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Capítulo 1.

La chica a la que me habían encargado vigilar y proteger se estaba escapando de mí, luego de que le salvé la vida de un gran grupo de resucitados en mitad de la noche, yo no conozco mucho de sus costumbres..¿pero no debería de agradecerme o algo así?
En fín, corrí detrás de ella con apremio mientras que la joven, al ver mi silueta alada y brillante, corrió con mucha más fuerza que antes, cruzando la calle sin mirar a los costados. Y en ése preciso momento podía ver que en cámara lenta venía un autobús gigante, notando que estaba a punto de atropellarla y yo era su única oportunidad de que sobreviviera.

Pero bueno, paremos la cinta un momento, de seguro tienen muchas dudas sobre lo que está pasando, así que me tomaré el tiempo de explicarles todo desde el principio. Bueno, no el principio del principio porque sino deberíamos de retroceder millones de años...bueno, ustedes entienden a que me refiero, creo.
En fín, soy Leonardo, un ángel en todo el sentido de la palabra y soy un protector, éso significa de que yo me encargo de que los humanos que obedecen al señor estén a salvo de los peligros que yo pueda prevenir. Bueno, hay dos reglas simples para éste trabajo:

1) Nunca intervengas directamente en sus problemas terrenales.

2) Nunca, pero nunca, te muestres ante los humanos ni dejes que te vean.

Y yo, oficialmente, acabo de romper las dos simples reglas que tenía que seguir en éste trabajo. Esto podría llevar a que mi superior, el Arcángel Miguel (El ser que comándanda todo el ejercito de Dios), me revoque mi título de ángel y me quíte mis alas, cosa que ningún ángel quiere sufrir y muchísimo menos yo.

Pero para que entiendan mejor todo lo que está pasando vamos a volver unas cuántas horas atrás, cuándo todavía no había roto ninguna regla..en éste trabajo.

**Medio día antes**

Bueno, ya había pasado el mediodía, éso significaba que mi protegida iba a ir a dar una vuelta en su vehículo, cómo hacía todos los días después de comer en su departamento, ubicado en el noveno piso de un buen edificio de apartamentos.
Yo estaba vigilándola desde la azotea del edificio que estaba enfrente, mientras ella se movía hacia la puerta de su apartamento con las llaves en una mano y su casco en la otra, yo estaba mirándola desaparecer por la puerta mientras que detrás de mí, un grupo de estudiantes disfrutaban de un almuerzo en la terraza, sin prestarme la más mínima atención.
Lo cuál es completamente normal, ya que estaba usando mis habilidades de protector para cambiar de forma y así, a la vista de ésos chicos, sólo ser una indefensa paloma blanca.

Estaba a punto de bajar hacia el estacionamiento del edificio, cuando de pronto escuchaba una voz en mi cabeza, era la misma voz que siempre me hablaba para saber si algo andaba mal o para mandarme una tarea nueva que hacer, mi superior, el Arcángel Miguel.

-[Leonardo, reporta tu estado y el de tú protegida]-Repetía el ser alado cómo todos los días, exactamente a la misma hora.

-[Todo en órden Miguel, no te preocupes, sigue su rutina al pié de la letra]-Le respondía mentalmente mientras me sentaba al borde de la cornisa, estaba esperando a que terminara el reporte para seguirla un poco más de cerca.

-[Leonardo, ya no me hables cómo si fuésemos amigos, ya no formas parte de mi escuadrón]-Dijo en un tono de voz que indicaba que no estaba felíz en lo absoluto.

-[Entendido señor, después informaré sobre el resultado del día, cómo siempre]-Contesté en un tono algo cansado, aunque la verdad odiaba ver que Miguel ya no era cómo antes, siendo que pasaron varias décadas desde ése día, pero yo tampoco me sentía en posición de hablar sobre éso.

En cuánto terminó el reporte me lancé desde el tejado, dejando que la distancia de 12 pisos que me separaban del suelo se acortára. Cuándo estaba cerca del suelo dos alas se extendieron desde la zona de mis omoplatos, haciendo que mientras más las aletease, yo me elevase más en el aire, volviendo a tomar distancia del asfalto.

La joven a la que me fue encargaba de proteger estaba sacando ése raro transporte por la acera, así que me quedé sobrevolando a sus alrededores, esperando a que partiera al mismo parque para perros al que iba siempre.

Debo reconocer que sabe andar muy bien en ésa cosa con dos ruedas, tiene buenos reflejos y un gran pulso. El viaje fué bastante seguro y ni siquiera tuve que hacer acto de "Presencia", bueno, ella se bajó de su bicicleta (Creo que así se llaman), la encadenó a un árbol que estaba cerca (Cómo si ésa cosa hubiera hecho algo malo, tal vez fuera algo así cómo con los caballos) y se sentó en el pasto viendo cómo pasaban los perros.

Aunque de vez en cuándo se quedaba entretenida dejando que uno de los mismos se le tire encima y comience a "Mostrarle su cariño" (Así me lo dijo una vez Miguel), la verdad no tenía mucho que hacer y me estaba cansando de volar sobre ella, así que bajé hasta el suelo y tomé una nueva forma.

Pensé seriamente en transformarme en un perro, pero si me llegaba a ver es posible que se acercara y tenía que evitar a toda costa un encuentro cercano. Por lo que, cuándo llegué al suelo adopté una forma humana, era exactamente cómo era siendo un ángel, sólo que sin el uniforme, las alas y éso.

Tenía el mismo cabello castaño y alborotado de siempre, los ojos azules con los que yo fuí creado (Y no me quejo en lo absoluto), seguía teniendo la misma cicatriz en el labio inferior (Producto de la última misión a la que fuí con Miguel, mientras aún era parte de su escuadrón) pero ahora estaba vistiendo una sudadera blanca y un jean negro, era lo ideal para pasar desapercibido entre toda ésa gente.

Me quedé en una banca, no quería levantar sospechas, aunque creo que si te quedas mirando todo el tiempo a una misma dirección sin reparar siquiera en los perros pareces algo sospechoso, así que me quedé acariciando a un perro muy grande y lleno de pelos por donde quiera que lo veas, parecía uno de ésos abrigos de piel que se comerciaban antes, pero vivo.

Mientras que seguía viendo al no tan pequeño perro un grito despertó mi atención, era el grito de la chica que tenía que proteger (Menos mal que no sabe que existo, sino me reportaría por no cumplir mi trabajo).
Al girar la vista hacia ella, pude notar que seguía a un hombre, el cuál tenía su bolso en brazos e intentaba cruzar todo el parque (Espero que entiendan que le estaba robando, y ningún ángel permite éso).

Me levanté velozmente de mi banco y comencé a perseguirlo, sé que no debo intervenir pero no puedo permitir que hagan maldades justo en mi nariz y, simplemente, quedarme con los brazos cruzados. Aunque no deba de usar mis habilidades, confieso que usé un poco de mi físico angelicál para alcanzarlo en un abrir y cerrar de ojos (Obviamente en sentido figurado, creo que a la gente le parecería mucho más extraño que lo atrapace tan rápido).

Al lograr llegar hasta él, lo primero que hice fue hacerle una "Zancadilla" (Lo que los humanos entienden por patear sus piernas o poner algo enfrente para hacerlo caer, si no me equivoco), el ladrón cayó al suelo casi al instante.

Luego de ver su caída, le arrebaté el bolso de sus manos con la intención de llevárselo a su legítima dueña, y aunque la misma estaba llegando, el ladrón no se daba por vencido en obtener su botín, ya que sacó una navaja de su bolsillo y me miró con una expresión asesina (Cosa que me hubiera asustado si yo fuese un humano real, pero luego de ver a la cara a los peores demonios del infierno ya dejas de tenerle miedo a muchas cosas).

Me quedé viéndolo fijamente, con el bolso aún en la mano, ése hombre desprendía un aroma a inmundicia y pecado (No pregunten a que huele éso, no quieren saberlo..) pero había algo más que no podía entender, aunque el hombre interrumpió mis pensamientos y se abalanzó sobre mí con su navaja, me aparté de su camino, dejando que él siga de largo, no pensaba pelear contra ése hombre mientras fuera necesario.

-Hijo de.. -Maldecía el ladrón mientras volvía a intentarlo, una y otra vez, sin lograr golpearme ni quitarme el botín que no le pertenecía.

Ante todo esto, yo simplemente lo miraba serio mientras mantenía el bolso en mi poder, pero no se rindió y miró directo a los ojos a la chica que estaba detrás de mí, podía sentir su miedo, a la vez que una presencia muy familiar y extraña en el hombre que tenía enfrente.
-Fallaste en proteger a la persona que amabas, no permitiré que lo logres ahora.. -Comentó la voz en un tono distinto, no movía sus labios pero pude escucharlo a la perfección, entonces lo vi sonreír de forma macabra y supe exactamente lo que pensaba hacer.

Me dirigí de un rápido movimiento enfrente de la joven y del poseído, al mismo tiempo que el lanzaba su navaja hacia ella.
Por suerte para mí y la joven, logré interponer mi brazo entre el objeto punzante y ella, recibiendo un corte algo profundo, mientras que ahogaba un quejido de dolor (Los ángeles no estamos muy acostumbrados a recibir daño de armas humanas, pero cuándo cambiamos de forma éstas pueden dañarnos severamente), notando cómo mi brazo comenzaba a sangrar, manchando mi sudadera y pasando hacia mi mano, mientras el cuchillo estaba a un costado, en el suelo.

El hombre escapó corriendo, no quise perseguirlo, principalmente porque no pensaba alejarme de ella ahora y también tenía que estar fingiendo estar adolorido por el corte, lo cuál era algo medianamente cierto.
-Oye oye, ¿estás bien..? -Preguntaba ella mientras lo veía escapar, pero ella se fijaba en mi herida, tomando un pañuelo que tenía para tapar la herida y hacer una especie de vendaje, se la veía muy preocupada y mis ojos no podían desviarse de sus manos trabajadoras, hasta que recordé que tenía su bolso en mi mano.
-Ehh..no pasa nada, pero me parece que esto es tuyo Lidia -Le comenté ofreciéndole su bolso, aunque no me di cuenta en ése momento pero metí la pata hasta el fondo, ella lo aceptó gustosa y sonriente, para luego preguntar. -Gracias, pero..¿quién eres y cómo sabes mi nombre? -Preguntó con curiosidad, sabía perfectamente que debía mentirle, pero no se me ocurrió ninguna excusa para darle.

-Eh..pues...lo decía en tu bolso, si...y soy Leonardo -Expliqué intentando no meter la pata otra vez, para después presentarme sonriendo algo nervioso, ella me miró y se quedó así un largo rato, no sé si es por mi aspecto "angelical" o para saber si estaba mintiendo, finalmente sonrió y asintió. -O-oh..entiendo, bueno...es un gusto..y gracias Leonardo -Dijo en un tono suave y agradable, mientras movía el cabello negro de sus preciosos ojos verdes y se concentraba en revisar la herida (La expresión que usé con sus ojos no tiene nada que ver con mi forma de ver a mi protegida)

-Ya me voy.. -Dije rápidamente, sin darle tiempo a contestar y corrí rápidamente, esperaba que ella creyera que iba a un hospital.
Luego de escapar de su rango de visión, me metí a un callejón y cambié de forma a un ave nuevamente, viendo cómo la herida se cerraba y desaparecía (Y con ella la sangre del pañuelo), para emprender el vuelo de vuelta a donde estaba Lidia.

-[Miguel, reporte, hubo unos pequeños contratiempos, espero instrucciones]-Decía mentalmente esperando su respuesta, la cuál podría tardar mucho tiempo, ya que había miles de ángeles cómo yo esperando su respuesta.
-[Maldición, esto es malo]- pensé para mí mismo mientras miraba a la joven de ojos verdes desde lejos, ahora debía de protegerla más que nunca, pero no podía volver a arriesgarme a ser descubierto así (Aunque cómo saben no duré mucho tiempo estando encubierto otra vez).

Palabras: 2054

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