capítulo 1
"Una nueva escuela, una nueva vida", no había frase más sobrevalorada que aquella. Era una nueva escuela, no eran habilidades sociales nuevas o lo que sea.
Sus padres la veían infeliz en su anterior colegio y la habían cambiado ¿infeliz? Que no tenga amigos no significaba que fuera infeliz. Estaba en ese colegio desde salita de cuatro, conocía a todos los profesores y era querida por todos ellos. Hasta conocia a muchos del secundario por su madre, quien trabajaba en el colegio hace más de 20 años. Ese colegio era su vida, era la mejor alumna de la clase y la favorita de los profesores. Una excelente memoria y un carisma que hacía sonreír hasta al profesor más amargo. Desarrollando sus habilidades en la escritura desde pequeña, estaba escribiendo un cuento en alemán para un proyecto que terminaría ese año. Todo eso arruinado por culpa de la maravillosa idea de sus padres. Y como su tío era amigo de la directora del nuevo colegio no les costó ni a ella, su hermano ni su primo encabezar la lista para entrar en la escuela.
Ese nuevo lugar significaba muchos cambios para Jane. En primer lugar y más importante perdía su actividad extra curricular favorita que ofrecía su anterior colegio: el ajedrez. Lo había jugado desde chica y lo amaba. Era muy buena. Y odiaba que le hayan sacado eso. Sus estudios de alemán no le preocupaban porque era la mejor de su clase y su madre había prometido enseñarle en casa. Y también todos los profesores le habían dicho que podría visitarlos cuando quieran, era muy querida por todos los profesores y directivos.
De sus compañeros no podía decir lo mismo, nunca había hablado con nadie lo suficiente para decir que los consideraba amigos, excepto con dos compañeras que la usaban solo por su inteligencia. Todos se burlaban de ella y solía meterse en discusiones muy a menudo con sus compañeros. Pero era feliz. Cuando se enteró estuvo pataleando y suplicándole a sus padres para que la dejen quedarse, pero fue inútil. Se despediría de su vida.
"Y encima en un colegio católico" eran los pensamientos de la pelirroja mientras se vestía aquella mañana para su primer día de clases. Eran las siete y cuarto de la mañana y solo por ese día ella empezaba 8.35 y terminaba 11.35, pero se tenía que bañar, vestir y poner el uniforme. A las 8.20 su padre la dejó en la puerta del colegio en dónde había un montón de chicos saludándose y abrazándose después de un verano sin verse. En la entrada se encontró con una cara conocida y se acercó, era Malen. Una ex compañera suya del colegio.
—Uh, hola Malen—saludó Jane con incomodidad, nunca habían hablado mucho.
—Hola Jane—saludó Malen, pero después siguió conversando con un chico rubio que le sonaba de algún lado.
Cuando se abrieron las puertas tuvo una visión del colegio: las canchas de futbol. Y había una especie de parabólico raro. Se puso en una esquina con el celular a jugar unas partidas de ajedrez online cuando sonó el timbre. Como no tenía ni idea a dónde ir se puso con un curso que supuso que eran de primer año.
—Bienvenidos a todos a un nuevo año en el Instituto Ave María. Sobre todo, les doy la bienvenida a los alumnos de primer año, quiénes se incorporarán al nivel secundario por primera vez—dijo Marita, la mujer que era amiga del tío de Jane y la directora del colegio—. Ahora vamos a poner este nuevo año escolar y todo lo que cada uno tenga en lo más profundo de su corazón en manos del señor.
Todo se sumió en un silencio, solo se escuchaban las señales de la cruz. Y después a todos los alumnos y profesores recitando el "Ave María". La familia de Jane nunca había sido católica, pero ella había tomado medio año de Catequesis en una parroquia para conocer más de la historia sobre Jesús porque le interesaba mucho la historia de Jesús desde siempre. Cuando terminó la oración la directora empezó a nombrar los cursos. Se fue con "primero b", en el que se puso Malen. Pero cuando terminaron de tomar lista se dio cuenta que tenía que estar en el otro curso. Y cuando entro vio que tenía dos lugares libres: del lado de la puerta en el primer banco había una chica rubia de ojos celestes y en la fila de al lado también en el primer banco había una chica que parecía muy sola. La pelirroja por instinto se fue a sentar con la castaña. En eso entró la preceptora y se presentó como Gilda. Tomó lista y a Jane le pareció escuchar Rodrigo Bennet, pero negó. Era imposible que le haya tocado compartir aula con aquel ser.
Para su suerte su compañera de banco no resultó ser muy conversadora, cuando tuvieron su primer recreo a las 9.20 bajó las escaleras y se sentó en los escalones con el celular a esperar a que toque el timbre. Y buscó entre sus contactos a quien hubiese sido su profesora de Lengua ese año si se hubiese quedado y con quien había escrito varios cuentos el año anterior.
Tú: hola profe ¿cómo estás?
Jane suspiró. Sabía que no tenía caso esperar una respuesta porque Sandra ya debía de estar en clases. Revisó sus contactos y ahí vio entre ellos a Cloe y a Lara. Sus ex mejores amigas, las que fueron compañeras suyas durante la mayor parte de su vida. Sandra era la profesora con la que mejor se llevaba. Con ella había tomado clases avanzadas de Lengua y Literatura en su anterior colegio y era su confidente.
Y después estaba su mejor amiga virtual, Marta, quién vivía cerca (o al menos en su mismo país) pero nunca supo dónde, solo sabía que era en CABA. Y que era un año menor que ella.
Tenía un par más de amigas virtuales con las que no se hablaba mucho. Con quien más se hablaba era con Marta. Pero su amiga tenía que estar en clase. Y ella tendría clases hasta las 14.50 todos los días, a excepción de los miércoles que salía 11.35 y de los días que tenían Educación física.
Cuando sonó el timbre volvió al aula y se sentó en su lugar. Los discursos habían terminado, pero no iban a hacer nada, asique no dudó en ponerse sus auriculares y escuchar música, su adicción secreta: los raps frikis de anime.
Lo que más le gustaba de este colegio por ahora eran dos cosas: que su compañera no haya intentado formar vínculo con ella y el uniforme, era azul y muy hermoso. Como era primero de marzo todavía hacía calor, así que la mayoría de las chicas llevaban pollera.
Cuando sonó el timbre agarró su mochila de Slytherin y salió al portón de donde había entrado. Su casa estaba a unas 20 cuadras, pero en la esquina del colegio había una parada de colectivo que la dejaba a dos cuadras de su casa. Esperó unos minutos en la parada y se subió, para su suerte estaba vacío y se sentó en un asiento después de marcar la parada y pagar con la sube. Cuando estaban por llegar se paró y bajó del colectivo tras saludar al colectivero. Caminó dos cuadras derechas y llegó a su casa. Sacó las llaves y entró a su casa.
Dejó las llaves en la caja del mueble del pasillo y tiró su mochila en el sillón Dejó las llaves en la caja del mueble del pasillo y tiró su mochila en el sillón. Acarició a su gato Percy, quien estaba durmiendo el sillón como un rey.
Subió las escaleras al segundo piso, que consistía de dos habitaciones y un baño. Y era completamente suyo porque sus padres se habían hartado de que su hija se la pase hasta cualquier hora de la noche leyendo, estudiando o escribiendo. El segundo piso había sido construido exclusivamente para ella debido a que su fallecida abuela le había dejado gran parte de su dinero. Su abuelo le había hecho una tarjeta de crédito con lo que había quedado después de la construcción y a la que iban a parar todos los ahorros de la familia para la ambición de la chica: hacer una fiesta de quince y a la vez irse de viaje a Europa a Alemania y a Londres, haciendo paso por Polonia.
Era una aficionada a la historia, sobre todo a la historia del Holocausto. Durante toda su vida había escuchado la historia de los derrotados, la de Alemania de la posguerra debido a que se había educado en un colegio alemán en donde se celebraba todos los años la caída del muro de Berlín. Ya en su cuarto entró a su celular y abrió el chat de su familia.
Tú: ya llegué
Flor (mamá): Bien. ¿Como te fue? ¿Hiciste algún amigo?
Tú: No tengo ganas de hablar de eso mamá
Papi: Nos vemos a la noche y nos contás como te fue
Tú: ok
Se desconectó ¿por qué tenían que ser tan pesados con que socialice? Estaba bien sin hablar con nadie, revisó los otros chats esperando que la profe Sandra le haya contestado, pero no. En cambio, se encontró con que la habían agregado al grupo de compañeros de su nuevo colegio. Buscó entre los participantes y creyó encontrar el contacto de su compañera de banco, lo único que sabía era que se llamaba Daniela. La agendó como “Daniela, compañera de banco“ su intención al día siguiente era hablar con ella.
Su madre iba a llegar a la una para hacerle la comida, por lo que tenía una hora y media para leer su nueva adquisición, que fue el regalo de despedida por parte de su profesora de alemán del año anterior, Rocío. Aquel libro era un clásico alemán: Pipi Langstrmpf. En cuarto grado habían visto algunos capítulos de la serie en YouTube mientras hacían el Atvenskalender, o en castellano calendario de adviento.
Y Jane había mostrado un entusiasmo por esa serie, tanto que los profesores de alemán le habían prometido que cuando termine la primaria y si le tocaba llegar y entregar la bandera tanto en quinto como en sexto grado le iban a comprar el libro. Y lo había logrado, tras pelear mucho por aquel título con su mayor rival logró conseguir las dos banderas alemanas tanto en quinto como en sexto año. Empezó a leer aquel libro, su preciado libro que había esperado tanto para tener en sus manos. En las vacaciones de verano había estado ocupada con las construcciones del segundo piso que ella misma había financiado con parte de la herencia de su fallecida abuela.
Solamente dejó de leer en el sillón de su cuarto cuando escuchó el tintineo de las llaves de su casa y por la ventana vio a su madre entrando a la casa. Bajó las escaleras casi corriendo y se encontró con su madre dejando las cosas en el sillón de su casa.
―Hola mamá―saludó la chica
―Hallo Jane. Wie get es dir? ―la saludó su madre con su cabello pelirrojo atado en una colita alta
Jane había heredado el cabello de su madre y los ojos de su abuela materna, de la que era idéntica con excepción de su cabello, heredado de su madr
―Hallo mutty, ich bin gut. ¿Und dir? ―preguntó con elegancia la chica mientras sacaba las cosas del mueble, primero dos manteles individuales en la mesa y después sacó los platos de otra de las puertas y los puso además de los cubiertos.
Su mamá diez minutos después le sirvió dos milanesas de sojas con queso derretido y jamón arriba. Además, puso en la mesa un bol con ensalada de zanahoria. Comieron mientras que Jane le preguntaba a su madre como iba la escuela. Y ella le contó que los profesores de alemán le mandaban saludos, lo que alegró mucho a la joven.
―Yo también los quiero, mándales saludos de mi parte―le dijo con una sonrisa enorme la chica.
Terminaron de comer y Jane levantó la mesa. Su madre se tenía que ir a la facultad, regresaría como a las cinco de la tarde, Su madre se despidió de ella y después salió de la casa con dirección a la facultad, no sin antes pasar por la cochera para buscar el auto. Y Jane se volvió a quedar sola, se sentó al lado de Percy y prendió la tele. Le tocaba ver su serie favorita “Doctor House, diagnostico medico”, iba por la sexta temporada y eran ocho. Le encantaba esa serie. Su hermano se iba a ir a lo de su primo hasta las ocho que lo pasaban a buscar para ir a comer por el cumpleaños de su papá. No se levantó del sillón excepto una vez que fue a buscar plata a su cuarto y fue al supermercado a dos cuadras de su casa para ir llenando sus dulces para emergencias, que había usado toda su reserva en las vacaciones, compró unos diez paquetes de chicles de menta y paquetes de gomitas. Suspiró, esos ya eran cinco mil de los diez mil pesos que le había dado su abuelo para empezar las clases, su otro abuelo y su abuela le habían dado quince mil pesos cada uno ya que estaban divorciados, aunque mantenían una muy buena relación.
Se apresuró a volver a su casa porque no la dejaban salir cuando no había nadie en casa. Entró y pasó el resto de la tarde tirada en el sillón chateando con Marta.
Tú: Hola Mar
Mar de mi corazón: Holaaa
Mar de mi corazón: ¿cómo te fue en tu primer día de clases?
Tú: Bien, y a vos?
Mar de mi corazón: bien. ¿Ya terminaste de preparar el regalo para tu padre?
Tú: Sí, lo terminé de hacer ayer, estoy viendo House.
Mar de mi corazón: genial, yo todavía no la vi, es que tengo mucha tarea
Tú: Yo tdv no me hablé con nadie, pero tengo en la vista a mi compañera de banco para hablar con ella.
Mar de mi corazón: ¿y? ¿Como es?
Tú: es callada
Y eso para ella era muy importante porque todavía no estaba muy lista para socializar, aunque aquello sea su meta principal para ese año. Esa era la razón por la que su objetivo era por lo menos hablar con su compañera de banco. Pretender ser su amiga ya era demasiado exagerado.
Escuchó como las llaves abrían la puerta y minutos después apareció por la puerta su padre.
—Hola hija—la saludó mientras iba a la cocina y abría la heladera—. ¿Ya comiste?
—Hola pa, sí. Mamá te dejó una milanesa de soja, solo hay que calentarlo en el microondas—dijo Jane sin despegar la vista de la tele señalando vagamente el microondas.
—Lo calentás y me lo llevás a mi cuarto? Me tengo que meter a atender—pidió saliendo de la cocina hasta el cuarto, en dónde tenía un escritorio y atendía virtualmente.
Su padre era psicólogo y su madre, como ya se mencionó, es profesora de alemán en su anterior colegio. El resto de la tarde estuvo tranquila, a las siete de la tarde, Jane se fue a bañar y a vestir. Se puso un vestido clarito corto, un abrigo elegante del mismo color y unas zapatillas blancas. Se hizo una colita alta con el cabello tan corto como lo tenía y fue al cuarto de su hermano y abrió el placar en la parte de los juegos y en la que su madre guardaba sus vestidos y alguna de sus carteras. Agarró la que más le combinaba y ahí puso su celular y un espejito de mano.
Esperó con paciencia que su padre saliera de atender, mientras tanto su madre entró, se bañó y se vistió con algo que había sacado antes de su armario. A las ocho su padre salió de atender y de camino al restaurante pasaron a buscar a su hermano a la casa de sus tíos. Entraron a la misma y su padre recibió abrazos y el regalo por parte de sus tíos y sus primos. Sus tíos, Franco y Virginia, tenían dos hijos: su primo Lucas y su prima Emilia. Lucas tenía la edad de su hermano mientras que Emi estaba empezando su primer año de primaria. Ella era la única de los cuatro primos que todavía estaba en el anterior colegio de los chicos, al igual que las otras primas de Jane y Manuel.
La familia se dirigió al restaurante en auto y se sentaron en la mesa, vino un mozo y les trajo las cartas, unos pedazos de pan en una canasta y una lata de paté como de picadita.
—Que van a pedir? —preguntó su madre con la carta en la mano.
—Pasta con salsa blanca y una picada grande para los cuatro—dijo la pelirroja dejando la carta sobre la mesa.
—Milanesas a caballo con papas fritas—dijo Manuel también dejando la carta sobre la mesa.
Sus padres se pusieron a ver el menú y a conversar sobre las diferentes ensaladas y las cosas que pedirían mientras Jane y su hermano jugaban a un partido de ajedrez con el tablero virtual.
—Ya saben que quieren pedir? —preguntó la moza volviendo a la mesa.
Todos dijeron lo que querían y también pidieron las bebidas, cuando se fue la mesera empezó el interrogatorio, por decirlo de alguna manera, sobre como les había ido en el colegio. Jane evitó responder las preguntas y cuando lo hizo, fue cortante y respondió con monosílabos. En verdad no quería hablar con su familia sobre cosas del colegio ni de sus amistades, ya estaba muy de malhumor porque la hayan cambiado de colegio para generar una nueva pelea con sus padres. La moza llegó con la picada, una picada enorme con salames, jamón, queso chédar, chipas y otras cosas. La picada transcurrió entre risas y otras cosas, la camarera llegó a retirar los platos y las cosas de la picada, y poco después volvió con la comida de cada uno.
Jane amaba las pastas, era lo único que se pedía en los restaurantes además de pedir milanesas con papas fritas al igual que su hermano. El resto de la comida siguió entre charlas de las vacaciones y otras cosas. Se sacaron algunas fotos (cosa que a Jane y a Manuel no le gusta nada, pero su madre los obligó) y pidieron la cuenta después de terminar de comer y charlar un rato.
La cuenta llegó y volvieron a casa para pasar su segundo día de clases. Ya en su habitación, Jane agarró su celular y abrió WhatsApp, se encontró con un mensaje de su profe.
Profe San: Hola Jane, perdón por responderte tan tarde, estuve un evento
Tú: hola profe, yo acabo de volver del cumpleaños de mi papá.
Profe Sandra: hablamos maña después del colegio, buenas noches Jane
Tú: buenas noches profe
Dejó su celular cargando y agarró el libro de Pipi Langstrmpf para seguir leyéndolo, ya iba por la mitad del libro. Jane leía rápido y tenía la mayoría de los libros de su biblioteca ya leídos, aprendidos de memoria y resumidos en un par de hojas que están dentro de cada libro, lo que es una reseña de dos carillas a doble faz. Después de unas tres horas, como a las cuatro de la mañana, terminó de leer el libro y lo dejó sobre su mesita de luz..
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