22
KIM NAMJOON.
Corrí hasta la casa de Hannah gastando toda la fuerza que me quedaba. No había rastro de ella, ella me dijo que no estaba en Corea, sin embargo quizás solo podría decirle esto hoy. Quizás era la última vez que la veía y jamás podría volver a tener esta oportunidad.
Me habría comportado como un imbécil, pero eso no negaba mis sentimientos hacia ella.
Cuand hube llegado traté de saltar la verja metálica que separaba su casa de la calle, pero se quedó en un intento. Estaba bajo las miradas curiosas y despectivas de los vecinos de Hannah, pero nada me importaba en ese momento. Debía de llegar a tiempo o si no jamás podría tener una oportunidad como esa.
Salté la verja, pero cuando iba a aterrizar existosamente en el suelo, mi pie se torció causando que me estrellara contra el suelo. Me retorcí de dolor y hice muecas muy desagradabes, yo era un completo desastre, no tenía arreglo.
Me dirigí a la puerta corriendo -pero aun así,cojeando- y la aporreé con toda mi fuerza.
-Mierda-. Murmuré. Ella no estaba en su casa. Debía de pensar rápido, ¿Dónde debía de haber ido ella? No tenía ni la menor idea, solo sabía que había salido de Corea, y eso podía ser algo muy bueno o algo muy malo.
Miré al cielo, estaba derrotado. ¿Qué debía hacer? Ya era demasiado tarde para tratar de solucionar algunas cosas, pero debía de intentarlo. Ella no se rindió en ningún momento, y tampoco lo iba a hacer yo.
En el amor se lucha desde los dos bandos, si no no era amor.
Me tiré en las escaleras al pie de la puerta. Había ganado sin duda el puesto número uno al mejor idiota inmejorable.
~CINCO AÑOS ATRÁS~
Estaba extremadamente feliz de poder dormir al lado de la chica a la que amaba. Sabía que tampoco era la gran cosa, pero para mí era lo mejor del mundo. Estaba feliz y nada podía cambiar eso, la habí visto sonreír y juntos lo pasamos muy bien aquellos últimos días. No podía ir mejor, pronto le pediría que fuera mi novia.
Quizás sonaba algo precipitado, pero yo la amaba y no podía esperar más. Quizás si esperaba perdía la oportunidad de decírselo, y estaba seguro de que era muy probable que sus sentimientos hacia mí no serían correspondidos. Pero debía de decirlo, aguantarlo me estaba matando y sabía que no aguantaría para siempre callando lo que de verdad sentía.
Era muy probable que yo solo fuera un amigo para ella, pero no estaba del todo seguro, ella siempre se esforzaba por mí, aunque eso tmabién lo hacían los amigos. Tampoco podía olvidar el hecho de que la dañé al principio de curso, y aunque ella tambié me dañó a mí no era lo mismo. Yo empecé una guerra estúpida.
El motivo siempre era mi madre. Yo creía que podía con todo, pero entonces ella abatía mis alas, pero entonces llegaba Hannah a repararlas con las suyas. Mi madre siempre me desalentaba con mis sueños y mis ganas de salir adelante, yo sabía que la única razón por la que todavía me aguantaba en su casa era porque pretendía que yo me hiciera cargo de su negocio.
Pero su negocio apestaba, al igual que todos sus ideales. Ella solo pensaba en su dinero, sin importar la opinión de los demás. Pero quizás el dinero no lo era todo.
Cierto es que siempre ha sido el motivo de las guerras, todos buscan poder pero nadie nunca llegará a tener todo el poder del mundo.
¿Y sabes por qué?
Porque el poder no solo se encuentra en las cosas materiales.
Me desperecé en la cama. Me hacía gracia el hecho de que mis pies salían un poco de esta, pero era normal que esto sucediera en una cama del tamaño de Hannah. Ella era diminuta, tanto comparándose conmigo como comparándose con cualquier persona.
Entonces mi celular empezó a vibrar. Lo ignoré al principio, sabía perfectamente de la persona que se trataba, pero no quería contestar. Tenía miedo de que terminara con la única persona que me hacía feliz.
-¿Qué?- Respondí secamente al celular. Sí, sabía que ni siquiera debería de haberlo hecho, pero ya no lo aguantaba.
-Sé que estás con Hannah. Regresa ahora mismo a casa-. Dijo Hencheul con su tono más firme. Entonces empecé a frustrarme.
-Nunca- Respondí secamente-.
-O vienes tú o voy yo. Y no serás tú el único que sufrirá las consecuencias- Dijo refiriéndose a Hannah. Era tan miserable el hecho de amenazarme con hacerle daño, qe terminé por colgar la llamada.
Sabía que ella era capaz de conseguir todo lo que quería cunado quería, y si eso significaba hacer daño a la persona a la que amaba, no se lo pensaría ni un par de veces, actuaría sin preocuparse por los sentimientos de los demás.
Tuve suerte de que el sueño de Hannah fuera profundo, pues de otra manera no hubiera podido desaparecer de allí. Todo el cuerpo me dolía con solo pensar que debía de abandonarla.
Me calcé mi zapatillas con rapidez, cogí mi chaqueta y me la puse, finalmente salí de la casa.
Serían poco más de las seis de la mañana, y no había demasiada gente en la calle. Aun así, yo me encontraba corriendo como un desesperado, quizás lo era.
-Bienvenido- Dijo un señor al cual desconocía cuando abrí la puerta de mi casa.
-¿Quién demonios eres tú?- Chillé, quizás algo más fuerte de lo que debería. Hencheul interrumpió el momento, tan altanera como siempre.
-Habla correctamente-. Dijo.
Rodé los ojos ante su estupidez. ¿Enserio? Me pedía que yo tuviera un buen vocabulario hacia una persona que desconocía y que me importaba una mierda, a pesar de eso esa persona estaba en MI casa. Hencheul era capaz de decirme que cuidara mi imagen aun teniendo la mayoría de edad, aun siendo ella la que prácticamente amenazó con meter a Hannah en mi mierda.
-Ven al salón -me dijo mirándome intimidantemente- tenemos que hablar contigo.
-¿Tenemos? Perdona mamá- interrumpí- si quieres hablar conmigo me hablas tú, no ese.
Ella hizo caso omiso a mis palabras, desapareciendo acompañada del desconocido de camino a la sala.
Yo hervía de ira. Esto no pintaba para nada bien, y estaba empezando a sacar teorías de esta situación. No podía creer lo hipócrita que era ella, pero aun así me debía de dar. Después de todo, seguía conteniéndome toda la ira que quería sacar. Para mi hermanito pequeño, mi madre era la mejor persona del mundo, y no iba a ser yo el que manchara su historial de madre perfecta, aunque así lo mereciera. Era consciente de que no solía hablar con Taeyang. Pero no quería estropar las cosas.
Él siempre pensaba que yo era el que estaba enfadado con él, pero mi madre no me permitía apenas el contacto con él. Supongo que temía que le contara a mi hermano la verdad, que nuestra madre era una corrompida por el dinero y que por eso nuestro padre la abandonó.
Pero el pequeño no era estúpido. Él no tardaría en darse cuenta de la situación en la que estaba. Yo confiaba en que él era lo suficientemente inteligente -pues así me lo había demostrado en muchas ocasiones- como para caer. Pero aun era demasiado pequeño para entender ciertas cosas, a pesar de todo él apenas estaba en su infancia.
Crucé la puerta del comedor y lo único que hizo mi rabia fue aumentar.
Confesaré algo, yo nunca pude callar mi ira.
-Vamos hijo, siéntate- Dijo mi madre con una sonrisa.
Reprimí una mueca de asco.
Si antes solo había un desconocido, ahora eran tres. Me senté en la enorme mesa circular mientras me tomaba unos segundos para observar el panorama. Mi madre, sentada en frente de mí, tenía a su costado a un hombre de unos cincuenta años y al lado opuesto, el hombre al que había visto antes.
Por útimo debía de hablar da la chica morena que estaba algo cerca de mí. Todos iban vestidos de traje, pulcros y todo aquello, gritaba: dinero.
Me sentí algo pequeño con mis botas beig y mis vaqueros y camisa corrientes, pero en verdad me daba igual. Yo no era el que quería estar allí, así que no debía de tomarle importancia.
-Hijo, vas a casarte en breve con esta chica- Anunció.
-Una mierda -Ops, mi mal humor empezaba a manifestarse- no pienso casarme, menos con esa-miré despectivamente a la chica-.
-Me parece que sí lo harás -Habló con suficiencia- O si no, me temo que recurriré a otras opciones.
Puse mis codos sobre la mesa, retándola.
-Ajá.
-¿Te suena verdad?- Sacó una foto y la deslizó sobre la mesa, haciendo que llegara hasta mí. Claro que la conocía, era Hannah. Empecé a preocuparme, pero me mostré lo más imperturbable posible- Bien. Si no accionas tú, accionaremos nosotros.
Entonces las cosas me cuadraron. Ella me casaría para seguir con su apestoso negocio, me utilizaría como un peón sobre su tablero de ajedrez. A ella no le importaban mis sentimientos, era más que obvio.
-¿Y qué harías? -Traté de ver hasta donde se atrevía a llegar dañando a Hannah, dañando a alguien que no tenía nada que ver con nosotros, aun menos con ella.
-Lo que haga falta -Dijo-.
Pude entender que ella sería capaz de hacer lo que fuer solo para que aceptara seguir ocn su trabajo. Me sentía asqueado, engañado y la peor persona del mundo. Sanía que desde las palabras que estaba a punto de pronunciar era capaz de cagarlo todo, aun así lo hice.
-Dame los papeles.
Ella me los pasó mirándome con suficiencia. Nada era peor que mirarme de esa forma, sabiendo que yo había caído a sus pies cumpliendo sus deseos. Supe que desde el momento en el que mi tinta quedó marcada en el papel ya no volvería a ser feliz.
Después de eso, me encerré en mi habitación.
Impetencia.
Dolor.
Rabia.
Esas tres emociones luchaban entre sí consumiéndome a la par. Sabía que no había podido ser más estúpido, pero no permitiría que dañaran a la persona que dió alas y esperanzas de seguir adelante. Ella era pura, ella no merecía que yo la encerrara encarcelándome en mi sufrimiento. Y quizás eso era lo que yo deseaba para ella.
Quizás el efímero momento de ver su sonrisa, de reír con ella a carcajada limpia, de jugar a juegos tontos o simplemente verla siendo ella misma, era lo que me hacía feliz.
Nunca creí que podría volver a sentir plenitud desde que mi abuelo falleció, pero ella llegó a mi vida sentándose en el lugar equivocado.
La ira cegaba mi vista, sentía como todo se nublaba. De repente me sentía débil, quería tener la fuerza suficiente como para poder volver a su lado, pero entonces eso sería lo malo. Volver a su lado significaba que mi madre volviera a actuar sobre ella. Y no permitiría que aquello sucediera.
Entonces fue cuando supe una cosa:
Estaba perdidamente enamorado de la persona a la que jamás podría tener a mi lado.
Los siguientes días fueron para mí una tortura a tiempo completo. Debía de ignorar a Hannah, pero al mismo tiempo no podía dejar de verla. Desde que Jennie me besó -así se llamaba la chica con la que me debía de casar- Hannah no se acercó más a mí.
Dejó de insistir, aunque múltiples veces la pillaba mirándome y viceversa. Ella sabía que estaba jodido, y yo sabía que la estaba jodiendo a ella. Todo era recíproco y a la vez contradictorio.
No podía alejarme de la chica que me gustaba, pero no tenía otra opción. Ella luchó por mí, y yo sólo luché por correrla de mi lado.
ACTUALIDAD.
Ella no estaba. Ella se había ido. ¿Por qué?
Con un movimiento marqué al número de Han.
-¿Namjoon?-sonó extrañado, no lo culpo- ¿Qué sucede? ¿Por que me llamas?
-Hannah -dije- ¿Dónde está?
Se hizo un silencio al otro lado de la línea. La tensión se podría cortar con una cuchara de plastelina, y eso que no lo tenía delante.
-Jisung respóndeme-. Dije. Se oyeron varios ruidos al otro lado de la línea.
-Ella está en Inglaterra. Se fue por su padre-. Dijo sin más y cortó la llamada.
Solté un suspiro frustrado. ¿Inglaterra?
~~~
Bajo del avión sin maletas, mochilas, nada de nada. Sólo necesitaba una fuerza de voluntad inquebrantable para tratar de explicar las cosas. No tengo ni idea de lo que hago, solo quiero volver a ver el rostro de Hannah y hablarle, a pesar de que eso me cueste demasiados problemas.
Sé que mi método para tratar de enocntrarla no ha sido para nada, correcto: rastrear su teléfono. Esto no es lo que debería de hacer, puede que suene de persona obsesiva. Pero realmente tengo la necesidad de encontrarla lo antes posible.
Me paso todo el día buscándola, incluso pierdo la señal de su teléfono. ¿Dónde está?
Entonces la señal se activa demasiado cerca de donde me encuentro. Me cubro del todo, pues la noche ha caído y no es el mejor tiempo para lucirse. Me acerco a la señal cuando entro a un callejón y me giro a ambos lados. No hay nadie en el lugar.
Entonces la señal se hace más fuerte. Oigo leves pisadas que cada vez se acercan más a mi dirección, y he de admitir que estoy algo preocupado. Pero toda preocupación desaparece cuando una persona enana se para enfrente de mí, tratando de intimidar. Sonrío debajo de mi cubrebocas, es ella.
-Cincuenta-dice seria- están en oferta-. En su mano sostiene un paquete de marihuana.
Me mira fijamente y yo a ella.
-Hannah-. Digo con mi tono más grabe que tengo.
Abre mucho los ojos, supongo que creerá que soy otra persona Entonces me acorrala contra la pared, hecho irónico que ella sea mucho más bajita que yo.
-¿Quién eres?- Dice con un susurro.
Le aparto un poco y me quito el gorro que llevaba puesto, hago lo mismo con las gafas y con el cubrebocas. Le sonrío marcando mis oyuelos, agradezco a la oscuridad de que mis lágrimas no sean visibles ahora.
-Kim Namjoon.
CONTINUARÁ.
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