La belleza y la historia de Alicia se extendieron por la región como un susurro en el viento. Hombres de todas partes llegaron, atraídos por su encanto y la promesa de riquezas y poder si lograban liberarla del dominio del Amuleto. Cada uno de ellos ansioso por salvarla y tomarla como esposa, sin sospechar las intenciones siniestras del Amuleto.

Sin embargo, el Amuleto de las Almas no tenía intención de liberar a Alicia. Era un ser sediento de almas, hambriento de poder y ansioso por expandir su dominio. Observaba con satisfacción mientras los pretendientes valientes y desesperados se adentraban en el bosque en busca de la cabaña maldita.

Uno a uno, los hombres caían presa de las trampas y peligros ocultos en el camino hacia la cabaña. El Amuleto absorbía sus almas, alimentándose de su desesperación y sacrificio en nombre de Alicia.

Alicia, a pesar de sus ruegos y lágrimas, no podía evitar que los pretendientes se adentraran en el abrazo oscuro del bosque. El Amuleto, satisfecho con su cosecha de almas, se volvía cada vez más poderoso, susurros malévolos llenando la cabaña y corrompiendo la esperanza de Alicia.

Finalmente, cuando todos los pretendientes habían sucumbido a su destino, el Amuleto dirigió su atención hacia Alicia y Romal. La belleza de Alicia no era suficiente para aplacar la sed de almas del Amuleto. Su objetivo era mucho más ambicioso: dominar vastas tierras y someter a todos aquellos que se interponían en su camino.

En un giro siniestro y oscuro, el Amuleto arrebató el medallón de las manos de Alicia, sellando su destino y el de su padre. Sus ojos se llenaron de desesperación y horror mientras el Amuleto absorbía sus almas, condenándolos a una eternidad de tormento y servidumbre.

La historia de Alicia, la hermosa cautiva, se convirtió en un cuento de advertencia. El Amuleto de las Almas había logrado su objetivo, extendiendo su dominio sobre tierras y almas, mientras la cabaña envuelta en enredaderas se hundía en un silencio aterrador.

Y así, en ese bosque olvidado, el Amuleto encontró su poder y su reinado, mientras Alicia y Romal sufrían en una eternidad de dolor y servidumbre, sus esperanzas destrozadas y su amor condenado a la oscuridad más profunda.