6. LAS PARTITURAS DE PIANO (1° parte)
La tarde transcurrió con mucho movimiento de personas que entraban al negocio, algunos de los cuales solamente querían ver los artículos por simple curiosidad, otros simplemente para pasar un rato allí mientras se distraían, había quienes consultaban por algún artículo en especial que no se encontraba en exhibición, y otros decididamente venían a comprar algún objeto que ya habían visto días anteriores. Paulo no supo explicarse por qué continuaba a pensar en las partituras de piano que había encontrado esparcidas por el suelo en la habitación de su abuelo. Había algo que lo inquietaba pero no sabía que era realmente. No le encontraba el sentido a esa sensación de incomodidad que se estaba apoderando de él.
A media tarde la actividad del negocio se hizo menos fluída, por lo que decidió ver si en la oficina había algún tipo de documentación que indicase el origen de las partituras, ya que su abuelo había llevado un registro muy riguroso de todos los objetos que estaban a la venta en el negocio desde el primer día de su inauguración.
Primero buscó en los archivos generales del negocio,pero luego de revisar todos los libros donde estaban asentadas las compras de los objetos para el negocio no pudo encontrar nada, ninguna pista sobre el origen. Como era posible que su abuelo hubiese comprado las partituras sin registrar la fecha de compra, el origen y el precio pagado por ellas. Eso nunca había sucedido. De pronto se acordó del piano que estaba en la casa, más precisamente en la sala, en un ángulo cerca de la ventana que daba al patio de invierno. Ese siempre había sido el lugar más acogedor de la casa, con mucho sol y bellas flores las cuales donaban su exquisito aroma tanto en primavera-verano como en otoño-invierno. Ahora Paulo también se preguntaba por qué su abuelo lo había conservado por tanto tiempo en su casa, si nunca había aprendido a tocar el piano. -Posiblemente hay una relación entre las partituras y el piano que está en la casa del abuelo - pensó.
- Debo llegar al fondo de este misterio -se dijo a si mismo.
Y mientras todos esos pensamientos continuaban dando vueltas en su cabeza, se dio cuenta que ya estaba anocheciendo y había llegado la hora del cierre del negocio. Mientras estaba terminando de ordenar algunas cosas ya reparadas y otras nuevas para la venta del día siguiente, el sonido de mensajes en su celular lo distrajo de sus tareas. Los mismos eran del grupo de amigos, donde comentaban que Mara había regresado a la ciudad, después de estar dos años en el exterior por un curso de perfeccionamiento. El cual luego se transformó en una estadía permanente como integrante de una orquesta sinfónica. Todos la habían extrañado por lo que querían volver a reunirse y organizarle una fiesta sorpresa para darle la bienvenida a la ciudad. De pronto los mensajes empezaron a llegar como una catarata, todos querían organizar algo distinto pero no se ponían de acuerdo entre salir a cenar todos juntos, otros proponían una reunión en la casa de campo que tenía pileta para aprovechar el calor de la primavera, otros ir a bailar y así los mensajes iban y venían sin llegar a ningún acuerdo entre ellos.
Paulo y Mara habían sido novios por un par de años. Cuando ella recibió la beca de estudio para viajar a una de las mejores escuelas de música de Alemania para hacer un curso de perfeccionamiento que duraría ocho meses, ambos decidieron continuar con la relación a la distancia porque estaban muy enamorados. Una vez pasados los ocho meses del curso de perfeccionamiento,Mara recibió la propuesta de hacer una pequeña gira con la orquesta sinfónica más importante de Alemania, razón por la cual debió permanecer en ese país durante un año más. La relación a distancia entre ambos comenzó a hacerse más complicada, ya que ella antes de la gira tenía que dedicarle mucho tiempo a los ensayos y ya no disponía de tiempo para regresar al menos un par de veces antes del comienzo de la misma por los muchos compromisos que había asumido y que no podía dejar de cumplir. Tampoco disponía de tiempo suficiente por lo cual las llamadas por teléfono de fueron haciendo cada vez más distanciadas, ya que debía dedicarse de lleno a los ensayos de la orquesta los cuales eran muy agotadores. Por eso entre ambos decidieron ponerle fin a la relación , para que cada uno pudiera seguir adelante con su vida.
-Seguro que estarán mucho tiempo para ponerse de acuerdo -pensó Paulo mientras guardaba el celular en el bolsillo trasero del pantalón y se dirigía a apagar la última luz de la sala, para salir y cerrar el negocio.
Como todas las tardes desde hacía un par de semanas, pasó por la heladería. Se sentó en una de las mesas de la vereda mientras saboreaba el exquisito sabor del chocolate. -Tiene que haber una forma de averiguar algo sobre las partituras -pensó -Tendría que ver donde fueron impresas, si tienen alguna fecha ó la melodía que hay en ellas, por algún lado tengo que empezar a buscar.
Y fue con ese pensamiento que caminó el trayecto que lo separaba de la heladería a su casa. Cuando llegó distraído, vio que algunas de las luces de la casa estaban encendidas. -Que extraño - se dijo a si mismo -Recuerdo que esta mañana estaba todo en orden, no dejé ninguna luz encendida.
Con muchas dudas siguió caminando hasta la puerta de entrada cuando escuchó una risa familiar y se dio cuenta que era su madre. Apenas abrió la puerta de entrada la vio sentada en el sofá de la sala charlando amablemente con su padre.
-¡Sorpresa! - gritaron ambos y Paulo quedó más que sorprendido.
-¿Ustedes dos me quieren matar de un susto verdad? - les dijo en tono jocoso.
-Queríamos darte una sorpresa, ya que hace tanto que no nos vemos. Trajimos tu comida favorita: Lasagna. -
-Me da gusto que hayan venido, es una hermosa sorpresa. - Dijo mientras le daba un beso y un abrazo muy fuerte a cada uno de ellos.
-Ustedes dos por favor pongan la mesa, que yo voy a ver si la lasagna ya está lo suficientemente caliente para servirla - dijo su madre mientras se dirigía a la cocina.
Paulo y su padre comenzaron a ordenar todo sobre la mesa, una vez que terminaron, llegó su madre de la cocina con la lasagna lista.
Comenzaron a cenar y a charlar de cosas superficiales primero y después de como iba el negocio, si se estaban vendiendo los artículos ó no, si pensaba adquirir nuevos artículos o por el momento se encargaría de vender solo lo que había en el inventario.
Todo iba de maravillas hasta que la madre de Paulo preguntó si se había enterado que Mara había vuelto a la ciudad. Él le respondió que lo sabía si bien no había sido ella misma en enviarle el mensaje para avisarle que volvía. De todas formas ya no tenían relación y no tenía obligación alguna de contarle lo que hacía.
Como ya habían terminado de cenar, Paulo y su padre se dirigieron al jardín de la casa para disfrutar de una fresca brisa.
Fue allí que el padre de Paulo notó que su hijo tenía cierta mirada de preocupación.
- Ocurre algo hijo, pues te veo algo preocupado.
- Es que estoy con mucho trabajo y además extraño mucho al abuelo
- Te comprendo, yo también lo extraño.
- Papá hay algo que quisiera preguntarte es que si sabes por qué el abuelo tenía este piano en casa, si nunca aprendió como tocarlo.
-Creo que hay una historia sobre ese piano, pero que nunca me contó, y yo nunca insistí para que lo hiciera. - contestó su padre, tratando de esconder una mentira a medias.
-No tienes ninguna idea donde lo puedo haber comprado.
-Lo único que se es que lo heredó de su madre, y recuerdo que cuando yo era pequeño, el piano estaba en un salón de la casa de la abuela y no me dejaban acercarme a él. -le contestó el padre, mientras de acariciaba el mentón, como queriendo recordar algo más que pudiera informarle a su hijo. -Que yo me acuerde, la abuela tampoco sabía tocar el piano. Que extraño ahora que lo pienso, porqué conservar un piano tanto tiempo en lugar de venderlo. -dándose cuenta que su propio padre nunca le había mencionado el motivo por el cual se había negado a venderlo.
Eran casi las doce de la noche, la cena con sus padres ya había terminado hacía una hora. Paulo seguía pensando en lo que le había comentado su padre: porque conservar un piano tanto tiempo y no venderlo. Ya se disponía para ir dormir, y mientras venía por el pasillo hacia su habitación, decidió entrar en la de su abuelo a retirar las partituras. Las tomó en sus manos y decidió colocarlas en el lugar donde deberían estar: sobre el piano. Levantó la tapa del piano y guio su manos sobre las teclas color marfil, mientras intentaba tocar un par de notas.
Luego fue hacia su dormitorio para bañarse e irse a dormir porque al día siguiente tenía que estar concentrado para terminar de restaurar una corona que ya estaba encargada hacia un par de semanas. Tardó un largo rato en conciliar el sueño, demasiados pensamientos no lo dejaban dormir. El regreso de Mara lo habían hecho sentir emocionado porque la volvería a ver después de tanto tiempo. A pesar de que estaban separados aún estaba enamorado de ella.
En cuanto a las partituras tenía que encontrar la forma de saber a quien habían pertenecido ,por qué su abuelo las había guardado tan celosamente y que relación había con el piano.
Eran las 3 de la mañana cuando la música suave y melodiosa de un piano llegaba a los oídos de Paulo, quien estaba entredormido. La música le despertó curiosidad porque no sabía si provenía de afuera de su casa. Un escalofrío le recorrió el cuerpo cuando realizó que podía provenir de si propia sala. _ ¿Cómo es posible? se preguntó con el corazón que le latía tan fuerte que podía oír su latido.
Tomó aire y se levantó lentamente, apoyo sus pies descalzos sobre el frío mármol y se encamino hacia la sala para ver qué ocurría.
A medida que se acercaba a la sala la tenue música se hacía más audible.
Al llegar allí miró hacia el piano y su sorpresa fue total. Sobre el taburete ubicado al lado del piano había una sombra etérea que parecía seguir los movimientos de la música sobre el teclado del piano.
Al contrario, en lugar de sentirse asustado por la situación, ésta figura parecía transmitirle serenidad como si fuera parte de él, como si lo conociera.
Esa sensación fue muy intensa y a la vez duró apenas unos instantes.
Paulo no estaba seguro si lo que acababa de ocurrir era producto de su imaginación, de su agotamiento o si realmente hacia ocurrido. Con esa sensación de incomodidad y a la vez fastidio por no saber que estaba ocurriendo en esa casa en ésas últimas semanas, volvió a la cama y trato de dormirse nuevamente, con un pensamiento que lo hacía estremecer: temía que su mente hubiese comenzado a jugarle una mala pasada.
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