Kapitel 22
Hoy presentamos...
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—¿¡Qué él qué!? —gritaron Cole y Ryan.
—Lo que dije... me arrepiento haberle dicho lo de la E, ¿créen qué me odiará?
—No lo sé. Pero lo que sí sabemos es que se te esta siendo tarde. Debiste habernos dicho ayer.
—Lo sé, Cole. Adiós.
Al llegar a la azotea, vio a Ruben parado cerca de la barandilla.
—Hey, Ruben...
—¿Cuando ibas a decirme qué eras J.P.?
—Yo...
—¡No puedo creer que le pedí ayuda a J.P. para encontrarlo!
—Lo siento.
—¿¡Pensaste por lo menos en decírmelo!?
—Lo iba a hacer... pero tuve... tengo miedo que me rechaces.
—Pues, si no me hubiera enamorado de J.P. sé que te rechazaría.
Joseph suspiró aliviado.
—Entonces, ¿tu me amas?
—Pues... sí, creo que te amo.
El castaño sonrió levemente. Ruben se acercó hacía sus labios y lo besó.
—Pensé... pensé que iba a ser mas difícil enamorarte.
—Pues no lo fue.
Y lo siguió besando.
Al llegar a casa, llamó a sus dos amigos y les dijo emocionado que vayan allí rápido. Al cabo de un poco menos de una hora, Ryan y Cole estaban ahí.
—¿Cómo te fue?
—¿Te rechazó?
—¿Te ama?
—¿Tuvieron sexo?
—¿¡Qué!? —saltaron Ryan y Joseph a la vez.
—No importa eso último. Cuéntanos cómo te fue —dijo Cole.
—Pues bien. No, no me rechazó. Sí, me ama. Y no, no tuvimos sexo.
—Nada mal ¿Eh? —habló Ryan.
—Pero, si nos besamos, y demasiado- contó Joseph, mordiendo su labio inferior.
—Invítale a una cita —dijo Cole.
—Buena idea, pero no lo sé.
—Como sea, tengo que irme, luego me cuentas todo, ¿eh? —dijo Mills.
—A mi igual —dijo también Miller, y acto seguido se fueron.
Él asintió y llamó a Scott diciéndole que venga a su casa rápido. Cuando cortó, a su habitación entró Aracelly.
—Ruben me contó todo, no puedo creer que tu seas J.P.
—Y yo no puedo creer que él me ame.
Los dos rieron, hasta que Jane, su hermana, apareció. Ella es castaña y oji-marrón.
—Con que el Ángel Caído te correspondió, ¿Eh?
—Aún no puedo creérmelo —rió nervioso.
—Felicidades, hermanito —sonrió, dándole un abrazo.
—Gracias.
Luego de unos segundos, entró Scott, haciendo que Jane se fuera.
—¿¡Te declaraste!?
—¿¡Tu lo sabías!?
—Él me descubrió y le pedí que guardara el secreto —sonrió Joseph, nervioso.
—Lo importante es: ¿¡Te correspondió!? ¡Eso es excelente! Y no te voy a mentir, pensé que no lo iba a hacer.
—Igual pensé —rió Joseph.
De pronto un mensaje de Ruben los interrumpió.
—Hey, Joseph, ¿Mañana estás libre? Para que tengamos no sé, ¿una cita?
Al leer eso chilló de emoción. Los dos miraron la pantalla del celular y se sorprendieron.
—Te debe de tener un gran aprecio para que él te pida una cita primero- dijo Aracelly, aún en shock.
—¿¡Qué esperas, responde!? —gritó Scott.
—¡Cierto! —chilló—. Si, estoy libre, nos vemos mañana.
Al enviar el mensaje, se sintió en las nubes.
—Bien, buena suerte —rió Scott.
...
Cuando llegó a la casa de Ruben, pues antes arreglaron para encontrarse ahí, tocó la puerta. Luego de un instante abrió un chico castaño y oji-verde, George, el hermano menor de Ruben.
—Debes de ser Joseph, pasa, pasa —sonrió el menor.
—Gracias —dijo y entró.
Al entrar vio a un hombre castaño y oji-marrón, Flynn Chandler, el padre de Ruben. Y a una chica rubia y oji-azul, Margaret Chandler, la hermana mayor de Ruben.
—Justo a tiempo, Ruben está en su cuarto en el piso de arriba —sonrió amable Flynn.
—Gracias —sonrió y fue.
...
Al llegar lo vio acostado en la cama, viendo al cielorraso.
—Oh, hola Joseph —saludó, apartando su mirada del techo hacia él.
—Hola, ¿Llegue temprano o...? —preguntó, pues aún no estaba cambiado.
—No, no, solo que aun no me decido por cual remera ponerme así que esperé a que vengas para pedirte ayuda- le interrumpió.
—Oh, ya, okey.
—Estoy entre estas dos —dijo, levantándose de la cama y yendo al cajón.
De él sacó dos remeras y se las mostró. Una era azul oscuro, llegando al índigo, con unas franjas moradas. Y la otra era roja con cuadrados blancos.
—La azul —dijo Joseph luego de un rato.
—Está bien —se sacó la remera que tenía puesta, dejando ver su hermoso pecho al descubierto, sonrojando a Joseph. Luego se puso la remera que eligió Joseph—. Listo, ya estoy.
Joseph asintió y bajaron juntos para luego irse al cine.
...
Cuando terminó la función, salieron del cine, apenas habían prestado atención a la película por estar besándose.
—¿Te acuerdas algo de la película? Porque yo no —rió Joseph.
—Tampoco me acuerdo —también rió Ruben—. Pero el beso si estuvo súper.
—Sin duda —sonrió.
De pronto Joseph paró en seco.
—¿Qué pasa?
Joseph lo miró a los ojos y se fue acercando lentamente. Cuando ya estaban lo suficientemente cerca como para sentir sus respiraciones mezcladas, Joseph entrelazó sus labios con los de Ruben. Ambos cerraron los ojos y su beso comenzó a bailar al compás del sonido de la música extrañamente romántica que se escuchaba de un bar cercano. Ese bello beso duró demasiado, tanto que tuvieron que cortarlo para tomar aire.
—Sé que es muy pronto para decirlo y entendería que no lo digas tambien pero... te amo —dijo cuando dejó de jadear.
Ruben sonrió y respondió: —Yo también te amo.
Y acto seguido volvieron a besarse.
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