Capítulo 3. Prometo que estaré a tu lado.
La cita improvisada dió inicio tan pronto la camarera recibió el permiso de la dueña del bar.
Un hermoso atardecer se presentó.
El sol se ocultaba y el cielo se teñía de un color naranja cálido y hermoso.
Las lámparas de piedra mágica comenzaban a encenderse ante la inminente oscuridad que vendría junto a la noche.
El otoño se acababa y el invierno llegaba. El clima en Orario cambiaba conforme este se presentaba.
Los días eran más cortos y menos calurosos, las noches más frías aunque tolerables.
Las hojas en los árboles dejaron de caer y solamente quedó el tronco y las ramas en estos.
El invierno en la ciudad traía consigo una serie de festividades propias de la temporada, lo que despertaba la ilusión y alegría tanto en los jóvenes como en los adultos.
El festival de la diosa que conmemoraba a las diosas de la fertilidad en forma de agradecimiento por la cosecha tan fructífera en las temporadas anteriores, donde la principal figura era Demeter por el título que ostenta.
También se organizaba otra serie de festejos, como los festivales de invierno, en los cuales la deliciosa comida abundaba, al igual que los puestos de juegos para divertirse.
Era una época de júbilo y felicidad...
Pero... no siempre se puede disfrutar.
En las calles, mientras cientos de negocios a los lados de esta comenzaban a abrir sus puertas, y los puestos ambulantes levantaban sus carpas, el par de jóvenes avanzaban con tranquilidad.
Ambos caminaban uno junto al otro sin mediar palabra y agachando la cabeza, presa de su nerviosismo al igual del temor de tocar alguna fibra sensible que trunque la experiencia, provocando un ambiente incómodo y no deseado.
Syr sostenía el borde de su vestido blanco, el cual se extendía por debajo de sus rodillas, también posaba una de las manos encima del sombrero de paja que reposaba sobre su cabeza, impidiendo así que este se volara por el viento.
Bell en cambio movía de forma irregular el brazo derecho, tratando de acomodarlo de una forma en que no sufriera de incomodidades y/o dolor.
Las secuelas de su combate en el calabozo en contra de la calamidad y los días que vivió en los pisos profundos junto a Ryuu todavía le pasaban factura. De no ser porque Urano se hizo cargo del pago de los gastos en la sede de la familia Dian Cecht y de la herramienta que usa en el brazo, tendría una deuda aún mayor que la de antes por la daga Hestia.
La peligris, notando los gestos del joven y el frunzo en su ceño, rompió la barrera que los separaba.
"Bell ¿Cómo sigue tu brazo?".
Preguntó, preocupada por su estado de salud.
Ella supo de lo difícil que fue esa experiencia para él y su mejor amiga, Ryuu. Lo cerca que estuvieron de la muerte en múltiples ocasiones.
Era obvia su preocupación. Aunque últimamente no ha tenido tiempo de pensar en ello.
El peliblanco cesó en su intento de acomodar aquella extremidad y volteó a su lado izquierdo, donde la chica que lo acompañaba emitió su duda.
"¿Uh? Supongo que bien. A veces duele y mi hueso truena, pero puedo manejarlo. También quedó una cicatriz muy grande a la altura de mi bíceps, aunque dentro de lo que cabe está bien. Airmid dijo que en 4 días mejoraré y podré regresar al calabozo como de costumbre. Sin embargo, últimamente no he tenido muchas ganas de ir...".
Respondió, explicándole lo que la sanadora de la familia Dian Cecht le indicó para su pronta recuperación y, cuando habló de su retorno a las aventuras, lució ligeramente consternado y rascándose el costado de la cabeza al mismo tiempo que el sonido de su voz disminuía gradualmente.
La camarera miró atentamente aquel brazo, por alguna razón le despertó la curiosidad.
Sus ojos de un color gris tenue lo analizaron parte a parte. Sobre el codo se ensanchaba la manga de la chaqueta debido al vendaje de la zona en que el brazo fue cortado cuando se enfrentó al Juggernaut.
A lo largo de este, en el antebrazo, algunas partes también se agrandaban, como si de protuberancias se tratase.
(Supongo que es el aparato al que se refería).
Pensó, suspirando sin prestarle mucha importancia.
Por mera curiosidad, o tal vez por accidente, su mirada chocó con las manos del peliblanco.
Cuando esto sucedió abrió los ojos en demasía, sorprendida.
Los nudillos del conejo estaban repletos de moretones y heridas que todavía no cerraban totalmente. Ella no se caracterizaba por el conocimiento sobre la anatomía de los seres humanos, pero podría asegurar que varios de los huesos tenían una posición irregular.
Instintivamente acudió a la segunda mano, a la izquierda, para así descartar la posibilidad de que se deba al mismo evento del calabozo. No obstante, esta tenía una condición igual o peor que la anterior.
Era imposible que fuesen heridas causadas en el calabozo. Era como si...
(Es como si hubiese golpeado una estructura sólida hasta el cansancio... y debido a la condición de su brazo derecho, se dedicó a soltar su furia con el sano).
Fue la hipótesis que mejor calzaba en la situación, según la chica.
Agacha la cabeza, entristeciéndose. No necesitaba ser una genio para saber del motivo de ello.
(Tú tampoco la has pasado bien ¿Verdad, Bell? Has sufrido mucho desde que ella se fue... ¿Cierto?).
Se formaban lágrimas, las cuales limpió rápidamente, evitando de ese modo que él se diese cuenta.
"M-Me es grato que tu condición haya mejorado".
Respondió, ante lo dicho por su acompañante, volteando a verlo y sonriéndole.
"Gracias por los buenos deseos. Y dime, Syr ¿Cómo ha ido todo?".
El joven, intentando continuar la conversación para que este no concluyera, lanzó aquella interrogante.
"¿Ah? N-No tan bien últimamente, jeje...".
Contestó, riendo de forma incómoda, sin lucir completamente convencida. Al contrario, parecía inquieta y sin la intención de revelar más información. Incluso saltó cuando se le dirigió la palabra, como si estuviese asustada.
Bell dirigió su atención a la bella muchacha momentáneamente y, propio de su forma de ser, observadora y atenta en demasía a los detalles, percibió cierta incongruencia en ella.
(Se está forzando a sonreír... ¿Por qué...?).
Interrogó mentalmente cuando aquel gesto que normalmente transmite calidez y cierta picardía por parte de la peligris no emanaba las intenciones de siempre.
Estando cara a cara, de frente, durante unos pocos segundos, un aspecto en el rostro normalmente blanco y bien cuidado de la camarera lo alarmó.
Se trataba de bolsas negras debajo de aquellos ojos grises normalmente llenos de vida.
Esa era la clara señal de las pocas horas de sueño que ha tenido.
Queriendo saciar su curiosidad a raíz de esto, buscó otro rastro de malos cuidados en la fémina. No para juzgarla, solo... asegurándose de que las sospechas que surgían en su cabeza no fuesen meras cosas sin fundamento.
Más pronto que tardo se topó con sus delgadas y delicadas manos, las cuales posaba a los lados de su cadera y que movía conforme sus piernas también lo hacían.
A primera vista no identificarías nada raro o fuera de lo común. No obstante, si miras fijamente...
(Sus uñas están rotas...).
Pensó.
(Y no solo eso... pareciera que se lastimó los dedos...).
Adicionó a su hilo de pensamiento.
Ella regresó la mirada al frente, posando ambas manos sobre su la falda de su vestido, frenando en seco el análisis del joven.
Eso ya no importaba porque... supo de inmediato la verdad detrás de la mentira.
Aquel "No tan bien" era en realidad un "Fatal". Los días posteriores a la muerte de Noel sin dudas calaron hondo en el corazón de la chica.
(Tú tampoco la has pasado bien ¿Verdad, Syr? Has sufrido mucho desde que ella se fue... ¿Cierto?).
Sin que lo supiesen, ambos pensaron en lo mismo.
(Debo cambiar el rumbo al que se dirige esta cita. Si no, solo nos hundiremos en depresión y es justamente lo que no quiero).
Se dijo mentalmente, trazando un objetivo.
"Oye Syr... ¿Te gustaría comer algo?".
Preguntó, aligerando el ambiente.
"¿Are?".
La muchacha ladeó la cabeza ante lo anterior.
"Vamos a comer algo. Yo me salté el desayuno y el almuerzo esta mañana, así que muero de hambre".
Informó el peliblanco, rascándose la nuca y sonriendo.
(He estado bebiendo tanto vino que he olvidado comer, por lo que no tengo mucha hambre... pero... tal vez sea buena idea decir que sí).
Fue el pensar de la contraparte.
"Claro, sí no quieres no te obligaré...".
Antes de que Bell abriese una ruta de escape, el dedo índice de Syr se posó encima de sus labios, silenciándolo.
"Me encantaría comer contigo".
Contestó, aceptando la propuesta de comer juntos.
"¡Ah~! ¡Muero de hambre también! Espero que me lleves a un local que tenga comida deliciosa".
Dio un paso adelante, expresó aquello y, movió la cabeza parcialmente a la derecha para observar hacia atrás a su cita, sonriéndole y guiñándole el ojo.
Las mejillas del chico se enrojecieron cuando la personalidad pícara y animada de Syr regresó.
"E-Espero cumplir tus expectativas...".
Respondió, visiblemente nervioso.
Respiró profundamente, tomando confianza. Debe mantener este ambiente de paz y alegría que tanto trabajo costó alcanzar.
"Te guiaré, Syr".
Dijo, acercándose a la fémina y...
"¿Eh?".
Sostuvo su mano.
"Sígueme".
Agregó, llevando a la impactada joven.
(¡¿Fueeeeeh?!).
La peligris gritó internamente, con el corazón a mil por hora.
(¡E-Espera! ¡¿De dónde sacó tanta confianza?!).
Se cuestionó por el desvergonzado acto de aquel conejo inquieto que siempre huye de sus coqueteos.
(Es... muy cálida...).
Opinó del contacto entre ambas pieles.
Cerró los ojos y negó.
(Estoy a tu cuidado...).
Parte dentro de ella disfrutaba la iniciativa en su acompañante.
No obstante, la otra...
(Pero... ¿Merezco sentirme feliz...?).
Ella todavía se sentía como un monstruo que daña lo que toca. Esa conclusión a la que llegó en los dos días sufriendo y llorando la pérdida de Noel no se borraría tan fácilmente.
No se creía merecedora de la alegría que representaba estar sujetada de manos junto a su amado "Odr", aquella existencia que tanto esperó y buscó antes de siquiera saber que existía.
Su ánimo decayó. Sin embargo...
"A lo mejor no es el lugar más caro... ¡Pero sin dudas la comida te encantará!".
El comentario, y la sonrisa seguida de este, por parte de Bell la sacó de dicho estado.
Le devolvió el gesto.
A pesar de que la pena que acarrea no desaparecería fácilmente, y ese autodesprecio tampoco, solo por hoy... lo olvidaría.
Caminaron varios minutos sin soltarse. Algunos los miraban y las voces se extendían a los alrededores.
La fama de "Pies de conejo" sigue vigente, por lo que, cualquier asunto en el que él esté relacionado, dará de qué hablar a los habitantes en la ciudad, quienes siempre buscan saciar su hambre de entretenimiento.
Aunque esto no era algo que les interesara a los protagonistas de los rumores, por lo que no les prestaron atención y prosiguieron en su recorrido hasta que el peliblanco se detuvo en uno de los puestos ambulantes.
"¡¿Bell?! ¡¿Qué haces aquí?!".
La chillona voz que ambos conocían gritó el nombre del conejo y una pregunta.
"Perdón por la molestia, Kami-Sama. Vinimos a comer y no se me ocurrió otra opción que comprar Jagamarukun".
Se disculpó el joven hijo de la vendedora, quien era ni más ni menos que la diosa Hestia.
"Hola, Hestia-Sama. Lamento si somos inoportunos. Yo tampoco estaba enterada de que Bell me traería aquí".
Syr tomó la palabra, saludando y dándole una pequeña reverencia a la deidad en señal de perdón por los problemas que podrían causar.
"Sinceramente esperaba una cafetería o algo así...".
Puso cara de póker y murmuró. Si bien no se niega a los Jagamarukun, estuvo esperanzada de ir a comer otra cosa menos croquetas de papas grasosas.
En alguna parte de Orario, cierta mujer de cabellera dorada frunció el ceño.
"Han insultado los Jagamarukun...".
Murmuró, enojándose.
"Hmmm".
Hestia agudizó la vista, observando detenidamente a la camarera de "La señora de la abundancia".
Si bien que su amado hijo estuviese de la mano con otra chica la llenaba de celos, era consciente de las circunstancias por las que pasaron, por lo que no reaccionó mal.
La deidad con coletas se extraña por el estado físico de la joven, concluyendo rápidamente a qué se debe.
(Ha sido una losa muy pesada a cargar para ambos... Ninguno ha dormido como se debe).
Pensó.
Suspirando pesadamente y permitiendo que esa cite se desarrolle, habló.
"¿Qué van a ordenar?".
Retomó su labor como empleada e ignoró el trasfondo de esos sentimientos encontrados producidos por ver al hombre que ama con otra.
"Quisiera dos Jagamarukun, Kami-Sama. Uno relleno de carne y...".
"Yo quiero el mío relleno de camarones".
Mientras Bell ordenaba, Syr le comunicó su pedido.
"¡Sale uno de carne y otro de camarones!".
Hestia alzó la voz y los preparó.
Pasaron unos cuantos minutos, en los que el par esperó la comida.
La diosa de coletas de vez en cuando lanzaba uno que otro comentario, a lo que ellos contestaban. Eran cosas triviales.
En una de esas les preguntó a dónde irían después, Syr levantó los hombros, desconociendo los próximos destinos. Bell se limitó a decir que todavía no lo dirá, sembrando curiosidad en las dos féminas.
Los Jagamarukun fueron hechos y entregados. Aquel alimento a base de papa sacaba vapor y emanaba un olor realmente delicioso, que hizo gruñir los estómagos de la pareja.
El peliblanco pagó los 30 valis correspondientes y, junto a la peligris, se retiraron de ahí, despidiéndose y agradeciéndole a Hestia por atenderlos.
Esta última los veía alejándose.
"Esa niña apestaba a alcohol ¿Cómo es que Bell no se dio cuenta?".
Dijo, regresando los cinco sentidos al trabajo.
El par de jóvenes se sentó en las bancas alrededor de la fuente que se hallaba cercana al gremio de aventureros y comieron.
A pesar de la hora, el flujo de gente aumentaba.
El sol todavía no se ocultaba por completo.
Los pocos rayos de este iluminaban las calles, aunque esa luz era consumida por la de las lámparas de piedra mágica.
Comieron bocado a bocado el alimento.
"Sabe mejor de lo que imaginé".
Opinó Syr, luego de tragar.
Bell masticaba y asentía, satisfaciendo su hambre y concordando.
"Comí los Jagamarukun mucho tiempo. Era el único alimento que Kami-Sama y yo podíamos costear. Al menos hasta que comenzaste a darme tus bento".
Confesó.
"¿Eh?".
Esto la tomó por sorpresa.
"Si bien ahora la situación económica ha mejorado en mi familia, sigo disfrutándolos como la primera vez. Al igual que la comida que me cocinas, Syr".
Agregó, dándole otra mordida a la croqueta de papa e ignorando el hecho de que su acompañante se sonrojaba a medida de que transcurrían los halagos.
"¿D-Disfrutas mi comida?".
Incrédula, quiso asegurarse de que era verdad.
Como diosa es capaz de detectar las mentiras. Así se entera de que tanto Allen como Helun y los niños del orfanato de Maria le mienten sobre el sabor de lo que cocina.
"¿Uh? Por supuesto. Cualquier alimento que sea hecho de corazón, es delicioso. Lo que preparas no es la excepción".
Contestó sin ni una pizca de duda.
Ella, totalmente feliz, ve al suelo, acalorada y sacando vapor de la cabeza.
En silencio, comió su Jagamarukun.
(Yo creí que se lo comía por compromiso...).
Se dijo, aliviada de que no fuese ese el caso.
Los minutos transcurrían y cada uno miraba la ciudad.
El sonido de los pasos, las voces, risas, gritos, del relincho de los caballos que tiraban de carrozas.
Sí... Orario estaba llena de vida.
El viento soplaba. El cabello de Syr se ondeaba mientras sostenía firmemente su sombrero, el cual se quitó al llegar porque el sol ya no la molestaba, para que no saliera volando.
Era una noche tranquila y alegre, que contagiaba a quien sea que se viese inmiscuido en esa atmósfera.
Por primera vez desde que Noel se fue, Bell y Syr disfrutaban del exterior.
No obstante, por el rabillo del ojo, a cada uno les llamó la atención cosas diferentes.
A la peligris fue un puesto ambulante.
En él había una persona a quien conocía.
"Helado...".
Murmuró.
Sí, se trataba de una heladería que frecuentaba.
En ella había muchos sabores deliciosos, siendo su favorito el de chocolate y chispas.
Momentáneamente pensó en pedirle a Bell que le comprara uno.
Pero tuvo un recuerdo de no hace muchos días que la entristeció.
"Noel...".
Musitó.
La escena se reprodujo en su cabeza como si de una película se tratase.
Bell, Noel y ella caminaban juntos, como ya era costumbre desde que esa "familia" falsa se formó.
Era mediodía y los pájaros cantaban.
El calor, aunque soportable, se prestaba para comer un postre helado.
Los tres decidieron ir a comprarlos.
Si bien la niña desconocía qué era, al notar la emoción en su "mamá", quiso probarlo.
Sus ojos se iluminaron cuando tuvo el cono en las manos.
Emocionada, preguntó si era solo para ella, a lo que el par le respondieron que sí.
En su intento de comer la bola de helado de golpe, esta golpeó con su barbilla y se cayó.
El llanto de la infante no se hizo esperar.
Propio de su edad, gritó y se lamentó. Triste de que no pudo comerlo.
Para arreglar la situación, Syr le dio el suyo y después volteó hacia Bell, quien le cedió el de él, quedándose sin postre.
"Fufufu. Es el deber de un padre contentar a la hija como a la madre".
Dijo.
El peliblanco no se quejó.
"Además...".
Se le acercó al oído de repente.
"No te preocupes, querido. En la noche te recompensaré. Recuerda que Noel quiere un hermano y una hermana".
Le susurró, sonrojando al "Padre".
"¡Waaaaa! ¡Es delicioso! ¡Muy rico! ¡Me encanta!".
Noel interrumpió el coqueteo, gritando de júbilo y disfrutando del helado.
A Syr se le dibujó una sonrisa.
"¿En serio? Es el sabor favorito de mami. Eso significa que compartimos gustos".
Expresó.
"¡Sí! ¡¿Puedo probar ese?!".
Respondió la pequeña, señalando el que antes le pertenecía al conejo.
La peligris se lo dio y ella lo probó.
Difiriendo de la reacción anterior, esta vez lucía decepcionada.
"Mmmm no sabe mal, pero... es menos dulce...".
Analizó, sosteniéndose la barbilla.
"Fufufu. A papá nunca le han gustado las cosas dulces".
Aclaró la camarera, agarrándolo de nuevo.
"Pero a mí me encanta todo lo que sea de tu padre...".
Lo lamió provocativamente sin quitarle la vista a su "esposo".
De repente el recuerdo se detuvo, sensibilizando el corazón de la muchacha, quien agachó la cabeza.
Del lado de Bell la situación no era diferente.
Él se fijó en la librería donde compraba cuentos de héroes.
Suspiró pesadamente, como si lo golpeara la nostalgia.
"Noel...".
La nombró.
También tenía un recuerdo especial sobre todos los demás que guardaba.
Ese era el día en que Syr y Noel lo acompañaron a esa librería que también fungía como biblioteca.
Ambas le preguntaron cuál libro les recomendaba y... ¡ESO LE DIO CUERDA AL PELIBLANCO!
Entraron al establecimiento y él dio inicio a su discurso extenso, repleto de pasión, propio del fiel amante de las historias de héroes.
"Dungeon Oratoria relata los hechos históricos que tuvieron lugar en Orario durante los Tiempos Antiguos, previo al descenso de los Dioses. Consiste en una recopilación de múltiples cuentos de los héroes de antaño".
"Al ser una epopeya masiva, Dungeon Oratoria se extendió a lo largo de múltiples volúmenes. Si bien existió una versión original hace 1,000 años, varios de estos volúmenes terminaron por perderse con el pasar del tiempo, ocasionando que pocos fueran capaces de leerla completa".
Madre e hija lo escuchaban atentamente, sin perderse ningún detalle. Les sorprendía lo rápido que hablaba y lo elocuente que era al compartir uno de los temas que ama.
Esto le pareció encantador a Syr.
"Relatos como el de 'Fulland del agua y la luz' o la historia del héroe Albert son de las más famosas. En lo personal prefiero el relato heroico del Argonauta, quien es el héroe al que todos tacharon de bufón, pero que a pesar de eso se esforzó para luchar por sus ideales y...".
Se detuvo en seco, volteando hacia ellas.
"¡P-Perdón! Estoy aburriéndolas ¿Verdad?".
Se disculpó, sintiéndose apenado por enseñarles esa cara tan infantil en él.
"No hay problema. Si papá es feliz yo soy feliz".
Fue lo que Noel respondió.
"Sí. Ese lado tuyo que no conocía es tan lindo, me encanta".
Syr concordó, guiñándole el ojo.
"¡Por favor deja de hacer esas bromas!".
"¡Shhhhhhhhh!".
Rogó el muchacho, siendo siseado por el dueño de la librería al levantar la voz.
"Papi ruidoso...".
"Sí. Tu papá es muy ruidoso".
El par de peligrices se burlaron.
Esa memoria concluyó ahí.
Y, al igual que Syr, Bell quedó cabizbajo, entristeciéndose.
Sumidos en la depresión, justo lo que querían evitar, fueron alertados.
Una infantil voz provocó que buscaran el origen de la misma.
"¡Papá! ¡Mamá!".
Se trataba de una niña, quien caminaba de la mano en medio de sus padres.
Cada uno la sostenía de un lado.
Como si de una mala jugada del destino se tratara, tuvieron el mismo recuerdo.
Ellos dos caminando junto a Noel de esa forma.
Cuando iban a visitar el orfanato de María para llevarles comida y de paso su hija jugara con los huérfanos de ahí.
Mientras iban allá, Noel los jaló y les juntó las manos.
Ellos entrelazaron los dedos y se miraron para después ver a la niña.
"¡Papi y mami deben estar así!".
Celebró, riendo.
"Ay Bell. Si es lo que queridas solo debías pedírmelo".
Dijo la peligris.
"¡No es así!".
Respondió el peliblanco, inquieto, propio de él.
Syr se agachó para estar a la altura de su hija.
"Fufufuf. Buen trabajo, muy bien hecho querida".
La felicitó.
El par suspiró nuevamente y la comida se terminó.
Esta visita tuvo el efecto contrario al esperado.
(No permitiré que se arruine el estado de ánimo).
Fue el pensar del joven.
De pronto se puso de pie y se posó enfrente de su acompañante.
"¿Bell?".
Ella lo llamó.
"Hay... otro lugar al que quiero que me acompañes...".
Él le extendió la mano.
Syr, sin dudarlo, la sostuvo, aceptando acompañarlo.
Bell la levantó del asiento al jalarla hacia adelante.
Y de ese modo, la cita prosiguió...
Poco a poco se alejaban del bullicio de la ciudad.
La gente en las calles diminuía.
El camino que recorrían se le hizo conocido a la chica y aun así se mantuvo callada.
Tras minutos de caminar, por fin llegaron.
"Lo sospeché desde que entramos a la calle dédalo. Solo quisiera saber... ¿Qué hacemos aquí?".
Interrogó Syr.
"¿Acaso olvidaste este lugar?".
Respondió Bell con otra pregunta.
Ella negó.
Era imposible que eso pasara.
Aquel sitio que visitan era...
"Tú me trajiste aquí cuando las dudas me carcomían y el miedo me dominaba al ganarme el odio de todo Orario".
Aclaró él.
"Sí... fue después de que protegieras a esa vouivre".
La camarera complementó.
"Pero sigues sin responderme".
Adicionó.
El aventurero dio un par de pasos a adelante.
"Al verte supuse que era el lugar ideal para arreglar todo porque... tus ojos han estado muy tristes hoy...".
Expresó.
"¿Arreglar?".
La joven ladeó la cabeza, confundida.
"En esa ocasión me apoyaste y fungiste de soporte para mí...".
Dijo Bell, girando y posándose de frente.
Redujo la distancia paso a paso y...
"Es por eso que... deseo cumplir esa misma labor contigo. Permíteme ayudarte como tú hiciste conmigo...".
Cubrió las frías y delgadas manos de la chica con las suyas.
El ritmo cardiaco en Syr se aceleró a niveles inimaginables.
No obstante...
"Sé que así superaremos su partida...".
Agregó el conejo.
Un vacío se formó en el estómago de la muchacha, perdiendo el brillo de esos ojos grises cuando se pronunciaron esas palabras.
"Duele mucho que se haya ido... lo comprendo mejor que nadie...".
"Extraño su voz alegre corriendo a abrazarme...".
"Su forma tan familiar y cariñosa cuando me llamaba...".
"Detente...".
Bell habló, detallando lo que amó de Noel.
Syr le pedía que se detuviera.
"El modo en que trataba de robarme mis bocadillos a pesar de que no le negaría nada que me pidiese...".
"Por favor, cállate...".
"Esa ocasión en que Mord la quiso cargar y le dijo que parecía un tipo malo, rompiéndole el corazón y su orgullo...".
"Bell... en serio...".
"El día en que cocinó contigo y quemaron la cocina, siendo regaladas por Mama Mía y May".
"No quiero revivir esos recuerdos...".
Los músculos de la peligris se tensaban mientras que Bell continuaba, riendo cuando los recuerdos le divertían.
"Fue... genial ser su padre...".
Agregó.
"Y me imagino que amaste ser su madre...".
El frágil cuerpo de la camarera tembló.
"N-No es así...".
Mintió.
"Sé que eso no es lo que quieres decir...".
"Detente, en serio. Estás enojándome...".
"Esas sonrisas no eran falsas".
"Cállate...".
"Esa mirada repleta de orgullo cuando ella lograba algo no eran mentira...".
"Guarda silencio...".
El color gris en la iris parpadeaba, alternándose con el morado.
"No sé por qué dices todas esas cosas... estoy bien...".
"¡No es verdad!".
Bell gritó, provocando que saltara.
"¡Ese amor no era mentira! ¡Este dolor que sientes tampoco!".
"Cállate... cállate... ¡CÁLLATE!".
"¡No lo haré! ¡No hasta que aceptes que estas sufriendo! ¡Que su muerte te duele!".
"¡CÁLLATE!".
¡Plaz!
"¡No quiero revivir esos recuerdos! ¡No quiero!".
Syr lo abofeteó, entre lágrimas, mientras le alzaba la voz, esa voz quebradiza a punto de romperse.
Las piernas le tambalearon, se le debilitaron.
Cayó de rodillas al césped.
Su llanto aumentó.
"No quiero... no quiero...".
Repetía.
Bell se hincó ante ella y... la abrazó.
"No eres la única que se siente así... a mí también me duele que haya terminado... que se haya ido... que nos haya abandonado...".
"Sería fácil negarlo y fingir que nunca sucedió...".
"Pero yo no quiero olvidarla...".
"No quiero aparentar que estoy bien con esto...".
"Es por eso que viviré cargando ese peso... viviré por ella... como hubiese querido...".
"Porque Noel... no querría que nos entristezcamos...".
Syr se aferraba a él. Su rostro se enterró en el pecho del peliblanco, empapándolo de lágrimas.
"Y... tal vez... para superarlo... debamos permanecer unidos, como nuestra niña deseaba".
Con los sentimientos saliendo a flote y sin nada que ocultar, la camarera por fin se sinceró.
"La quise mucho... la amé mucho... era mi niña... mi hermosa niña... todo comenzó como una broma para molestarte... pero al final terminé viéndola como mi propia hija...".
Reveló.
"No quería que terminara tan rápido... ¡No lo quería!".
Agregó.
Sus palabras eran ahogadas por el pecho de Bell.
"Prometo que estaré a tu lado...".
Dándole palmadas para calmarla, juró el susodicho.
La luz de la luna los iluminaba.
La brisa helada cruzaba.
En esa noche aparentemente común, dos almas se tocaron.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
De regreso al bar.
"¿Te sientes mejor?".
Preguntó el conejo.
"Sí".
Respondió la chica, sonriéndole.
"Además, ya no tengo frío. Gracias por prestarme tu chaqueta...".
Comentó, extendiendo los brazos para que aquella prenda sea vista.
"N-No es nada...".
Contestó, desviando la mirada nuevamente, cosa que desde hace rato ha hecho.
Se rascaba la nuca y la evitaba.
"Fufufu ¿Qué sucede?".
Interrogó Syr entre risas. Le parecía adorable esa actitud.
"N-Nada...".
"Si hay algo malo, cuéntame. Prometimos que seríamos el sostén del otro".
Ante la negativa, ella jugó la carta de "Apoyo".
Dubitativo, él habló.
"N-No te lo quería decir, pero s-si insistes...".
Ella se mantuvo expectante.
"C-Cuando nos abrazamos sentí un olor muy fuerte a alcohol proveniente de tu boca. Es por eso que evitaba que estuviésemos de frente, el olor me mareaba...".
Confesó.
La sonrisa ilusionada en la camarera cambió gradualmente.
Decepcionada y avergonzada, se ruborizó en demasía y...
"¡Hmph!".
Le dio varios golpecitos en el hombro.
"¡Auch! ¡Oye! ¡Eso duele!".
"¡No se le debe decir eso a una dama! ¡Mucho menos a mí!".
No hubo queja que valga y continuó, inflando su mejilla, haciendo un puchero.
"¡Tú me pediste que te contara!".
"¡Penitencia! *Burp*".
De repente, mientras gritaba airadamente, eructó.
Si antes se sonrojó, ahora estaba completamente colorada.
"¡Pffff!".
Bell contuvo la risa ante esto.
"¡ESO JAMÁS SUCEDIÓ! ¡¿ENTENDIDO?!".
La peligris, completamente humillada, agarró al peliblanco del cuello de la camisa y lo acercó, amenazándolo para que este olvidara el asunto del eructo.
El escándalo no se detuvo y la fuerza en los golpes se incrementó.
Más pronto que tarde, llegaron a la entrada de "La señora de la abundancia", cesando en esa batalla entre el hombre falto de tacto y la dama de aliento a alcohol.
Ya ahí, era la hora de despedirse.
Aunque... la camarera quería reafirmar algo. Y, jugando con los mechones de su cabello, nerviosa, dijo:
"B-Bell... ¿Era en serio lo que me prometiste?".
El antes mencionado ladeó la cabeza y, desentendido, contestó:
"¿Qué cosa?".
Syr se cruzó de brazos e infló la mejilla.
(¿Eh? ¿Ahora que hice?). Nota del autor: Ser un imbécil Bell, eso.
"M-Me disculpo por mi mala memoria...".
Expresó.
Sin hacer contacto visual, ella le respondió:
"Lo de estar a mi lado, tonto".
Aclaró.
Habiéndolo recordado, Bell contestó:
"¡Ah, eso! Por supuesto que sí".
No había ni pizca de duda, pura decisión.
Los labios de Syr se curvan en una sonrisa.
"Eso quería escuchar...".
Murmuró.
"¿Eh?".
"¡N-Nada! ¡Nos vemos mañana!".
La camarera, apresurada, se despidió y entró al Bar.
"H-Hasta luego...".
Pasmado, el peliblanco se dio la vuelta.
Hasta que...
"¡Bell!".
Lo llamaron, girando instintivamente.
Fue ahí donde...
Mua
Lo besaron en la mejilla.
"¡!".
No fue capaz de ocultar su sorpresa, posando la mano encima de la zona en que esos suaves labios lo contactaron.
Casi tan rápido como fue el beso, la responsable se separó.
Puso los brazos en la espalda y habló.
"De ser posible, el próximo que te dé no olerá a alcohol".
Se trataba de Syr, quien le guiñó el ojo y le sacó la lengua, bromeando con él.
Caminando hacia atrás, regresó al bar y se metió.
Rojo como un tomate y sin movimiento como una estatua, Bell permaneció de pie en medio de la calle.
Cuando se dispuso a regresar a su sede, repleto de dudas en la cabeza y sentimientos que no comprendía a la perfección, su hombro fue picado.
"¡Bell! ¡Casi lo olvido!".
Nuevamente era la camarera.
Al notar la seriedad en ella, el joven abandonó el trance.
"¡Se trata de Anya! ¡Hay que ayudarla!".
Sin necesidad de explicaciones, respondió.
"De acuerdo, vamos".
En una de los cuartos en la segunda planta de "La señora de la abundancia" yacía acostada una chica gato deprimida.
"Gata estúpida-nya...".
Ese adjetivo la hería...
Sumergida en el dolor y en la desesperanza, murmuró.
"Tal vez-nya... Onii-Chan y ese miembro de Evilus tienen razón-nya... todo lo que toco está destinado a arruinarse-nya...".
Habiendo sido en parte responsable del secuestro y posterior muerte de Noel, Anya se arrepentía.
"Fue mi culpa-nya...".
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
Bueno, hasta aquí el capítulo de hoy, espero que sea de su agrado y dejen su apoyo a este nuevo fanfic.
En fin, déjenme sus opiniones respecto a la historia y si les gusta como se va encaminando.
¿Cómo estuvo el capítulo? ¿Sí les gustó?
Buzón de sugerencias/opiniones/comentarios.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro