde, que se creía que existía una cripta bajo la capilla donde estaba el gran tesoro templario.
—Deberíamos intentar preguntarle... —sugirió Zack, cuando avanzaron más y la guía empezó a señalar las columnas. En ese momento, Zoey tropezó con un banco y le apretó el brazo—. ¿Qué?
Pero ella no le contestó, se limitó a señalar uno de los pilares, él misma que la guía estaba describiendo. Era totalmente diferente a todas las demás y Zoey ya lo había visto antes. Allí estaba la prueba que habían estado buscando de que Rosslyn sí tenía relación con el otro mundo: la columna en cuestión era idéntica a una que había visto en él, en la primera ciudad que habían atravesado entre las sombras. Tenía la misma forma, la misma calidad de la piedra trabajada con finura, con grandes cintas adornadas y talladas que parecían envolver el tronco de roca. Jamás podría olvidar un trabajo así de hermoso.
Se quedaron callados, mientras la guía hablaba sin parar y Zack no entendía ni un pepino. Zoey le quitó el folleto de las manos, lo abrió y encontró la fotografía del pilar.
—¿Qué dice sobre eso? —le preguntó, apuntándola con el dedo.
—No sé, intento entender qué está diciendo ella —dijo Zack, ojeándolo—. Habla de que el pilar lo hizo un aprendiz, creo. Y que el maestro se enojó y lo mató.
Zoey se irguió.
—¿Qué?
—¿Qué tiene la columna? —inquirió él, a su vez.
Ella se pasó las manos por la cara, bastante alterada de golpe, aunque no pudo darse cuenta de ello.
—Vi una igual en el otro mundo, en la primera ciudad tras el portal del Fuerte Argentino —dijo.
Zack dejó caer la mandíbula.Se giró hacia el pilar y luego hacia ella, sorprendido. Pero, antes depreguntar si estaba segura, le puso las manos en los hombros.
—Hey, ¿qué pasa? ¿Estás bien? —le dijo él.
Zoey asintió, pero estaba temblando. Apretó los labios, confundida por la pregunta, pero no dijo nada. Tomó aire y optó por saldar su curiosidad. Se liberó de las manos de su compañero y se metió por entre medio de la gente para llegar al pilar. Más de cerca, menos dudas tenía de que era igual al que había visto, pero no podía afirmar que hubiese un portal solo por eso. Había una relación, pero cuál era... Podía tener miles de conjeturas.
Cuando el grupo se alejó para ver otra cosa, Zack llegó hasta ella y le susurró al oído que cambiará la expresión de la cara, porque estaba pálida y empezaban a mirarla raro.
—¿Eh? ¿Por qué?
—Estás como... muy alterada —le dijo él, tocándole el rostro—. ¿Por qué estás tan asustada?
Trató de enfocarse para entender qué era lo que le pasaba. Solo cuando se lo mencionó se dio cuenta de que de verdad estaba muy nerviosa. Cerró los ojos y entonces comprendió que la ansiedad que sentía no era de ella, era de alguien más. Agarró el brazo de Zack, que seguía con la mano en su rostro, tratando de calmarla, y abrió los ojos, abrumada.
—Creo que es el dije, es como si... después de todos estos días, estuviera tratando de decirme algo.
Entonces, en ese mismo momento, le pareció oír una melodía. Había música que provenía de otro tiempo, propia de un recuerdo que no era suyo. Le llegó por todas partes a la vez, deslizándose por entre las columnas y los arcos, enredándose con colores entre los relieves que sobresalían del techo. Miró hacia arriba, sorprendida de poder notarlo, de ver las formas y los brillos de una magia antigua. Con la boca abierta, suspiró maravillada.
—¿Lo ves? —le dijo a Zackary, pero él observó el techo con el ceño fruncido.
—¿Ver qué? ¿Los símbolos...? —Él se calló la boca, entrecerró los ojos, ignorando la visión en tiempo real que Zoey tenía, y estiró una mano hacia el inicio del arco, aquel que salía del pilar del aprendiz, el diferente al resto—. Una flor de Lis —murmuró, notándola entre los tallados.
Justo cuando lo dijo, Zoey notó como la melodía de colores se centraba en esa forma. Había una flor esculpida entre tanto arabesco sin sentido y le pareció que tenía toda la lógica del mundo, irónicamente. El sonido bajó por la columna, materializándose con suavidad cerca de ellos, deslizándose por las talladuras que envolvían el pilar de piedra.
—¿Qué es lo que estás viendo? —preguntó él, cuando notó que ella bajaba la vista hasta la base de la columna, pero Zoey estaba tan ensimismada con lo que percibía que no supo responderle.
La visión se detuvo en los dibujos de la base, en algo labrado allí que parecía una serpiente. Se agachó, dispuesta a tocarlo, sin importar que se pudiera o no. Puso un dedo en la roca en el mismo instante en que la visión del pasado se desvaneció y los sonidos se esfumaron.
—El portal... debe estar aquí —murmuró, saliendo también de su fascinación. Por alguna razón, se había calmado. Ya no sentía ansiedad.
—¿Aquí... en la columna?
—Eso... eso vi —contestó, irguiéndose.
La guía notó entonces que estaban tocando la columna y les llamó la atención, pero ellos la ignoraron, porque Cranium entró corriendo por las puertas de la iglesia, a la vista de todo el mundo, sin el hechizo que Zack había dejado sobre él. La gente empezó a gritar y Zoey lo observó con horror.
—¡Lapis Exilis! —chillaba el animal, aterrado. Ninguno de los dos entendió por qué, hasta que, segundos después, una forma oscura, alta y espantosa para cualquier mortal se apareció en la entrada.
Zoey sintió como el estómago se le retorcía. Toda la ansiedad que había sentido antes sin explicación volvió, junto con muchísimo miedo. Peat no los buscó con la mirada, ya sabía dónde estaban.
—¡Carajo! —llegó a gritar Zack, poniendo un escudo delante de ellos y empujándola al suelo. Un momento después, uno de los bancos de madera de la iglesia, entre ellos y Peat, estalló en miles de pedazos.
Los gritos de los turistas fue lo único que ella pudo escuchar mientras se arrastraba por el suelo, con Cranium pegado a ella, temblando sin parar. Luego, entre tanto desastre y desesperación, pudo oír la risa espeluznante de Peat, que estaba encantado de encontrarlos.
—Esto les pasa por haber estado chismoseando con Jessica —les contó, justo cuando Zoey se asomaba por entre un asiento que seguía entero. Sus ojos se encontraron y ella pudo notar la rabia de la última vez, encendida en sus orbes violetas y más viva que nunca. En ese mismo momento, lanzo una bola de fuego directo a su cara.
Antes de que Zack pudiera preverlo, Zoey estiró ambas manos hacia delante. Su escudo se materializó a mitad de la capilla, muchos más allá del pequeño escudo del muchacho, y el fuego del demonio se estrelló contra la pared luminosa, impenetrable, que se disolvió apenas un segundo después, porque ella no era capaz aún de mantenerla más tiempo contra semejante poder.
—Eso —le dijo Zackary, alcanzándola y tratando de ayudarla a levantarse del suelo, en medio del desastre. Entre todos esos ataques, se habían alejado casi dos metros de la columna y ella no dejaba de mirarla con ansiedad, dando cuenta de que la distancia que los separaba podía ser fatal—. Zoey, háblame.
—¡Yo ya no tengo ganas de jugar! —gruñó Peat, destilando poder por todos sus poros, antes de que Zoey pudiera responder.
Algo estalló del otro lado del recinto y muchos gritos se apagaron de golpe. Varios bancos volaron por los aires, encontrándose con su campo de fuerza en el camino, y Zoey se aferró a Zack cuando un cuerpo inerte golpeó contra una columna vecina. Peat estaba matando a todos.
—Tenemos que salir de aquí, ¡ahora! —gritó él, mirando como el cuerpo del turista caía al suelo.
—¡La columna! —le indicó ella, con total seguridad. Pero cuando quisieron moverse hacia ella, Peat concentró un ataque que el escudo de Zack no pudo resistir y, entonces, su hechizo tuvo un camino libre hacia ellos—. ¡No!
Zoey se encogió contra Zackary, pensando que moriría allí mismo. Pero, un segundo después, levantó el rostro al notar que nada le dolía, evidencia de que estaba bien. Frente a ellos, protegiéndolos, somo si fuese una burbuja, estaba su propio campo de fuerza. Fuera, Peat seguía lanzando magia de todo tipo contra sus paredes blindadas, acercándose cada vez más y más, destruyendo todo lo que quedaba en su camino. Esta vez, sí había resistido y ella no notaba más que unos temblores en su cuerpo cada vez que el escudo era golpeado.
Cranium, que todavía seguía a los pies de Zoey, logró aferrarse a su pierna con ambas patas, sin parar de temblar.
—¡Lapis Exilis, irnos!
—No puede con tu magia —murmuró Zack, señalando a Peat y todos sus intentos por destruirlos. Ella asintió, apretando los labios. Se daba cuenta de ello.
—Hay que llegar a la columna —le dijo, girándose en el suelo para ponerse de pie, pero pareció que Peat entendió lo que pretendían en ese mismo instante. En el siguiente momento en el que cruzaron miradas, supo que no iba a permitirles llegar hasta allí—. ¡NO! —chilló, cuando él levantó la mano, dispuesto a destruirla.
Zack extendió las manos hacia el demonio, lanzando hechizos para intentar enfrentarlo, pero fue en vano. Zoey corrió hacia delante, extendiendo su poder hacia la columna y, en el último instante, la protegió de la destrucción de Peat. Clavó los dedos en la piedra tallada y envió la magia del dije, de Lapis Exilis, hacia ella, recitando la profecía con todas sus fuerzas.
—¡Se acerca! —gritó Zack, que la había seguido junto con Cranium, todavía dentro del campo de fuerza que de a poco se iba ajustando solo a ellos. A pesar de que sus hechizos no funcionaban, él continuó atacando a Peat con cualquier resto de maderas y bancos que encontrara delante—. ¡Es más fuerte!
Zoey gruñó sin entender porqué la columna no abría ningún portal, tal y como ella había estado segura de que así sería. Giró brevemente la cabeza hacia Peat y tuvo realmente miedo. Podía ser que su campo de fuerza resistiera los ataques a distancia, pero si él se acercaba más, podía ser otro cuento. Era más que evidente que tenía más fuerza, que se había recuperado y había ganado poder, porque la magia de Zackary ya no servía.
Con esa muestra atroz de habilidades, Zoey sintió que no podía enfrentarse a él de ninguna manera. No estaba lista, no había mejorado tanto como él. Si se quedaba para enfrentarlo, solo moriría.
—¡ABRETE AHORA! —chilló, empujando todo su cuerpo contra la columna. Recordó cómo la magia la había recorrido en su visión, con esos colores suaves y musicales, y visualizó su propia magia actuando de la misma manera. La proyectó desde sus dedos, con todas sus fuerzas, llevándola por las cintas ornamentadas que recubrían la columna hasta abajo, hasta la serpiente, recitando una vez más la profecía en su mente—. Soy Lapis Exilis —dijo, en medio de la desesperación, si saber bien porqué lo decía en realidad—. Soy la vida eterna.
La piedra bajo sus dedos se desvaneció. Zoey cayó dentro de la columna, apenas sosteniéndose con las manos. El portal tenía de ancho lo mismo que el pilar y ella había quedado con la mitad del cuerpo del otro lado, en Rosslyn. De pronto, Cranium saltó por encima de su cabeza y, un segundo después, también entró Zack, cruzando por encima de los dos. Se frenó, se giró y la sujetó por debajo de los brazos para meterla totalmente dentro.
—¡Ciérralo!
Le dio una orden mental al portal, tal y como había hecho todas las veces anteriores. En seguida, se cerró, revelando en su lugar un pilar igual, pero más oscuro y antiguo. Todo quedó en pleno silencio y ambos jadearon, después de tanta adrenalina y pánico.
Cranium se pegó a ellos, todavía tembloroso, cuando Zack la soltó y se dejó caer a su lado. Los tres continuaron mirando la columna, sin detenerse a ver a su alrededor, compungidos y tratando de recuperarse.
—Se volvió más fuerte... en días —replicó Zack, después de unos minutos—. Mi magia no le hizo nada, mis escudos no sirvieron. ¿Qué...?
Cerró la boca, después de echarle una ojeada a la chica, que tenía todo el pelo oscuro sobre la cara. Apenas estaba siendo consciente de que habían dejado todo lo que tenían en el cementerio de Rosslyn. No tenían nada más que la mochila de Zoey y un par de sándwiches.
—En diez días también yo he avanzado, pero no así—murmuró ella, apartándose el cabello del rostro. Con el frío y todo, había transpirado y el pelo se le había pegado a la piel—. Es como si todo lo que yo hubiese mejorado él lo hubiese replicado.
—Pero no pudo romper tus escudos.
—Porque estaba lejos. Si hubiésemos tardado más, quizás de cerca sí hubiese podido romperlos.
Los dos miraron la columna una vez más. Aún así, con todo eso, Zoey sabía que todos sus escudos se habían disuelto una vez cerró el portal. Su magia había dejado de funcionar en Rosslyn, aun cuando no pudiera verlo para comprobarlo. Y sí Peat no estaba ya mismo junto ellos, solo se debía a lo que siempre habían creído: él no podía seguirlos a ese mundo.
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