CAPITULO 57
CAPÍTULO 57.
Amelia:
—¡Vamos Camina! —Gruñe Matteo cerca de mi oído, mientras hace un gesto con la cabeza en dirección a la salida del café.
Ni siquiera tengo tiempo de inventarme una excusa ya que la orden es indiscutible. —O voy con el, o comenzará a disparar a diestra y siniestra, hasta que no quede nadie de pie.
Salgo de mala gana del lugar caminando a su lado y no puedo evitar mirar en dirección a la acera de enfrente con la esperanza de encontrar al sujeto que me vigila. —aun cuando cree que no lo noto—. se que probablemente tiene ordenes de Cassiano de mantenerse alejado.
Lleva custodiandome desde antes de mudarme y se que Cassiano es quien esta detrás de eso. Adriano confía demasiado en mis nuevas habilidades y en sus metodos de entrenamiento como para ponerme un guarda espaldas. Y efectivamente he aprendido mucho. O eso es lo que trato de repetirme una y otra vez mientras avanzo a pasos lentos sintiendo el cañón del arma en mis costillas, cuando Matteo pasa su brazo por mis hombros y presiona el cañón del arma en esa zona.
Contengo las ganas de vomitar cuando me da una sonrisa lobuna y aspira el aroma de cuello.
—Pero mira que hermosa pareja somos. —Se burla mirando nuestro reflejo mientras caminamos frente a las vidrieras de algunos locales que aún no cierran.
Y por turbio que resulte, efectivamente quien nos ve caminando juntos, pensaría que somos pareja. Cuando en realidad lo que somos es víctima y abusador.
«Tu no eres una víctima, no eres débil» Me convenzo mentalmente.
Caminamos cerca de tres calles cuando el gira su cuerpo a la derecha en dirección a una calle que da a la parte trasera de las tiendas ya cerradas. Miro por el rabillo del ojo y por encima de su hombro, tratando de encontrar alguna persona que pueda auxiliarme. Pero ya son más de las seis de la tarde, hace frío y oscurece temprano. Lo que significa que no hay nadie que pueda ayudarme. ¡Estoy sola! ¡Y si quiero sobrevivir debo salvarme yo sola!
"— Yo no soy un héroe, mi trabajo no es salvarte, es darte las herramientas para que tu lo hagas por tu cuenta."
Recuerdo las duras palabras que me dijo Adriano cuando comenzamos con los entrenamientos y ahora, al fin las entendí a lo que se referia aquel dia. —Nadie vendrá a salvarte Amelia, estas sola. O te defiendes... o mueres. Porque de algo estoy segura, Matteo no esta aquí para una visita de cortesía.
Caminamos hacia un área cubierta por cajas vacías y veo una pequeña reja de alambres al frente, hay basura en todos lados y papeles. Los muros alrededor son tan altos que la ventana más cercana está a dos metros de altura. Y solo hay puertas metálicas ciegas, las cuales permanecen cerradas.
La luz que sale de los focos de la calle es tenue y varias lámparas no funcionan haciendo que alguna apartes de la calle permanezcan oscuras.
Avanzamos en dirección a la pila de cajas y Matteo se aparta de mi empujandome para que camine delante de él.
Bufo y me remuevo, tratando de alejarme un poco de sus manos pero sigo caminando. —no es como si tuviera opción con el apuntándome—.
—Se que prefieres los callejones pero esto es lo más parecido que hay por aquí. —Habla tras mi espalda, intentando provocarme.
—¿A donde me llevas Matteo?
—A recordar viejos tiempos nena.—Responde con tono sugerente poniendome la piel de gallina.
—Aunque debería replanteármelo... después de todo te follaste a ese vago. —Dice con desprecio. —Aunque eso no cambia que fui el primero en tenerte. —Habla haciendo que se me revuelva el estómago.
—!¡Ese vago es mil veces más hombre que tu! —Murmuró molesta y se apresura a sujetarme por el brazo y girarme para que lo mire.
—¿Que dijiste zorra? —Ladra en mi cara y aun así le sostengo la mirada.
Mis ojos arden por el enojo y las ganas de llorar, pero se que eso no me servirá de nada, tampoco lo hizo la vez pasada y no me salvará ahora. Si voy a morir, lo haré peleando, pero esta vez no me tocara.
—¡Dije que ese vago es mucho mas hombre d elo que alguna vez tu podras serlo! —Repito y le sonrió.
El me mira con el ceño fruncido y una expresión desquiciada se apodera de su rostro cuando me sonríe con malicia.
—¿Eso es lo que piensas...? He aprendido trucos nuevos. —Dice acercando su cara a la mía mientras me recorre con una mirada lasciva.
—¿Si...? ¿Porque no me asombra pervertido? —Respondo con simpleza.
—¿Celosa?
—¿Celosa yo? —Me burlo. —¿De un violador como tu? —Solo en tus sueños. Tu solo me provocas asco. —Digo y me da una bofetada, la cual le devuelvo por por puro instinto.
Sus ojos se abren por el asombro y me lleva contra la pared en un empujón mientras pone el arma en mi frente presionando. Mi cuerpo tiembla pero aún así levanto la mirada y sonrió cuando hablo.
—¿Sabes...? No has cambiado... sigues siendo solo un niño de papi... uno que golpea como niña. —Siseo y me da otra bofetada haciendo que esta vez sienta el sabor metálico de la sangre en mi boca.
—¡Cállate zorra de mierda! ¡No hables de mi padre! —Gruñe y vuelve a darme otro golpe que me hace caer al piso sobre mis rodillas y no se si es la adrenalina, los nervios o que... pero una carcajada se me escapa mientras me tambaleó poniéndome de pie.
Limpio la sangre de mi labio con el dorso de mi mano y vuelvo a hablar consiente de que probablemente termine muerta.
«Cualquier cosa es que volver a ser violada otra vez por este bastardo. »
—¡Zorra! ¡Pero nunca la tuya! —Me río y el me sujeta del cabello pegando el arma a la parte lateral de mi cabeza.
—Te guste o no... te hice mía. Fui el primero en tocarte. —Gruñe contra mis labios.
—¿ Y? ¿que importa eso? —Respondo airosa.—¿De que vale eso, si fue a la fuerza? Nunca fui tuya. ¿sabes porque? —Digo con una sonrisa de suficiencia en mis labios.
—¡Porque siempre fue el! Porque mientras tu tuviste que forzarme, el, ese "vago" como tu lo llamas, con tan solo una mirada logra que mi ropa interior se empape y mi coño se sienta como una maldita catarata. — Siseo.
Mis palabras logran sacarlo de quicio ya que me toma por el pelo con brusquedad y presiona su boca contra la mía en un intento de beso. Trata de meter su lengua en mi boca y lo empujo con fuerza pero no se aparta, así que lo muerdo tan fuerte que le saco sangre logrando que al fin me deje ir, llevandose la mano a su boca, mientras me mira con una expresión de odio palpitando en sus ojos.
Sonrió y le escupo la sangre de mi boca a la cara, antes de volver a reírme, pero la rabia hace que se me venga encima y me golpee el rostro con el arma, haciendo que vuelva a caer al piso. Me remuevo un par de veces en el suelo por el dolor cuando el me da una patada, pero me sujeta de un brazo y me pone de pie otra vez antws de darme un puñetaso que me aturde y vuelve mi visiln borrosa.
Mi cara debe ser un desastre ya que siento que la cabeza me duele y la sangre caliente sale de mi boca en burbujas cuando hablo.
—¡Estas tan jodido! Y lo pero es que ni siquiera lo sabes. —Digo riendo, porque se cual será su destino una vez termine conmigo.
—¿Lo dices por tu novio mafioso? Porque si es eso... eejame decirte que me importa un carajo un idiota como ese. Además... ¿no esta aquí o si? —Habla y vuelvo a sonreír, porque no conoce los alcances de Cassiano. Puede que no esté aquí ahora, pero eso no lo salvará.
—Estas... tan jodidamente muerto. —sonrió sintiendo la sangre correr por mis labios.
—No lo creo... ya me encargue de eso. Tus noviecitos pronto moriran. —Dice y un extraño presentimiento me recorre el cuerpo por la mirada que me da.
—¡Tu vago tiene los días contados Amelia! Al igual que el otro idiota con el que te revuelcas. —Dice haciendo que un calor extraño suba por mis entrañas.
Bajo la cabeza a mis pies y lo escucho reír... despotricando todo tipo de amenazas y barbaridades que segun el piensa hacerme.
"—¡mirada arriba!" —La voz de Adrianno llega a mi mente y su imagen se proyecta como un espectro frente a mí.
"—tu no eres débil Amelia... eres la mujer más fuerte que conozco, solo debes creer mas en ti."
Recuerdo los ojos grises de Cassiano cuando me miran desde la ventana mientras me alejo en el coche... sus palabras aquella noche...
—"Lo digo enserio Ángel... te amo y odio tener que dejarte ir..."
Una mezcla de sentimientos me envuelve y me llevan lento a otro lugar. De pronto siento el peso de mi cuerpo mas liviano y una rabia feroz me invade de repente, convirtiéndose en algo más fuerte, más peligroso... Mis manos se hacen puños y mis uñas se clavan en mis palmas.
«¡Estoy harta! Harta de llorar, de ser debil. De que me pisoteen.»
—No me digas que vas a empezar a llorar... —se burla Matteo, mientras mis hombros comienzan a subir y bajar frenéticamente. Mi rostro permanece en dirección al sucio suelo, y mi respiracion scomienza a volverse cada vez mas pesada. El se aproxima lento hacia mí y por el rabillo del ojo veo cuando levanta su arma a mu cabeza.
—¿Sabes que...? Cambie de opinión. ¡Siempre puedo buscar otra puta! Mejor acabo contigo ahora. —Gruñe y aprieta el gatillo, pero la bala no sale.
—¿Que le pasa a esta porquería?
—Maldice y me mira con asombro cuando suelto una carcajada.
Mis ojos arden y mi cuerpo tiembla pero en un rápido movimiento, como practique con Adriano. Le quito el arma de las manos y le apunto directamente. El abre los ojos como platos cuando sin vacilar quito el seguro y le suelto el disparo que impacta en su hombro.
—olvidaste el seguro. ¡Maldito idiota! —Siseo mientras doy un paso en su dirección.
Sus ojos están desencajados con asombro mientras mira la herida de su hombro y lleva su mano a la zona, levantando la mirada que me atraviesa con odio.
—Me dispararte... ¡hija de puta! —Ladra y sonrió.
Sin vacilar le suelto otro disparo esta vez en su rodilla derecha, haciendo que caiga al suelo apoyado en su otra pierna mientras chilla.
—Más puta debió ser tu mamá para traer al mundo una mierda como tu. —Gruño y le doy una patada en el pecho que lo hace caer hacia atrás.
Pero no me detengo ahí. ¡No! Vuelvo a patearlo, aún cuando se queja en el piso y se arrastra lejos de mi, que camino en su dirección como si tuviera todo el tiempo del mundo para el, mientras me mira con los ojos muy abiertos desde piso retrocediendo apoyado en sus codos.
—¡Maldita zorra de mierda! ¡Aléjate de mi puta loca! —Me grita y río pero no me detengo.
—¿Que? Pero... si fuiste tu quien vino a buscarme. —Hablo con tono de voz tan suave y dulce que podría interpretarse incluso como inocente, mientras hago un puchero con mis labios.
—Estas loca... estas demente maldita. —Chilla en mi dirección sin parar de retroceder en el piso, hasta que llega a una pared y se sujeta poniéndose de pie, recargando el peso sobre su otra pierna.
—Si... Puede ser. ¿Sabes...? Cuando un bastardo te viola y te deja al borde de la muerte y no contento con eso te acosa y vuelve a buscarte para volver a violarte y matarte... —digo rascando mi cabeza con el cañón del arma. —¡Si! Supongo que eso te puede volver algo loca. —Digo y le vuelvo a apuntar.
Pero esta vez se me viene encima intentando quitarme el arma. Ambos forcejeamos y el arma sale disparada a un rincón, intento tomarla pero el me sujeta del cabello, me retuerzo y con mi codo le doy un golpe en la nariz, mientras entierro un dedo en la herida de su rodilla, lo que le hace retroceder. Me pongo de pie y le propinó una patada en el abdomen Que lo hace girar sobre el suelo.
—¿Maldito violador! —Vuelvo a patearlo.
—¡Hijo de puta! —otra vez mi pie impacta contra su abdomen.
Todo mi cuerpo tiembla y la rabia es ta ta cuando empiezo a recordar sus manos sobre mi y la forma en la que gemia..
—Te pedí que pararas... te supliqué que me dejaras en paz, violador hijo de perra.—Gruño y vuelvo a golpearlo presa del enojo, la frustración y el miedo cuando las imágenes de el sobre mi en aquel auto vienen a mi mente.
Pierdo la cuenta de cuantos golpes le doy pero siento que mi pierna hormiguea por el cansancio, cuando le doy la ultima patada esta vez en la boca.
Balbucea algo pero no lo entiendo ya que su rostro esta cubierto de sangre y puedo ver que le faltan algunos dientes cuando escupe sangre en el piso.
Giro mi cuerpo cansado en dirección al arma que está a unos metros y la tomó, le apunto al pecho, limpio mi rostro con la palma de mi mano y luego con la misma piedad que el me mostró a mi, cuando me violo, jalo del gatillo.
Uno, dos, tres, cuatro, después del cuarto tiro ya no los cuento, solo jalo el gatillo hasta que las balas dejan de salir pero incluso aun asi mi dedo sigue presionando el gatillo del arma u a y otra vez hasta que caigo de rodillas cuando veo que no se mueve.
Inmediatamente comienzo a temblar y miro mis manos que están cubiertas por la sangre sujetando aun el arma, las lágrimas caen en el piso cuando me vuelvo consiente de lo que acabo de hacer.
—Lo mate... yo lo mate... —Susurro observando mis manos cubiertas de sangre.
No se cuantos minutos pasan pero me mantengo en el piso con la mirada clavada en mis manos llenas de sangre. Escucho pasos a mi espalda y me giro sujetando el arma entre mis manos temblorosas y apunto a las personas que se me acercan a pasos firmes deteniéndose solo cuando ven el cuerpo inerte del chico tirado a mi espalda. Me recorren con la mirada y dan un paso pero levanto más el arma en su dirección, apuntándo de uno en uno nerviosa.
La mirada gris de sus ojos se encuentra con los míos y aún así no se porque no bajo el arma, es como si sintiera que es una extensión de mi o quizás me hace sentir más segura, no lo se.
Pero no la suelto. Aún cuando se que no tiene más balas y que las personas que tengo enfrente jamas me harán daño.
—Amelia... —habla Adriano dando un paso en mi dirección pero le apunto con mis manos temblorosa y es Cassiano quien lo detiene cuando pone el dorso de su mano sobre su pecho para que no avance y le murmura algo que no entiendo pero el asiente en respuesta.
Me mira y sus ojos negros reflejan confusión al igual que... ¿dolor? No lo se...
—Ángel... mírame. —Pide Cassiano y no se porque, pero mis ojos viajan en su dirección.
El me mira y no puedo apartar mis ojos de los suyos , como si me hipnotizara, pero aún así no bajo el arma.
—Eso es... Ángel, mírame, ojos en mi, ¿si? Tranquila... somos nosotros, estas a salvo. —Dice levantando sus manos para que vea que no tiene nada con lo que podría herirme.
—Amelia... baja el arma.— pide Adriano y desvió la mirada a el un instante y luego a Cassiano.
«¿De verdad son ellos?»
Mi ceño se junta cuando vuelvo a reparar a las personas frente a mi Y el arma en mi mano.
«¿que estoy haciendo? ellos no me dañarían»
Vuelvo a mirarlos y comienzo a bajar el arma lento. Un mareo fuerte me toma y mi vista se vuelve borrosa, siento que mi cuerpo pierde fuerza y justo cuando unos brazos me toman antes de caer al suelo y lo último que mis ojos ven antes de desmayarme es el brillo de esos ojos grises que me miran con preocupación mientras otra voz lejana pronuncia con angustia mi nombre repetidas veces.
✨️✨️✨️
Ayyyyy mi nena.🥺
✨️ ¡Amelia se salvo sólita! 🥲 ¿se esperaban eso? 👀
✨️ Adriano en algunas ocasiones dijo que amelia si se enojaba podía llegar a ser más peligrosa que cassiano y el juntos.... 🤔
✨️¿Que les pareció este capitulo? Murió Matteo?
✨️ ¿Que quizo decir Matteo con que ya estaban muertos Cassiano y Adriano?
✨️ Amelia sabiendo que la vigilaban y haciéndose la tonta, porque ya sabía quién la mando seguir...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro