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CAPÍTULO 7

Capítulo 7


Amelia:

Mi apartamento no es nada espectacular, muy por el contrario, es modesto y pequeño, ni mencionar que está ubicado en una zona no muy segura de la ciudad. Pero eso no impidió que con paciencia y dedicación lograse convertir este espacio en un hogar para mí.

Si algo había aprendido de mi pasado, era que los lujos no siempre eran sinónimo de felicidad, y hoy pasado el tiempo podía ver con claridad lo bello de las cosas simples y no cambiaría esa forma de pensar. Todo lo que necesitaba lo tenía aquí.

Mire a mi invitado, el cual no paraba de observar todo con una mirada curiosa, desde el umbral de la puerta.

-¡Vamos, pasa! -lo anime, con un gesto señalando para que entrara.

La tensión no se hizo esperar al momento en que cerré la puerta tras mi espalda, lo cual para mi era algo extraño ya que nunca había sentido el ambiente tan tenso e incómodo entre nosotros.

Quizás se debía al hecho de tener un chico a solas en mi casa. Yo no era de amistades, ni de visitas y mucho menos masculinas. El único chico que había pisado este lugar fue el ex novio de Sofi y solo le permití traerlo porque llevaban meses juntos.

Incluso pasaron la noche aquí un par de veces y ella juró que era "amor verdadero" , que iban en serio y que estaba "enamorada". cosa que obvio no fue así ya que Sofi se aburrió y lo termino descartando.

¡En fin!

Aparte de ellos, Lucían era la única persona que había entrado aquí, así que supongo que es normal, que esté algo tensa estando a solas con él aquí, después de todo... Bajo esa ropa vieja, los golpes y la suciedad, él sigue siendo un chico y uno muy guapo a decir verdad. Lo mire por el rabillo del ojo.

Me preguntaba, ¿qué le habría pasado para terminar en las calles? Y también estaba el tema del que nunca me hablaba. Silencié mis pensamientos, y lo tomé del brazo arrastrándolo conmigo en dirección a la cocina.

-¡Ven, pasa! ¡Vamos con confianza!. -lo jale dentro. -voy a ver que tengo por aquí para cenar, debes tener mucha hambre ¿no? Porque yo sí -Afirme -Pero antes... -aclare mi garganta. <no sabía cómo decirlo sin ser grosera>

-Creo... que deberías tomar una ducha... -dije un poco avergonzada señalando su ropa manchada de sangre seca. -Es decir... ¡Si quieres, claro! Y cuando termines podremos tratar esas heridas, no queremos que se infecten. -Explique.

Él bajó la mirada y observó la ropa sucia y sus manos, dudo un poco pero volvió la vista a mí y asintió. <bueno... eso era un avance>

-Bien, ¡Por aquí! -Lo guíe hasta donde estaba el baño, el cual era pequeño pero con el cuerpo de Lucían allí parecía minúsculo en lugar de pequeño.

Es que este hombre es gigante y ocupa casi todo el espacio. La antigua bañera que había contra un lado de la pared tampoco ayudaba mucho, pero si que amaba relajarme en ella. <cuando estaba sola claro>

Le señale la puerta a mi espalda...

-Te dejo para que te duches... cualquier cosa que necesites yo... estaré en la cocina. -dije con la voz entrecortada y salí disparada al ver que ya se estaba quitando la ropa mientras yo aún estaba allí.

Apresurada entre a la cocina, abrí la llave del grifo, humedecí la palma de mi mano y la llevé a mi nuca y cuello para refrescarme, estaba nerviosa y sudando.

-¡Dios!, ¡basta, Amelia! -Me regañé. -¡Solo es Lucían! ¿Qué te pasa?- Me dije mientras me tallaba el rostro con las manos una y otra vez .

Cuando me recompuse, tome aire y me dispuse a buscar en un cajón de la mesada el botiquín de emergencia con gasas y algunas cositas más para tratar las heridas de mi amigo. Coloque todo sobre la mesa y luego saque de otro mueble una botella con el antiséptico y unos calmantes por si acaso.

Luego me gire en busca de los ingredientes para cocinar...

-¡Maldición! -No había mucho en el refrigerador. Por supuesto que no, había trabajado todo el día y olvidé ir de compras . Así que opté por algo sencillo... ramen instantáneo.

Saque dos paquetes y los coloque en dos tazones para ramen, también saqué dos tenedores. <dudaba que Lucían fuera de los que usan palillos chinos>

Termine de preparar la mezcla y listo. Ahora solo había que calentar y servir . Observe el reloj de mi muñeca, faltaba un cuarto para las 21:00, baje la vista a mi ropa y me percate de que aún seguía con el uniforme de la cafetería, una camisa blanca con el logo de la empresa y un pantalón de vestir negro.

Di la vuelta tomando el camino hacia mi habitación pero al voltearme mi cuerpo chocó de lleno contra una masa enorme de músculos. Él fue rápido en tomarme de la cintura con sus brazos desnudos impidiendo que me cayera al suelo, por instinto me sujete a sus brazos.

Levanté la vista, y el recorrido de mis ojos fue en cámara lenta desde entonces. El torso desnudo de Lucían, su abdomen marcado y la tinta de lo que parecía ser un enorme dragón lo recorría desde un lado de su torso para luego perderse donde comenzaba el nudo de la toalla que envolvía su cintura.

Sus brazos también estaban llenos de tatuajes, alce la vista un poco más, había infinidad de tatuajes por todo su cuerpo. Incluso había uno que parecía una especie de tribal adornando su hombro y luego perdiéndose por su espalda.

<¡Mierda! ¿Porque no podía simplemente apartar la vista?>

Muy por el contrario, mis manos tomaron vida propia, y llevé mis dedos a un tatuaje en específico que llamó mi atención... Estaba sobre el lado derecho de su pecho. Era una corona con una serpiente envuelta alrededor, con la boca abierta mostrando los dientes de forma amenazante. Era espeluznante.

Mis dedos recorrieron en una suave caricia la tinta y note como su respiración se aceleraba, y no se si era su corazón, el mío o ambos pero el TUN, TUN de uno hacía eco en todo el lugar. Levante la mirada en busca de la suya y mis ojos al fin se encontraron con los suyos.

Esos ojos grises me atravesaban. Tenía una mirada que desnudaba hasta el alma y podía jurar que mi cara estaba roja como un tomate. Todo mi cuerpo ardía, pero aún así no podía apartar la mirada, aunque en realidad ninguno lo hacía.

Unas gotas se deslizaban por el azabache y desordenado cabello que caía sobre su frente, haciendo que sus ojos resaltaran aún más. Estábamos tan cerca... nuestro aliento se fundía en uno solo.

Entonces él se aproximó más a mi, su agarre sobre mi cintura se afirmó un poco más, sus ojos seguían fijos en los míos y su boca... Pase la lengua por mis labios en un intento por humedecerlos porque mi boca estaba seca.

Estábamos muy cerca, si no lo detenía ahora... Pero... ¿Quería hacerlo? ¿Quería que se detuviera? Casi podía sentir sus labios sobre los míos..

-Lucían...-susurre, aunque se oía más como una suplica.

¿Pero con qué fin? ¿Para que parara? ¿Para que me besara? ¡No lo tenía claro!

Me sentía en una especie de estado hipnótico. Cerré mis ojos dejándome llevar y... El estruendoso sonido del timbre de la entrada me hizo saltar de sus brazos. Rápidamente me aparté de él completamente apenada...

Llevé una mano a mi pecho, estaba agitada y el corazón se me quería salir. <¿Qué... que demonios fue eso? ¿Íbamos a besarnos? ¿Enserio?>

A toda prisa me encamine a la puerta principal... no esperaba a nadie pero no me puse a pensar en eso. Simplemente abrí la puerta abrumada aún por el momento que había vivido instantes atrás...


-¡Al fin! ¡Llevo cerca de media hora esperando mujer! -Exclamó Sofi pasando por mi lado sin darme tiempo a reaccionar, traía algo en las manos pero no vi que era.

¡Carajo! ¡Lo que me faltaba! Ahora cómo le explicaría que Lucían estaba aquí y que estaba semi desnudo en la cocina. Para cuando me percate de mis pensamientos ya era demasiado tarde...

《¡No, no, no...!》

-Traje helado... de chocolate tu favorito- dijo ella a mis espaldas entrando a la cocina, me apresure a hablar...

-Sofi... ¡¡¡No!!! Espera...- grité pero ya era tarde...


-¡Diablos!



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