8
Me dejé caer en el colchón de mi habitación, un buen rato pasé mirando el techo, calculando cuanto tiempo le tomaría en llegar a su casa.
Ella ya debía tener su teléfono a mano, o eso esperaba. La cosa es que no podía soportar más y estaba preparada para marcarle al móvil.
Me senté en la esquina de la cama mirando hacia la ventana de mi habitación, que me dejaba ver los edificios en el horizonte. Acerqué mi teléfono al oído y también me levanté para ir a la ventana.
No contestó a la primera, pero no dejé de insistir.
Mientras esperaba por escuchar su hermosa voz, me empecé a cuestionar si había escrito su número de teléfono bien.
Yo rogaba que sí.
Me empezó a doler la cabeza de tanto esperar, así que todavía con el teléfono pegado a mi cabeza, salí de mi habitación y bajé a la cocina por alguna pastilla.
Cuando llegué, solo se encontraba mi padrastro viendo el fútbol, el cual me informó que mi madre estaba en una reunión de amigas. Es decir, podía quedarme hasta muy tarde hablando con Solar sin que estuvieran vigilando mi sueño.
— Hola.
Estaba llenando el vaso de agua en el grifo cuando escuché su voz resonar mi cabeza. Accidentalmente dejé caer el vaso, por suerte era de plástico y creí yo que ella no había escuchado mi entorpecimiento.
Escuché su risa del otro lado.
— Hola — le saludé muy feliz — Sí es tu número.
— Sí, lo es — dijo riéndose.
— ¿Has llegado a casa? — pregunté interesada, pero el ruido del claxon de un auto me lo negó.
— Falta poco — me dijo con voz dulce — ¿Qué hacías?
— Bueno — me recosté de la encimera pensando algo, pero al final y por cuestiones de debilidad terminé diciendo la verdad — Estaba por tomarme una pastilla.
— ¿Estás bien?
— Sí, solo es un dolor de cabeza. Pensé que no ibas a responder.
— Es que Ravi no quería darme el teléfono.
— ¿Ravi? — pregunté sorprendiendome a mi misma. Estaba viajando con un chico en el auto, fue lo primero que pensé y luego ella en su bikini cruzó mi cabeza.
— Sí, mi hermano.
Abrí los ojos más de la cuenta.
Tuve tiempo de hacer ninguna pregunta porque ella lo aclaró enseguida luego de reírse un rato.
— No es molesto, es más, está de mi lado. Ha peleado un rato con Wheein.
No sabía qué responderle. Entendí que si me hubiera dicho antes que su hermano estaba por ahí, yo no me hubiera atrevido a tocarla.
Estuvimos hablando todo el tiempo que le tomó en llegar a casa. Me informó que era Wheein la que conducía y luego de que yo muy tímida le preguntara si se había colocado algo bajo el bikini, ella me dijo que sí, se había colocado un short y aún cargaba mi suéter puesto.
Cuando llegó a su edificio, me avisó que colgaría unos minutos para entrar.
Me echó una llamada cuando yo estaba llegando a mi habitación y me tiraba nuevamente en la cama, pero le cancelé y volví a llamarla yo.
No quería que se gastara el saldo que tenía; bien podía usarlo para alguna emergencia.
Nos quedamos muy tarde hablando, pero cuando yo intentaba decirle que fuera a dormir, ella se negaba y parecía despertar sus energías.
Pues se imaginar el revoltijo que hice en la cama por las mariposas que ella me causaba aún estando a cientos de metros alejada de mí. Al final me quedé boca abajo, recostada de los codos mirando hacia mi ordenador apagado.
Se quedó en silencio de repente y supe que se había quedado dormida.
Me quedé un rato ahí, escuchando nada pero sabiendo que ella dormía en mi compañía.
Por esos momentos, me daba temor que estuviera sola en casa, en su habitación, a oscuras, no sé, era una sensación rara. Yo tenía ganas de estar ahí, abrazarla y protegerla de lo que sea.
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