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CAPÍTULO 8

Capítulo 8

Amelia:

La escena que encontré cuando entré en la cocina parecía alguna especie de tragicomedia.

Desde el piso totalmente bañado de helado de chocolate, el cual salpicó por todos lados, hasta la mujer a mi izquierda que tenía la boca abierta observando petrificada y embelesada al chico que al parecer olvidaba que sólo estaba cubierto de la cintura para abajo con una simple toalla anudada a su cintura.

Lucian, por increíble que pareciera, sonreía divertido con los brazos cruzados sobre su marcado pecho desde el otro lado. ¿Y yo? Bueno... yo procesaba toda la escena en mi cabeza, tratando de encontrar la manera de responder a las mil preguntas que me haría mi amiga luego de encontrar a Lucían en mi apartamento y en esas fachas.

Eso siempre y cuando volviera en sí, ya que por lo visto había perdido la noción del tiempo que llevaba de pie en el mismo lugar.

-Sofí... ¡Hey, Sofí! - la llame moviendo su brazo.

-¿Ajá...?- Murmuró sin quitar la vista del torso desnudo del chico.

-¡Bien! ¡Vamos! Salgamos de aquí pequeña lujuriosa- la tome del brazo y la saque a rastras de la cocina, desde el umbral de la puerta me gire hacia Lucían, quien me observaba aun con esa expresión divertida en su rostro.

-Ya vuelvo, solo... no te muevas. Enseguida regreso. -Lo recorrí con la mirada antes de marcharme jalando a Sofi conmigo, quien parecía haber perdido control sobre sus piernas.

-¡¡CARAJO!! Amiga... ¿De dónde sacaste ese pedazo de hombre que tienes ahí? ¡Y dime que tiene un hermano! - exclamó Sofi mirando por encima de mis hombros hacia la puerta de la cocina.

-¿Puedes bajar la voz?- proteste.

-¡Podría escucharte!- La regañe mirando con disimulo hacia atrás.

-¿Qué baje la voz dices? ¡Agradece que no estoy gritando! Me ausento por un día, ¡un día! y cuando vuelvo encuentro a mi santurrona amiga con ese semental semi desnudo en su cocina. ¿Cómo me pides que no me emocione? Ahora dime... -habló alzando una ceja mientras me señalaba con un dedo y con una estúpida sonrisa en su cara.

-¿De donde lo sacaste? ¿Y donde consigo uno...? -Se ríe alzando repetidas veces las cejas.

-¿Terminaste ya? ¿O quieres un balde?- señalando su boca con mi dedo. Ella alzó las cejas aún más. -¡Digo... para la baba! ¡Ensucias mi piso! -Suelta una carcajada y alza los brazos en señal de rendición.

-¡Ok... Ok!, prometo comportarme. Pero ya, ¿dime quien es?

-Es Lucían -respondo restándole importancia, mientras pasó a su lado y levantó su abrigo que dejó tirado sobre el sofá. Mientras ella vuelve a reír...

-¡Ya, aja...! ¡Muy buen chiste Amelia!

-¡Lo digo enserio! ¡Él es Lucían!

-¿¿Qué??- Vuelve su cabeza en dirección a la cocina con los ojos abiertos como platos. -¿Lucían, el vago del callejón?.

-¡Él no es un vago! -Me molesto.

-Bueno... Lo siento, el indigente, o como se llame, pero...¡¡WOW!!. Y yo que creía que encontraría chicos lindos para ti en las discotecas y lo único que tenía que hacer es visitar el callejón detrás del edificio. -se ríe.

Suspiro y sonrió ya resignada.
«Sofi no cambia»

-No es lo que tu retorcida cabecita se imagina. -me defiendo.

-por si no lo notaste, Lucían está golpeado, no sé qué fue lo que le pasó pero... no podía simplemente ignorarlo. Así que lo traje aquí para curar sus heridas y para que coma algo caliente. Cómo su ropa estaba sucia de sangre, le ofrecí tomar una ducha. -explique.

-Mmm... ¿y está desnudo por...? -susurro dándome una mirada picara. Puse los ojos en blanco.

-Ya te lo dije, solo se dio una ducha. Pero... olvidé dejarle la ropa para que se cambiará. Por cierto ... Creo que Ethan dejó algo de ropa la última vez que estuvieron aquí juntos, pensaba dársela a Lucían, espero que no te moleste. - Sofi blanqueo los ojos.

-¡Que se pudra Ethan! -Escupió.

- ¿Sabes qué? Ya no quiero saber más, la sola mención de ese ser me quitó el buen humor -dijo refiriéndose a su ex y luego se arrojó al sofá levantando los pies sobre la mesa.

Sonreí para mis adentros, sabía que mencionar a su ex haría que al fin se callara, digamos que ellos no terminaron muy bien.

-¿Y?- Cuestionó. -dejarás al hombre desnudo allí en la cocina o le dirás que se nos una. Al menos que quieras que me vaya y los deje a solas...- dijo alzando sus cejas repetidamente.

-Eres... ¡Ahhhh! -Gruñí extendiendo mis manos fingiendo extrangularla.

Me encamine rápido a mi habitación y tome la ropa que había olvidado entregarle a Lucían. Regresé a la cocina, y ahí estaba él, sentado en una pequeña banqueta con la mirada inexpresiva perdida en la nada. Aclare mi garganta, no sabía ni cómo dirigirme a él después de lo de hacía un rato.

-Hmmm... ten te traje algo de ropa, mi habitación es la puerta al lado del baño, puedes vestirte allí. - Asintió y salió de la habitación pasando justo por mi lado con la mirada clavada en mi.

Cuando quedé sola en la cocina, evalúe el desastre a mi alrededor... suspire y me apresure a limpiar el helado del piso. Prepare otro plato de ramen para mi amiga.

Observe por la ventana un momento. Afuera había empezado a llover, las gotas golpeaban el vidrio con violencia, y suspiré porque aparentemente los tres pasaríamos la noche aquí. No podía sacar a Lucían en medio de una tormenta.

Treinta minutos más tarde y luego de curar las heridas de mi amigo, las que por suerte no eran graves. Allí estábamos los tres... Sofi, Lucían y yo, sentados en silencio frente al televisor comiendo ramen.

Aunque Sofi no dejaba de deslizar su mirada a Lucían y luego a mi. Fuera el cielo se iluminaba por los relámpagos que se reflejaban en la ventana, llevándose mi atención de rato en rato.

Odiaba las tormentas, me ponían muy nerviosa y despertaban recuerdos que luchaba por olvidar. Un rayo impactó con un violento estruendo en algún lugar lejano, pero el sonido me hizo saltar del sofá, tirándome encima la sopa.

-¡Diablos!- dije quitando con la mano los fideos de mis piernas.
«¡que noche!»

Lucian intentó ponerse de pie pero Sofi fue mas rápida al levantarse a auxiliarme, bajo la curiosa mirada del chico.

-Tranquila, yo lo limpio, tu quítate esa ropa mojada. - Dijo dándome una mirada comprensiva. Ella sabía cuánto me afectaban los días así, probablemente por eso, es que estaba aquí hoy.

-Ya vuelvo- dije mirando a mi amigo que me miraba preocupado.



Lucian:

Amelia se disculpó y salió de la habitación dejándome solo con su amiga, la cual en cuanto la chica dejó el lugar, suspiro cansada. Se notaba que eran cercanas y debía admitir que la chica no me desagradaba del todo.

Aunque no parecía tener nada en común con Amelia, esta chica era más alocada y a diferencia de su amiga, me veía como basura, y debo admitir que fue divertido ver la cara que puso al encontrarme en la cocina de su amiga casi desnudo. Pero... la cara que tenía ahora estaba muy alejada de una divertida, se veía más... sería, incluso preocupada.

Sin mirarme comenzó a limpiar el desastre de sopa que se había esparcido en el piso y el sofá. Me puse de pie con la intención de ayudarla pero levantó su mano para que me detuviera. Fruncí el ceño ante su negativa, pero volví a mi sitio.

-Sabes... Amelia odia los días como estos. Le... asustan las tormentas. -habla sin voltear a verme.

-Puede que se vea feliz la mayor parte del tiempo y que siempre se muestre alegre, pero... La verdad es que, bajo toda esa personalidad empática, dulce y alegre, se esconden demonios que ella lucha por mantener ocultos.-Explicó antes de hacer una pausa y agregar.

-Mi amiga... ha sufrido demasiado. Nadie tiene idea de cuánto la han lastimado - <me tensé ante la idea de que alguien pudiese haberla herido> Ella continuó hablando...

-A estado sola mucho tiempo, solo me tiene a mi. Y... quizás suene como una maldita perra ahora por lo que te diré. - se volteó mirándome directamente a los ojos. -No te conozco y no se quien eres, pero... hay algo en ti, que no me cuadra del todo...- dijo mientras me recorrió con los ojos brillando con recelo. -Pero te voy a decir algo... -Alzó el dedo anular.

- Amelia a diferencia de mi, es un ¡Sol! Llegó a mi vida en el momento justo cuando perdí a mi madre, ella siempre fue mi apoyo y yo el de ella, a pesar de estar rota se levantó día tras día y siguió adelante. La admiro mucho por eso y como dije antes, me apoyó en mi peor momento, así que me prometí algo a mi misma....Que siempre la protegería y no permitiría que nada la lastime. Y si alguien lo intenta alguna vez... -sus ojos verdes se oscurecieron.

-Si alguien intenta joderla... ¡LO MATÓ! -sentenció sosteniéndome la mirada.

La determinación de sus palabras y la firmeza de su mirada, me decían que no eran palabras lanzadas al viento. Ella estaba hablando enserió. Pero lejos de molestarme o intimidarme me alegraba que mi Ángel contara con alguien más, además de mi, que se preocupara así por ella.

-Ella se preocupa por ti, así que... no la lastimes y evítame meterte un balazo. ¿Ok? Odiaría tener que esconder tu cuerpo, pareces pesado. -dijo guiñandome un ojo.

Reprimí una sonrisa y me limité a asentir para que supiera que había comprendido lo que me había dicho, la rubia me imito y sonrió.

-¡Genial! Que bueno que nos entendemos, ahora... entonces querido Lucían... Trata de no volver a aparecer hecho una mierda como ahora. -Dijo señalando mi cara golpeada.

Casi me hizo sonreír su comentario. Eso si mi mente, no se hubiese quedado analizando sus palabras, no podía quitármelas de la cabeza : "bajo toda esa personalidad empática, dulce y sonriente se esconden demonios que ella lucha por mantener ocultos". "- ha sufrido tanto". "-¡La han lastimado mucho!"

En algo coincidía con la chica... Amelia era un Ángel y si alguien la lastimaba o intentaba siquiera hacerlo... ¡Yo mismo los convertiré en mierda! Porque nadie puede tocarla y el que lo haga, lo pagará con sangre.

✨️Muchas gracias por leer. ✨️

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