Capítulo 27. El duelo.
Transcurrió un día entero en el que Phil no supo nada acerca de Mason.
Honestamente, seguía procesando lo que le había contado y todavía no estaba seguro de haberlo entendido por completo.
—¿Te sientes bien? —La voz de Sarahí le interrumpió los pensamientos y le hizo mirar en su dirección. Era de tarde y ambos estaban entrenando mientras discutían entre sí el tema del tirador; sin embargo, Phil se había mantenido algo distante del tema de forma inconsciente, sin dejar de pensar en Mason.
Phil dibujó una mueca de disgusto y envainó la espada a su cinturón.
—No estoy seguro —admitió—, es solo que... Uh, hablé con Mason ayer acerca de su pasado; y dijo algo que me sorprendió mucho, ¿sabes? No supe cómo tomarlo y creo que se enfadó. Incluso ahora no tengo claro lo qué debo o no pensar.
No había esperado compartirle sus inseguridades y dudas a Sarahí, pero salieron de sus labios incluso antes de pensarlas dos veces o considerar si valía la pena contarlas. Al final lo hizo. Quién sabía por qué.
Sarahí lo miró también con sorpresa. Ella tampoco veía venir que Phil decidiera abrirse acerca de lo que sucedía.
—Bueno, ¿el asunto te afecta de alguna manera? —indagó ella, ladeando la cabeza—, lo que te contó el príncipe Artemis, quiero decir.
—Supongo que no —murmuró Phil, frunciendo el ceño.
—En ese caso, no creo que debas decidir algo al respecto. —Sarahí se encogió de hombros e hizo un gesto vago al aire—. Dudo que el príncipe Artemis haya hablado del tema contigo buscando consejo o algo parecido. Quizá solo te lo dijo porque confiaba en ti y eso es todo; no deberías darle más vueltas al asunto, dado que no te concierne ni es de tu incumbencia.
Phil asintió. Sarahí tenía razón (incluso si no deseaba admitirlo). Mason se había abierto con él para contarle sobre su pasado, y había actuado de forma egoísta al quedarse ahí sin decir nada... Se preguntó si Mason creía ahora que le odiaba.
Ciertamente le habría gustado más hablar a fondo del tema con Sarahí, pero sabía que sería una inmensa traición a la confianza que Mason le había dado. Se frotó el cuello y bajó la cabeza.
—Es verdad —dijo, un tanto distraído.
Los ojos de Sarahí se mostraron compasivos.
—¿Quieres ir a arreglar las cosas con él? Ya casi se oculta el sol, así que quizá ya se haya desocupado.
—No tengo particular prisa...
—Está bien —insistió Sarahí, empujándole por el hombro—. De todos modos ya van a cerrar el campo de entrenamiento. Yo me ocuparé de investigar los nombres para nuestra lista de sospechosos; tú ve a evitar que el príncipe Artemis se sienta desplazado gracias a ti.
Incluso si no tenía claro de dónde surgía la motivación de Sarahí para empujarle de ese modo, Phil decidió no luchar y le obedeció. Arrugó la frente y se despidió con un ademán de mano de George y de los novicios.
Una vez estuvo de vuelta en el interior del palacio, titubeó acerca de a dónde dirigirse. Sin embargo, recordó aproximadamente cuál era el camino que Mason le había mostrado hacia la sala de entrenamiento, sintiéndose confundido por la cantidad de nuevos pasillos que parecía haber ahí y azorado por las personas que se encontraba y le veían con lástima.
Se entusiasmó cuando halló la sala de entrenamiento. Aunque también se decepcionó tras ver que no había nadie ahí y estaba completamente vacía.
—¿Qué buscas? —Una voz le sobresaltó a sus espaldas. De pie sobre el umbral de la entrada a la sala, Phil se giró sobre sus talones.
Vaciló al ver que era Mason el que estaba ahí frente a él. Tenía el entrecejo arrugado y los brazos cruzados sobre el pecho. Respiraba con cierta dificultad; quizá era que acababa de terminar su entrenamiento del día.
—Te estaba buscando —contestó Phil, tragando saliva.
Mason rodó los ojos.
—Piérdete —gruñó con cara de pocos amigos, dando media vuelta y comenzando a caminar lejos de él.
Phil se apresuró a caminar a su lado. Era extraña la cantidad de veces con las que hacía eso; ir con rapidez para evitar perderlo de vista.
—Por favor —dijo—, ¿podemos hablar? Escucha, sé que confiaste en mí para contarme acerca de ti y yo... Lo siento, cometí un error, ¿de acuerdo?
—¿Y qué error cometiste? —Mason frenó el paso de golpe y se giró a mirarlo. Phil no entendía en lo absoluto lo qué signficaba su mirada—, dime, si sabes tanto, qué fue lo que hiciste mal... Y si solo vienes a disculparte porque es lo "correcto", entonces sería mejor que te fueras.
Quedándose en silencio, Phil no tuvo claro qué decir. Aun habiendo hablado el tema con Sarahí, no estaba seguro del porqué se disculpaba. Sí, quizá no era la reacción que Mason que esperaba de él, pero, ¿qué reacción suya esperaba luego de contarle que había estado en una relación romántica con otro hombre? Tampoco se había portado agresivo o pedante; entonces era verdad que no entendía por qué se disculpaba.
—Bien, teniendo en cuenta que está a punto de salirte humo por las orejas del esfuerzo, te lo diré —prosiguió Mason, empleando ese tono agrio y sarcástico de siempre—. Tienes razón, confié en ti y no fuiste capaz de decirme una mierda... La verdad es que habría soportado que me trataras mal y me dijeras que te causaba asco; pero simplemente te quedaste mirándome, juzgándome en silencio como siempre haces. Porque a eso te dedicas: a mirar a todos como si fueran inferiores a ti. Porque, oh, miren, Phil nunca se equivoca; Phil nunca robaría; Phil nunca mentiría... ¡Eso es molesto! Y odio que te hayas quedado callado sin decirme nada con ese nivel de sorpresa... ¿No lo veías venir o simplemente no eras capaz de creer que existiera una persona con ese nivel de mala suerte y maldad en el mundo? ¿uh? ¡Joder, responde! ¡Detesto que te quedes sin decir nada!
Phil parpadeó varias veces.
Ese era el problema.
De verdad no sabía qué decir.
Pese a eso, se forzó a carraspear con la garganta y hallar una respuesta. Apretó los labios y detuvo a Mason de hablar, apoyando las manos en sus hombros y arrugando la frente.
—¿Qué estás diciendo? —se enfadó—, no es nada de eso... Simplemente estaba sorprendido, y eso es todo, ¿bien? Es solo que... nunca había contemplado que pudiera pasar algo así.
Mason lo miró, confundido.
—Vamos, está mal visto y es una mierda para las personas que las descubren, pero, ¿en serio no sabías? —inquirió con palpable incredulidad.
Phil se ruborizó y rehuyó la mirada.
—Conocí a muchas personas, pero jamás lo suficiente para enterarme de algo así —se puso a la defensiva, sin tener claro el porqué le generaba tanta vergüenza admitirlo. Es decir, tenía sentido, ¿no? Y hasta cierto punto, eso explicaba muchas cosas. Sin embargo, jamás se había imaginado que un hombre pudiese sentirse de esa forma por otro; simplemente no había estado dentro de su cabeza, y mucho menos le había importado—. De verdad no estaba al tanto y me sorprendí mucho... Fue la única razón por la que no pude decirte nada. En serio.
Por unos momentos, los dos se quedaron callados.
—Oh. —Mason se mordió el labio inferior, hundiendo los hombros—. Bueno, lo siento... En ese caso, puede que haya sobreactuado un poco.
Phil meneó la cabeza en negación.
—Aun así fui un idiota —murmuró, soltándolo y jugueteando con sus pulgares con cierto nerviosismo—, escucha... teniendo en cuenta que este descubrimiento es reciente, realmente no tengo prejuicios al respecto. No es de mi incumbencia, así que, hum, no tengo derecho a decirte nada...
Con una sonrisa Mason hizo un ademán de indiferencia al aire.
—Ya, está bien —intervino—, te lo conté porque preguntaste sobre mí... Quiero decir, tampoco es que sea un gran secreto, pero menos esperaba que me dijeras mucho del tema.
Hubo un pequeño silencio e incómodo. Y entonces Phil se atrevió a preguntar:
—¿Y qué sucedió con él?
Mason tensó la mandíbula y miró hacia el suelo.
—Está muerto —murmuró, frunciendo el ceño. Aunque a los momentos se encogió de hombros—. Supongo que no puedes esperar un destino diferente de un ladrón.
Phil no supo qué decir. Sin embargo, se alegró que al menos las cosas con Mason se hubiesen suavizado. Dibujó una sonrisa tensa y miró por encima de su hombro.
—¿Quieres seguir entrenando? —indagó—, falta poco para el día del duelo.
—Estoy hecho polvo... pero sí. Creo que me odiaré si no lo doy todo y pierdo.
Así que ambos volvieron a la sala de entrenamiento.
.
La noche antes del duelo, Mason no entrenó. Más bien, fue Phil el que insistió que fuese directamente a descansar, puesto que era importante que mantuviera la mente clara para mañana.
Sin embargo, cuando se fue a acostar a su habitación, Phil notó una pequeña inquietud en su pecho.
¿Y si Mason no lograba vencer al príncipe Noah?
Trató de imaginárselo. Mason perdía y Noah ganaba; entonces al rey no le quedaba más remedio que aceptar a Noah como el líder de la misión... ¿y qué pasaría? Phil sabía que no sería lo mismo acompañar a Mason que a Noah (para empezar, no conocía al príncipe en lo absoluto), y entonces tal vez las cosas cambiarían por completo.
Tal vez era algo que debía evitar.
Así que no pudo quedarse en cama demasiado tiempo.
Antes debía hacer algo.
.
La mañana del duelo fue fría y seca.
Estaban todos ya en las gradas, puesto que el evento del duelo se popularizó y, antes de saberlo, ya todos en Heldoria estaban al tanto del reto del príncipe Noah.
—¿Cuáles crees que sean las posibilidades de que el príncipe Artemis gane el duelo? —le preguntó Sarahí, frotándose las manos para generar al menos un poco de calor. Estaba bien abrigada y, aun así, la baja temperatura les jugaba malas pasadas.
Phil tampoco estaba cómodo, y no dejaba de moverse hacia delante y atrás para mantenerse en movimiento.
—No estoy seguro —contestó, aun cuando ya sabía la respuesta.
Cuando la hora llegó, no hubo muchos detenimientos. El rey Dante ocupó su lugar y presentó a los respectivos príncipes.
Mason y Noah estaban frente a frente. Ambos llevaban armaduras brillantes y cascos que les cubrían casi por completo la cabeza; las espadas que sostenían relucían y daban la apariencia de emitir un brillo propio. Sin duda, había un aire majestuoso en la escena.
Phil tragó saliva, mordiéndose el labio inferior y observando que Mason no estaba preparado... Maldición. Tenía sentido. A menos que fuese una especie de increíble superdotado, ¿cómo iba a prepararse para ese duelo en menos de una semana? Noah también lo sabía.
Eso le resultó sospechoso.
Entonces el duelo empezó.
Sin escuchar los vitoreos y gritos de apoyo, Phil estaba concentrado en Mason. Aprobaba o desaprobaba mentalmente esos movimientos que hacía. Que si retrocedía mucho o muy poco; si se equivocaba al balancear demasiado su espada o era muy lento al contraatacar.
Al inicio, Noah tuvo todo el control del duelo. Se veía tranquilo y sin muchas presiones; se movía con impresionante agilidad y poseía un gran control sobre su espada, como si hubiera nacido con ella.
Por otro lado, Mason no actuaba de esa forma. Estaba acostumbrado a otro estilo de pelea y una semana no había bastado para cambiar eso. La incomodidad que sentía se transmitía a través de todo su cuerpo.
Mason de verdad era un idiota.
Phil tuvo la sospecha de que Noah le dijo algo, puesto que, de un minuto a otro, Mason dejó la defensiva y pasó por completo a la ofensiva. Lanzando estocadas y golpes sin mucho sentido. Actuando con furia y desesperación.
Y luego ocurrió un pequeño cambio en el duelo.
En una de las tantas estocadas que Mason le daba, Noah soltó su espada.
Ya fuese un impulso o un accidente, su espada estaba sobre el suelo.
Noah estaba inmóvil. Ojos fijos en su espada tirada y su expresión de absoluto desconcierto.
Sin embargo, no tuvo el tiempo suficiente de reaccionar o moverse antes de que Mason actuara y le pusiera la hoja de su espada a centímetros de su rostro.
Como el duelo no planeaba llegar más lejos, Mason había ganado.
Y Phil era una de las personas más aliviadas que estaban sentadas en las gradas. Después del rey, claro estaba.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro