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9

Caí dormida en cuando colgué la llamada y le dejé un mensaje de texto donde le deseaba las buenas noches.

Desperté en la misma posición en la que me había desmayado, y con el teléfono en la mano. Creo que esa fue una de las principales razones por las que me levanté de mala gana. Tendría que esperar que la batería del teléfono se cargara bien para luego usarla, equivalente a menos minutos para hablar con Solar.

En cuanto me levanté le dejé un mensaje, marcando el inicio del día. Ya yo no quería hacer nada si no tuviera que ver con ella.

Estuvimos mensajeando toda la mañana, y me pareció que yo no la dejaba hacer nada, para nada quería que por mi culpa dejara de hacer sus cosas, pero cuando le pregunté si podíamos hablar más tarde, si ella quería, se negó rotundamente.

Después del almuerzo, mi tío pasó a buscar la camioneta y yo pasé la vergüenza del día cuando mi madre pasó por mi habitación y me lanzó el sostén del bikini de Solar al escritorio.

No me dijo absolutamente nada, solo cerró la puerta y yo continué respondiendo sus mensajes.

Ella intentó llamarme de nuevo y se la negué como la anoche anterior, luego le devolví la llamada y atendió enseguida.

Hablamos como una hora, y después fue que ella se me adelantó y pidió que nos viéramos hoy en la playa. Yo por supuesto que acepté y sin parecer atrevida, aclaré que fuéramos vestidas normal. No quería que apareciera con un bikini y atrajera a personas para que la observaran como yo lo hacía.

Ella se rió, obviamente, y yo le seguí la risa cuando me di cuenta lo mal que se había escuchado; pero algo bueno de todo, es que pude verla llegar en un hermoso vestido a la rodilla que seguramente yo no me pondría nunca en la vida.

Eran las tres y media cuando Wheein la dejó en la playa. No me sorprendí cuando la vi llegar y me miró con cara inexpresiva mientras daba la vuelta para estacionarse.

Ya siendo costumbre mía, le vi todo su cuerpo mientras se me acercaba. Estaba muy linda con su cabello trenzado, con sus Converse, con ese vestido blanco y esas piernas semi bronceadas.

Yo había ido muy casual: jeans, playera de color blanco con mangas rojas y unas Adidas que usaba únicamente para eventos importantes.

No supe cómo saludarla, pero ella fue la que me abrazó con fuerza del cuello logrando que perdiera el equilibrio y al final colocara mis manos en su cintura. Después de anoche, no comprendí por qué yo actuaba de esa forma hoy. Anoche había rebasado los límites. Todos. Pero yo estaba ahí precisamente siendo tímida.

Iba todo tan rápido con ella.

La noche anterior nos habíamos saltado los dos meses previos a la relación, porque justo hoy ella actuaba con mucha normalidad, más de la necesaria, pero aún así yo podía ver en los momentos de incógnito, que ella estaba nerviosa.

Especialmente cuando me agarraba de la mano dudando, pero luego se le pasaba y me guiaba hacia otros locales de la playa donde vendían pulseras, tablas de surf, bandas, golosinas, etc.

Esa tarde me aclaró muchas cosas.

Me contó la razón por la que Wheein se comportaba de ese modo, y era que, desde muy pequeñas ellas habían prometido esperar hasta el matrimonio, lo cual empezaba a resultarles difícil, especialmente a Wheein que recientemente estaba saliendo con esa chica morena.

Solar las había atrapado en varias ocasiones y ella estaba segura de que Wheein había rebasado el límite, entonces por eso estaba enojada con Wheein.

No era necesario saber todo, pero ella decidió contarme de sopetón aunque yo le había advertido que no era necesario. Y sí, aunque yo debía pensar que estaba solo conmigo por ese resentimiento con Wheein, no lo sentía así cuando me miraba.

Caminamos toda la tarde por ahí, hasta que volvimos a sentarnos en el mismo lugar donde nos dimos nuestro primer beso.

Nos quedamos en silencio bastante rato porque yo la vi muy concentrada en la puesta del sol y seguramente ella pensó que yo también. Pero yo la miraba a ella.

El sol la hacía brillar mucho más de lo que normalmente hacía.

Me acerqué un poco más a ella, pero no buscando tocarla para que entrara en calor como la noche anterior, yo solo quería estar cerca y vivir ese momento irrepetible.

Luego me detuve a mirar el mar y a los padres jugando con sus hijos en las olas de la orilla.

De pronto, me di cuenta de las cosas que habían faltado por decirle anoche. Ya ella me había confesado una parte de su cuerpo muy íntimo con esa breve historia con su mejor amiga, la cual yo tenía que respetar, así que pensé en contarle cosas mías para estar balanceadas.

Le dije lo mucho que me gustaba, que mis intenciones de anoche eran muy serias, que también era virgen, y que yo no creía poder fijarme en más nadie que no fuera ella el resto de mi vida.

Fue muy de repente. Ella se me quedó mirando durante mi charla y por su expresión, deduje que mis palabras habían caído como bombas en su cabeza. Me observó estoica, podía sentir su respiración chocar con mi brazo apoyado en mis rodillas flexionadas.

Alcé los hombros, haciéndolo ver normal que yo dijera esas cosas a un día de haberla conocido. Pero eran totalmente sinceras mis palabras.

No quería que sintiera que mi actitud de anoche era puro arrebato, no, jamás. Aunque ella no presentaba señales de pensarlo así, yo quería aclararlo.

En ese mismo lugar, diferentes horas, cuando quité mi mirada del atardecer para fijarme en su semblante porque no me había respondido a mi repentina confesión, tampoco tenía que hacerlo y si yo fuera ella tampoco lo haría después de unos minutos. Me encontré con que ya estaba mirándome, pero de una manera diferente.

Veía mis ojos, luego mis labios, y así sucesivamente.

Me sentía acorralada, pero me gustaba que fuera por ella.

Entonces esta vez fui yo la que me acerqué poco a poco, avisando lo que iba a hacer con una fugaz mirada a sus ojos y esperando internamente que me dejara hacerlo a pesar de estar todavía de día con personas alrededor que podían juzgarnos.

Coloqué mi mano en la arena detrás suyo para tener soporte en mi acercamiento. Como iba de una forma muy lenta para disfrutar al máximo ese momento, ella sonrió mientras unía nuestras narices para un beso esquimal que yo atesoré.

Ella esperaba que yo la besara, así que terminé por unir nuestros labios como si fuera el primer beso.

Era lento, suave al principio pero a medida que yo envolvía nuestros labios se empezaba a tornar desesperado.

Me tomó el rostro con ambas manos para evitar que me alejara aunque sea por un poco de aire.

Solo iba un día de conocernos y sus besos me estaban volviendo loca, porque aunque el pequeño incidente de ayer nos arruinó nuestra velada y no la noche, las ansias y las ganas estaban presentes igualmente.

Pero ya haría yo lo que fuera por volver a estar con ella de esa forma muchas veces.

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