Capítulo 41. La calma tras ser aceptado.
Phil había esperado muchas reacciones, pero no aquella.
—Me alegra saber que no estaba equivocada con esto —murmuró Sarahí. Lo tenía rodeado en un abrazo y hablaba con tono suave y un poco frustrado—. Por los dioses... ¿por quién me tomaste para no contarmelo?
Sin saber exactamente en qué momento se habían vuelto amigos íntimos de toda la vida que se contaban acerca de sus romances y amantes, Phil parpadeó varias veces y carraspeó con la garganta.
—Eh, bueno —empezó diciendo—, no sabía si debías saberlo. Somos amigos, pero, uh, no estaba seguro de qué tanto tenías que informarte sobre este tipo de cosas... —Miró fugazmente a Mason, que tenía una mirada que variaba entre la diversión y la duda—. Y espera, ¿cómo que "no estabas equivocada con esto"? ¿Eso qué significa?
Sarahí se separó del abrazo y se sentó frente a él sobre el suelo, encogiéndose de hombros.
—Supongo que era un poco obvio —confesó en un murmullo, como si aquello fuese un secreto—, especialmente de ti... No tenía claro si eras correspondido, pero definitivamente venía algo viniendo de tu parte.
Mason se echó a reír.
—Increíble —dijo—, así que no eres tan despistada como pensaba.
—Príncipe Artemis...
—Deja de llamarme así. —Él hizo una mueca—. Creo que ya hemos pasado una línea de confianza en donde llamarme así se vuelve inquietante. Ahora solo dime Mason.
Sarahí titubeó.
—Mason —dijo, e hizo una mueca, como si aquella palabra se sintiera rara saliendo de sus labios—, me alegra que correspondas a Phil.
—No lo digas como si fuera una especie de favor —gruñó Phil, arrugando las cejas—. ¿Y entonces no tienes problemas con esto? Pensaba que alguien que había sido criada entre la gente más intolerante que existe en el planeta tendría más prejuicios respecto a este tipo de relaciones...
Por unos momentos, Sarahí no contestó. Luego soltó un suspiro y miró hacia abajo.
—Al principio los tenía —admitió—, y tienes un punto. Vengo de una familia en donde todo lo que conocí fue "las chicas deben estar con chicos, y ante todo de su misma clase social", y viceversa. Realmente no había otra opción y todo tipo de relaciones diferentes eran la peor deshonra que se les podía ocurrir. Sin embargo, recuerdo que tuve una prima lejana que quiso romper con ese acuerdo... Quiero decir, se casó con alguien de una clase social diferente, ¿saben? Creo que ese fue el inicio en que empecé a sentir que las cosas que me decían desde niña no eran del todo verdad... Y entonces me uní a la corte que creamos por los Espíritus, y ahí conocí a Harley, la recuerdan, ¿verdad? Ella me contó que tenía una relación con otra mujer. En ese tiempo me sorprendí muchísimo y le dije cosas muy horribles. —Sarahí meneó la cabeza en desaprobación y jugueteó con sus pulgares—. Pasamos unos días sin hablarnos, y luego me sentí mal y me disculpé. En cierto modo, gracias a eso entendí muchas otras cosas, y ahora puedo procesarlo mejor. Quizá sigo sin ser la persona más indicada para entenderlo a fondo, pero creo que ahora, gracias a todo eso, puedo alegrarme por ustedes.
Phil apretó los labios en una fina línea recta y no dijo nada de inmediato. Ni siquiera estaba seguro de qué decir. ¿Se suponía que debía agradecerle o algo? No se sentía del todo correcto. Sin duda, el hecho de que Sarahí no se les hubiese abalanzado a tacharlos de inmorales sí le quitaba un peso de encima... Y aun así, era raro.
—De acuerdo —se atrevió a decir finalmente, tosiendo sobre su puño y mirando a su alrededores con rastro de incomodidad—. Me alegra que al menos ahora lo sepas... supongo.
Sarahí dibujó una sombra de sonrisa.
—Sé que hay muchas más cosas que todavía siguen sin contarme —puntualizó—, pero está bien. Ya sea que alguna vez decidan hablarme al respecto o no, estaré para apoyarlos.
Definitivamente Phil no servía para ese tipo de momentos emotivos, aunque no rechazó el segundo abrazo de Sarahí y se limitó a dibujar una sonrisa incómoda y tensa sobre sus labios.
Luego de eso continuaron el viaje.
El segundo día transcurrió con relativa calma. Hubo algún punto en el que el cielo estaba muy oscurecido y daba la sensación de que ya nunca iba a amanecer. Era aterrador y extraño.
Llegó la noche (que solo reconocieron por la salida de las estrellas) y volvieron a acomodarse de forma similar al día anterior. Una ventaja de que Sarahí estuviese al tanto de su relación era que realmente ya no había necesidad de ser incómodamente lejano con Mason, mas eso tampoco significaba que pudiera simplemente besarlo y recostarse a su lado toda la noche. De alguna manera, el que Sarahí supiera al respecto también suponía una desventaja... Había creado una nueva forma de incomodar a Phil, y lo más cruel era que ella no lo hacía con esa intención.
—No tienen que preocuparse por mí —murmuró Sarahí cuando acabaron de cenar. Era demasiado amable queriendo acercarlos sin tener idea de que Mason y Phil se sentían más incómodos bajo la idea de que ella estuviera observando—, pueden acurrucarse o lo que sea...
Phil asintió a medias, golpeteando ansiosamente su pulgar contra su rodilla. Justo por las palabras de Sarahí, se mantuvo a una distancia considerable de Mason, como diciendo "sí, estamos juntos, pero eso no implica que debamos estar pegados todo el tiempo", o tal vez solo era que quería llevar la contraria. Quién sabía. O quizá resultaba que su relación se volvía un poco menos emocionante cuando era aceptada y dejaba de ser secreta (no, esa idea era algo extraña. No podía ser verdad).
Solo hasta que Sarahí finalmente se quedó dormida, Phil se permitió respirar con tranquilidad y frotarse los ojos.
—Esto es cansado —murmuró.
Mason había estado particularmente callado durante la última hora. Le miró con una sonrisa a medias y se encogió de hombros.
—No sé cómo, pero de alguna forma es como tener un cachorro —soltó de golpe, mirando hacia Sarahí—, es demasiado rara... y entrañable. Debo admitir que nunca antes había pasado por algo así.
Phil hizo un gesto al aire para restarle importancia al asunto.
—Tiene buenas intenciones —dijo—. Lo bueno de Sarahí es que realmente es honesta, así que sé que en serio nos apoya con esto... A decir verdad, no sé qué habría hecho si no se hubiera quedado conmigo en el palacio.
Y eso era verdad. No estaba seguro del cómo o cuándo, pero Sarahí había pasado de ser una simple compañía a alguien que le brindaba apoyo moral y amistad. Sonrió un poco ante la idea. Recordar la forma en que la había conocido también resultaba surrealista y rara... Jamás se habría imaginando que terminarían de esa manera.
Si tuviera que compararla con algo, no lo haría con un cachorro, sino con una hermana. Una hermana muy honesta, directa y amable que estaba ahí en las buenas y en las malas.
Se encontró pensando que, gracias a todo ese viaje, había acabado hallando una especie de familia.
—Bien, ya es demasiado énfasis hacia Sarahí —se quejó Mason, suspirando ruidosamente—. Me quedaré despierto un rato, así que duerme y te despertaré luego para que sigas haciendo guardia, ¿de acuerdo?
Phil asintió sin nada qué decir al respecto. Se acercó a Mason y recostó su cabeza sobre su regazo, sonriendo con suavidad cuando las manos de él comenzaron a recorrer y acariciar su cabello.
Fue imposible no quedarse dormido con aquella paz. Simplemente pensando en los dedos de Mason jugueando y enredándose en los mechones de su cabello, que había crecido muy poco desde que todo había empezado. Pensando en lo seguro que se sentía de esa forma y lo mucho que le adormecía la inquietud pensar que Mason estaba ahí con él.
Sin embargo, sus sueños decidieron no ser así de amables.
De nuevo sintió aquella sensación de asfixia y fuego. El olor a quemado se hizo más intenso y su pesadilla le mostró el paisaje de un gran reino.
—¡Esto es tu culpa! —gritaba alguien desde lo lejos. Era la voz de un hombre—, ¡es culpa de tu especie... de su abominación! ¡Jamás debieron nacer! ¡Todos deben morir!
Hubo más y más gritos a lo lejos, que parecían estar de acuerdo con las palabras de aquel hombre. Aunque era difícil decirlo, porque eran tan fuertes y vociferantes que resultaba complejo entenderlos.
—¡Es nuestra libertad! —contestó alguien diferente. Esta vez se trataba de una mujer—, ¡no nos tratarán más como esclavos!
Los gritos elevaron su volumen, al grado de volverse aturdidores y molestos. Phil se sintió abrumado y el sentimiento de asfixia se expandió por todo su pecho.
De nuevo su cuerpo le obligó a despertar.
Sentía el corazón acelerado y el miedo inundando cada rincón de su cuerpo. Con los ojos abiertos de hito en hito, vio que aún era de noche. Mason en realidad sí seguía despierto.
Phil se obligó a calmarse e inhaló con fuerza. No quería alertar a Mason, aunque eso no evitó que se diese cuenta de que había despertado.
—¿Estás bien? —inquirió Mason con suavidad.
—Sí... —Phil dejó el asunto al aire, decidiendo no ahondar en detalles.
Dejó que Mason durmiera por el resto de la noche, y Phil se mantuvo despierto.
El tercer día empezó con un dolor de cabeza que Phil no tenía claro a qué se debía. Este vino y se fue con una aterradora rapidez que le hizo sentir inquieto.
Para el cuarto día ya estaban llegando a la ciudad.
Al principio les costó divisarla por lo altos que eran los árboles y lo densa que era la vegetación. No fue hasta que advirtieron que los altos muros de concreto no pertenecían al paisaje y que, más bien, se debían a algo diferente.
—Este es el reino del norte —murmuró Sarahí con los ojos abiertos de par en par. Se habían detenido frente a las puertas abiertas de la ciudad, que quizá alguna vez sirvieron de protección contra los forasteros y criaturas malignas. Ahora mismo no eran sino parte del paisaje salvaje del bosque—, ¿sienten eso?
Phil tragó saliva y se removió con incomodidad sobre el suelo. Definitivamente había una especie de ruido que emitía ese reino. Era algo distante y apenas perceptible, mas que no podía ignorar en lo absoluto. Le hacía sentir abrumado y confundido, como si cada parte de su cuerpo quisiera entender lo qué significaba ese vibrante sonido y no pudiera.
—Es raro —coincidió Mason, frunciendo las cejas y dando unos pasos hacia delante. Se veía un poco pálido y nervioso—. Este fue el reino más afectado por el Círculo de Fuego, ¿cierto?
—El único cuya toda población fue exterminada —contestó Phil con una mueca—, parece que los demonios fueron demasiado precisos a juzgar por cómo dejaron a Heldoria subsistir y solo cazaron por completo a todos los humanos de este reino.
—Quizá el Círculo de Fuego les dé poder —teorizó Sarahí—. Tal vez no pueden alejarse mucho y por eso solo atacaron con gran fuerza esta zona...
—Es posible. —Mason miró a su alrededor y se estremeció—. Detesto todas las sensaciones que emite este lugar... ¿no podemos rodear el reino?
—No lo creo. —Phil alzó el mapa y se lo mostró a Mason—. Tardaríamos a lo sumo dos o tres días en rodear todo esto, asumiendo que el Círculo de Fuego se encuentre más allá de toda la ciudad... No estoy seguro de cuánto tiempo tenemos, pero nuestras provisiones no durarán para tantos días.
—¿Se dan cuenta de que no nos hemos encontrado con ningún animal durante el viaje? —soltó de la nada Sarahí.
Aun siendo un comentario abrupto, Phil advirtió que tenía razón. Miró por encima del hombro y apretó los labios, repentinamente inquieto por el denso silencio de ultratumba que reinaba en cada rincón del bosque.
—Es cierto —murmuró—. Todo esto es muy raro... deberíamos darnos prisa y acabar con esto lo antes posible.
—¿Qué se supone que deberé hacer cuando lleguemos? —preguntó Mason, arqueando las cejas—. Hasta ahora nos hemos enfocado en llegar... pero, ¿qué pasará cuando ya estemos ahí? ¿Tendré que hacer algo, como luchar contra un rey demonio o una cosa así?
Phil miró hacia el suelo.
—Lo averiguaremos antes de llegar —prometió.
Tenía la impresión de que los sueños que había estado teniendo poseían la respuesta a esa pregunta.
Y justo por ello, decidió darles un tiempo antes de hacer conclusiones.
Le aterró que pudiesen ser verdad.
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