
Vuelen el puto lugar
Nicolás ya estaba ingresando a la antigua mina de cobre, con su pistola de procedencia alemana en su mano derecha, con su cuerpo inclinado en posición de asecho, es decir, con la mirada al frente, el arma apuntando hacia adelante y a la altura de sus ojos. El seguro de esta ya se encontraba completamente desconectado, lo que la dejaba lista para disparar a lo que se pusiera por delante. El agente chileno se movía lento, sabía que había enemigos ahí y estaba preparado para enfrentarlos. La mina se encontraba completamente iluminada por dentro y se notaba muchísimo trabajo para transformar ese lugar en un centro de acopio de armamento, era un bunker en el que se había invertido muchísimo tiempo y dinero.
Sobre una gran duna, Mayorga estaba cubriendo las espaldas de sus compañeros, sus enemigos aún no se percataban de la presencia de los agentes, situación que cambiaría al ver como un Bastardo de Kiev caminaba hacia el acceso a la mina, por lo que Mayorga en posición de tiro y calculando la velocidad del viento rápidamente tendría en la mira al mercenario ucraniano, siguiéndolo con la misma hasta las puertas del lugar, al ver que el enemigo iba a ingresar al bunker y se transformarían en un riesgo letal para Nicolás, el hábil francotirador no dudaría en percutar su rifle, tranquilo y sin fallar su tiro, el cual impactaría directamente al corazón de su víctima, quien cayó muerto en forma inmediata sobre el piso.
Altamirano ya estaba cerca del armamento, fue en ese momento que escucharía como se acercaban de regreso y rumbo a él los cuatro guardias que protegían el acceso, quienes traían consigo los fallecidos cuerpos de los ex Cascos Azules para poder eliminarlos. Como los cuatro ucranianos cargaban de a dos cada uno de los malogrados cuerpos, la oportunidad para Nicolás era única. Debía ser rápido y sorprender a sus enemigos, por lo que cerró los ojos y escuchando atentamente como se reducía su cercanía, esperaría tranquilo en posición de ataque. Él debía tenerlos suficientemente cerca para no fallar ninguno de sus tiros, ya que después de esa acción, quedaría completamente descubierta la operación a los ojos de los Bastardos.
Los guardias ya se encontraban a solo dos metros de Nicolás y cuando los ucranianos levantaron su cabeza sorprendidos, soltarían inmediatamente los cadáveres, pero Altamirano como un rápido verdugo dispararía su pistola abatiendo en forma inmediata a dos de los ucranianos. Los que quedaron en pie comenzarían a disparar ráfagas contra el agente, sin lograr darle ningún disparo en su cuerpo. El policía correría con todas sus energías hacia ellos desconcertándolos, por lo que no alcanzarían a dispararles al agente, quien con un cuchillo en cada mano se arrastraría por el suelo atacando y cortando en forma directa los tendones de sus oponentes, quienes caerían al piso llenos de dolor, lo que daría espacio a Nicolás para tomar nuevamente su pistola Heckler & Koch MK23 para ajusticiar con disparos en la cabeza a ambos ucranianos.
El agente no se detendría y seguiría avanzando a través de los túneles del lugar, donde justo al llegar al límite de una curva de su camino, sentiría a dos mercenarios ucranianos gritar en su idioma mientras corrían donde se encontraba el policía, ellos habían sentido los disparos y mientras se movilizaban iban comunicando a sus líderes por radio que había un enfrentamiento en el lugar.
Fue así como los agentes Rodríguez y Mayorga comenzarían a sentir las sirenas que alertaban a todos los mercenarios de la presencia de los tres agentes en el lugar. Los mercenarios ucranianos comenzarían a salir armados fuera de las instalaciones buscando señales de quienes los estaban atacando, mientras recibían instrucciones de Ubiytsa que enviaba un equipo hacía la mina a buscar y rescatar el armamento estratégico. El líder de los Bastardos de Kiev instruiría a otro de sus equipos a que llenaran en ese momento los camiones y que reforzaran la vigilancia subiendo hacia las dunas. Ese era el momento ideal para Mayorga, ya que tenía por fin en su mira a el líder de los Bastardos, por lo mismo respiro profundamente, controlo el latir de su corazón y confiado disparo directamente hacia el ucraniano, quien para su fortuna sobreviviría gracias a que uno de sus hombres, sin pensarlo se cruzaría en la trayectoria de la bala en ese mismo momento, cayendo muerto justo al lado de su líder. "¡¡¡Francotiradores!!!, le grito Ubiytsa a sus hombres para que se cuidaran del fuego cruzado que vendría desde las dunas sin saber cuántos hombres los estaban acechando.
En el Hospital Militar, gracias a las imágenes de satélite, ya se veía el caos que se estaba produciendo en la base de operaciones del enemigo, las autoridades chilenas estaban a la espera, de que en su misión los agentes pudieran confirmar la presencia de las armas y después huir lo más rápido que pudieran del lugar mientras se realizaba el ataque aéreo. El ministro del Interior había llegado en un vuelo de emergencia al lugar, venía a agilizar cualquier cosa que se requiriera por parte del Gobierno para asegurar el éxito de la misión. Él venía con una instrucción clara. Una vez que los agentes confirmaran la presencia de las armas, no se esperaría que ellos alcanzaran a huir del lugar, para proteger la seguridad nacional se realizaría el ataque de los aviones sin dar tiempo ni a sus policías ni menos a los ucranianos para escapar lejos de las bombas. Esa instrucción no gustaría a los Generales que estaban velando por la seguridad de sus hombres, pero como era la costumbre tendrían que acatar las instrucciones que les entregaba la autoridad máxima del país.
En esos momentos Mayorga poniendo en riesgo su posición, aprovecharía su ubicación estratégica de estar en la parte más alta de las dunas y sin detenerse en ningún instante apuntaba concentrado y disparaba sistemáticamente hacia sus enemigos, intentando mantener seguro a Rodríguez abatiendo en ese lugar a cualquier enemigo que casualmente pudiera acercarse hacia él. Su compañero tenía el control que coordinaba los detonadores de los explosivos, por lo que no podían perderlo de ninguna manera, si querían tener éxito en destruir esos camiones.
En medio del desierto Hernández avanzaba lo más rápido que podía y aguantaba como podía la fuerza del motor del vehículo, mientras escuchaba atentamente las comunicaciones radiales de sus compañeros. Su GPS le indicaba que se encontraba aproximadamente a cuarenta minutos del lugar, ya era de día y tenía excelente visión para avanzar hacia la base enemiga. El motor del auto rugía fuerte, pero había que tener la precaución de cuidar cuidarlo por la presión que el piloto estaba aplicando al mismo.
Altamirano, seguía avanzando dentro de la mina, cada vez estaba a más profundidad de la misma, después de avanzar varios cientos de metros por fin llegaría al lugar que estaba esperando, frente a él estaba el armamento militar, inesperadamente cuando quiso comunicarle la noticia a sus compañeros se percató que la profundidad del lugar donde se encontraba complementado con los minerales de la misma de cobre estaban interfiriendo completamente su comunicación, por lo que estaba incomunicado sin saber en qué situación se encontrarían los otros dos agentes. Mientras tanto, Mayorga seguía acabando con enemigos gracias al buen manejo de su rifle, él ya estimaba que había asesinado a siete de sus enemigos, mientras apuntaba siempre se tomaba su tiempo, privilegiando la precisión por sobre la cantidad de tiros, la idea es que el golpe de sus balas fuera certero y eficiente, que diera en un lugar vital de su oponente y asegurara acabar con el enemigo sin que este sufriera dolor.
Ubiytsa había observado hacía las dunas atentamente por lo que ya había logrado localizar de dónde venían los disparos del francotirador, instruyendo a dos de sus hombres a que suban a las dunas, lo rodearan y acabaran con él. Luego de dar dicha instrucción correría hasta la sala de guerra de su base en búsqueda de su rifle, cuando ingreso a la sala principal Boginya ya no se encontraba ahí, lo que no inquieto para nada al líder de los Bastardos de Kiev, quien al tomar su rifle salió raudo fuera de las instalaciones.
En el comando chileno ubicado en el Hospital Militar, seguían detenidamente la operación a través de la imagen satelital y escuchaban por radio la comunicación entre los agentes de campo entendiendo lo que estaba ocurriendo, en el caos que las pantallas mostraban. Fue ahí cuando el General de las Fuerzas Especiales, se percató que unidades enemigas iban rápido directo al encuentro del agente Mayorga, comunicándoselo en forma inmediata a través de su radio. Mayorga, sin embargo, no quería dejar de dar apoyo a sus compañeros, por lo que sacó su pistola de su espalda y la dejo sin seguro encima de la arena, lista para disparar, con eso esperaba poder defenderse cuando llegaran sus atacantes al lugar, pero mientras eso no sucediera él seguía con su rifle apoyando a sus amigos.
Por su lado Altamirano, seguía intentando comunicarse con sus compañeros, la estática entrecortaba las palabras, pero afortunadamente y por un par segundos pudo escuchar claro lo que su centro de operaciones conversaba con los dos agentes que estaban fuera de la mina de cobre, aprovechando la señal y diciendo rápidamente "comando, llegue a las armas, cambio", lo que fue la alerta para que el General de las Fuerzas Especiales diera desesperadamente una letal instrucción sin que pudieran escucharan sus agentes, "objetivo encontrado, vuelen el puto lugar, cambio".
El militar desconcertado miro a los ojos al ministro del Interior, con su instrucción estaba acabando con la vida de sus tres grandes agentes, sabía que iba a ser imposible cargar con esa culpa en su memoria.
"Mayorga ya están a cuatrocientos metros de ti, muévete, cambio", le indicaban sus operadores al francotirador, quien seguía con su ojo derecho pegado a su mira. Sus dos captores no eran más que una carnada de Ubiytsa, quien al salir de las instalaciones sujeto su cuerpo en una camioneta y apunto fríamente había el lugar donde se encontraba el tirador que tantos hombres le había costado.
"Mayorga están a cien metros", le decía su operador, por lo cual el agente dejo su rifle y rápidamente se puso de pie, tomo su pistola e inclinando su cuerpo disparó mecánicamente y sin pensar en nada más a sus verdugos, dando muerte con facilidad a uno de ellos y recibiendo un disparo en el hombro por parte del segundo. El policía no se dejaría llevar por el dolor y nuevamente levantaría su arma descargando todas las balas de su pistola en el cuerpo de quien le había disparado, acribillándolo sin detenerse.
Mientras el policía acababa cruelmente con la vida del último de sus interceptores, Ubiytsa aprovechaba el resplandor de los tiros para enfocar meticulosamente al agente Mayorga, el fuego que salía desde el cañón de su pistola lo había delatado, El Bastardo con una sonrisa y sin dudar dispararía su rifle en sólo una oportunidad, el cual arrojaría la letal bala que en un desplazamiento armónico y perfecto impactaría directamente en el cráneo de Mayorga quien caería al piso, abatido por sus enemigos. Después de la ejecución a distancia, el líder de los Bastardos de Kiev desapareció del lugar mientras la ira había invadido a Rodríguez quien aprovecharía la alta agrupación de enemigos que había junto a los camiones y en venganza a su amigo detonaría los explosivos produciendo un brutal y gigantesco estallido que generó una fuerte columna de humo y fuego que se levantaba por los aires, detonación que se llevaría consigo la vida de un porcentaje importante de enemigos ucranianos.
La explosión y la onda que esta genero destruyo gran parte de las instalaciones, produciendo un mediano temblor que remecería el suelo del lugar y que sería la señal que necesitaba Altamirano para saber que todo iba según lo planificado, que Rodríguez ya había cumplido con su parte.
Altamirano corrió raudo hacia las armas de destrucción masiva sin embargo para su sorpresa sólo había una ojiva nuclear en el lugar, de las dos que debía encontrar, impotente tomo su cabeza ya que sabía que sus rivales en forma hábil habían tomado precauciones en caso de ser atacados y ya habían extraído una de las bombas del lugar. Antes de huir y sintiendo que se acercaban enemigos hacia él, Nicolás intento infructuosamente comunicarse con su centro de operaciones, para evitar algún tipo de ataque mayor, sin antes haber informado que faltaba una de las armas.
Mientras no paraba la lucha en la antigua mina de cobre, en medio del desierto, Hernández en su loca conducción ya estaba más cerca de sus compañeros, para su preocupación a la distancia ya lograba ver la nube de humo que salía desde el lugar, mientras conducía mostraba cierta felicidad al saber que sus colegas estaban haciendo sufrir a sus rivales, felicidad que se transformó en sentimientos de traición cuando ve pasar sobre él y a alta velocidad los aviones de combate F-16 que se dirigían por instrucciones del Ministro del Interior a destrozar ese lugar mientras sus compañeros aún estaban ahí. La explosión causada por Rodríguez había intervenido sus comunicaciones, por lo cual, los tres agentes que estaban en la operación ya no podían darse soporte entre ellos y no sabían lo que se les venía en ese momento desde el cielo.
Hernández detuvo el vehículo, miro su navegador, él sabía que debía a como dé lugar cambiar la ruta que llevaba, para llegar a un lugar lejos de los ataques de los aviones, pero a su vez quedando a una distancia prudente que le permitiera tener alguna chance de bajarse del vehículo e ir en rescate de sus compañeros para poder sacarlos de ahí. Observo bien el mapa y la opción más lógica era cambiar el rumbo para llegar detrás de la mina de cobre, al otro lado de donde estaban ocurriendo los combates. El agente volvió a subirse al auto de su amigo y mostrando altas competencias para manejar en el desierto, aumento la velocidad del monstruoso vehículo para navegar hasta el lugar que le diera las oportunidades que, aunque remotas él estaba buscando.
En el cuarto de reclusión del embajador Petrov, en el Hospital Militar de Antofagasta, estaba sentado junto a él y fumándose un cigarrillo el mismísimo ministro del Interior, quien antes de hablar con su detenido ofreció al embajador ruso uno de sus cigarros, quien acepto con gusto el ofrecimiento, el viejo he inteligente diplomático sabía que la amabilidad de su compañero no era gratis.
"Alexey Petrov, eres una verdadera caja de sorpresas, un maldito viejo lobo siberiano que ha logrado mantenerse vigente a pesar del paso del tiempo y del fin de la guerra fría. Tus recomendaciones y amenazas siempre estuvieron bien fundadas y eso lo valoro al igual que tu inteligencia, sin embargo, mis autoridades prefirieron tomar cartas en el asunto por lo cual ya se está realizando la misión en San Pedro de Atacama para acabar con este pequeño inconveniente entre nuestros países, me entenderás que por lo mismo no había venido a verte antes.
Estoy frente a ti por instrucciones directas de la presidente, quien me encomendó hacerte una propuesta que te pido escuches detenidamente. La verdad como gobierno no tenemos intenciones de enfrascarnos en peleas y discusiones eternas con el Kremlin, por lo mismo, te ofrecemos devolverte tu libertad en este mismo momento, conducirte con protección hasta nuestra base aérea, pera subirte a un avión que te llevara directamente hacia Moscú. La idea de la presidente es que tú hables personalmente con tus líderes y les indiques que nuestro Gobierno no hará por ningún motivo publica esta operación, ni presentará ningún tipo de quejas ni cargos a ningún organismo internacional. A cambio de eso, ambos países tomaremos estos acontecimientos como un simple malentendido de los cuales no quedara registro alguno que pueda ser rastreado, y nuestra relación diplomática se mantendrá sin ningún tipo de represalias ni rencores", después de la intervención del ministro del Interior, la cual fue escuchada atentamente por el diplomático ruso, este haría sus comentarios.
"Camarada, me siento feliz de que tú forma de pensar se haya aperturado y de que por fin encontraras la simpleza necesaria para ver las cosas, no te negare que nos causa dolor como nación el no recuperar nuestras armas nosotros mismo, pero tu ofrecimiento me hace toda lógica y considero que podría ser muy bien manejado como alternativa en el Kremlin. Ya habrá más batallas por librar, y acepto que, a pesar de todo, los chilenos se han mostrado a la altura de las circunstancias y presento mis respetos por su forma de actuar. En nombre de mi país, acepto su oferta y pretendo interceder de buena forma ante mis lideres para dar por cerrado este conflicto, que la verdad nunca existió".
En la profundidad de la mina, Altamirano, escuchaba cada vez más cerca de sus enemigos, no dejándole de llamar la atención de que el camino que había dentro de las minas de cobre continuaba más allá de las armas, por lo mismo, no lo dudo y comenzó a huir a través de esa salida, no estaba con suficiente fuerza ni le quedaba artillería suficiente como para enfrentarse a un gran número de hombres. Corrió a la mayor velocidad que pudo en una mina que le parecía interminable, estaba agotado, pero no podría bajar el ritmo, mientras por su mente pasaba la interrogante, de cual había sido el destino de la ojiva nuclear desaparecida. Era una sensación de logro, pero a su vez de pérdida, no servía de nada destruir las otras armas si una de ella y de las más peligrosas, desaparecía del territorio nacional sin poder llegar a ser rastreada. Fue así, como en su maratónica carrera se llevaría por sorpresa de que a través de los túneles y alejados del lugar donde se estaba combatiendo, se encontraba una salida alternativa a la mina, ahí comprendió cómo y por donde se habían llevado el arma que faltaba sin que ellos se dieran cuenta.
Mientras Nicolás llegaba a la salida esperando volver a tener señal de radio, siente el ensordecedor ruido de motores pertenecientes a los F-16 de la Fuerza Aérea de Chile que ya estaban casi sobre ellos mientras hacían vibrar el suelo. Rodríguez en la mitad del campo de combate y después de haber visto caer a uno de sus compañeros levantaría la cabeza con su mirada hacia el cielo y vería con sus propios ojos como las naves de combate arrojaban sus bombas sobre el lugar en que él se encontraba, no había forma de huir de ahí, era su final y adiós a la vida, todos los que quedaban de pie dejaron de luchar, algunos soltando sus armas resignados mientras las bombas caían velozmente, las que al impactar con el suelo del desierto desatarían su furia y arrasaron con todo, llevándose consigo a la mayoría de los combatientes que se encontraban en el lugar y destruyendo por completo el acceso a la mina acabando con esta por dentro.
Las bombas habían caído certeras en su blanco dejando clara la destreza de los pilotos, acción que causaría sería el desenlace del cruento combate que se llevaba a cabo en ese lugar, el fuego de las bombas había sido implacable y muy pocos pudieron escapar de él. Ese sería el final del equipo de policías, ahora todo dependía de Altamirano y de que Hernández pudiera llegar al lugar para ayudar.
Este último ya se acercaba a la parte posterior de la mina, su decisión de haber cambiado su ruta lo había salvado de un trágico final, mientras conducía a través de la arena el agente solo rogaba que, aunque sea uno de sus compañeros hubiera podido salir con vida de esa terrible limpieza. La luminosidad de las explosiones era tan alta que molestaban el conducir del encandilado agente, quien nunca a pesar de los obstáculos nunca dudo en seguir conduciendo hacía el destino que se había propuesto, él todavía tenía la esperanza de que algo se podía conseguir después de tantos sacrificios.
El líder de los Bastardos de Kiev había logrado huir del lugar, minutos antes de que las bombas impactaran con su base de operaciones, él había salido a través de los túneles de la mina acompañado de uno de los últimos de sus compañeros que quedaban con vida. Se alejaban del fuego producido por el ataque aéreo en la camioneta raptor que hace unas semanas le habían arrebatado a mismísimo Altamirano, agotados por la lucha que habían sostenido lograban moverse a alta velocidad a través del desierto, lejos de la actividad de los bombardeos y del radar de las fuerzas chilenas. Los ucranianos manejaban con el único objetivo de llegar a la pista de aterrizaje que habían preparado durante tantos meses, donde los recogería el avión que los llevaría directo a Venezuela.
Ubiytsa sabía que la diosa, había salido de la base hace mucho tiempo entes que él, llevando consigo la única ojiva nuclear que habían podido rescatar, en dirección al lugar de aterrizaje. El plan B que habían coordinado en caso de tener algún inconveniente en la operación ya se encontraba en curso y permitía que sus años de trabajo aún no se transformaran en un verdadero fracaso.
Por su parte, Irina había sentido el ruido de los ataques que hacían pedazos lo que fue su base de operaciones, pero conduciendo solitaria su camioneta a través del desierto, ya se había alejado lo suficiente como para ser interceptada. Ella al sentir el primero de los disparos, cumpliría con su parte del plan alternativo y huiría a través de la salida oculta que se encontraba en los túneles mineros, ella ya tenía la ojiva cargada en su camioneta y protegiendo la misión principal había dejado a sus hombres a cargo de la defensa de la base y de las otras armas. Mientras conducía lamentaba haber perdido el armamento que tanto había costado conseguir, no lamentaba la perdida de sus hombres ya que ellos eran reemplazables.
Su consuelo era que una sola ojiva nuclear era suficiente como para cumplir con su misión en San Petersburgo, ella tenía claro que debía conducir rápido, mientras se comunicaba por radio con el avión que la sacaría del lugar, para que este adelantara su itinerario y apresurara su aterrizaje.
La base de operaciones de los mercenarios se encontraba completamente destruida, muy pocos habían logrado quedar con vida, sin ganas ni enemigos con cuales luchar, estaban heridos y no tenían los recursos ni vehículos para salir de ahí ya que sus líderes los habían abandonado a su suerte. Ellos comprendían el fin último de la misión y no les quedaba más que resistir ante la inminente llegada de las fuerzas de combate chilenas, ellos seguirían peleando sin entregarse hasta que no quedara ninguno de ellos en pie...
Mayorga y Rodríguez habían entregado su vida en la misión, eran agentes que por años habían servido a la patria y que mantenían una hoja de servicio impecable y llena de éxitos. Era lamentable que los estallidos de las bombas hubieran dejado a tan poco de ellos aún en actividad, por lo mismo para los dos que quedaban con vida, valía la pena seguir luchando en honor a sus compañeros y amigos que habían compartido tantas misiones con ellos. Qué efectivos habían sido como equipo, tan sólo cuatro agentes de la Policía de Investigaciones habían dado cátedra a la hora de enfrentarse a fuerzas de combate tan superiores en número. El desempeño que habían tenido los agentes era realmente notable hasta ese momento, se habían llevado a la tumba al grueso de las fuerzas enemigas y tan sólo dos de ellos habían caído en combate, no sin antes llevarse varías almas con ellos. Era increíble que uno de ellos haya sido eliminado por las Fuerzas Aéreas de su propio país, sin darle tiempo para huir del lugar.
A lo que fuera una poderosa base de operaciones ucraniana, ya habían llegado desde San Pedro de Atacama los tres helicópteros que llevaban a los miembros de las Fuerzas Especiales del Ejército de Chile, ellos debían proceder a acabar con cualquier resistencia que quedara en el lugar, por mínima que esta fuere. Debían limpiar lo que hubiera quedado en pie después de haber caído las bombas. Había tanto fuego y destrucción en el lugar, que sólo había espacio para que aterrizaran dos de los helicópteros, el tercero tendría que esperar su turno dando vueltas en el lugar antes de que tuviera la oportunidad para aterrizar. Los soldados dentro de las naves de combate se encontraban completamente listos para salir a la carga, mientras los semáforos dentro del lugar se encendían y daban luz verde para saltar a tierra, una vez que tocaran el suelo del lugar.
Los dos helicópteros aterrizaron y se quedaron apostados en el suelo uno al lado del otro, mientras de ellos se bajaban los escuadrones de las Fuerzas Especiales y con sus armas en las manos se aprestaban a luchar, ellos completamente equipados estaban alertas de que pudieran ser atacados por cualquier grupo de combate del enemigo que pudiera haber salido con vida del bombardeo. Cuando el oficial que lideraba la misión comenzó a avanzar a través de los escombros, mientras evaluaba el lugar poso su vista en el suelo y a sus alrededores, daba la impresión de que a causa del impacto no había quedado ningún sobreviviente en el lugar. Lo que le llamo profundamente la atención del oficial fue que al ver los cuerpos de algunos enemigos que estaban fallecidos en el suelo, se percataba que estos se encontraban con su piel completamente llena de erupciones, con parte de sus cuerpos y ropas quemadas como por algún tipo de ácido, y con restos de espuma en las bocas de estos. El oficial levanto la mano para que sus subalternos no lo siguieran, no quería que nadie más se moviera de donde estaba y en solitario siguió avanzando lentamente para ver si se encontraba con algo distinto. Tan solo avanzo diez metros desde donde dejo a su escuadrón y por sorpresa en el desolado lugar encontraría a uno de los enemigos convulsionando, mientras a su piel se le generaban llagas de la nada y arrojaba espuma mesclada con sangre desde su boca completamente desgarrada y con sus ojos completamente enrojecidos de los que en lugar de lágrimas salía un líquido espeso y amarillo. El oficial miro inmediatamente sus propias ropas y se percató que de a poco comenzaba a salir humo desde ellas, sentía un extraño ardor en su piel que se intensificaba cada vez más y de forma rápida hasta que su vista comenzaba a fallar, por lo que se dio vuelta rápidamente hacia sus hombres y son un grito de intenso dolor alerto fuertemente a sus hombres.
"¡Contaminación químicas, corran!", pero era demasiado tarde, la explosión había destruido el contenedor de las peligrosas armas químicas que había en la mina, por lo cual el letal compuesto había escapado contaminando completamente el lugar. Los hombres comenzaron a caer uno a uno al piso convulsionando y vomitando en un panorama que se volvía cada vez más escalofriante. Uno de los helicópteros que había aterrizado en el lugar, comenzó su despegue intentando escapar, se alcanzaría a elevarse solo un par de metros antes de que su piloto comenzara a quemarse en vida perdiendo el control del aparato y se estrellándose justo sobre la otra aeronave generando una nueva explosión en el lugar. La tercera nave que no había logrado obtener espacio para bajar a tierra junto a las tropas que llevaba en su interior recibió la instrucción de huir en forma inmediata, ante lo cual su piloto aumento la velocidad para tomar rumbo hacia San Pedro de Atacama, pero la exposición del químico ya había dañado a los hombres y a su helicóptero, el que capoto a tierra a solo minutos de haber salido del lugar, sin que ninguno de sus ocupantes pudiera salir con vida.
Al enterarse de la situación, y de la cantidad de bajas sufridas sin haber disparado un solo tiro, el ministro del Interior fue tras Petrov, ya que necesitaba saber cuándo podría volver a desplegar tropas en el lugar, para recuperar el armamento nuclear y sacar los cadáveres de sus hombres. El embajador Ruso fue claro en decirle a la autoridad que el arma era tremendamente letal y la duración de los componentes activos de la misma podrían llegar a mantenerse en estado letal durante un plazo que fluctuaba entre las veinticuatro y las cuarenta y ocho horas, además, había que tener cuidado con los vientos que extenderían el alcance nocivo del arma, por lo cual, lo recomendable era no enviar ningún tipo de equipos en un plazo de dos días y dejar en cuarentena el sector evitando que ingresaran civiles y militares. El componente activo de la bomba había sido creado para acabar completamente con la población de capitales mundiales, por lo mismo no valía la pena arriesgarse más, si ya todos se encontraban muertos y no había nada que hacer por ellos, de acercarse no había forma alguna de salvarse de los efectos de esa arma. Sugerencia a la cual le haría completo caso el Gobierno de Chile. Sin embargo, Petrov, sabía que el alcance del arma no era superior a las doce horas, pero sin querer ceder a sus aspiraciones quería dar algún tipo de posibilidades a Irina de huir, si es que está había logrado escapar antes del ataque aéreo.
El Ángel, Nicolás Altamirano nuevamente había logrado huir de la desgracia y gracias a su loco correr a través de la mina se había salvado del radio de daño producido por el arma química, estaba cansado y las explosiones habían hecho tanto daño en el lugar por donde escapada, que él también había recibido daño por los derrumbes y si bien estaba vivo, salía bastante herido del lugar. El policía logro salir del túnel y para su sorpresa vería afuera de este su preciado camaro, conducido por el agente Hernández, el que ya se encontraba esperándolo en el lugar. "No sé cómo te las arreglas para salir siempre vivo de este tipo de problemas, los muchachos lamentablemente no tuvieron la misma suerte, toma las llaves de tú auto y vamos tras esos hijos de puta, en estos momentos somos los únicos que quedamos dentro del juego y que podemos salvar el día. Nadie cree que alguno de los que estaba en el lugar logro salir vivo de esto y por lo que escuche por radio de comando, está prohibido cualquier tipo de movimientos tanto por aire como por tierra en este lugar, así que una vez más estamos completamente solos y depende absolutamente de nosotros", le dijo su compañero a Altamirano mientras le arrojaba las llaves del camaro, por lo que se pondrían inmediatamente en marcha siguiendo las marcas de las ruedas del vehículo que piloteabas los Bastardos de Kiev.
Mientras conducía rápidamente por el desierto en plena persecución en busca de los criminales, su compañero ponía al día a Altamirano, explicándole que ya no había ningún satélite disponible que los siguiera y que él se había encargado de matar todo tipo de comunicaciones de salida.
Mientras Nicolás conducía enfurecido, esquivando las dunas a lo más que podía llevar su vehículo, Hernández le contaba todo lo que había ocurrido cuando llego al Hospital Militar, la responsabilidad del Gobierno Ruso en lo que estaba ocurriendo y para quien realmente trabajaba la diosa. Además, le daría los detalles de cuál era el objetivo que tenían con las armas de destrucción masiva, y de cómo gracias a la creación de un genocidio, el enemigo quería lograr un nuevo levantamiento de la ex Unión Soviética. Nicolás escuchaba silencioso a su compañero, sin comentárselo y por cómo habían ocurrido los acontecimientos, él ya tenía claridad de lo que verdaderamente estaba ocurriendo, sabía que Irina trabajaba para Moscú.
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