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Ángel o Demonio


Nicolás manejaba siguiendo las huellas de la que fuera su camioneta, mientras le exigía a su compañero que buscara en los mapas una posible ubicación de la pista de aterrizaje. Hernández desesperado revisaba los planos evaluando alternativas para aterrizar un avión, mientras el exigido motor del camaro aguantaba el castigo que se le propinaba y avanzaba raudo saltando cada duna que se le pusiera por delante, ayudado por su chasis y apoyándose en la doble tracción con que había sido dotado.

Altamirano estaba en la cúspide de sus aptitudes al volante, y no dudaba en ningún momento de las decisiones que tomaba cuando conducía, el Ángel, estaba absolutamente poseído y haría lo imposible por alcanzar a los Bastardos que quedaban, ya la misión se había transformado en un tema completamente personal, por lo que mientras conducía le comentaría a su compañero la peor de sus ideas que a alguien se le puede ocurrir manejando a través de un desierto, "No sé cuánto tiempo antes que nosotros salieron estos tipos, si adelantan la llegada de su avión, lo que estamos haciendo en este momento sería una absoluta pérdida de tiempo y la pérdida de nuestros compañeros no tendrían ningún sentido, por lo mismo, debemos tomar medidas y acciones un poquito menos tradicionales y mucho más extremas, ya que si estábamos dispuestos a morir, no es momento de echar marcha atrás y ponernos cagones en este momento, el vehículo se está comportando bien y tengo una forma de darle más velocidad.

Al camaro lo potencie para emergencias con estanque de Nitro, entenderás que eso aumentara muchísimo la potencia de nuestra aceleración lo que podría o reventar el auto y mandarnos a las nubes, o peor aún hacernos mierda mientras manejamos entre las dunas. Activar el nitro implicaría llevar al vehículo sobre su máximo de velocidad para lograr alcanzar a estos desgraciados. Tengo decidido aplicar el nitro, pero necesito saber si te arriesgas a seguir adelante ya que es demasiado peligroso y no quiero exponerte a algo que de verdad no es una obligación a estas alturas, y ante lo que podrías decir que no sin que nadie te cuestionara, dime Hernández ¿Qué mierda piensas hacer?".

Hernández al escuchar a su compañero se daba cuenta de que estaba frente al mismísimo demonio, en ese momento entendía porque era tan exitoso cumpliendo misiones y a su vez tan cuestionado por la forma en que las cerraba, su compañero y amigo estaba dispuesto a todo y a llevar su accionar a límites irracionales como si estuviera buscando contantemente su muerte. Él sabía que cuando su compañero encendiera el nitro, todo lo que ocurriría de ahí en adelante seria solamente suerte y si lograban salir vivos y alcanzar a los ucranianos, el enfrentamiento con ellos seria de vida o muerte, sin detenidos. En ese vehículo se sentía completamente empujado por la obsesiva forma de actuar que tenía su compañero, quien en ningún momento quería dejar abandonada la misión, ya que sentía que el ser los únicos vivos les daba la responsabilidad de responder y continuar. Fue así como Hernández encomendándose a todo en lo que creía y no creía, le daría el okey a su compañero para poner en funcionamiento el nitro y generar una explosión que llevara al camaro a límites muy superiores para los que el auto había sido construido.

Después de la aprobación, Altamirano le diría a su compañero que se ponga el cinturón de seguridad, que se sujetara fuerte y encendería el primer barril de nitro que generaría en forma inmediata una explosión interna en el vehículo, que lo aceleraría al máximo de sus condiciones y pondría en apuros la conducción de Nicolás, ya que el motor del auto generaría un ruido superior a lo acostumbrado y el auto se castigaba al chocar a cada duna mientras se movía a alta velocidad. A medida que avanzaban, el auto recibía cada vez más castigo, pero seguía su marcha como si estuviera hecho para ese día. Sin dudarlo el agente que piloteaba esa máquina del infierno encendería el interruptor que activaría el segundo barril de nitro lo que produciría otro golpe por el empuje del motor, manteniendo la velocidad al máximo casi haciendo explotar los inyectores que gracias a dios lograron aguantar. Mientras el auto se seguía castigando al chocar con las dunas, completamente abollado, Hernández le gritaría fuerte a su compañero, "si quieres que atrapemos a esos desgraciados recuerda que debemos mantenernos vivos maldito hijo de puta", asustado por la intrépida he irresponsable forma de conducir que llevaba su Nicolás.

Pero tanta locura tendría su recompensa ya que al saltar una inmensa duna se darían cuenta que ya estaban a escasos quinientos metros de la raptor manejada por sus enemigos, los que al darse cuenta de que los seguían, no dudarían y bajarían el vidrio del copiloto. Mientras Ubiytsa conducía en medio de la arena su compañero sacaría su cuerpo desde la camioneta en marcha y con un fusil de combate comenzaría a dispararle al camaro, que estaba reforzado y preparado para ese tipo de condiciones de combate, el efecto del nitro estaba bajando y Nicolás exigiría nuevamente a su querido auto activando al mismo tiempo los últimos estanques de este, acelerando explosivamente hasta lograr sobrepasar la camioneta conducida por el enemigo, en ese momento Hernández igual de lleno de adrenalina que su compañero le diría sin dejar ser intervenido.

"Necesito que no pares de conducir, debes llegar hasta la bomba nuclear, por lo que no sacamos nada de morir por culpa de estos ucranianos de mierda ya que sería el peor de los negocios, deja que la camioneta se acerque a nosotros y cuando yo te de la señal sigue conduciendo y no pares", mientras frente a ellos veían a un par de kilómetros un avión civil realizando maniobras para aterrizar. Hernández desesperado al ver la aeronave grita a su compañero y le dice "Nicolás, no queda tiempo ya llegaron a buscarlos, confía en mí y has lo que te digo".

Hernández sentado en el asiento del copiloto, soltaría su cinturón de seguridad, sacaría el seguro de su pistola dejándola en condiciones de disparar, pondría su ametralladora en su espalda con un cartucho completamente lleno y sacaría del asiento de atrás del vehículo uno de los juguetes que había llevaba en caso de ser necesario, cuando tomo el rifle lanza granadas que había incluido en su arsenal no dejo de sorprender a su compañero que seguía manejando a velocidad, Hernández bajo el vidrio del copiloto y grito a su amigo "Si creías que eras el único concha de su madre loco, en toda la fuerza de policías estabas equivocado, hazlo ahora".

Altamirano redujo fuertemente la velocidad del camaro hasta quedar justo al lado del raptor, lo que sorprendió a los ucranianos, más cuando vieron que Hernández apuntaba y disparaba con su rifle una granada justo a los neumáticos de la camioneta de sus enemigos, lo que causo una explosión que haría elevarse por los aires al vehículo de Ubiytsa, el cual se daría vuelta de campana quedando con su techo sobre el piso completamente destruido sobre la arena. Hernández que reía miraba a su compañero mientras abriría la puerta del copiloto y diciéndole a su Nicolás "nos vemos en el otro lado amigo mío" mientras saltaba fuera del auto de su amigo y caía rodando sobre la arena, poniéndose de pie en forma inmediata para caminar decidido los trescientos metros de distancia que lo separaban de la dañada camioneta donde se encontraban los ucranianos. Hernández en su loco caminar sacaría su ametralladora y comenzaría a disparar vaciando todo el cargador de esta sobre la camioneta mientras no paraba de caminar hacia ella.

Una vez que descargo todas las balas de su arma, el policía sacaría su pistola y veía sin sorprenderse, como a duras penas Ubiytsa salía vivo desde el interior de los fierros retorcidos, completamente ensangrentado y con su pistola en la mano. El ucraniano aun estando mal herido, se pondría lentamente de pie y apuntaría fijamente al policía, ambos comenzaron a descargar completamente sus armas disparándose frente a frente sin esconderse, casi como si emularan un duelo de los que se llevaban a cabo en el lejano oeste, ambos lograron impactarse y herirse en varias oportunidades con sus balas. Sus pistolas ya se habían descargado, por lo cual caminarían uno contra otro sacando sus cuchillos de guerra y ya estando uno frente al otro comenzarían a forcejear, intentando de quitarse la vida uno a otro. El ucraniano, sangrando le decía a su rival "me tienen impresionado chilenos de mierda", ambos estaban utilizando las últimas fuerzas que les quedaban en una lucha de cuchillos, golpes de puño y patadas, en poco tiempo habían logrado hacerse aún más daño mientras sobre ellos el sol mantenía caliente la arena y la altura geográfica donde se encuentra el lugar les impedía respirar en forma cómoda lo que los agotaba en forma más rápida. Ya les quedaban pocas fuerzas después de haberse propinado tanto castigo mutuamente, sin querer y en un descuido de Ubiytsa, el policía lograría tirarlo al suelo, sin embargo, el hábil ucraniano mientras caída lograría tomar las ropas de su oponente y llevarse consigo a Hernández al suelo, ambos forcejeaban con sus cuchillos y sus manos, tirados en la arena, luchando por llevarse consigo la vida del otro.

Con cansancio Ubiytsa lograría poner su cuchillo en el pecho de Hernández intentando perforar su cuerpo y llegar directamente a su corazón para acabar con él de una vez, mientras el policía con su mano izquierda sostenía el cuchillo del ucraniano evitando que le quitara la vida. Ya les quedaban pocas energías, por lo que el policía chileno con su mano derecha pondría su cuchillo con sus últimas fuerzas apuntando el corazón del ucraniano y soltando su otra mano ambos cuchillos perforarían los cuerpos de los combatientes perforando los corazones de ambos en el mismo momento, falleciendo en el lugar uno al lado del otro. Por lo que a esas alturas solo quedaba Nicolás, ya que los Bastardos de Kiev y sus compañeros habían dejado de existir.

Mientras tanto en Antofagasta un avión de la Fuerza Aérea de Chile despegaba con Petrov a bordo camino hacia Moscú, en la pista el ministro del Interior del Gobierno de Chile veía como el avión se alejaba y como el viejo guerrero quedaba libre a pesar del juego siniestro que había ayudado a desatar en el norte del país. El Ministro de Gobierno esperaba que el diplomático cumpliera con su parte, y que por fin la emergencia pasara a formar parte del pasado, sin estar enterado de que sus agentes no habían parado de combatir intentando evitar un genocidio. De hecho, en esos momentos solo estaba de pie Altamirano, el mismo que por las instrucciones de su país, al ser prescindible, tendría que haber muerto en el ataque aéreo que se había llevado a cabo en la base de operaciones de los Bastardos.

Nicolás Altamirano, ya estaba cada vez más cerca de su objetivo, no bajaba la velocidad de su auto y podía ver frente a él a no más de un kilómetro de distancia como aterrizaba el avión que venía en busca de Irina Vólkov y la ojiva nuclear que ésta había rescatado. El agente, no quería ser descubierto por sus enemigos, por lo que detuvo su vehículo en medio del desierto, tomo su pistola y corrió a la mayor velocidad que podía a pesar de sus heridas rumbo al sitio de aterrizaje.

Mientras el avión aterrizaba, Irina se encontraba solitaria y parada frente a la pista de aterrizaje observaba por última vez la hermosa imagen del desierto, donde había vivido durante tanto tiempo para poder cumplir con su misión. Tenía la vista perdida y no necesariamente se debía a que el desenlace de su operación en chile no había finalizado como ella esperaba, perdiendo a todos los hombres que conformaban su equipo y dejando atrás armamento que se le había pedido recuperar.

Desde el avión, solo bajarían dos militares, el piloto se quedaría con los motores encendidos y listo para despegar en forma inmediata, mientras Irina les daba instrucciones a los militares en un perfecto ruso, la instrucción era sacar la ojiva nuclear desde la camioneta de la joven, subirla al avión y asegurarla para poder despegar rápido hacía Caracas. Los militares que obedecieron las instrucciones que les daba la agente rusa, descargaron la pesada arma desde la camioneta y la dejarían en el suelo para descansar antes de hacer su último esfuerzo para llevarla hasta el avión. Lo que no esperaban los recién llegados es que Altamirano aparecería corriendo y disparando su arma sin detenerse asesinando de forma fácil a ambos soldados, mientras Irina sin ver quien los atacaba sacaría su pistola y dispararía un tiro directo al hombro derecho de su agresor, quien casi automática he involuntariamente devolvería el fuego a la joven, impactando con una de sus balas un brazo y una de sus piernas, por lo que la muchacha no herida y cansada no podría mantenerse de pie y caería al suelo ensangrentada y desvanecida por el dolor.

El piloto del avión con solo sentir los primeros disparos cerró las puertas de la nave, comenzó a avanzar por la pista y despego escapando sin esperar a nadie, dejando a Nicolás y a Irina tirados en medio del desierto, completamente solos. El policía al darse cuenta de que sus balas habían impactado a la muchacha corrió hacia ella mientras botaba su pistola al suelo, él no quería causarle daño y esperaba encontrarla con vida. Cuando llego donde ella al verla completamente desmayada la abrazo, le dio un beso en su mejilla mientras la cargaba en sus brazos y caminando lentamente por más de un kilómetro, llevaría a la joven hasta su auto. La tendió en el asiento trasero del vehículo, le dio agua en su boca para hidratarla y comenzó a revisar sus heridas, busco un botiquín y comenzó a curarla mientras a momentos no podía evitar acariciar su rostro y su pelo.

La joven no tenía heridas graves, lo cual calmo al policía quien sentado al lado de ella y acariciando su pelo velaría por horas que ella se recuperara. Su amante y victimaria se veía indefensa como nunca la vía visto. Él quería que ella durmiera para reponerse y se sintiera segura, por lo mismo no dejaba de abrazarla.

Mientras tanto en el Hospital Militar de Antofagasta celebraban el triunfo y éxito de la operación, ya no había comunicaciones ni satélites vigilando. Los hombres estaban felices de haber conseguido ganar el combate y terminar con la amenaza que asediaba al país, el ministro del Interior reía después de llamar a la presidenta y darle los pormenores de lo que ahí había ocurrido. Cuando colgó la llamada se acercó al General de las Fuerzas Especiales y al director de la Policía de Investigaciones, él los quería felicitar por su trabajo, pero al ver sus caras, se dio cuenta de que ellos no estaban para nada satisfechos. No consideraban correcta una celebración de ese tipo más cuando los que habían realizado el trabajo duro habían sido sacrificados como ovejas. Era injusto que hubiera tanto jubilo sin pensar y rendir los respetos que merecían los agentes Mayorga, Hernández, Rodríguez y Altamirano. No consideraban correcto que no se hubiera hecho ningún tipo de esfuerzos por rescatarlos de ese lugar antes de enviar los aviones. El ministro del Interior solo les dio la mano y les dijo gracias, entendió que cualquier otro comentario no sería bien recibido por quienes lideraron la misión, ya que tenían claro que sus hombres habían confiado en ellos.

En el desierto y en el asiento trasero del camaro, Irina despertaba abriendo sus ojos dulcemente, al recuperarse y abrir completamente sus ojos, lo primero que vería seria a Nicolás acariciándola y mirándola con ternura. Ella sonrío, mientras estuvo dormida gracias a los cuidados del policía ella no había tenido pesadillas. Con un poco de dolor, la joven agente acariciaría el rostro de Nicolás, en ese auto no había palabras solo caricias y un tierno beso que el policía daría a los labios de la agente rusa.

"Perdóname" le dijo con lágrimas en los ojos Irina a quien había sido víctima de sus brutales torturas, ella sabía que lo había tratado despiadadamente. "No tienes por qué pedirme perdón, este trabajo nos transforma en seres que no necesariamente queremos ser y muy pocas veces tenemos la oportunidad de ver un rayito de luz en nuestro camino, eso fue lo que me paso la primera vez que te vi, es más, te agradezco que seas tú la única mujer que me ha hecho sentir vivo.

Dios sabe porque se cruzaron nuestros caminos, quizás es para darnos una oportunidad de transformarnos en algo mejor", el policía nunca había abierto su alma como en ese momento, lo mismo ocurría con la joven, ambos llevaban vidas similares y sus entrenamientos los habían alejado de lo más importante que tiene la vida, por eso, si bien habían estado juntos tan poco tiempo, el sentimiento que sentían mutuamente hacía que no dejaran de mirarse y acariciarse, casi como si se hubieran buscado toda la vida.

"No quiero que te atrapen, no podría vivir con eso. Lo raro es que tampoco me gustaría dejarte ir, pero conmigo cerca no tendrás posibilidades de salir de aquí. Tú sabes que nuestros caminos deben separarse", le decía tiernamente Altamirano a la joven mientras este le daba agua en su boca desde una botella, entregándole a la chica todos los cuidados que podía con los escasos recursos que tenía en ese lugar del desierto.

"Gracias por darme algo importante por hacer con mi vida", le dijo la joven más repuesta.

"Irina toma mi auto, yo sacare la radio que tengo en él y te daré tiempo para que te alejes de aquí. Toma mi GPS y maneja directamente hacia Bolivia, cruza la frontera y desaparece. Cuando llegues a un lugar seguro incendia el auto para que no quede huella alguna y puedas desaparecer tranquila. Para lo que a los otros respecta hasta el momento nosotros estamos completamente muertos, esa es una ventaja y te pido tomarla", las palabras conmovieron a la joven mientras el policía ponía en sus manos las llaves de su auto. Irina y Nicolás prepararon el vehículo para la travesía, cuando terminaron, la joven abrazo a su amante y con un tierno "Te amo" beso su boca, se subió al vehículo con lágrimas en sus ojos mientras lo mismo le pasaba a Nicolás, quien nunca había demostrado pena y amargura por una despedida. El auto partió y la bella Irina Vólkov, manejaba sobre la arena por fin hacia su libertad.

Nicolás se quedó de pie mirando el vehículo hasta que este se perdió en el desierto, lentamente y herido caminaría hasta la camioneta volcada en busca del cuerpo de su amigo Hernández, no le sorprendió encontrarlo fallecido, ya que el ucraniano con que se había enfrentado era un tipo durísimo de acabar. El policía reviso las ropas del ahora caído líder de los Bastardos de Kiev hasta encontrar un paquete de cigarrillos y un encendedor, los que guardaría en su bolsillo. Con un gran esfuerzo cargo a su compañero en sus hombros y camino con él hasta la pista de aterrizaje, dejándolo tendido en el piso al lado de la ojiva nuclear. La camioneta de Irina había quedado completamente inservible por los disparos del último enfrentamiento, por lo que no había como salir del desierto sin solicitar ayuda. Altamirano se sentó en el suelo y descanso su adolorida espalda sobre la bomba, saco un cigarrillo y después de encenderlo le dio una lenta bocanada mientras observaba a su amigo abatido en el suelo, "como hiciste pedazos a ese ucraniano de mierda" dijo al cuerpo de su amigo mientras fumaba lentamente su cigarro y miraba el desierto.

Estaba muy cansado y quería aprovechar de dormir. Por lo que acomodo su cabeza, cerro sus ojos y durmió para dar el mayor tiempo posible a Irina en su fuga. Asegurándose de darle el tiempo que ella necesitaba para que lograra cruzar la frontera con Bolivia. Nicolás estaba muy herido y necesitaba recuperar fuerzas después de una operación tan intensa y estresante, fue así como durmió casi doce horas, en las que en esta oportunidad soñaba con su amante feliz y libre caminando por las calles de su país natal. Ya no había pesadillas.

El policía se despertaría de noche y al encender un cigarrillo se rio de ver un zorro merodeando por el lugar, tomo su radio y llamo a su comando "Ángel en el cielo, cambio", "Reportándome a comando, Ángel en el cielo, cambio", insistió dos minutos y se dedicó a fumar su cigarrillo, no pasaría mucho para escuchar en su radio la voz de su Director que le respondía, "Contentos de escuchar tú fea voz, danos coordenadas de extracción, cambio".

Después de una hora un helicóptero de la Policía de Investigaciones y un helicóptero del Ejército de Chile llegarían al lugar a rescatar a Altamirano y a los restos de su compañero caído, la bomba seria subida en la aeronave del Ejercito.

La nave de Nicolás partiría hacia San Pedro de Atacama y la Bomba hacía el Hospital Militar de Antofagasta. Mientras los helicópteros se elevaban el policía con su dedo del medio de la mano derecha hacia un gesto obsceno hacia el raptor, que bien muertos estaban esos tipos, como lo habían apaleado esos malditos ucranianos.

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