07
Era la quinta vez en aquella noche que me levantaba, y no era gracias a mi querida (nótese el sarcasmo) alarma.
Supongo que mi comida no solo estaba visiblemente mala, sino que también era tóxica.
Me había pasado casi hora encerrada en el baño, me encontraba pésimo.
La barriga me dolía exageradamente al igual que mi cabeza.
Hablé con Han para comunicarle que no iría al día siguiente a la universidad por mi mala salud, y él justificaría mi falta a los profesores.
Era la última vez que cocinaba, lo pensaba seriamente. Imagino que si algún día hubiese sustituído a Han en el restaurante, los clientes probablemente hubieran terminado en el hospital.
Después de hacer mis necesidades, me lavé las manos y la cara con agua y jabón. Tenía fiebre, y a pesar de que Han me diera medicamentos no bajaba.
Eran las cinco de la mañana, decidí volver a mi habitación por si de esa manera conseguía dormir algo.
Me acomodé en la cama y me arropé con las mantas de ahí. No hacía nada de frío, pero en ese momento la sensación que yo tenía era la del mismísimo polo norte.
Empecé a entrar en calor, a pesar de que el dolor de ambas zonas no se fuera, estaba cómoda de esa forma.
Los escasos rayos de luz que se colaban por mi ventana me terminaron despertando.
Dios mío, no se pasaba el dolor de cabeza. No me moví de la cama, realmente no tenía intención de hacerlo, hasta que alguien llama a la puerta principal de casa.
¿Enserio?- Pensé.
Arreglé con las manos los pelos que estaban alborotadosen mi cabeza, me quité cualquier muestra de sueño aparente y salí de mi habitación, con las pasos cortos y pesados.
Llegué a la puerta por fin y la abrí, esperando encontrar a un cartero o algo así.
Pero lo que encontré fue algo muy diferente.
-Si que estás mal- Fueron las primeras palabras que me dedicó al verme en tal estado.
-¿Ah sí?- Dije, con cierta ironía - Necesito descansar, ¿A qué venías?- Pregunté directamente, ya que notaba como empezaba a subirme la fiebre.
-A cuidar de tí -Dijo Kim Namjoon, entrando sin permiso alguna a la casa-.
-No es necesario- Dije poniéndole las manos en frente de su cara-.
-Traje esto- Señaló una bolsa que colgaba de su mano izquierda-. Le pregunté a Han sobre tu ausencia en el centro escolar, y después de sobornarle un poco- Sonrió de manera triunfal-, supe que estabas aquí.
-¿Cómo? Pero no hace falta que te quedes.
-Sí, si que hace. Ese era el soborno que usé con él, así que he de quedarme.
Tragué duro saliva. Han Jisung, te voy a matar -Me repetí mentalmente, aunque en el fondo sabía que era incapaz de hacerlo.
-Bien, voy a mi habitación. Quédate e la sala.- Dije señalándole la estancia dicha.
Él no dijo nada, y yo me limité a subir peldaño por peldaño de aquellas escaleras. Llegué a mi habitación y intenté dormir.
Me desperté después de estar durmiendo un rato. Tenía mucha calor y mi cabeza estaba colapsando.
Me acosté de lado tocandome la cabeza con las manos, aún así, no conguía relajarme.
-Madre mía...- Dijo la grabe voz de Namjoon, que parecía que me susurrara al oído.
Giré levemente la cabeza y pude observar como me miraba de arriba a abajo.
En sus manos sostenía una sopa, comida que me recordaba perfectamente a la nefasta que tomé ayer.
-Te hice una sopa - Dice este- Creo que deberías de comer un poco, más si te encuentras mal.
Acto seguido, cogió una cuchara y con esta tomó sopa. Se acercaba a mí cuando yo cogí por el extremo que quedaba libre la cuchara.
-Puedo yo, ya has hecho bastante...-Negué con la cabeza.
No me dejó terminar, frunció el ceño y me metió la cuchara en la boca. Se sentó en mi cama.
-Te doy de comer porque la enferma aquí eres tú, no yo. Es simple- Remarcó con una sonrisa.
Estaba apunto de contradecirle, cuando otra cucharada llena de sopa me cerró la boca.
Tragué a duras penas aquella comida. Estaba buena, no lo iba a negar. Siendo sinceros, creo que cualquier cosa estaría mejor que la sopa que ingerí ayer.
Le dirigí una mirada dándole a entender de que parara.
-Te la vas a terminar toda...- Aquellos oyuelos se hicieron presentes en sus mejillas - Después me quedaré aquí para cuidarte.
-No puedo más...- Dije con las mejillas infladas de comida.
Él observó el plato que sostenía con su mano izquierda, ya casi vacío. Apretó la mandíbula y se levantó de mi cama.
-Está bien, vuelvo enseguida. -Salió de la habitación dejándome de piedra.
Una cosa es que lo obligaran a estar aquí pero, otra my distinta es que se perocupara de esa manera.
Volvió a entrar en la habitación y se cruzó de brazos, esperando algo.
-Te voy a tomar la calentura, antes estabas ardiendo de fiebre.
-¿Cómo?
-Sí... -Se sacó un termómetro- Estabas durmiendo y vine a tomartela- Se encogió de hombros, restándole importancia.
Con pasos largos acortó la distancia entre nosotros. Yo seguía sentada en la cama.
Me tomó una mano, y con la otra me medió la fiebre.
Esperábamos que el termómetro sonara.
-¿Porque me coges del brazo?- Pregunté, ya que todavía no lo soltaba.
-Shh, no puedes hablar mientras te estoy tomando la calentura.
Miró mi frente, y luego detuvo la vista en mis ojos.
En verdad, sus ojos eran muy bonitos. A pesar de tenerlos rasgados, eran de un color café precioso.
Entonces, apretó más mi brazo. Contuvo unos segundos más la mirada, hasta que el termómetro sonó.
Menos mal, no sabría lo incómoda que era esa situación.
-Tienes mucha menos fiebre...-Se llevó una mano a la frente en señal de alivio y suspiró- Me alegro mucho - Y sonrió de nuevo.
-¿Por quédespués de portarte tan mal conmigo haces esto?- Pregunté, ya que la duda me comía la curiosidad.
Se quedó pensativo y respondió:
-Supongo que tendría que cambiar, ¿no?-Se encogió de hombros- ¿Y ahora qué vas a hacer?
-Supongo que estudiar.
-¿Cómo? Hace una hora estabas ardiendo de fiebre, ni loco te permitiré que hagas eso.
-¿Entonces qué?
-Veamos un rato la tele- Dijo, con obviedad.
-Está bien.
Me levanté de la cama con un impulso aterrizando en el suelo.
Los dos nos dirigimos al comedor, y estuvimos un rato viendo la tele hasta que él decidió irse, según él tenía que irse por asuntos importantes.
Cuando cerró la puerta tras irse, me apoyé en esta y recapitulé:
¿Qué acababa de pasar? ¿Por qué diablos me había ayudado?
Una cosa es que estuviera perdonado, pero de ahí a esto hay un gran paso. No entendía su comportamiento, me dejó desconcertada.
En verdad era un gran chico, lo era. De eso estaba segura.
Pero después de todo los problemas que causó en el pasado no llegaba a estar segura del todo, una mínima parte de mí aún tenía resentimiento.
De momento, no sabía que pretendía, además a Han no le acababa de gustar.
Pero, si no le acababa de gustar, ¿Por qué lo dejó a cargo mío? Sí, lo sé, le sobornó...
Miles de preguntas cruzaban mi mente cuando me entró una repentina hambre.
Decidí salir de mi interrogatorio interno para ir a la cocina a buscar algo medio-decente para ingerir, no estaba para ir echándome cosas malas al estómago.
Eso si no quería recaer de nuevo.
Y no, no quería.
Vi que había un bol blanco de cerámica decorado con diversos dibujos de color azul cielo. Estaba repleto de fruta, hasta donde se podía. Plátanos, manzanas, naranjas, fresas... La verdad es que las naranjas nunca me gustaron, así que terminé escogiendo las fresas.
Sé que no debería hacerlo pero, desde pequeña me ha gustado comer fresas con chocolate líquido por encima.
Y aunque mi salud en ese momento pedía que no lo hiciera, mi subconsciente gritaba que lo hiciera.
Así que así terminé, con el bol de fresas hasta el tope, rociado con el líquido dulce.
Me senté cruzando mis piernas encima del sofá y empecé a comer (deborar) aquella deliciosa comida.
Mi madre y yo siempre comíamos de estas en el pequeño jardín de mi casa.
Ella me ponía poco chocolate, como consecuencia, cada vez que se daba la vuelta echaba más y más.
Era uno de mis vicios.... Bueno, también lo era la nata.
Bueno...
EL DULCE EN GENERAL.
Dejé de lado el plato, que ya se encontraba vacío y después de lavarlo subí al pisode arriba para darme una ducha refrescante.
Me sentí mucho mejor. Sin dolor.
Supongo que debería deacpetar que Kim Namjoon pronto sería también un gran chef... O quizá cualquier otra cosa.
Me vestí con un simple pantalón deportivo gris y una sudadera de color salmón.
Escuché el reconocible sonido que hacía la puerta al abrirse llamó mi atención, y bajé cuidadosamente las escaleras.
Vi como Han entraba a la casa, y cuando estaba de espaldas, me abalancé sobre él para asustarlo.
-¿Cómo que te dejaste sobornar?
El aludido mi miró con los ojos como platos.
-Ehhh... Bueno...- Soltó una risita tímida, delatadora.
Empecé a hacerle cosquillas frenéticamente.
-Este es tu castigo.
Cuando vi que ya tenía suficiente, le solté y me alejé un par de pasos hacia atrás.
-Él... Me dijo que... Te cuidaría bien...-Dijo Han, recuperando la respiración- Me pareció una buena idea... No tenías a nadie quien te cuidara y además se le veía... ¿Ilusionado?- Se rascó la nuca y negó con la cabeza- Además, te pidió perdón. ¿Cómo teha tratado?
-Bien- Dije, recordando lo que había sucedido.
-Entonces he hecho bien - Dijo y una sonrisa se formó en su cara.
Después de decirle que yo ya había comido, él se preparó una simple comida y comió a su ritmo de tortuga. pero siempre con sus enromes cucharadas.
-¿Vas a ir hoy a su casa?- Dijo Han con la boca llena de comida.
Cierto. El trabajo como niñera... Me encontraba mejor, supongo que la respuesta era sí.
-Supongo que sí iré.- Dije para abandonar el salón e ir a cambiarme a algo más decente.
Me puse un mono de color azul cielo combinado con una camiseta a rayas bajo de este.
Me calcé mis zapatillas blancas y salí a la calle para ir a la casa del susodicho.
El ambiente era relajado, había pco ajetreo en las calles y el sol brillaba con intensidad, pero no tanta como para producir un calor asfixiante.
Más bien, agradable.
Me dirigí con pasos cortos y calmados a la casa de Kim Namjoon.
Iba andando bastante feliz por la calle, ya que me encontraba del todo bien.
Estaba llegando a casa de Nam cuando escucho unas voces cerca.
Me acerco a la puerta. Sin duda es él, y su ¿Madre?
-¡Te dije que no tocaras eso!- Un grito desgarrador salió de su garganta.
-Ahora ya está roto ¿Qué quieres que haga?
-¿Disculparte? Es lo mínimo por educación que deberías de hacer.-Dijo él con todo el desprecio posible.
-Es basura de todos modos.-Dijo ahora ella, como si realmente no le importara la opinión de su hijo.
Escuché pasos que se acercaban a mi dirección a si que fui a esconderme en la esquina que doblaba la calle.
Vi que era Hencheul la que se subía a un coche para irse de aquel sitio.
a curiosidad me mató, así que decidí correr hasta la casa de nuevo.
La puerta metálica se encontraba abierta y, en el jardín, se encontraba Kim Namjoon arodillado en el suelo.
Lágrimas se deslizaban desde sus mejillas hasta caer al suelo. Entre sus manos sostenía una foto hecha trizas, partes de la cual se encontraban también en el suelo.
Me quedé de piedra y un escalofrío recorrio mi columna vertebral. Nunca había visto a algu9ien tan devastado.
Tal vez no éramos tan difrerentes.
Acorté con mis pequeños pasos la distancia que nos separaba, y sin pensarlo dos veces le sbracé por la espalda.
Lo escuché sollozar varias veces.
-¿H-Hannah?- Su voz quebrada me obligó a contestarle.
-Dime.
Giró lentamente su rostro. Entonces pude apreciarsus ojos notablemente hinchados al igual que sus labios. Algunos mechones de pelo se habían mojado a causa de las lágrimas y se le pegaban a la cara.
Estaba temblando.
Entonces, sin que apenas pudiera percatarme de lo sucedido, se abalanzó sobre mí abrazándome muy fuerte.
Entonces, rompió en llanto.
Pasé mis manos por su pelo, tratando así de calmarlo almenos un poco.
Él puso su cabeza entre mi cuello y hombro y sin aflojar el agarre de su abrazo, poco a poco dejó de llorar.
Yo seguía pasando mis manos por aquel suave pelo, que se deshacía al ritmo en que yo dejaba caer mi mano.
Entonces, fue soltando el amarre y cuando lo hizo, se quedó arrodillado enfrente de mí, mirándome fijamente a los ojos.
Estaba tranquilo, a pesar de que las marcas de su llorera aún permanecieran en su cara.
Sin quitarme la vista de encima, dijo:
-Gracias.
Se levantó y acto seguido me tendió la mano para que yo igual lo hiciera.
-Mi hermano... No está- Casi murmuró.
-Perdona por meterme en el tema pero... ¿Por qué estabas llorando?
Él me dedicó una mirada fría, y luego elevó su cabeza dirigiéndola al cielo azul.
-Mi abuelo... Esa foto era el único que todavía poseía de él...-Bajó la vista y se concentró en la mía- Y mi... "madre" la ha... roto... me enfadé con ella.
Cada palabra salía con dolor de su boca.
No supe que hacer o tan siquiera decir.
-Vayamos a pasear- Sugerí, para que él intentara olvidar temporalmente el tema. Le haría bien salir un poco a la calle, y pensándolo bien, a mí también.
Alzó una ceja y soltó una risita tímida, impropia de él.
-Está bien.-Afirmó.
Seguido, salimos a la calle y empezamos a pasear sin sentido alguno. Yo apenas me conocía las calles de Seúl, mientras que él pisaba el pavimente decidido, como si tuviera un lugar idealizado al que visitar.
-Enserio, muchas gracias por todo... esto.
-No hago nada, igual necesitaba aire fresco.-Admití.
Namjoon posó la mirada sobre mí durante unos instantes, para luego desviarla a la calle.
Se estaba haciendo de noche, las farolas ya iluminaban la calle, y nosotros íbamos perdidos sin rumbo fijo por aquellas calles.
-Te llevo a casa- Su voz fuerte y decidida me sorprendió unos instantes, para que seguido bajaramos unas calles hasta llegar a mi casa.
-Adiós- Me despedí con la mano.
Él me cogió y me acercó más a él para hacer algo que no me esperaba. Me miró fijamente a los ojos y, me dió un beso en la mejilla. Por un momento creí que me lo daría en la boca, por suerte no fue así.
Sonrió marcando sus oyuelos y desapareció en las poco transitadas calles de allí.
¿Espera qué? No había sido para tanto pero... ¿Qué acababa de ocurrir?
Y sobretodo, ¿Por qué estaba sonriendo como drogada?
Dejé mis dudas a un lado para ir a dormir. Como siempre, era muy tarde y todas las luces de la casa estaban apagadas, de modo que me fuí a dormir sin siquiera encender las luces.
Estaba agotada, y sobretodo extrañada.
Que día más loco, ¿No?
En ese momento me sorprendía, porque todavía no sabía lo que me deparaba el futuro...
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