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5. Olas de recuerdos

En algún momento de nuestras vidas
vamos a perder a aquellos que amamos,
a veces de formas tan inesperadas
que dolerá sin importar el tiempo que pasamos.

K410 (Krista)

Al abrir mis ojos, me encuentro con un despejado cielo azul sobre mi, debajo mio puedo sentir la frescura del arena y la firmeza del suelo. Un aroma húmedo llena mi nariz mientras el suave sonido de las olas llega a mis oídos, eso y un sin fin de cosas más que no he experimentado jamás vienen a mi como una ráfaga de esperanza.

Parpadeo un par de veces para adaptarme a la luz del radiante sol.

—¡K410! —grita L709 apareciendo frente a mi.

Con un suspiro frustrado lo alejo de mi rostro y me siento. Mirando más a mi alrededor, me percato de que estamos enfrente de un profundo mar y que el suelo bajo nosotros es la playa.

—M5320 se cree muy lista —me quejo, poniéndome de pie.

Le doy un vistazo a mi espalda, pero no hay rastro de mis alas, al menos tengo que agradecer que estamos vestidos con la misma ropa que llevábamos antes.

—¿Qué esta pasando? —pregunta L709, distraído por la sensación de la arena en sus manos—. Tienes que sentir esto, es asombroso.

—Solo es arena —aclaro—. No tiene nada de especial.

—Pero, ¿qué es esto? —vuelve a preguntar, esta vez tratando de enfocarse en mi.

—M5320 nos convirtió en humanos. Tal vez así puedas encontrar rápidamente las respuestas a todas tus dudas y volver a casa —explico con un ligero toque de molestia.

No puedo creer que me haya arrastrado a mi misma a este problema, solo porque mi amigo se enamoró a primera vista de una simple humana. Aunque ahora que lo pienso bien, me parece improbable que L709 entienda el significa de la palabra amor.

—Hablaba de esto —dice, interrumpiendo mis pensamientos y señalando las gotas de agua que caen por su rostro—. Se siente, no lo sé, bochornoso, cálido en exceso... diferente —balbucea, tratando de encontrar la palabra correcta.

—Es calor —aclaro, acercándome a él para ayudarle a quitarse el saco—. He visto a algunos humanos morir de eso, así que ten cuidado.

—¡¿Te puedes morir de calor?!

—Si, ahora sígueme —indico, caminando por la playa mientras me quito también el saco. Ahora que soy humana, el calor, entre otros factores, también comienzan a afectarme.

—¿A donde vamos? —pregunta L709, embelesado por cada una de las cosas a su alrededor.

—A evitar morir.

Recientemente he recogido a algunas almas por estos rumbos, la mayoría víctimas del huracán que azotó a los pobladores hace algunos días, y aunque la situación se ha calmado, aún hay personas afectadas. Pero al menos, gracias a eso tengo un poco de sentido de ubicación, ya que después de caminar un poco, llegamos al lugar que estoy buscando.

—Bien, vamos a entrar ahí —indico, señalando el edificio frente a mi, un lugar de unos cuantos pisos y de paredes grisáceas, que por un momento, me hacen recordar al color de mis alas, y que después de unos minutos de caminata, ya empiezo a extrañar —. Tú solo sígueme la corriente, ¿de acuerdo?

—¿Cómo se supone que haga eso?

—Solo no hables —suelto con resignación, mientras me dirijo adentro, esperando que él me siga.

—Hola, buenas tardes, ¿hay algo en lo que pueda ayudarles? —pregunta una alegre joven de coletas, acercándose a nosotros.

—De hecho si, mi hermano y yo somos turistas, nos estábamos quedando en una pequeña posada en la costa —exclamo, tratando de imitar la voz lastimera que he escuchado de varios humanos antes de su muerte—. Perdimos todo, nuestro equipaje y dinero, ya no están.

—Oh, santo cielo, ¿ya se comunicaron con la policía? —pregunta la chica con preocupación genuina.

—Ya lo hicimos —miento—. Pero no tenemos donde pasar la noche hasta resolver nuestra situación. Ellos mencionaron este lugar, dijeron que es una especie de refugio.

—Lo es —asiente la joven orgullosa—. No tenemos mucho espacio, pero pueden quedarse aquí algunos días, en lo que las cosas mejoran.

—Es más que suficiente —agradezco.

—Permítanme un momento —pide, antes de ir a hablar con otras personas.

—Lo que les dijiste no es cierto —comenta L709 en voz baja, como si se estuviera ocultando después de cometer un gran crimen.

—Los humanos lo hacen todo el tiempo —exclamo con indiferencia—. Además, necesitamos ganar tiempo. Un par de días con comida, agua y techo serán suficientes mientras conseguimos un trabajo.

—Pero el único trabajo que sabemos hacer es recoger almas. Será algo difícil hacer eso si estamos en nuestra forma humana.

—Bueno, tu ni siquiera puedes hacer eso bien —comento con sarcasmo—. Así que ya veremos que hacer.

—Por aquí, porfavor —indica la chica, regresando con una gran caja, mientras nos señala el camino a seguir.

El lugar al que llegamos es algo espacioso y hay unas cuantas personas distribuidas por el lugar. Algunos conversan entre ellos, mientras otros están sentados en camas improvisadas, tratando de obtener señal de sus teléfonos. La mayoría son damnificados por el huracán, mismo fenómeno en el que me tocó recoger algunas almas de personas que probablemente eran conocidos o familiares de los ahora refugiados.

De repente, y sin entender el porque, siento una punzada en el pecho, que amenaza con dejarme sin aire.

—En esta caja hay agua, comida y algunos objetos de limpieza personal —explica la chica, sacándome de la sensación extraña de mi cuerpo—. Pueden dormir en este espacio, también hay mantas, si necesitan algo más pueden avisarme.

—Gracias —digo, un poco distraída por las demás personas a mi alrededor.

—No se preocupen, todo va a estar bien —expresa la chica, tomando mis manos con una ligera sonrisa antes de irse.

Observo mi mano con duda y me pregunto si este es el contacto que S245 siempre perseguía.

—¿Qué les pasó? —pregunta L709, refiriéndose a los demás en el refugio—. Se ven decaídos.

—Cuando recogemos un alma, llegamos momentos antes de su muerte y nos quedamos hasta que mueren, no más —explico—. Nunca nos quedamos a ver que pasa después.

—Van al más allá —comenta L709 como si fuera obvio.

—No con las almas, sino con las personas que se quedan —aclaro, con mi mirada perdida en dirección a los demás—. Todas estas personas perdieron algo: sus hogares, sus cosas, y lo más importante, su familia o amigos, personas que conocían y apreciaban. Es difícil recuperarse de eso.

—No sabía que eras tan sentimental.

—No lo soy —contesto tajante—. Solo estoy repitiendo lo que alguien me dijo hace mucho tiempo —digo, recordando las palabras que ella solía decirme hace mucho tiempo atrás.

La atmósfera nostálgica se rompe rápidamente ante el sonido del estómago de ambos.

—¿Por qué mis adentros se están moviendo? — pregunta L709 con preocupación.

—Porque tienes hambre —suspiro, lanzándole un empaque de los que están en la caja.

L709 lo abre con curiosidad y lo prueba, primero con duda, pero una vez que siente el sabor en su boca, no se detienen hasta devorar la comida por completo.

—Es suave y dulce —comenta con entusiasmo.

—Según la etiqueta, es un panque —explico—. También hay frituras, creo que esas son saladas. Ah, y no olvides tomar agua.

—¿Cómo sabes tanto del mundo humano? —pregunta, sentándose en la cama improvisada y esperando con ímpetu mi respuesta.

—Experiencia, novato —digo con naturalidad—. Llevo más años guiando almas de lo que te imaginas.

—Entiendo.

—Si ya terminaste, descansa —digo, cambiando de tema—. Tienes que dormir.

—¿Dormir? —pregunta y una chispa de preocupación recorre su rostro—. He recogido almas de personas que duermen.

—Lo sé, pero eso raramente pasa, así que duerme.

—¿Y tú?

—Hay algo que tenía que haber hecho hace mucho tiempo —respondo con sinceridad—. Pero no te preocupes, esperaré hasta que te duermas.

No pasa mucho tiempo antes de que L709 termine dormido justo después de tocar la almohada. En momentos como este, realmente parece un niño.

Tratando de no hacer ruido, me levanto, salgo del refugio y empiezo a caminar por la playa. Aún hay unos cuantos escombros y tablas de madera esparcidos por la arena, pero poco a poco, las casas que sufrieron daños están siendo reparadas.

Sigo caminando, mientras observo como las banderas rojas de la playa son cambiadas por unas verdes, indicando qué todo esta bien ahora. Después de la tormenta viene la calma, dicen. Tal vez sea cierto.

No me toma mucho tiempo llegar al lugar que estaba buscando. Aún como ángel de la muerte, había intentado llegar aquí en varias ocasiones, pero al final siempre me arrepentía y regresaba.

El puerto al que llego, muy cerca de la playa, tiene un área especial, en donde las personas colocaron placas conmemorativas, en memoria de las vidas pérdidas en uno de los naufragios más famosos de la historia, ocurrido hace poco más de un siglo. Me sorprende que hayan resistido a semejante huracán, pero supongo que es parte de su esencia.

En la actualidad, este lugar es usado como un pequeño museo, ya que todas las personas relacionadas directamente con las víctimas ya han muerto, consecuencia del paso del tiempo.

Ya no existe nadie que recuerde exactamente como eran, como lucían, cuales eran sus personalidades y sus sueños. Nadie, excepto yo. O al menos, los de una de las pasajeras.

Me siento en una de las bancas frente a las placas, en donde los últimos rayos de sol del día son más relucientes y leo cada uno de los nombres hasta encontrar el que me interesa, Sella Bullock, o como yo mejor la conozco, S245.

Ella, más que un ángel de la muerte, era mi amiga o incluso podría admitir que un poco más que eso. Pero su fascinación por el mundo de los vivos la hizo convertirse en humana. Ella se enamoró tanto de la vida que eligió no regresar a mi lado.

Sella es el nombre que tomó cuando llegó aquí y el nombre con el que murió. Aún recuerdo ese día, muchos ángeles de la muerte estuvieron trabajando arduamente en ese barco en hundimiento. M5320 me había asignado recoger el alma de Sella, pero yo me negué. No podía ver como la persona que más apreciaba terminaba miserablemente a causa de su mortalidad. Nunca entendí porque lo hizo y nunca le pregunté, ahora jamás podré saber esa respuesta, no podré saber si al final se arrepintió de su elección o si murió como quiso hacerlo.

Es por eso que no puedo dejar que L709 termine igual. Sé que no puedo intervenir en sus sentimientos, pero realmente espero que no le agrade el mundo humano, para que así podamos volver a casa y estar a salvo. Y con ese pensamiento en mente, el cansancio se apodera de mi, quedando sumida en un profundo sueño.

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