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Capítulo 10. Luz vs Oscuridad.

El anochecer había caído en Orario y con ello el inicio del gran conflicto entre las fuerzas del bien y las que desean sumergir a los inocentes en miseria, las del mal.

Las calles inhóspitas retumbaban con fiereza al igual que los edificios aledaños a estas mismas.

Cenizas, humo y escombros volaban por el aire tras explosiones y sonidos de batalla que hacían eco en cada rincón de la ciudad.

Sí... sin duda se trataba de una guerra a toda regla.

En diferentes puntos se desenvolvían las peleas.

Una recién iniciaba en el piso 18 del calabozo, en Rivira, la zona segura de este piso, para ser exactos. No obstante, no había contrincante, sólo se trataba de un demi espíritu demoliendo lo que había a su paso.

Las demás en cambio, bueno... al menos fueron atendidas por los hijos de las familias implicadas en la defensa de Orario.

Explosiones de magia eran visibles desde la mansión crepúsculo, sede de la familia Loki que tiene como líder a la diosa con ese mismo nombre.

¿Por qué es importante remarcar esta ubicación? Sencillo. Al interior de dicha mansión se hallaban las deidades de varias familias con los roles previamente mencionados.

Desde un gigantesco ventanal en la primera planta la escena era observada con quietud y cierta frustración.

"¿Cuánto tiempo ha pasado? ¿Cuántos años transcurrieron? No importa. Esto se repite. Es como si la edad oscura retornara en las pacíficas vidas de los habitantes. Esa época en la que se perdió mucho... y a muchos...".

Comentó Hermes, frunciendo el ceño y sujetando el marco de la ventana con fuerza, incluso doblándolo.

Él fue partícipe de ese conflicto. Estuvo en el bando ganador. Pero a pesar de eso, las pérdidas fueron muchas. Una en particular no la olvida. Es imposible que el fallecimiento de una querida hija tuya desaparezca.

Un par de pasos acercándose a su dirección llamaron su atención. La responsable de esto se posó a su costado, mirando lo que sucedía a la distancia con una expresión calma y totalmente en blanco, como si de una muñeca de porcelana se tratase.

"No ganaron en ese entonces. No lo harán ahora. ¿Qué importa?".

Declaró la bella mujer de cabellera plateada, la diosa de nombre Freya, con desprecio en sus palabras.

Hermes volteó a su dirección. Le causaba inquietud lo involucrada que lucía en este asunto. Años atrás solamente se limitó a entregar tropas e información. Ahora mismo parecía... personal.

"¡Luces tensa, Freya!".

La voz de una fémina que claramente no sabe mantener la boca cerrada lanzó ese comentario de forma despreocupada.

Se acercaba al par de Dioses que estaban resguardándose en su sede mientras guardaba las manos en los bolsillos de sus shorts cortos y se dibujaba una sonrisa burlona en su rostro.

Cuando la bella mujer que recibió el mensaje y atendió al llamado la miró, sus ojos demostraban un cansancio y ferocidad comparable con los monstruos de los pisos inferiores.

"¿Qué sucede? No era necesario que vinieras ¿Sabes? Pudiste mantenerte segura en tu hogar o en la Torre de Babel pero decidiste venir aquí y acompañarnos a encarar a Enyo ¿Acaso tienes asuntos personales que atender con el líder de Evilus?".

Loki le dirigió varias interrogantes, relatando el motivo por el cual éstas se originaban en su cabeza y las expresaba verbalmente sin miramientos o censura.

Deseaba indagar en ese profundo laberinto llamado "mente de una diosa de la belleza" que la tenía en extremo intrigada.

Después de la visita a la Torre de Babel y la conversación que tuvieron a la hora de reclutar a su familia para este día, las dudas sobre el comportamiento autodestructivo que la peliplateada adoptó no abandonaban su cabeza y buscaba desesperadamente una respuesta que aclarara el panorama.

Teorizaba que una fuerte depresión la golpeó. No obstante... ¿Qué podría deprimir a una mujer que todo lo tiene y todo lo obtiene sin mover un dedo?

Freya regresó su atención al ventanal, ignorándola.

"Eso no importa. Nuestro objetivo es el mismo. Derrotar a Enyo y sus lacayos para salvaguardar el estilo de vida de los inocentes en esta región ¿Qué más da si mis razones son egoístas? Y de serlo, no es de tu incumbencia".

Contestó.

Un escalofrío recorrió la espalda de la pelirroja sin detenimiento. Un fuerte miedo la consumió.

Ella es perfectamente consciente del terror que esa mujer enfrente suyo es capaz de infundir en los mortales y los dioses. Conoce lo peligrosa que es y el riesgo que implica hacerla enojar. Sin embargo, aún teniendo en cuenta esos factores... ¡¿PARECÍA GUSTARLE ESE MAL TRATO?!

"Por favor detente. Si continúas con esa actitud de damisela Yandere despertarás un fetiche en mí".

Replicó Loki, tapando su nariz con el dedo índice dado que sentía que en cualquier momento saldría sangre de esta.

Freya la miró con cierto asco y luego simplemente lo dejó pasar. No tenía las ganas de replicar los comentarios fetichistas y pervertidos de una mujer tan extraña como ella.

"¡Tch! Eres realmente desagradable, pecho plano. Ahora entiendo la razón por la cual ni siquiera tus hijos te respetan".

Declaró una voz chillona semejante a la de una infante, reprendiendo esa actitud de la pelirroja.

Se trataba de Hestia, quien también decidió unirse a la cruzada en busca de Enyo.

"¡Hey camarona! ¡No hables de respeto cuando tú tienes que vender tu imagen por unos cuantos valis!".

Reprendió Loki, inclinándose adelante y reduciendo su estatura al hacerlo para encarar a la pequeña diosa de coletas.

"¡Yo no hago eso, maldita tabla!".

Replicó Hestia, golpeando su frente con la de ella.

La discusión escaló.

Ambas comenzaron a jalonearse, arañarse e insultarse.

Loki la sujetó de las coletas y las estiró.

Hestia saltó y le picó los ojos a pesar de que los tiene cerrados la mayoría del tiempo.

"Es increíble que esa actitud infantil de ambas no haya cambiado desde que se conocieron en Tenkai".

Opinó Hermes con los brazos cruzados y una risa repleta de incomodidad por el acto tan repetitivo que presenciaba.

Al lado del castaño, Freya abría los ojos en demasía, abandonando la inexpresividad anterior. Estaba sorprendida por la presencia de Hestia en ese lugar y lo que eso representaba en este conflicto.

"Hestia...".

La nombró, avanzando a la dirección del par de conflictivas deidades.

Ambas voltearon hacia ella. Loki le apretaba las mejillas y al punto de casi levantarla del suelo al sostenerla de estas.

"¿Tu familia participará?".

Cuestionó la fémina, posando la mano sobre las muñecas de la diosa pelirroja y haciendo que esta soltara a la persona a la que iba dirigida su duda.

"¡Ugh! ¡Duelen!".

La pelinegra se frotaba los cachetes totalmente enrojecidos. Lágrimas se desplazaban encima de estos.

"Finn insistió en que sería buena idea que los hijos de esta camarona participen".

Expresó Loki.

"¡Si tú lo hubieses pedido me negaba en el acto, maldita tabla de planchar!".

Respondió con fiereza la diosa de la hoguera, encarándola.

Loki blanqueó los ojos, se cruzó de brazos y la ignoró.

"Y respondiendo a tu pregunta, Freya. Sí, mi familia peleará. Ahora mismo deben estar dispersos en el campo de batalla, ayudando a tus hijos y a los de esa plana".

Aclaró Hestia.

"Solo acepté porque Finn se comprometió a remunerar nuestra participación aunado a que Hermes me informó sobre un asunto de mi interés respecto a la identidad de Enyo. Si esas condiciones no se cumplían, definitivamente dejaba botada a esa idiota con complejo de jefa".

Adicionó, lanzándole una feroz mirada e insultos a su enemiga a lo que esta respondió con mera indiferencia.

"E-Esto significa que Be, digo, que el capitán de tu familia peleará ¿No es así?".

Freya demostró cierto interés en el albino hijo de la pelinegra, quien agudizó la mirada ante el cuestionamiento.

"Así es. ¿Por qué tanto interés en mí niño?".

Interrogó, sospechando que la bella mujer poseía malas intenciones.

"Y-Yo...".

Esto pareció poner contra la pared a la deidad, quien titubeó, cosa que rara vez haría una figura tan imponente y serena como la de ella.

A pesar de que decidió revelarle al mundo que la existencia de una camarera joven llamada Syr se trataba de sí misma, no era el momento ni el lugar para que Loki o Hestia se enteraran. Si bien Asfi Al Andrómeda ya estaba al tanto, no era igual que confesarlo ante la diosa con la que sostiene cierta enemistad y la diosa del hombre al que ama respectivamente. Era como si una nuera enfrentara a su conflictiva suegra.

Se notaba su duda y nerviosismo. Era fácilmente identificable incluso por la pequeña chica que la puso en este dilema.

"Responde".

Hestia insistió.

Freya tragó saliva.

Esto le extrañaba a Loki. En los últimos días a visto caras de la tirana que jamás había presenciado en tantos miles de millones de años.

"Se debe a que la pequeña Syr no tiende a moderarse cuando se trata de su amor hacia tu hijo, Hestia. Obviamente hablaría de él con su diosa".

Hermes rescató a la peliplateada del acoso de tan enojona enana.

"¿Eh?".

Esto salió de la antes mencionada.

"¿Syr? ¿La camarera de 'La señora de la abundancia'?".

Tanto Hestia como Loki la reconocían. Incluso trataron de confirmar la identidad.

Hermes y Freya intercambiaron miradas.

"¿No lo sabían? Ella pertenece a la familia Freya. Aunque claro, no desempeña el papel de una aventurera por obvias razones".

Aclaró el dios viajero, poniéndose de acuerdo con la deidad nórdica.

(Así que Perseus ya le informó de mi identidad...).

Teorizó esta última a consecuencia de la ayuda que el castaño le dio para salir del problema anterior.

Esta revelación provocó que Hestia desistiera en su intento de buscar respuestas.

Tras lo sucedido con Bell y Syr, decidió mantenerse al margen de los asuntos que involucrará a ambos por el bienestar del capitán de su familia.

Estaba al tanto de la muerte de la espíritu de hielo "Noel" y lo mucho que afectó al estado anímico del albino. También era consciente del apoyo que se daban mutuamente dicha camarera del bar y su hijo.

"Eso explica muchas cosas. En ese sitio la mayoría pertenece o fue miembro de la familia Freya. Con solo ver quién es la dueña del bar es fácilmente entendible. Además, la pequeña Syr es la empleada más antigua de ahí solo por detrás de la misma Mama Mia".

La pelirroja sostenía su barbilla, analizando la situación y encontrándole sentido a eso.

Sus cejas se arrugaron y sus ojos color escarlata se mostraron al abrirlos.

"Aunque, si está enamorada del conejo, eso significa que... ¡QUE ESE PAR DE PECHOS SE ESCAPARÁ DE MÍ!".

Gritó a los cuatro vientos la diosa, realmente molesta.

El gesto de desagrado que apuntó hacia ella por parte de Freya era severo.

"No había ni la remota posibilidad de que te aceptara. Syr ama a Bell Cranel más que nada en el mundo".

Declaró, juzgando a la pelirroja y rompiendo cualquier pensamiento desagradable por parte suya.

"¡ESO ES LO QUE ME MOLESTA! ¡PARECIERA QUE TODAS LAS MUJERES DE ORARIO AMAN A ESE MALDITO CONEJO!".

Respondió Loki con vehemencia, irradiando furia y enrojeciéndose del cólera.

El brillo en los ojos de la peliplateada se perdió.

"¿Ah?".

Musitó.

"¡ES TAL COMO LO OYES! Tiona y Aiz. Incluso Lefiya aunque lo niegue. Es más, Alicia una vez me contó que hablaron de cuántos hijos quisiera tener o cosas por ese estilo. ¡VARIAS DE MIS HIJAS HAN CAÍDO ANTE ÉL! ¡Y ESO QUE SOLO CUENTO A LAS QUE CONOZCO! ¡ESTOY SEGURA DE QUE HAY MÁS! ¡ESO TE INCLUYE A TI, CAMARONA!".

Los gritos parecían no detenerse. Incluso le empezaba a faltar el aire a Loki entre tantas quejas para finalizar señalando a Hestia, quien se sonrojó y desvió la mirada sin negar que ese fuese el caso.

Una vena se marcó en la frente de la peliplateada ante esa información.

Posó las manos en forma de triangulo sobre su nariz y miró a la remitente con fiereza.

"Cuéntame más...".

Exigió.

"¡No es el momento de hablar de eso!".

La pequeña con coletas se entrometió.

"Yo no perderé ante nadie".

En voz baja Freya dijo aquello con una cara digna de la Yandere del año.

De en medio del caos, un fuerte golpe provino de la entrada principal de la mansión, alertando a los inquilinos.

"¡La hemos encontrado! ¡Está en su sede!".

Asfi Al Andrómeda, o Perseus, apareció en escena, revelando que dieron con su objetivo.

El resto de los miembros de su familia también aparecieron.

Desde que la batalla inició, los hijos de Hermes se dedicaron a sobrevolar la ciudad en busca de Enyo y de ese modo poder confrontarlo. Que estuvieran ahí indicaba que la misión tuvo éxito.

"¿Qué esperamos? ¡Andando!".

Loki fue la primera en reunirse con ellos.

Hestia en cambio...

"Deméter...".

Posaba su puño sobre el pecho, agachando la cabeza, temerosa de lo que vendría a continuación.

Fue detrás de la pelirroja a su ritmo.

"¿Qué le sucede a Hestia?".

Se cuestionó Freya.

"Lo verás por ti misma cuando lleguemos".

Hermes le respondió casi de inmediato con una seriedad impropia de un dios como él. Luego se retiró y fue a los brazos de la capitana de su familia.

La peliplateada no comprendía en misticismo respecto al confrontamiento de Enyo aunque sospechaba que la respuesta no le agradaría en lo absoluto.

"¿De quién se trata?".

Por primera vez le interesaba la identidad de ese sujeto. Si era tan impactante como para afectar a Hestia, entonces no podría ser una deidad cualquiera.

"Es hora de irnos".

Avisó el dios viajero, mirándola de reojo.

"De acuerdo".

La mujer asintió.

(No importa quién seas. Haré que pagues por el daño que hiciste... que nos hiciste...).

Pensó, decidida y reuniendo el enojo que se hallaba en el interior de su corazón.

Loki era sostenida por Laurier, una bella elfo de la familia Hermes de cabellera rubia. Una elfo tradicional a toda regla.

La pelirroja miraba directamente los inexistentes pechos de quien la llevaría en brazos con clara decepción.

(¿Ahora de dónde me sostendré cuando estemos por los aires y finja vértigo?).

Se cuestionó, habiendo planeado eso desde que se enteró del medio de transporte por el cual se desplazarían.

"Loki-Sama. Por alguna razón tengo muchas ganas de golpearla".

Laurier comunicó aquello, enojada. Era como si un sexto sentido le revelara lo que la diosa sentía hacia su muy poco prominente cuerpo y curvas.

Falgar, el Demi humano, sostenía en brazos a Hestia, quien no lucía dispuesta a conversar en el trayecto. Miraba fijamente a un edificio a varios kilómetros de su posición.

Por obvias razones, Asfi sería la encargada de lidiar con Hermes.

Y por último...

"Freya-Sama ¿Me permite llevarla?".

Lulune, la Chienthrope castaña, extendió su mano a la deidad, ofreciéndole la ayuda.

Ella se mantuvo en silencio y solo la sostuvo, aceptando la oferta.

Lidiaba con sus propios demonios internos.

Sabía que cuando bajaran de los cielos hasta la ubicación de Enyo, las cosas se pondrían feas.

Un casco fue puesto encima de las cabezas de transportistas y pasajeros, desapareciendo en el acto.

Se trataba del casco de Hades, aquel invento que Perseus patentó para no ser detectado de ningún modo y de esa forma desplazarse sin miedo a ser descubierto por enemigos.

Enormes alas de energía aparecieron en las "Talarias" de los cuatro aventureros de la familia Hermes. Más temprano que tarde se elevaron por los cielos.

La distancia aumentaba casi de inmediato hasta que, antes de darse cuenta, se encontraban a casi veinte metros de altura con respecto al suelo.

Los enormes edificios de la zona más rica de Orario eran vistos desde abajo.

El viento soplaba fuertemente, sacudiendo las prendas que los cuatro dúos vestían.

Surcaban los cielos sin detenimiento, presenciando en primera fila lo que sucedía al sobrevolar por encima el campo de batalla.

Era una vista envidiable si disfrutabas las peleas y la sangre en feroces peleas, no siendo ese el caso en ninguno de los presentes.

En el ala norte de la ciudad se desenvolvía la primera batalla a cercanías de los viajeros.

Un enorme monstruo hecho de vegetación con una mujer en lo alto de todo el mar de raíces peleaba ferozmente en contra de varios aventureros, entre los que destacaban las dos hijas de Ganesha, Shakti Varma e Ilta.

Los edificios eran destruidos por las enormes raíces de la bestia que las sacudía como si de látigos se tratase.

El par de mujeres acompañadas de otros aventureros esquivaban y resistían cada embate.

La peliazul, capitana de la familia Ganesha, se elevaba a por los cielos en busca de destruir al cuerpo principal y de ese modo acabar con esto.

Gritos de apoyo y auxilio eran emitidos por ellos. Un hombre totalmente cubierto de negro observaba desde el techo. En su mano derecha sostenía una lanza.

"Deja de jugar y ayúdalos, Allen".

Ordenó Freya a la distancia. Aunque claro, debido a la separación entre ambos y el tono tan bajo de su voz, no fue escuchada.

Para su sorpresa, el Catman descendió, cayendo al suelo.

Apuntó su lanza a la bestia y un aura extraña lo rodeó completamente.

Su participación en el conflicto daría inicio y quizás este finalizaría rápidamente.

"Buena suerte, mi niño".

Le deseó la peliplateada, alejándose de ahí.

No tardaron mucho en acercarse a la calle dédalo y presenciar el segundo enfrentamiento.

Una bestia semejante a un minotauro solamente que apoyándose en sus cuatro patas destruía cualquier cosa que impidiera su paso a la hora de cargar en contra de los aventureros que lo enfrentaban, entre los que destacaban los miembros más fuertes de la familia Loki, siendo Finn, Gareth y Riveria.

También los acompañaban Raúl, Anakitty y Alicia, fungiendo como primera línea para proteger a Riveria mientras invocaba magia de ataque y así acabar de una vez por todas con el Demi espíritu.

Loki observó a su familia visiblemente nerviosa, rogando por su bienestar.

"¡CAELUS HILDR!".

Resonó aquel grito en la calle dédalo.

*¡BOOOOOOOOOOOOOOM!*

Una potente explosión acompañada de truenos le siguió.

El monstruo emanaba humo gracias a las quemaduras que recibió.

"Hedin".

Freya lo nombró.

El elfo rubio con anteojos dirigió su ataque con la punta de su báculo.

"Hogni".

A su lado se hallaba el elfo oscuro con síndrome de octavo grado, desenfundando su espada color azabache.

El par se unió a los aventureros presentes, preparándose para luchar. Detrás de ellos venían cuatro hobbits con armaduras y armas diferentes cada uno.

Los hijos de la diosa peliplateada adoptaban sus propios papeles.

"¡ARCS RAY!".

*¡BOOOOOOM!*

Un rayo de energía salió disparado en contra de un objetivo y el cántico de este fue oído claramente tan pronto se alejaron de la calle dédalo.

Los Dioses miraron hacia abajo.

"¡LUMINOUS WIND!".

*¡BOM!*

*¡BOM!*

*¡BOM!*

*¡BOM!*

Varias explosiones acompañaron a esas dos palabras.

"Ryuu".

La peliplateada reconoció a la responsable ¿Y cómo no iba hacerlo? Se trataba de su mejor amiga.

Un ser abominable peleaba contra un mar de aventureros de primera y segunda clase.

"¡DENLE CON TODO!".

Vociferó Loki, dirigiendo el apoyo a los valientes guerreros, entre los que destacaban la antes mencionada Ryuu Lion, Lefiya Viridis, Tiona y Tione Hiryute, Bete Loga y... ¿Cuatro amazonas, una humana, una Hobbit y una renard?

"Conseguiste el apoyo de Kali. Impresionante".

Comentó la pelirroja hacia Hermes, quien le guiñó el ojo.

"Sí sabe que no nos puede ver ¿Cierto? Además, preocúpese por Aisha y Lena".

Le recordó Asfi a su dios.

"Si algo le pasa a Lili, Mikoto o Haruhime me las pagarás".

Reclamó Hestia al castaño por la participación de sus hijas.

Antes de siquiera comportarse de manera conflictiva, algo captó su atención.

"¡HATI!".

Puños y piernas de Bete Loga se encendieron en llamas.

"Lo va usar...".

Loki estaba anonadada por la magia de su hijo.

La luna en lo alto del cielo estaba completamente llena.

El hombre lobo emprendió su camino hacia el monstruo que atacaba con magia desesperadamente.

Él no esquivaba. Absorbía la magia y las llamas aumentaban de tamaño.

Se reflejó miedo en aquel ser del séquito de Evilus.

"Esa criatura luce muy parecida a Filvis".

Fue la impresión de Loki a la distancia, asociando la figura de Ein con la joven elfo pelinegra de la familia Dionysus.

Antes de presenciar el desenlace de la pelea, se retiraron.

"Hija de Hermes, ponme al tanto. El registro mencionaba a 6 monstruos ¿Dónde están los otros tres...?".

Interrogaba Freya a Lulune en busca de respuestas. No obstante...

"¡VUOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOH!".

El bramido del minotauro negro que meses atrás atacó Babel fue escuchado, interrumpiéndola.

"La zona segura de los Xenos a la que fueron llevados también está bajo ataque. Ellos se están encargando de eso".

Informó a Chienthrope.

"Respecto a los otros dos. Bueno, la criatura Revis y la 'Princesa de la espada' están luchando en Knoss. No es un demi espíritu, es algo mucho peor que incluso los otros 5 juntos".

"Y el último se halla en el calabozo, en Rivira. Observe".

Lulune le entregó un objeto en forma de esfera y color jade.

En ella se observaba al demi espíritu número seis haciendo trizas la ciudad de Rivira. Demolía lo que hubiese a su paso sin miramientos o detenimiento.

El calabozo gritaba y cientos de monstruos emergían de las paredes para detenerlo, pero eran asesinados al acercarse a él.

"Aquí mandaron a Ottar ¿No es así?".

Preguntó.

La castaña asintió.

"Interesante".

Una sonrisa se dibujó en sus labios.

Un escenario repleto de muerte y caos. A cualquier otro aventurero inexperto le asustaría enfrentarse a eso. Ese no era el caso de Ottar, quien prácticamente vive en condiciones similares día a día.

Miraba encantada a la figura gigantesca del capitán de su familia apareciendo en escena.

La enorme espada color azabache se desenfundaba, demoliendo a los monstruos para llegar a su objetivo.

"Estamos cerca. Prepárese para bajar".

Alertó Lulune.

La peliplateada le regresó el Oculus y miró el sitio en el que se hallaban.

Sus ojos se abrieron de par en par y la expresión relajada en su rostro se disipó rápidamente.

Sintió que un hormigueo le subía la espalda y que el pecho le dolía.

"¿Q-Qué hacemos en la mansión de trigo?".

Interrogó, pasmada.

La Chienthrope se mantuvo en silencio, desviando la mirada.

"No me digas que Deméter es... no, imposible. Ella sobre todas las personas es la que menos capaz sería de...".

Freya nombró a la diosa dueña de la sede y la familia a la que le pertenece. Una fuerte presión en el pecho la azotó. Le ardía tanto que el dolor podría compararse a ser quemado.

"De arrebatarme a mi hija...".

Su cuerpo temblaba.

"Debe ser un error. Porque de no serlo eso significaría que vengo a matarla...".

Susurró, tragando saliva.

Tan solo la idea de arrebatarle la vida a una de sus amigas le retorcía el estómago. Solo pensar que esa amable diosa causó la muerte de Noel le sonaba ridículo.

(No puedo hacer eso. Deméter...).

Pensaba hasta que fue interrumpida.

La imagen mental de la deidad de la fertilidad cambió por la de Noel, completamente retorcida y aterradora.

("Mamá... ¿Permitirás que la mujer que me torturó se mantenga viva? Dijiste que me vengarías...").

Una tétrica sonrisa se dibujó en los labios de la infante.

El subconsciente de Freya se llenaba de oscuridad.

Su respiración se alteró, inhalando y exhalando irregularmente.

Descendieron lentamente al suelo.

Tres mujeres los esperaban.

"Llegamos, Freya-Sama. Las chicas del bar de 'La señora de la abundancia' serán sus guardaespaldas. Si bien se supone que nadie conoce la identidad de Enyo, por lo que no debe haber seguridad al interior de la mansión, no deseamos arriesgarnos a perder a alguno de ustedes porque de suceder, el falna de sus hijos se disipará y quedarán expuestos".

Explicó la castaña.

Freya estaba en completo silencio sin emitir sonido alguno que indicara el entendimiento de la situación.

Cuando tocaron suelo los pies de la peliplateada, comenzaron a moverse y caminar lentamente, dejando atrás a Hermes, Hestia, Loki y compañía.

("Mátala mamá. Ella me apartó de ti").

La voz retorcida de Noel le repetía eso.

Luchaba contra ese aterrador subconsciente.

Vino para asesinar a Enyo, claro. Pero las cosas cambiaban a la hora de enterarse de la supuesta identidad del maquiavélico dios.

¿Cómo actuaría al tener de frente a Deméter? ¿Sería capaz de contenerse?

("Por su culpa me arrebataron de tu lado. Ella debe ser asesinada")

Argumentaba la Noel del subconsciente de Freya.

"¿A dónde va?".

Preguntó Loki, viéndola alejarse.

"No me digas que planea entrar sola. ¡FREYA! ¡ESPERA!".

Los presentes corrieron, tratando de detenerla, pero la mano de la mujer se posó encima de la perilla y la giró.

"No te preocupes, mi niña. Como te prometí, Enyo morirá hoy...".

Los ojos púrpura de la fémina perdieron su brillo, después el color, volviéndose completamente grises como cuando está en su forma de Syr.

La puerta se abrió. Las bisagras chillaron, alertando que un visitante inesperado entró.

En el enorme pasillo del primer piso resonaban las pisadas.

La visión de la deidad estaba alterada.

Todo era borroso y oscuro, como un mal sueño o una pesadilla.

Escuchaba los gritos a su espalda pidiéndole que se detenga y los ignoró.

La mansión estaba a oscuras. Ninguna luz iluminaba las secciones de la misma.

Por alguna razón esto no parecía afectarla.

Caminó con naturalidad, como si conociera cada rincón de memoria.

De entre las sombras emergieron miembros de Evilus. Simples humanos que estaban ahí para impedir que alguien entrara.

"¿Freya-Sama? ¡NO PERMITAN QUE SUBA!".

Gritaron, yendo a atacarla.

Matarla significaría que sus hijos perderían el falna, lo que significaba mayor ventaja para su facción oscura.

Sin embargo, cuando aproximaron las hojas de sus espadas a la delicada piel de la hermosa diosa de la belleza... se detuvieron.

Estaban totalmente quietos como si de estatuas se tratase.

Una tenue luz morada emergió de las Iris de la peliplateada.

Los había encantado.

"Suicídense...".

Ordenó, continuando su andar.

Las espadas que sostenían apuntaron hacia sus propias gargantas y...

*¡SLASH!*

Las incrustaron, atravesándose los cuellos.

Los cuerpos cayeron al suelo como muñecas de trapo y la sangre empezó a derramarse hasta formar enormes charcos.

Aunque eso no era lo más aterrador del caso, sino que murieron mucho antes de apuñalarse.

Sus mentes fueron hechas pedazos.

"¿Q-Qué es esto?".

Hestia no salía de su impresión y miedo.

"No vaciló ni un segundo".

Sudor frío bajó la frente de Hermes.

"Sé que está loca, pero jamás me imaginé que a tal grado".

Loki comentó.

"¡Hay que seguirla-nya!".

Anya, corrió detrás de ella. Era su diosa y si bien ya no pertenece activamente a su familia, no quería que le pasara algo.

(¿Planeas matar a Deméter?).

Preguntó mentalmente la pelirroja, observando a la deidad subiendo las escaleras que la llevarían a la segunda planta.

La mano derecha de esta última estaba ligeramente cerrada. Era como si sostuviera algo... o a alguien.

("Mamá, mátalos a todos. Que no quede nadie").

Una figura imaginaria similar a Noel acompañaba a Freya, quien la agarraba de la mano como solían hacer.

"No te preocupes. Yo mataré a los que te dañaron, mi niña".

Susurró.

Los miembros de Evilus no podían siquiera reaccionar sin que antes tuviesen sus propias armas apuntando a sus cuellos mientras sonreían y babeaban. La piel sobre sus pómulos se rasgaba al abrir en demasía los ojos. Seguido de esto...

*¡SLASH!*

La muerte les esperaba.

Era un festival de muerte y sangre.

"Lo hago por ti, Noel".

Musitaba la peliplateada, en trance, cegada por la ira y la venganza que la consumía y ennegrecía su propia alma.

La distancia que la alejaba de la responsable del fallecimiento de la infante cada vez se reducía más.

Los cuerpos caían.

La sangre teñía las paredes.

El olor a hierro golpeaba en las narices de quienes todavía tenían pulso.

"Perdóname Deméter".

*¡SLASH!*

Más muertos se apuntaban a la cuenta.

"Pero no me arrepiento de lo que haré".

*¡SLASH!*

Los asesinatos continuaban.

Ya no dudaba respecto a lo que haría. Cumpliría la solicitud de su hija. Mataría al responsable de arrebatarle la vida, así sea su amiga.

No quedaba duda ni misericordia. Solo odio.

"¡Freya! ¡Aguarda!".

Le pedían sin ser escuchados.

Estaba enfrascada y sumergida en su mundo, desechando la existencia de seres ajenos a este.

No pasó mucho para estar de frente a las puertas que conectaban a la habitación de la diosa patrona de la sede.

Freya miró a su costado y ahí estaba Noel.

Sonrió y...

*¡PAM!*

Forzó su entrada de una patada, casi rompiendo la madera de los marcos y doblando las bisagras.

Deméter, asustada, volteó a donde se originó el ruido.

Entre la completa oscuridad, dos luces púrpura se asomaron.

Estaba enfrente suyo.

La causante de tanto dolor. De las noches en vela. Quien hizo que llorara día y noche sin descanso.

"¿Freya?".

La castaña estaba confundida por la presencia de la diosa de la belleza en sus aposentos.

La susodicha no respondió al llamado. Se limitó a ir a por ella.

A cada paso que daba, un punzante dolor la azotaba.

Recordó a Bell llorando de rodillas en el suelo entre la nieve derritiéndose mientras tenía las manos vacías.

"¿Qué haces aquí?".

Preguntaba Deméter sin respuesta.

La imagen de Noel riendo se modificó, cambiando a un gesto tétrico con las cuencas vacías y una sonrisa forzada.

("Mátala").

("Mátala").

("Mátala").

La infantil voz repetía eso incesantemente.

("Mátala").

"Tú lo hiciste...".

La peliplateada señaló a su objetivo, percibiendo miedo de su parte.

Cada paso hacía eco en la habitación.

Era terrorífico cómo se intensificaba el ruido entre menor era la separación. Era como si aumentara la fuerza de las pisadas.

La castaña retrocedía.

"¡A-Aléjate de mí!".

Gritó.

Jamás había presenciado esa actitud en la diosa de la belleza.

"La mataste...".

Habló.

("Véngame").

Pidió Noel.

"La heriste...".

("Asesínala").

"Perdí a mi hija por tu culpa".

("Véngame").

Lentamente sacó un cuchillo que le robó a uno de los hombres que quisieron detenerla.

Las lágrimas de Deméter se derramaban.

"P-Por favor...".

Quiso pedirle que no la dañara, pero...

*¡PLAZ!*

Fue abofeteada, cayendo al costado.

Posó su mano sobre la mejilla enrojecida e hinchada.

Le temblaba el cuerpo. Estaba aterrada a tal punto que no mostraba resistencia.

Freya guardó silencio y la jaló del cabello, obligándola a mirarla.

Cada acción liberaba un potente odio, tanto que ponerlo en palabras era imposible.

"Quiero que lo recuerdes al volver a Tenkai. Te metiste con la niña equivocada".

Amenazó, posando la hoja del cuchillo encima del cuello de la diosa, la cual presionó sus párpados y mordió sus labios, preparándose para su inminente muerte.

Las lágrimas caían sin detenimiento.

"¡NO LO HAGAS, FREYA!".

A la habitación entraron Hermes, Loki, Hestia, Anya, Chloe y...

"¿Lunoire?".

"¿Deméter-Sama?".

Hija y diosa se reencontraron.

La humana lloraba al ver lo que sucedía.

Estaba asustada, temerosa de perder a quien era como su madre.

"¡AHHH!".

Freya jaló los largos mechones de la deidad nuevamente.

"Lo lamento por tu hija. Pero tú me quitaste a la mía".

La hoja del arma atravesaba las capas de piel. Un hilo rojo de sangre se deslizaba por la superficie del mismo y el cuello de la fémina.

"¡DEMÉTER-SAMA!".

Gritó aterrada la humana, corriendo a detenerla.

Antes de atraparla ¿La diosa se detuvo?

"O eso es lo que me quieres hacer creer ¿Verdad, Enyo?".

Habló, dejando caer el cuchillo y soltando a la castaña para después ver el balcón enfrente suyo.

"Perdóname Deméter. Tardé en darme cuenta de que eres una víctima de este maldito".

Se disculpó.

Lunoire corrió a auxiliar a su diosa.

Fue entonces que...

"No tuve elección".

Deméter se quebró.

El nudo en su garganta afianzaba las sospechas de Loki.

"¿Qué hizo? ¿Qué te quitó para que alcanzaras tal extremo?".

Hermes cambió su rostro burlón a uno serio. Algo pocas veces visto en él.

Ella cayó sentada, sin poder mantener el papel de villana.

"Vino un día...".

"Mis pequeños... Los mató enfrente mío entre más me negaba a participar en su plan...".

Confesó.

"Sus nombres... Rostros... Expresiones mientras una espada se deslizaba por sus gargantas y la sangre brotaba a chorros, manchándome sin poder impedirlo... Cada maldito detalle me atormenta día con día en mis pesadillas...".

Agregó.

"Dijo que no se detendría hasta obtener un sí..."

Adicionó.

Lunoire la abrazó.

"Perdón...".

Ella lloraba, enterrando su cara en la ropa de la humana.

"No es tu culpa... Hubiese hecho lo mismo si la vida de mis seres queridos estuviesen en juego..."

Contestó, acariciándole la nuca.

"Me alegro... de que no haya sido verdad... sabía que era imposible que fueses la responsable de tantas muertes".

El agarre de Lunoire aumentaba.

Mientras esta escena se desenvolvía a espaldas de la peliplateada, ella cerró el puño y gritó.

"¡Sal de tu escondite! ¡El olor de tu vino barato es asqueroso!".

Desde un rincón, la luz que la luna irradiaba se enfocó en el hombre cubierto por tela roja con un sin fin de máscaras estampadas en su atuendo, contando también a la que cubría su identidad.

"Sinceramente no me esperaba que te involucraras, Freya. Aunque mi sorpresa debido a eso no supera a la que tengo al haber sido descubierto por ti. Yo suponía que sería la diosa de las mentiras quien lo haría".

Declaró, retirándose la máscara y el atuendo.

Los mechones rubios cayeron.

"Dionysus".

Freya lo nombró.

"¡¿CÓMO TE ATREVES MALDITO MONSTRUO?!".

Hestia le reclamó llena de enojo y furia desbordante por lo que le hizo pasar a su amiga.

"¡JAJAJAJAJAJA! ¡ESOS ROSTROS QUERÍA VER! ¡FURIA, DESESPERACIÓN, ESPERANZA PERDIDA! ¡ALIMENTAN MI SER!".

Declaró, estremeciéndose del placer.

Cada uno de los presentes frunció el ceño.

"Aunque claro, preferiría que quien me enseñara lo que pido fuera Loki, no tú, enana entrometida".

Continuó Dionysus.

"No obtendrás eso de mi parte".

Replicó la pelirroja.

"Ya lo veremos. Cuando pierdan me darás lo que anhelo".

Dijo el rubio, confiado de su victoria.

"¿Quién dijo que perderemos?".

Cuestionó Hermes, sonriendo.

"Orario no es defendido únicamente por la familia Loki, Ganesha y Hermes. Te olvidaste de mí".

La diosa de la belleza se señaló a sí misma.

"No me olvidé de ti. Solo no consideré que participarías. Dime, Loki...".

Miró a la diosa de las mentiras en medio de su respuesta.

"¿Cómo convenciste a la loca tirana de participar...? ¿Eh?".

Antes de finalizar su pregunta, un cuchillo le atravesó el hombro.

Un hilo de sangre se escurrió y el líquido tiñó la manga del Dios.

"Cuida tus palabras cuando hables de mí".

Advirtió Freya, viéndose como la responsable del ataque.

El rubio estaba pasmado. No imaginaba que habría una reacción tan rápida tras la revelación de su identidad.

Cuando salió de su impresión, una ola de dolor lo golpeó.

"¡AHHHHHHHHHHHHHH!".

Gritó con vehemencia, tratando de sacar el punzocortante del hombro, pero...

*¡PUM!*

"¡PUAH!".

Fue golpeado en el abdomen.

Cayó de rodillas y...

*¡PUM!".

Otro puñetazo certero le dio en el rostro, empujándolo hacia atrás.

"¿Acaso duele?".

Cuestionó Freya, posando el pie encima del mango del cuchillo aún enterrado en la carne y los huesos del rubio. Fue entonces que lo pisó y giró, cortando y desgarrando aún más tejido.

"¡AHHHHHHHHH! ¡DETÉNTE! ¡DETÉNTE! ¡DUELE! ¡DUELE!".

Dionysus lloraba e imploraba.

"Esto no se compara en lo absoluto a lo que me hiciste. Desde que supe que Ishtar conspiró con ustedes para asesinarme debí acabarlos. De ser ese el caso nada hubiese sucedido. No obstante, mentiría si dijese que mis actos son motivados por eso".

Explicó Freya con superioridad, moviendo de un lado a otro el arma.

"¡AHG! ¡AHHHHHGGGG!".

La deidad se retorcía de dolor, buscaba en todas partes a sus hombres para que lo rescataran.

"No vendrán. Han sido asesinados con la mente hecha pedazos y sus gargantas apuñaladas".

La diosa sonrió de forma tétrica.

"Matarme no cambiará nada. Ustedes perdieron desde que decidieron jugar contra mí...".

La sangre que perdía comenzaba a pasarle factura. Su piel palidecía y el cansancio se presentaba.

"¿Eso crees?".

Freya le entregó un Oculus.

"¿Qué es esto...?".

Preguntó el rubio. Fue entonces que un aviso llegó.

"El Demi espíritu de Rivira ha sido eliminado".

La voz imponente de Ottar informó.

La expresión repleta de arrogancia de Dionysus cambió.

"¡La calle dédalo ha sido despejada!".

"¿Qué?".

Uno a uno se reportaba la victoria de los grupos que pelearon.

"Allen Fromel a terminado con la de aquí. Cambio y fuera".

Shakti se unió al bombardeó de avisos.

"Has peleado tantas veces contra Loki y su familia que lograste conocer sus límites. Tu error es creer que mis hijos tienen los mismos...".

Declaró la mujer, sujetándolo del cuello de la camisa.

"Creíste que permitiría que mi hogar fuese destruido. En otro tiempo quizás no me hubiese importado el bienestar de este lugar y su gente. Pero aquí ella fue feliz y le prometí que nos reencontraríamos. Además... tú me la quitaste...".

"¡NO ENTIENDO DE QUÉ HABLAS!".

Dionysus escupió esa respuesta.

"He escuchado tu monólogo desde que entraste. No recuerdo asesinar a un miembro de tu familia. Sabía que de hacerlo te involucrarías y evité el conflicto. Así que... ¡¿A QUIÉN MIERDA TE REFIERES?! ¡AHHHHHHHH!".

Freya retiró el cuchillo de repente.

*¡SLASH!*

Lo clavó en el muslo del rubio.

Lo soltó y este golpeó su cabeza en el piso.

"Su nombre era Noel. Grábatelo en los últimos segundos de tu vida".

Ordenó la peliplateada.

"Los Xenos derrotaron al demi espíritu".

Un cuarto mensaje fue recibido.

"Serás derrotado".

Comunicó Hermes a la distancia.

"Han caído cuatro... quedan Revis... Filvis... y...".

Ese "Y" le dio mala espina a los presentes.

Dionysus sonrió.

"¡TODOS RETÍRENSE DE LA CALLE DÉDALO! ¡HAY UN TEMBLOR!".

Casi de inmediato ese comunicado fue hecho y recibido por el Oculus.

En la penumbra de la noche, los pisos se desmoronaban con un susurro siniestro, uno tras otro, hasta que una presencia ominosa emergió de las sombras del suelo.

Los ojos de las deidades, testigos mudos de la tragedia, se agrandaron en un gesto de horror insondable al presenciar el levantamiento de ese ser.

Un par de ojos color escarlata hicieron acto de presencia como dos luces que iluminaban la negrura en el sitio. Estos pertenecían a una bestia monstruosa, envuelta en la oscuridad más profunda, que se alzaba sobre los restos de los edificios, su presencia infundía un miedo primordial en los corazones de los presentes.

"¡JAJAJAJAJAJA! ¡QUEMARÉ ESTA MALDITA CIUDAD HASTA SUS CIMIENTOS! ¡LA DEJARÉ EN RUINAS! ¡NO PUEDEN DETENER LO INEVITABLE! ¡NO TIENE SENTIDO TEMER A LO QUE NO PUEDES PARAR!".

Dionysus se erguía en medio del caos, sus brazos eran extendidos como si abrazara a la locura misma, su risa retumbando en el vacío, una carcajada desquiciada que anunciaba el fin de la poca cordura que poseía.

"El Nidhogg...".

Freya lo reconoció casi de inmediato. El parecido entre aquel dragón que abría sus alas como si de enormes telas se tratase y el que yace en Niflheim a vísperas del Ragnarok era extremadamente grande.

Con un estruendo ensordecedor, el suelo empezó a temblar y los edificios se estremecieron ante la imponente presencia del dragón de escamas obsidiana.

Sus enormes alas batieron con furia, enviando ráfagas de viento que desgarraban los tejados y hacían temblar los cimientos de la ciudad. Con cada paso, sus garras afiladas destrozaban el hormigón y los cristales se hacían añicos bajo su peso colosal.

El aliento ígneo del dragón ardía con una intensidad infernal al interior de su boca, preparándose para expulsarlo y de ese modo consumir todo a su paso en un torrente de fuego voraz.

Las carcajadas repletas de júbilo por parte de la deidad de cabellera rubia se detuvieron repentinamente cuando un sonido más fuerte lo eclipsó.

No se trataba del rugido del monstruo ni de los estragos causados por este mismo.

No...

Eran campanadas.

"¿Qué es eso?".

Interrogó, dirigiendo su atención a una tenue luz color blanco al extremo derecho de la ciudad que aumentaba de tamaño conforme los segundos transcurrían.

Lo que antes era miedo al interior de las fuerzas del bien se convirtió en esperanza.

Una sonrisa burlona se dibujó en sus rostros y miraron con arrogancia al dios oscuro.

"Así que este fue el papel que Finn le dio".

Hermes comentó. No daba crédito a la astucia e inteligencia que el Hobbit y capitán de la familia Loki poseía. Era como si hubiese previsto la existencia de un séptimo ente que atacaría la ciudad mientras ellos estaban ocupados con los otros seis.

"¿Pies de conejo?".

Dionysus reconocía la silueta del joven albino. Estaba asqueado por la cantidad de poder que emitía. La energía que se materializaba a su alrededor no era normal. Distaba de cualquier lógica terrenal.

"¿Un humano puede ser así de fuerte? ¡¿Qué demonios significa esto?!".

Al parecer, la desesperación que tanto buscaba en Loki fue manifestada en sí mismo.

No era un aventurero ni un dios dedicado a la guerra. Pero no era necesario que lo fuese para identificar la amenaza nivel calamidad que representaba el hijo de Hestia.

"¿Qué clase de monstruo está en tu familia?".

Cuestionó la deidad a la diosa de coletas, que posaba ambas manos en la cintura e inflaba el pecho con orgullo.

"No confundas los términos, idiota. Lo que ves ahí no es un monstruo... es un héroe".

Replicó la pelinegra con una mirada retadora.

Un escalofrío recorrió la espalda del rubio. La palabra "Héroe" le helaba la sangre a niveles inimaginables.

"Es imposible... ¡Los héroes ya no existen!".

Refutó, casi escupiendo esa respuesta repleto de cólera.

"Nunca dejaron de existir. Hace siete años los hubo y los planes de Evilus fueron detenidos. Ahora mismo presencias la manifestación del espíritu heroico de un joven hipócrita. De eso se trata ser un héroe, anteponer la vida de los demás antes que la tuya. No hay mayor acto de hipocresía que ese".

Expresó Hermes.

Dionysus agachó la cabeza. Mordía su labio inferior y cerraba los puños.

"Ese idiota puso a todo Orario en su contra con tal de salvar a una vouivre y a pesar de eso se levantó entre el odio y las cenizas, demostrando nuevamente su valía".

Una vena se inflaba en la frente de Loki. Muy a su pesar, no le quedaba otra opción que reconocer el valor del joven.

El recuerdo de la caída y el resurgir del héroe permanecía vivo en su interior.

"Miéntete tanto como desees. Eso no evitará que presencies la realidad y tu derrota".

Adicionó el dios viajero, encarando al rubio, quien lentamente dirigió otra vez la mirada a lo que sucedía justo frente a sus narices.

Dioses y humanos en la habitación salieron hacia el balcón para observar lo que se desarrollaría a continuación.

No obstante, una de las diosas permanecía en silencio, posando el puño encima del pecho.

"¿Qué planeas hacer?".

Cuestionó Freya, extremadamente preocupada.

Podía observar al muchacho con los ojos cerrados sin ninguna clase de arma.

Del lado de Bell. Minutos antes.

"¡ES UN DRAGÓN COMO LA LEYENDA DE LOS CABALLEROS DE FIANNA Y LA TRAVESÍA DE DIMM!".

Gritó con emoción el albino, maravillado por tan imponente bestia delante suyo.

Tras esto, sacudió la cabeza, reduciendo ese estado de ánimo debido a la seriedad del asunto. Era su momento de brillar, de participar. Cualquier distracción en este instante sería contraproducente para la misión y la subyugación del arma secreta de Evilus.

Respiró hondo, encontrando la calma interior.

Observaba la destrucción que el dragón causaba.

Los edificios caían y las calles eran calcinadas al punto de convertirse en mera lava a consecuencia de las altas temperaturas del aliento ígneo que este poseía.

El cielo de por sí oscuro se nublaba. La brisa suave se convertía en un potente viento que soplaba con dirección al oeste.

Las cejas blancas del chico se arrugaron. Su ceño se frunció.

No era más que una minúscula mancha si se le comparase con esa cosa. Cualquier hombre normal con sentido común huiría despavorido de ahí, no lo enfrentaría.

Sin embargo, él no lo haría. Motivos personales y morales se lo impedían.

Desvío la mirada momentáneamente, enfocándose en el llanto de una elfo de cabellera naranja a unos cuantos metros de su posición.

"Así que en eso te querían convertir, Noel".

Musitó. Él había presenciado el destino sufrido por Filvis Chaila, la mejor amiga de Lefiya.

Criaturas.

Demi espíritus.

Soldados a la orden del mal.

Eran seres sin voluntad que se unieron o fueron obligados a participar en la ficción oscura. Seres dedicados a la destrucción y motivados por odio o rencor. Egoístas imponiendo sus deseos sin importarles el daño que causaban.

Aunque... lo que hacía Bell no distaba de eso.

Imponer su moralidad. Marcar las pautas de lo que es correcto o no.

Al final, era igual de egoísta que ellos. Su deseo era sencillo.

Crear un mundo en paz donde las buenas personas sean felices. Uno en el que los niños sean capaces de correr libremente y sonreír sin miedo.

Esa visión que aquella joven tenía ahora era la suya.

"De no habernos conocido... ¿Pensaría así? ¿Estarías en el lugar de alguno de los demi espíritus?".

Cuestionó. Esa duda abordaba su mente y era completamente válida.

Evilus quería el poder de Noel para emplearlo este día. Por azares del destino ella fue a parar con Syr y sucedió lo que ya conocíamos.

De no haber sido ese el caso... ¿Qué hubiera pasado?

Bell se limitó a presionar sus dientes y cerrar los puños. Lo llenaba de enojo imaginarse ese escenario.

Su corazón se alteraba. No conseguía calmarlo a pesar de que lo intentaba para dar inicio a la destrucción del Nidhogg.

Cerca de sus pies había una espada mágica de gran envergadura.

La desenfundó y sostuvo con ambas manos, observándola detenidamente unos cuantos segundos.

Si usaba Limit Off con esta arma, sin dudas derrotaría al dragón. No obstante, la tiró a un lado.

El sonido del metal cayendo al concreto hizo eco en los callejones aledaños a su posición aún estando en lo alto de uno de los edificios.

"Estoy por cometer una estupidez que atentará en contra de mi propia vida".

Comentó, sudando frío. Las gotas bajaban de su frente.

Miró el artefacto en su brazo derecho. Este todavía no sanaba por completo.

Seguido de esto cerró el puño, tensando cada músculo de la extremidad.

"No quiero que esto termine tan rápido".

Repleto de decisión, declaró.

Su brazo derecho se contrajo. El costado en el que se hallaba retrocedió ligeramente. Su pierna se movió hacia atrás, dejando como apoyo la izquierda.

Inhaló la mayor cantidad de aire posible, llenando sus pulmones al máximo de su capacidad.

"Noel, papá derrotará a los hombres malos".

Susurró, bajando sus párpados y quedando sumido en la oscuridad.

Su mente le mostró sus más puros deseos. Era necesario concentrarse en lo que anhelas para que aquel brillo blanco se manifestara. Para que la habilidad "Argonauta" se activara.

En anteriores ocasiones, desde que posee dicho poder, el inicio de la carga era marcado por la imagen del héroe que llevaba por nombre el de la habilidad. La figura del payaso que salvó a sus seres queridos y las proezas que realizó.

Pero hoy era diferente...

("¡Papá!").

Las comisuras en sus labios se curvearon al oír la voz. Un nudo se formó en su garganta.

Aquella infante que marcó su vida en los últimos días era su motor.

("¡Bell!").

No era la única. También la acompañaba Wiene.

¿Por qué aparecieron ambas en su subconsciente? Sencillo... han sido sus mayores fracasos.

(Fallé dos veces en rescatar a la niña en peligro que rogaba por ayuda. En dos ocasiones las perdí, pero sólo en una la recuperé).

Pensó.

("Gracias por ser mi padre... Por favor... También agradécele a mamá y dile que seré buena niña... Yo... ¡Los esperaré para volvernos a ver!").

("A veces sueño... un sueño en el que nadie viene a rescatarme... una pesadilla.. pero esta vez hubo gente que vino a ayudarme... me hizo muy feliz").

Las últimas palabras de ambas niñas fueron repetidas.

(Yo... no perderé a nadie más).

Su corazón acelerado encontraba paz ante su resolución.

Del cielo nacieron rayos y seguido de ello las gotas de lluvia comenzaron a caer una a una.

El agua acumulada en las nubes era liberada, apagando lo afectado por el aliento del dragón.

Las gotas eran heladas. Cada que impactaban en la nariz del albino eran sentidas aunque esto no rompió su concentración.

Los mechones de su cabello que bailaban al ritmo de la brisa se empaparon, se humedecieron, provocando que estos se detuvieran.

Escuchaba sus latidos en los oídos.

El tiempo parecía ralentizarse.

Despegó los párpados, fijando su objetivo.

En ese instante...

*¡CLANG!*

La primera campanada fue dada.

El brillo blanco tan característico de su habilidad nacía desde su pecho, esparciéndose por el resto del cuerpo.

La intensidad lumínica aumentaba paulatinamente hasta convertirse en una enorme fuente de luz que retiraba la oscuridad de los rincones más recónditos de Orario, alcanzando a cada ser.

La fuerza de esta carga era más fuerte que las anteriores. El sonido de las campanadas llegaba incluso a los pisos del calabozo y al interior de Knoss.

Un peso se presentó en su espalda. Era la esperanza de sus amigos y compañeros posándose encima de ella.

La velocidad de caída de la lluvia disminuyó o... ¿Bell las veía caer más lento?

"No los defraudaré".

Expresó.

Gracias al espectáculo que conllevaba la activación de "Argonauta", el Nidhogg volteó a su dirección.

Sus alas se batieron, elevándolo y avanzando hacia quien consideraba una amenaza.

Pasaban los segundos, no se había formado siquiera aún minuto, y el cuerpo de Bell ya había adoptado un color blanco semejante al que se presentó en la batalla contra el Goliath negro.

El rojo de sus ojos era más intenso. Dejaba partículas flotando al exterior de este.

(Es hora).

Dijo mentalmente.

Su pie más alejado del frente se poso adelante, dando el primer paso.

Las gotas de agua que caían precipitadamente al suelo por acción de la gravedad fueron empujadas a una dirección alejada del conejo, siendo repelidas.

Otro paso resonó.

Emprendió su camino hacia el borde del techo en el que se ubicaba.

Cada pisada agrietaba la zona que contactaba.

La roca era rota con suma facilidad, como si de hielo extremadamente delgado se tratase.

El Nidhogg, aún alejado, abrió la boca. La luz roja de su aliento ígneo subió desde su garganta y se asomaba detrás de su lengua.

Preparaba el disparo para acabar de una vez por todas con Bell.

Desgraciadamente para él, no la tendría tan sencilla.

*¡PUM!*

Un estruendo emergió de esa dirección, desconcentrando a la bestia, quien retrasó el uso de su aliento de fuego.

Surcando los cielos. Elevándose más y más para ponerse a la misma altura que el monstruo azabache, Bell acortaba la distancia que los separaba.

Quienes estaban debajo suyo lo miraban atónitos.

La energía que emanaba su cuerpo se concentró únicamente en una zona, el puño derecho que previamente preparó.

El dragón veía al muchacho cada vez más cerca.

Los diez metros se convirtieron en cinco.

Los cinco metros pasaron a ser únicamente uno.

Esa solitario metro se transformó en un par de centímetros.

Las llamas de su aliento intentaban salir desesperadamente para calcinarlo.

El costado derecho de Bell que estaba retraído fue bruscamente puesto hacia adelante.

Su brazo contraído se extendió, se alargó.

Toda la fuerza de dicha extremidad, del hombro y de la espalda fue infundida en ese movimiento.

Conforme su puño se aproximaba al objetivo, una alta temperatura fue sentida en sus nudillos, siendo la región más próxima a la bestia.

Pero el héroe no se inmutó.

"Hazlo por ella... por todos...".

Musitó.

Las llamas empezaron a salir del hocico del dragón, quemando la piel superficial de la mano. Sin embargo, el aire que empujaba el ataque del joven era lo suficientemente condensado como para convertirse en balas de aire, provocando que el fuego regresara al interior de la boca.

¿Cuánta fuerza era aplicada en ese golpe?

La suficiente como para hacer temblar al Nidhogg, quien cerró la boca, separando la cabeza de la trayectoria del impacto al retraerla.

La incomodidad de que su ataque fuese regresado causó que se despistara por una fracción de segundo y cerrara los ojos. Grave error.

Cuando los volvió abrir, era demasiado tarde.

Sus duras escamas pudieron sentir que algo las contactaba.

Una a una eran destruidas como si estuvieran compuestas de simples hojas de papel y...

*¡PUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUM!*

Un potente puñetazo le impactó directamente en el hocico.

La onda expansiva detuvo la lluvia al instante. Las nubes que antes se posaban encima de la ciudad se disiparon, mostrando la hermosa luna llena en los cielos.

Eso no era todo. Las ventanas de los hogares fueron despedazadas.

Y de no ser suficiente... no era lo único que se rompía.

Los huesos más cercanos al sitio de impacto en el hocico del dragón se fisuraban lentamente hasta convertirse en añicos.

Su cabeza fue echada hacia atrás.

Le siguió su largo cuello.

Posteriormente el gran abdomen siguió la misma trayectoria.

Y por último sus patas traseras.

El cuerpo entero de la bestia, de varias docenas de metros ¡FUE EMPUJADO!

No podía detenerse.

Se alejaba de la zona de impacto.

El puño de Bell no se despegaba.

Las casas eran dejadas atrás. Gracias a la velocidad a la que se movían no se diferenciaban de manchas borrosas y marrones.

No pasó mucho para que cruzaran las murallas que rodeaban la ciudad y el río al exterior de las mismas.

Poco a poco la velocidad se redujo y perdieron altura.

"¡UGH!".

Un único quejido provino del albino, quien separó su brazo y...

*¡PUUUUUUUUM!*

Pateó el rostro de la bestia azabache, triándola hacia abajo y de espaldas mientras él recuperaba altura antes de caer, dándole tiempo de planear un aterrizaje.

*¡BOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOM!*

El gigantesco cuerpo del monstruo alado cayó.

*¡AAAAAARRRRRGGGHHHHH!*

El chillido de dolor no se hizo esperar.

Una nube de polvo cubrió el que sería el campo de batalla. Era un lugar alejado de Orario y cualquier otra ciudad.

Sin civiles ni nadie que interfiriera.

El Nidhogg se puso de pie lentamente. Cada movimiento parecía ser un martirio.

*¡PUM!*

Segundos después cayó Bell, apoyándose en su rodilla derecha y puño izquierdo. Un aterrizaje clásico de superhéroe.

Por primera vez un dragón reflejó miedo al verlo delante suyo.

Sus escamas temblaban.

Bell y él hicieron contacto visual.

El hocico de este último colgaba como un péndulo balanceándose de derecha a izquierda.

El golpe le desprendió la mandíbula inferior.

Intentó abrir sus alas e irse volando. No obstante, al hacerlo el viento cruzaba por varios agujeros hechos en las membranas que las conformaban. La caída los había causado.

Huir ya no era una opción.

El joven se puso de pie, recuperándose sin ninguna clase de daño, encarándolo.

El Nidhogg lo miraba con odio.

"Fuiste convocado para traer dolor y sufrimiento".

Bell habló.

"Creado con el objetivo de herir a los inocentes, de borrar la esperanza de las almas soñadoras".

"Y con eso... traer felicidad a un maldito dios idiota que se deleita entre sangre y muerte".

El joven era plenamente consciente de que sus palabras no estaban ni cerca de ser comprendidas por una bestia sin raciocinio como la de enfrente.

Sin embargo, esa no era su meta. Cada una, repletas de desprecio, apuntaban al amo de esta.

"¿Él lo encuentra entretenido?".

"¿Qué se le hace divertido?".

"¿Toma las vidas que desee con ese vil deseo?".

"¿Por diversión?".

"Hiere a inocentes solamente por... ¡¿DIVERSIÓN?!".

Venas se marcaban en la frente del aventurero. Sus se dientes presionaban entre sí, rechinando. La sangre le hervía, adoptando una tonalidad de piel semejante a la de sus ojos.

Enterró los dedos en su palma formando un puño y haciéndola sangrar.

Por su mente cruzaron las sonrisas de quienes más amaba.

"Yo...".

*¡PUM!*

Dio una fuerte pisada con su pie derecho, posándolo al frente repleto de determinación.

Seguido de esto... desapareció.

La aguda vista del dragón lo buscó entre las sombras. Para cuando dio con él, era demasiado tarde. Ya se encontraba cercano a su ubicación, específicamente debajo.

El puño del conejo se encendió nuevamente y...

*¡PUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUM!*

Otro potente golpe certero impacto en el abdomen de la bestia, incrustándose hasta el antebrazo en este.

"¡YO NO LO PUEDO PERDONAR!".

Vociferó el albino.

La batalla del héroe en contra de la última arma de Evilus empezó.

El caballero de la luz y el esbirro de la oscuridad pelearían.

El brillo de la esperanza y el emisario de la muerte chocarían, midiendo sus fuerzas...

¡BELL CRANEL ENFRENTARÍA AL TEMIBLE NIDHOGG!

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Bueno, hasta aquí el capítulo de hoy, espero que sea de su agrado y dejen su apoyo a este nuevo fanfic.

En fin, déjenme sus opiniones respecto a la historia y si les gusta como se va encaminando.

¿Cómo estuvo el capítulo? ¿Sí les gustó?

Buzón de sugerencias/opiniones/comentarios.

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