El Nacimiento
En una remota y olvidada ciudad, envuelta en nieblas eternas y rodeada por un mar tumultuoso, se encontraba una antigua mansión en ruinas conocida como la Casa de los Secretos. La leyenda susurraba que en el sótano de aquel lugar prohibido, un enigmático y macabro artesano había forjado el Amuleto de las Almas en un acto de oscuridad insondable.
El nombre del artesano era Edgar Morstan, un hombre cuyo rostro estaba cubierto por una máscara de porcelana blanca, y cuyas manos eran tan frías como la muerte misma. Se decía que su habilidad para capturar el sufrimiento y la esencia vital de las almas perdidas era tan prodigiosa como perturbadora. Con paciencia siniestra y precisión meticulosa, Morstan había dado forma al medallón que se convertiría en el objeto más perverso que jamás hubiera existido.
En su insaciable búsqueda por desentrañar los misterios del más allá, Morstan se adentró en lo desconocido, experimentando con los límites de la vida y la muerte. Sus estudios oscuros y sus prácticas prohibidas le llevaron a descubrir una técnica prohibida, a través de la cual podía sellar la esencia vital de las almas en un objeto inerte, atrapándolas para siempre en un tormento eterno.
Con una mezcla de deleite y obsesión, Morstan comenzó a recolectar las almas atormentadas que vagaban por la ciudad. Cada suspiro agónico, cada grito de desesperación, fue capturado en el medallón mientras la oscuridad se arraigaba en su propia existencia. Pero cuanto más se deleitaba con su creación, más se sumergía en la locura y la desesperación.
Un fatídico día, cuando el Amuleto de las Almas estaba casi completo, Morstan cometió un error. Un espíritu vengativo, atrapado en el medallón, logró liberarse por un breve instante y arrebatar la máscara de porcelana que ocultaba el rostro del artesano. El horror y la locura reflejados en su rostro eran tan intensos que el propio Morstan quedó petrificado en su delirio, convertido en una estatua de desesperación eterna.
La Casa de los Secretos, impregnada con la maldad y la locura de Morstan, se convirtió en un lugar prohibido, habitado por las almas atrapadas en el Amuleto de las Almas y la presencia inmóvil del artesano perturbado. La mansión se convirtió en un imán para aquellos que buscaban lo macabro y lo oscuro, sin saber que se convertirían en víctimas de su propia curiosidad.
Hasta el día de hoy, se dice que aquellos valientes que se aventuran en la Casa de los Secretos son capturados por las almas atormentadas del Amuleto de las Almas, sus gritos y lamentos resonando en la oscuridad. Y en el sótano de la mansión, entre susurros malditos y sombras danzantes, la estatua petrificada de Edgar Morstan permanece como testigo silencioso de la perversidad y el destino trágico que acompañan a quienes se adentran en la búsqueda de los secretos más oscuros.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro