Casi muerto
< Es terrible despertarse en un lugar desconocido, fon el cuerpo complétame adolorido, sintiendo que cada de los músculos está incapacitado de moverse y las articulaciones de que cada extremidad se encuentran totalmente trabadas.
¿Dónde estoy?
Por más que intento abrir mis ojos no puedo hacerlo, mis pocas energías no me lo permiten. Es como si mis pestañas estuvieran pegadas entre sí por un extraño químico que los hace arder.
Mi cabeza duele demasiado, mis labios los siento completamente secos y casi no logro distinguir ningún sabor, solo se que me encuentro boca abajo y que siento mis labios agrietados, ya que al intentar moverlos se desgarran y al quedar a carne viva comienzan a sangrar, puedo sentir el sabor metálico de mi sangre.
Me cuesta demasiado respirar, por más que hago esfuerzos para que mis pulmones se llenen de oxígeno algo me lo impide, el aire está demasiado pesado, por lo que por más que inhalo como puedo, la sensación es que mis pulmones no se llenan nunca, por lo que creo voy a desmayarme.
No siento olor a nada, mis narices están llenas con algo, no sé si es sangre o arena.
¡Que, cagada, no sé dónde estoy, ni porque estoy así!. Me preocupa lo lento que se siente el latir de mi corazón, que es lo único que escucho además del viento ensordecedor, ¡Como sopla el viento!
Daria cualquier cosa por un poco de agua. Pero estando aquí tirado boca abajo sin saber dónde, solo pienso en no moverme y dejarme estar, quieto ya sin mis fuerzas no es mucho lo que puedo hacer. Además, sin poder abrir los ojos es muy difícil que pueda hacer algo, más si no puedo recordar nada y apenas tengo nociones de quien soy.
Solo quiero dormir, es como si mi físico estuviera estampado y aplanado en este lugar, todo gira alrededor mío, es como si estuviera saliendo de la peor de mis intoxicaciones alcohólicas y de drogas.
Mierda, el viento está cada vez más frio y eso aumenta mi dolore, solo pienso en seguir tendido y en lo exquisito que sería probar, aunque sea un par de gotas de agua. Mejor cerrar los ojos y ponerme en off, no tengo fuerza alguna para seguir consciente.
Que horror, siento que algo lame lentamente los dedos de mis pies, ¡que mareos siento!, ¿cuántas horas habrán pasado?.
Ya ha amainado un poco el viento, siento calor y me inquieta esa tibia y aspera lengua que se saborea con mi piel.
¡Que poco ruido hay!
Quizás estoy muerto y me encuentro en el vacío del abismo. Con esfuerzo puedo mover los dedos de mis manos, sin embargo, las articulaciones me duelen más que nunca.
Siento demasiada sed, ¿Cuánto llevare aquí?
Puedo mover mis manos lentamente para tocar mi torso y bajar lentamente y con esfuerzo hasta mis muslos, me doy cuenta que me encuentro completamente desnudo. A través de mis ojos absolutamente pegados, logro percibir que hay mucha luz donde me encuentro y lo que sea que este al lado mío, ahora está lamiendo mi codo derecho, incesante e incansablemente.
Sigo sin poder respirar bien, si no hago algo, sí no me esfuerzo un poco, no creo que tenga posibilidades de saber cuál es mi destino.
Debo esforzarme en abrir mis pegados ojos, pero me duele intentarlo, mis pestañas estan pegadas.
Por fin mis brazos reaccionan un poco, existiendo luz en el lugar debo ver donde estoy, sólo eso me dará una pequeña oportunidad.
Con los dedos de mis manos y mis pocas energías abro a la fuerza mis parpados para ver si puedo separarlos.
¡Mierda que doloroso se siente!,
Que borroso se ve todo y como molesta la luz que ingresa a mis pupilas, mientras las mismas sangran al ser separadas, sigo sintiendo esa tibia lengua aprovechándose de mi codo, la verdad no me molesta a estas alturas, ya que no es mucho lo que puedo hacer por dar un giro a la situación.
Intentare sentarme, que difícil se me hace todo, como duele la espalda y los brazos. Que poca sensibilidad tengo en mis piernas.
Utilizando el poco poder que queda en mí, como pudez por fin logre ponerme de espaldas. Mis pupilas logran enfocar un poco mejor y solo se que veo un hermoso y despejado cielo celeste, no hay nubes, ni cerros, solo cielo. Fue demasiado trabajo girarme por lo que descansare un poquito más.
Ya debe haber pasado media hora, por lo que intentare sentarme. Primero mis brazos haciendo palanca con mis manos en el suelo, olvidar lo mucho que me estan doliendo.
¡Solo un esfuerzo más y a sentarme!
Hacer palanca y tirar mi torso hacia arriba, lento, muy lento
¡Mierda que mareado me siento!
¿Qué le pasa a mi cintura que reacciona a duras penas?
Por fin me logro sentar, pero mi visión sigue borrosa, lo único que distingo es una mancha que parece ser un animal, la bestia parece correr lejos de mí, un animal rojizo muy parecido a un perro.
¿Eso era lo que me estaba lamiendo?
¡Dios ayúdame a que mi vista se normalice!
Solo cerrare los ojos un momento.
Ya me encuentro sentado y al tocar mis piernas verifico que no llevo nada de ropa puesta, pero aún al mirar solo veo luces, sombras y manchas.
¡Todo se refleja en una borrosa mancha!
Intento hablar pero no me sale la voz, mis cuerdas vocales duelen al estar muy irritadas, logro sentir en mi garganta el espesor de la sangre seca, poe lo que solo cerrare los ojos unos segundos más, mi respiración es demasiado lenta y no me permite pensar ni recuperarme muy bien. Pequeño descanso, por favor ayúdame.
¿Cómo llegue aquí?
¿Qué paso conmigo?
Solo cerrare los ojos unos minutos, solo unos...
Vuelvo a sentir ese tremendo calor.
¿Cuánto habré dormido?
Mis ojos ahora enfocan un poco mejor, observando el cielo aún más celeste.
¡Dios mío estoy bañado en sangre!, ¿qué son todos estos cortes en mi cuerpo?, ¿por qué tengo tantos cortes?
Levantare mi cabeza, necesito saber dónde mierda estoy.
¡Mierda no puede ser, no poder salir de esta! >
Así fue como completamente ensangrentado y lleno de profundos cortes de cuchillo. El hombre, completamente desnudo entendía por fin, porque estaba tan débil y porque le constaba tanto respirar.
El estaba en la mitad del desierto y bajo un voraz sol, se encontraba a kilómetros de absolutamente nada.
Había sido abandonado ahí a su suerte, alguien se había ensañado con él y lo había acuchillado incansablemente para asesinarlo, sin el éxito que esperaba tener ya que las quince puñaladas no lograron acabar con su víctima.
Su verdugo debe haber pensado que el trabajo había quedado completamente hecho, y en parte podía tener razón, ya que salir de ahí con vida, sin comida, agua y después de haber perdido tanta sangre era un trabajo completamente imposible para alguien normal.
Sus atacantrs lo habían dejado abandonado en un cementerio, de esos en que no era necesario enterrarlo. Ya que sólo había que dejar que la naturaleza lo vaya desgastando, acabando con su cuerpo y su espíritu en forma rápida.
A simple vista, el tipo había sido torturado sin compasión, ya que su desnuda espalda tenía cortes que dejaban a la vista su carne. Quizás por eso el zorro que estuvo a su lado pensó en alimentarse, pero para su suerte, gracias al gran número de heridas que tenía, había suficiente sangre en su cuerpo para que el animal se deleitara saboreando su sangre, alimentándose de ella antes de huir.
Su cuerpo se encontraba completamente golpeado, lleno de moretones y hematomas, por eso le costaba tanto ver, ya que sus ojos estaban hinchados y llenos de sangre coagulada, producto de golpes de puño o de las patadas que habían sido parte de su castigo.
No había nada a kilómetros a la redonda, no valía la pena levantarse y hacer un esfuerzo que iba a terminar siendo infructuoso. Sólo pensar en pasar los últimos momentos de su vida intentando avanzar hacia la nada no era una buena forma de morir, menos para el estado en que se encontraba el joven, que en silencio y sin poder hablar se desvaneció completamente sobre la arena del desierto, entregándose completamente a este, para pasar sus últimas horas de vida descansando inconsciente, hasta que la pérdida de sangre, los cambios de temperatura, la falta de hidratación y su propio espíritu se encontraran en una misma intersección y se llevaran su alma, dejando su cuerpo a merced de los animales del lugar.
Con la escasa comida que existía, los animales del desierto podrían darse un festín con su malogrado cuerpo.
Ya se acercaba la noche y vendría el frío, por lo que no tendría posibilidad alguna. El mal herido no tenía energías ni para repasar su vida antes de morir, como suele hacerlo la mayoría de los mortales. Su mente no tenía fuerzas ni para eso, a esas alturas los pensamientos que tenían eran primitivos y básicos. Él solo pensaba en agua, en unas malditas y frías gotas de agua.
Pasaron las horas y el viento volvió cada ves con más fuerza, enfriando rápidamente el ambiente. Él tipo seguía inconsciente y desnudo sin mostrar señales de vida, tirado boca arriba en la arena.
Se notaba que tenía un muy buen entrenamiento antes de caer ahí, ya que su cuerpo estaba completamente firme, lleno de músculos, mientras en su brazo derecho se veía el tatuaje con forma de alas de cóndor sostenidas de un paracaídas, con una pequeña calavera en su centro, bajo las alas del ave se distinguía la estrella chilena sujetando un cuchillo de combate.
Ese no era un tatuaje que cualquiera vaya a hacerse en la comuna de Providencia, era un auténtico tatuaje militar.
El hombre al parecer no era un tipo común, ya no cualquiera lleva marcada en su piel la insignia de las Fuerzas Especiales del Ejército, el emblema de los entrenados paracaidistas.
Sin embargo, ni su físico, ni duro entrenamiento lo habían ayudado contra sus adversarios, por algo estaba tendido ahí en su lecho de muerte, en el medio de absolutamente nada.
¿Qué lo habría hecho merecer tal castigo?
Por su situación, ya no valía la pena ni siquiera preguntárselo, en ese momento sus instintos solo eran los de sobrevivir.
El frio de la noche se había hecho dueño del lugar, a la distancia se veían luces en lo alto del cielo, mientras se sentía el fuerte ruido de un motor en medio del desierto.
Los potentes focos de la aeronave alumbraban el suelo del desierto como buscando algo, el ruido provenía del rotor de un helicóptero, que a pesar del frio y el viento, estaba buscando algo en un meticuloso barrido, peinando lentamente toda la zona.
Fue así, como la aeronave perteneciente a la Policía de Investigaciones lograba dar con el cuerpo del castigado hombre, un encuentro atribuido a la suerte. El lugar era lo suficientemente plano para aterrizar, lo que era una ventaja, lo que permitió que dos agentes con mantas térmicas corrieran hacia el tipo en forma desesperada.
Al llegar al lugar se dieron cuenta que su pulso estaba al mínimo, ese hombre a duras penas aún estaba vivo.
Uno de los agentes era mujer y le gritaba al herido,
<Nicolás, despierta.
Nico vas a estar bien ya llegamos.
No te vayas aún.
Ni te rindas, resiste. >
Era lo que gritaba la joven, mientras con esfuerzo y cuidado lograban llevar al tipo dentro del helicóptero, para luego despegar inmediatamente y partir velozmente rumbo a la base militar más cercana, ubicada en la ciudad de Antofagasta.
Encontrar un cuerpo en la noche, en pleno Desierto de Atacama es un verdadero logro, más si este tiene una superficie aproximada de 105.000 km², es como encontrar una ajuga en un pajar y el equipo de la Policía de Investigaciones, después de dos días de búsqueda, en uno de sus helicópteros habían tenido la suerte de lograr lo imposible. Ahora habría que mantener a su compañero con vida hasta llegar a Antofagasta, la mascarilla de oxigeno que pusieron en su boca debía ayudar en algo, aunque sea en lo más mínimo.
El piloto de la nave manejaba la máquina lo más rápido que le permitía el viento del desierto, debía evitar pasar por la ciudad de Calama, ya que ahí no tenían todas las condiciones médicas para salvarlo, solo unos minutos más de vuelo los llevaría a la costa de Antofagasta, la conocida perla del pacífico.
Así se alejaban del lugar del hallazgo, así se distanciaban del valle de la luna, donde había encontrado a su valioso compañero.
La ambulancia partió veloz, a segundos de que el helicóptero toco tierra. Los paramédicos dentro de ella ya estaban preparados para atenderlo y darle las primeras asistencias para que aguantara el viaje hasta el Hospital. Los urgencistas debían atacar la deshidratación y la hipotermia que el hombre tenía en esos momentos, era el único objetivo antes de pensar en otra cosa.
Tras la ambulancia, dos Mitsubishi Montero de la Policía de Investigaciones hacían de escolta, con sus ruidosas balizas encendidas y con agentes con las ventanas abiertas y con su torso fuera del vehículo mostrando sus armas, mientras custodiaban a quien iba en la ambulancia. Delante de ésta, un vehículo civil con una baliza de la Policía iba abriendo camino por las calles en la oscura noche Antofagastina.
Ya había un equipo médico preparado esperando en el Hospital Militar de Antofagasta.
Hasta el momento, Nicolás, seguía con el pulso muy bajo, pero el resto de sus signos vitales raramente se encontraban dentro de una estabilidad extraña para todo lo que había sufrido.
Fue así, como con una fuerte escolta lograron llegar sin problemas hasta el hospital y en camilla lo llevaron directamente hasta el pabellón de traumas.
Sería una noche larga para los médicos que debían salvarlo. Y sería una noche igual de extensa para los más de diez oficiales de la policía y los quince militares armados que resguardarían el lugar, para evitar cualquier tipo de peligro.
Era un operativo demasiado atípico para un tipo común, ya estaba clarísimo que no era cualquier persona y tenía demasiado valor para todos los que estaban ahí. No por cualquiera se hace un operativo de tamaña magnitud.
La intervención médica duro hasta el amanecer. Mientras sus compañeros esperaban novedades, el médico se acercó a los tres agentes que estaban en la sala de espera y les dijo las condiciones en que se encontraba el herido
< El señor Nicolás Altamirano se encuentra en la unidad de observación, hicieron bien en traerlo.
Él no hubiera aguantado mucho más en el desierto en la condición en que se encontraba.
Nos costó mucho estabilizarlo completamente, pero lo logramos, lo lento de la intervención se debió a que nos encontramos con fracturas múltiples en sus costillas, rostro y piernas.
Su cuerpo estaba lacerado con más de treinta cortes de arma corto punzante, al parecer, por el tipo de heridas estás eran de tipo militar, logrando una profundidad de cortes que llegaban hasta su carne.
Él ha sido golpeado fuertemente y muestra quemaduras en distintas partes de su cuerpo, uno de nuestros especialistas atribuye las quemaduras a torturas con cable eléctricos.
Además, presenta golpes con algún tipo de elemento contundente en su espalda y clavícula, se puede deber al uso de algún fierro o algún madero muy resistente, lo que gracias a dios no dejo mayores secuelas en sus vertebras ni daños neurológicos.
Su situación es de cuidado, había varios órganos internos con fisuras y muy inflamados por los golpes, hicimos lo mejor que pudimos y ahora solo cabe esperar.
Lo haremos dormir un par de días, él necesita toda su energía en este momento solamente para mantenerse estable.
¿Cuántos días estuvieron sin contacto con él? >
Pregunto con preocupación el médico.
En ese momento uno de los agentes, sin dar su identidad le indico al facultativo que hace diez días habían perdido comunicación con Altamirano, quien trabajaba de infiltrado y sin soporte de otro agente en San Pedro de Atacama.
Que por su forma de operar, había un protocolo en que podía estar siete días sin reportarse, por lo mismo, llevaban tres días de búsqueda y no esperaban encontrarlo en las condiciones en que estaba ya que él jamas había regresado en ese estado de una misión.
El médico le indico a sus compañeros,
< Sin duda su compañero se debe haber metido en un lío de proporciones, lo que le hicieron, no buscaban dejarlo con vida, lo que nos llama profundamente la atención, es que encontramos algo en su estómago.
Nos dimos cuenta cuando hicimos una ecografía, ya que por su estado era imposible llevarlo a una resonancia magnética, ya que podía fallecer en el traslado o mientras se realizaba el procedimiento.
Al parecer, él les quiso dejar un mensaje y se lo trago.>
Así fue como el médico entrego una bolsa a los agentes, dentro de la cual se encontraba un pequeño pendrive que contenía una cámara de video integrada en su estructura. El elemento informático aún se encontraba con restos de sangre y material orgánico del estómago del agente.
Fue así como sus compañeros se retiraron del lugar, con cascos de protección, lentes y chaleco antibalas. Cada uno de ellos llevaba una pistola automática en su cintura y una ametralladora cruzada tras su espalda, ellos a diferencia del resto de sus colegas se subieron a un vehículo civil negro, completamente polarizado para no dejar ver quienes se encontraban dentro del mismo. Encendieron la baliza policiaca y partieron rápidamente hacia el aeropuerto de Antofagasta.
Al llegar a su destino ingresaron hasta la misma pista de aterrizaje del aeropuerto, donde los esperaba un avión Cessna 550 Citation II, perteneciente a la Policía de Investigaciones. Los tres agentes se bajaron del vehículo y se subieron al avión que los llevaría junto al pendrive directamente hacia sus oficinas centrales ubicadas en la capital.
Mientras ellos volaban hacia Santiago, Nicolás seguía luchando por su vida, custodiado por un gran contingente de sus pares.
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