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Debía ser la mujer más afortunada del mundo.
Y no porque mi equipo ganó el campeonato nacional.
Tenía justamente a la chica más bonita de toda la playa, debajo de mí.
Luego de mucho flirteo, terminamos por escabullirnos de la fiesta y llegar hasta la camioneta Campervans que mi tío me prestó. Sin saberlo, había acertado en la comodidad que mi amada merecía esta noche ya que justo la camioneta en la parte trasera, poseía el mayor espacio como para colocar mi colchón inflable.
Sabía que pasaría la noche ahí, pero no tan a gusto como lo estoy ahora.
Pero ¿cómo pasó?
Pues habíamos llegado tarde a una de las fiestas que mi primo Jin organizó por nuestra victoria en las selecciones finales de fútbol.
Toda la preparatoria estaba eufórica.
No sabía cómo siendo menores de edad habían logrado involucrar alcohol fácilmente, pero estaban felices por ello. Los salvavidas solo nos observaban desde lejos, e incluso vi un seguridad con lentes de sol y con una goma de mascar en su boca. Solo observando a la multitud perderse.
Permanecí estoica ante lo que mis ojos veían, una de las mejores fiestas que habían hecho.
Saludé a unas cuantas personas acompañada del todo el equipo. Pasábamos de aquí a allá sonriendo y agradeciéndole a todos por sus felicitaciones.
Luego de examinar el terreno, mis ojos quedaron cautivados con aquella chica castaña en bikini blanco de piernas preciosas.
No había dejado de mirarla apenas me di cuenta de las increíbles piernas que poseía su cuerpo; eso, más el sol de la tarde que hacía su piel brillar bajo todo el sexy bronceado que seguramente estuvo trabajando antes de mi llegada.
Cuando se había dado la vuelta — porque había estado hablando animadamente con Wheein, y para ese entonces solo me había conformado con mirar su parte trasera — su rostro iluminó, TODA la playa.
Yo instintivamente había esquivado la mirada como si pudiera ella observarme a pesar de estar metros de distancia.
Estuve actuando extraño en todo el ocaso, mientras mis compañeros bebían como cerdos a mi lado y coqueteaban con las chicas que se lanzaban a sus brazos.
Yo la volteaba a ver de vez en cuando y para cuando se hicieron las siete, todos vueltos locos subieron el volumen de la música y se lanzaron entre ellos a la arena para saltar, bailar, y tocarse mutuamente las partes.
Prácticamente fui empujada por mis compañeros, sin pensarse ellos el que yo fuera la única chica del equipo, y por ende debían al menos tener cuidado.
No, ellos eran animales.
Sin darme cuenta, y en un arranque de movimientos locos que hice por querer celebrar igual de emocionada que ellos, tropecé con el angelito del bikini.
Inmediatamente me giré entre el gentío y busqué de la persona para al menos evitar su caída por el impacto.
Me había paralizado en cuestión de segundos y por suerte ella no cayó a la arena por cuenta de mi descuido e idiotez que provocó su hermoso rostro que por primera vez me dislumbraba.
Me sentía idiota, por supuesto, pero ahora más por su belleza.
Ella no había dejado de sonreír. Intuí que antes de chocar conmigo había estado riendo hermosamente por ahí buscando asesinar a los débiles, y no había dejado de hacerlo a pesar de toparse con alguien idiota que no sabía formular al menos un "disculpa".
Ella metió su cabello detrás de su oreja — sin dejar de sonreír — y se echó a reír volviendo a saltar con los demás pero sin apartar su mirada de mí.
Seguramente mi cara la espantó.
Estaba muy sorprendida por lo bonita que era, y porque era la primera vez que actuaba como semerenda estúpida delante de alguien.
Miré como se quedó a un lado mío y se volteó para de nuevo estar de espaldas bailando con, ¿Wheein?
Empezaba a creer que tenían algo.
Nunca había sentido envidia por alguien, pero en estos momentos Wheein encajaba con la palabra, llevándose todo el crédito de una de mis primeras veces.
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