Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capitulo 8.- Los tipos de traje blanco

El yate ya comenzaba a zarpar y todos sus guardias estaban en movimiento, después de acabar con el encargo de Carlos sólo había que preocuparse por dirigirse a su destino, por lo que en un momento de confusión Altamirano aprovecho de subir por la pequeña escalera y esconderse durante todo el viaje en uno de los compartimientos donde se guardaban los botes salvavidas. Serían varias horas en las que aprovecharía de descansar y prepararse para lo que venía. Por la posición del sol, el agente ya sabía que los helicópteros debían estar preparándose, que los hombres ya debían estar escuchando las instrucciones de la misión por parte de su líder, ya había pasado la posta y confiaba plenamente en las capacidades de sus compañeros. El sólo debía tener paciencia para descubrir quiénes eran esos extraños hombres de traje blanco, por lo que cerró los ojos para meditar, esperando llegar pronto a su destino.

Pasaron las horas y la noche hacía que la fiesta en Edén estuviera cada vez más descontrolada, mientras lejos de la isla el yate ya estaba recalando en su destino. Ya eran casi las cuatro de la madrugada y Capazzo con sus escuadrones de Fuerzas Especiales ya estaban sobre las Islas del archipiélago de las Guaitecas, la oscuridad dentro de los helicópteros y el silencio de los hombres que estaban callados y completamente concentrados en la misión hacía que se percibiera sólo el ruido de los rotores de ambas aeronaves. El líder de la misión iba callado sujetando un rosario en su mano, como pidiendo perdón con anticipación, por las balas que tendría que disparar desde su arma, él tenía claro que se encontrarían con complicaciones.

Mientras todos estaban en posición de alerta dentro de los helicópteros, el interior de las máquinas de guerra paso de la completa oscuridad a una tenue luz de color rojo, lo que era la señal de que estaban a tan solo tres minutos de su objetivo. Por lo mismo los agentes comenzaron a quitar los seguros de sus armas, a ajustar por última vez sus cascos y chalecos antibalas. El sitio elegido para el aterrizaje era el centro de Edén, justo al lado de donde se estaba terminando la celebración. Las máquinas bajaron rápido a tierra y los hombres, fuertemente armados, comenzaron a correr formando un perímetro que rodeaba la aldea.

Los hermanos y hermanas de la comunidad gritaban de pánico, no sabían lo que ocurría. Uno de ellos quiso huir y fue abatido por un disparo proveniente de uno de los agentes, por lo que el resto de los jóvenes se lanzaron al piso llorando y pidiendo clemencia al no saber lo que ocurría. La mayoría estaban borrachos y demasiado drogados como para intentar comunicarse con los policías.

Capazzo fue rápido en dirigir a sus hombres, los que ingresaron rápidamente a todas las casas de la aldea sacando a todo el que se encontrara dentro de ellas, fue un operativo veloz y extrañamente no habían existido enfrentamientos. El joven que había recibido el disparo del agente estaba vivo, ya que la instrucción era no tirar a matar de no ser necesario.

En menos de una hora la situación estaba contenida y los jóvenes, hombres y mujeres, fueron puestos en círculo en el medio de la aldea, todos juntos y con las manos sobre sus cabezas, mientras eran apuntados por los miembros de las Fuerzas Especiales los que con sus rifles mantenían aterrados a los muchachos.

El director de la unidad estaba preocupado por la ausencia de Altamirano, pero dejo rápidamente de pensar en él. De improviso, uno de sus hombres le pidió que lo acompañara hacia el policlínico, habían encontrado los cuerpos de las tres jóvenes asesinadas en la morgue, con solo ver el estado de los cadáveres los avezados policías no pudieron contener su rabia. Las habían asesinado a sangre fría para sacar sus bebes desde sus vientres. Lo que enloqueció a Capazzo quien sacó su pistola y salió raudo hacia donde estaban arrodillados los jóvenes, tomando a uno de ellos desde el pelo y arrastrándolo por el piso, para luego ponerle su arma en la cabeza y amenazar con asesinarlo si no le decía que mierda estaba ocurriendo en ese lugar. El joven lloraba al no entender porque lo trataban así y el resto de sus hermanos estaban al borde del colapso, por lo que pensaban que les podían hacer esos tipos armados. El crudo líder de la misión se acercó a uno de sus hombres y lo obligo a traer el cuerpo de las tres chicas asesinadas, las quería tener en medio de la plaza de la aldea, lo que hizo que seis de sus hombres corrieran hacia la morgue obedeciendo la instrucción.

Cuando los agentes pusieron frente a los jóvenes de la comunidad los cuerpos de las tres chicas fallecidas, los gritos y el pánico se apodero de los que las conocían, ellos pensaban que las chicas habían abandonado Edén y regresado a sus hogares. Algunos sin miedo a que les disparaban corrían donde ellas llorando y las abrazaban pidiendo justicia. El lugar se había tornado macabro, justo en el instante en que comenzaba una tormenta que haría más cruda la escena, ya que el agua que caía sobre las víctimas del médico hacía que la sangre seca comenzara a caer más líquida sobre la tierra. Los agentes en el caos entendieron que la sorpresa no era solo para ellos, que los que estaban ahí no tenían la más puta idea de lo que ocurría.

El director y a su vez comandante de la misión disparo hacia el aire, lo que los dejo a todos en silencio, "Cállense malditos pendejos o los pateare hasta que defequen sangre. Soy director de la Policía de Investigaciones, necesito que se sienten y se callen, tienen prohibido hablar a no ser que yo personalmente le pida a uno de ustedes que hable.

Estas tres jóvenes que ven desnudas en el piso, y que muchos de ustedes conocían, fueron asesinadas por habitantes de este lugar. El maldito que acabo con ellas las corto cuando aún estaban vivas, ¿a eso se dedican ustedes en esta mierdita de isla?, necesito saber dónde está uno de mis hombres".

Capazzo apunto con su pistola a uno de los jóvenes mientras le decía que se acercara, él era uno de los trabajadores del invernadero de vegetales, su nombre era José y estaba llorando de nervios, "piensa bien lo que vas a contestar, hace semanas envíe uno de mis agentes a esta isla en un avión, sé que se estrelló, pero también sé que vivió entre ustedes todo este tiempo, ¿Sabes a quien me refiero?, gritaba el policía directo a la cara del asustado joven.

"Sí señor, se quién es él, es uno de nuestros hermanos. Se llama Ícaro, ayer enfermo y lo llevaron a dormir a esa cabaña", decía el joven mientras apuntaba a la casa de Lorena. Sin embargo, cuando revisaron el lugar no encontraron restos ni huellas de Altamirano, por lo que Capazzo puso su pistola en la cabeza del joven justo después de pasar una bala para dejarla lista para un disparo y encaro a José diciéndole, "viste lo que hice, deje una bala en la cámara de la pistola, ahora puedo apretar el gatillo y mandarte al otro mundo si se me da la gana, contéstame weón, ¿dónde se llevaron a mi agente?", los jóvenes que estaban en el suelo sollozaban, mientras José con la pistola en su cabeza comenzó a orinarse frente a todos y llorando decía no saber nada más. Por lo mismo el jefe de la misión lo tomo por el cuello y lo empujo al piso donde estaban los otros jóvenes, quería mantenerlos a todos en estado de pánico, por lo que no dudo en tomar a una joven semidesnuda desde el suelo, arrastrándola de su pelo mientras gritaba y suplicaba piedad. Su agresor pateo su estómago y disparo su pistola al aire para colocar el ahora ardiente fierro de esta, en la pierna de la joven, que grito de dolor mientras suplicaba por su vida. Sin piedad alguna, el agente volvía a pasar bala a su pistola apuntando en la cabeza de la muchacha. "Te vas a poner de pie y me vas a decir, he indicar con la mano quienes son los líderes de este lugar", la joven aterrada y adolorida por la patada y la quemadura, se puso dificultosamente de pie y miro a los casi cien hermanos y hermanas que estaban a su alrededor, y con voz de angustia y sollozo diría, "no están, se fueron, no están acá".

El policía no tenía mucha paciencia, en un acto extraño, saco su rosario desde el bolsillo y se lo mostro a la joven colocándolo justo frente a la cara de esta, luego de hacerlo tiro el rosario lejos, "créeme pendeja que creo en dios y amo ese rosario, pero hoy estoy dispuesto a irme al infierno mientras no me digas la verdad. Te juro que hare que la pases muy mal si no hablas, dime quienes son o terminaras como una de esas tres chicas que están en el suelo fallecidas y cortadas". La joven temblaba sin control, mientras mordía sus labios hasta hacerlos sangrar, "señor, los líderes son Carlos, Alondra, Lorena y Pastor, pero le juro que no están, por favor piedad. Pedía la joven mientras miraba a los demás como pidiendo ayuda.

En ese momento la muchacha vio entre la gente al médico, que estaba mirando hacia el piso para evitar que los drogados jóvenes lo reconocieran, sin embargo, la joven sabía que él era cercano a Carlos y a Pastor, por lo que lo apunto con su dedo y les dijo a los policías, "el que está ahí es el médico de Edén, él debe saber dónde están".

El médico ya se había puesto de pie y comenzó a huir hacia el bosque, corría muerto de susto, pero pronto caería al piso por un certero disparo en la pierna propinado por uno de los francotiradores que se había posicionado en el techo de una casa. El disparo fue certero y el alto calibre del rifle casi le saca la rodilla de cuajo. El comandante de la misión dio la instrucción de que llevaran al médico al policlínico, le hicieran un torniquete en la herida y que lo esperaran. Luego miro a la joven y le solicito que le indicara quienes eran los que trabajaban en el policlínico con el médico y quienes trabajaban en los laboratorios. La joven los indico uno por uno, mientras los miembros de las fuerzas especiales los iban capturando y esposándolos, dejándolos apartados de los otros jóvenes.

El policía empujo nuevamente a la joven hasta el piso. Y mirando a todos los habitantes de Edén gritaría enloquecido, "¿los que están esposados aquí son los únicos que trabajaban en ese lugar o hay alguien más?, por su propio bien díganme ¿hay alguien más?", los jóvenes como ovejas contestaron con la cabeza con un no.

Capazzo tomo la radio y dio instrucciones al equipo de operaciones, "necesito un perímetro con lanchas de la armada impidiendo cualquier salida de esta isla, tengo aproximadamente ochenta jóvenes que deben ser llevados como prisioneros fuera de este lugar, para no interferir en nuestra misión. Tenemos un agente desaparecido y los líderes de Edén se encuentran inubicables.

Si queremos peinar la isla con éxito, necesito más helicópteros para que se lleven a estos pendejos. Al menos veinte personas se quedarán apresadas en la comunidad hasta nuevo aviso. Cuando envíen esas naves asegúrense de que vengan con más de mis hombres. Necesito que contacten a la fuerza aérea y que hagan patrullas aéreas, no debe salir nadie de la isla que no esté visado por nosotros".

Después de las instrucciones del comandante de misión, todo comenzó a moverse en la isla, el director de la policía era hábil y en un par de horas ya estaba con más hombres y sin tantos jóvenes en la isla, los detenidos que estaban esposados estaban siendo interrogados fuertemente por los agentes que habían llegado hace un par de horas y que eran especialistas en hacer hablar a la gente.

En poco tiempo ya se sabía que la cantidad de víctimas bordeaba las tres docenas, que los jóvenes eran utilizados para engendrar hijos para ser entregados directamente por Carlos a gente que nadie conocía. Y que los hombres que no servían como reproductores eran eliminados, al igual que las chicas que daban a luz. Los interrogados estaban dándole información a los policías de cómo se justificaba al resto de la comunidad la desaparición de los asesinados a través de mentiras, las cuales eran generadas por sus líderes, que eran tan creíbles y mesiánicos que terminaban dejando tranquilos a todo el mundo. Con esa información el director camino fuera del lugar y se encerró solo en la habitación en la que tenían capturado al médico. Quería estar a puertas cerradas a solas con él.

Durante más de una hora se sintieron gritos de dolor desde ese lugar, los policías que hacían guardia en la puerta no hacían comentarios ni gesto alguno por los gritos que venían detrás de la puerta que cuidaban, después de una hora, saldría un agotado Capazzo desde la habitación, quien muy tranquilo y con frialdad absoluta les comunicaría a sus hombres que el médico había fallecido desangrado por la herida de bala en su rodilla. Nadie objeto esa declaración en el informe, por más que sabían que su comandante se había encargado con sus manos del asesino.

Con la información del médico, los policías lograron llegar al famoso santuario que era la fosa común de la comunidad, algunos forenses vomitaron al ver el estado en que estaban los cuerpos apilados por años unos sobre otros sin ser tapados por tierra, serian días sacando cadáveres y meses intentando de identificarlos. Para los policías esa isla estaba completamente maldita y sus líderes seguían desaparecidos al igual que Nicolás. Los policías pensaban mucho en él, ya que nuevamente había desbaratado una organización criminal, pero esta vez, era una que transaba con humanos como si fueran simples pedazos de carne.

Capazzo saco su teléfono satelital y llamaría al ministro del Interior, "Señor, la situación está contenida, la misión original ya está resuelta por lo que puede comunicarles a sus superiores que "Antares" ha tenido éxito, ya estamos enterados de que a lo sumo hay cuarenta cadáveres en la isla, la situación era caótica, por lo cual hizo bien en liberar a Altamirano y enviarlo es este lugar, sin embargo, nuestro hombre se encuentra desaparecido".

El ministro, más tranquilo al poder dar justificación a la millonaria inversión que se había hecho en la operación, le pregunto al director de la unidad sobre que pensaba del paradero de Nicolás Altamirano, pidiéndole una respuesta confidencial, extraoficial y franca.

"Señor, entre nosotros, esto está sobre nuestras capacidades. Nicolás es incapaz de detenerse y le puedo asegurar que sigue con vida. El encontró todas las bestialidades que ocurrían aquí y debe estar ardiendo de ira, a estas alturas ya saco a la bestia que lleva dentro. Él en estos momentos debe estar de cacería y no se frenará hasta llegar con las cabezas de los que utilizaban a esta organización para objetivos criminales.

Él tiene códigos y debe haber ido tras los bebes, creo que estamos frente a un caso mucho más complejo que simples sectas, he insisto. que lo que le digo es extraoficial. Estamos frente un desastre parecido al del norte, donde la misión principal era acabar con el narcotráfico, pero termino siendo una simple fachada para movilizar armas de destrucción masiva por nuestros queridos amigos de Rusia.

Le puedo asegurar, desde mi estómago, que él ya no está en la isla, le pido por favor un equipo de contención comunicacional para responder a la ola que se nos vendrá encima, ya que lo mínimo que podemos encontrarnos es con tráfico de personas. De verdad, no sé señor ministro, si es bueno contar lo que ocurra después de acabar con Edén, pero lo llamo para alertarlo de que hay más y para que no reste el apoyo a mi agente. No quiero represalias contra él, por las acciones que pueda estar tomando en estos mismos momentos, estoy dispuesto a dejar mi cargo si no me garantiza que lo dejaran en paz. ¿Fui suficientemente claro señor?".

El ministro, que, en sus inicios, era un acérrimo detractor de Nicolás Altamirano ahora era uno de sus mayores aliados, aceptando completamente las condiciones que ponía el jefe de su agente más exitoso, por lo que dejaba de oficio la instrucción de dar autorización a Nicolás de usar fuerza letal a su plena discreción, lo que no era necesario comunicárselo, ya que él lo haría de todas formas, pero ese oficio servía para protegerlo ante eventos venideros. Esta acción del ministro, tranquilizo al director de unidad de Nicolás, quien daría la instrucción de tener disponible un equipo de avanzada las veinticuatro horas por si su agente lograba pedir apoyo. No lo podía dejar solo después de haber visto con sus propios ojos el lugar donde este se estrelló en el avión, sin poder entender de donde sacaba las fuerzas para seguir luchando, por lo que él consideraba justicia.

En el yate, Nicolás seguía oculto dentro del compartimiento donde se guardaban los botes de emergencia de la embarcación, el yate ya había llegado hace casi cinco horas a su destino, por lo que prefirió esperar lo que fuera necesario para salir de ese lugar y encontrarse con la menor cantidad de resistencia posible, ya que, al no tener ningún arma para defenderse, debía utilizar sólo su cuerpo para salir de ahí.

Cuando salió del lugar, comenzó a caminar lentamente por la nave, la cual tenía todas sus luces apagadas, se movía de una forma tan suave que no hacía ruido alguno, lo que le permitía escuchar si había algún tipo de obstáculos o guardias en el lugar, él estaba en la planta baja del yate y podía sentir que al final del largo pasillo donde se desplazaba había un ruido de pasos. Su audición era muy fina y podía distinguir claramente que a tan sólo cinco metros lo que sentía era la ronda de uno de los guardias de la nave, por lo que avanzó hacía él fantasmalmente, hasta llegar a la intersección que los separaba por sólo un par de centímetros, esa esquina impedía que ambos se pudieran ver.

El agente tomo todo el aire que pudo en sus pulmones y dejo de respirar para no hacer ni el más mínimo ruido, mientras tomaba la curva en forma ágil y sin que su oponente se percatara, al atraparlo, con su brazo derecho ahorco su cuello, mientras con su mano izquierda tapaba la boca de su víctima aplicando toda la fuerza que tenía mientras realizaba dicha acción, el guardia quedo paralizado y sus piernas comenzaron a temblar mientras Nicolás lentamente comenzaba a girar su cuello hasta sentir el ruido de sus huesos quebrándose. Altamirano no había tardado más de dos minutos en quitarle la vida a ese hombre, al cual lenta y suavemente fue bajándolo hasta el piso, para dejarlo tendido y sin vida. Su rival era uno de los tipos que vestía de traje blanco. Altamirano, comenzó a revisar los bolsillos del fallecido, hasta encontrar una credencial de acceso que contenía la foto del tipo y ninguna inscripción, logo o figura. Por fin el agente podía acceder a un arma, sí bien la Glock 19 que quito de sus manos al guardia, nunca había sido de su gusto, era mejor que no tener nada, alguna gracia podía tener a pesar de ser tan liviana, por algo los marines de estados unidos la tenían como una de sus preferidas.

Nicolás sintió ruido en la planta alta de la nave, por lo que guardo la pistola en la parte trasera de su pantalón, para no realizar disparos que delataran su presencia, además, sólo contaba con un cargador y no sabía si esos quince tiros bastarían para la cantidad de gente que podría haber en ese lugar. El policía se había armado con la pistola y el cuchillo de su última víctima y ya subía sigiloso la escalera que lo llevaba al segundo piso con su mano levantada y completamente horizontal a su cuerpo, con la punta del cuchillo siempre hacía delante, completamente en posición de ataque.

No le costaba mantener el cuchillo de punta y bordes filosos en esa posición, ya que su peso y forma ergonométrica lo hacían sentirse cómodo con el mismo.

Cuando el agente llego al último nivel de la nave, vería al segundo y último guardia que la cuidaba, él estaba completamente distraído mientras fumaba mirando hacía el océano, esa negligente forma de vigilar seria su perdición, ya que Altamirano moviéndose rápido y en cuclillas, se abalanzó sobre el tipo acabándolo con una lenta y profunda puñalada en la parte trasera de su cuello, sintiendo como se iban destrozando sus vertebras. El verdugo se mantenía calmo y no se frenaría hasta que la punta del arma corto punzante, saliera a la vista desde la parte frontal de la tráquea de su víctima. El policía no le había dado ninguna posibilidad de defenderse al guardia al atravesar por completo su cuello sin que su víctima pudiera verle la cara. Fue así como se haría de otra Glock y de una nueva navaja, por lo que ya se sentía más a gusto por contar con treinta balas.

Después de recorrer todo el yate, el infiltrado se daría cuenta que ya no había más guardias en el lugar, y con una actitud de que nadie lo estaba apurando, volvió a la planta baja de la nave para vestirse con un traje que sacaría a la primera de sus víctimas, debía preocuparse de parecer uno de ellos si lo observaban a lo lejos, ya que esa era su única opción para ingresar al gran y moderno complejo que veía a casi dos kilómetros de distancia. Era una inmensa construcción, completamente blanca en medio de una isla muy parecida a donde se encontraba Edén.

El policía sabía que seguía en el mismo archipiélago, también tenía la claridad de que habría más oponentes en el bosque y dentro de ese lugar. Por lo que acerco hacia su nariz el cuchillo con el que destrozo el cuello a uno de los guardias, oliendo lentamente la sangre que había aún en él. Ese olor metálico despertaba sus más perturbadores instintos, la sangre y los enemigos transformaban al tipo en un despiadado depredador, que ese día no tenían ningún tipo de ganas de dejar a alguien con vida.

Nicolás Altamirano, se puso de pie vestido con un impecable traje blanco y con credencial en el bolsillo, puso las dos pistolas en su espalda a la altura de la cintura y con un cuchillo militar en cada una de sus manos saldría de ese barco caminando lenta y decididamente, hacía el tupido bosque que se interponía entre él y la única construcción de esa pequeña isla.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro