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04

Maldita alarma

Sí, ese fue el primer pensamiento que atravesó mi mente aquel martes. Hice un gran esfuerzo para levantar el brazo y cuando lo conseguí, lo dejé caer bruscamente sobre el botón de pagar de la alarma.

Dios, si empiezo así el día...

Me volví a tapar con las mantas decidida a dormir, pero of...

Ahí estaba Han, recordándome que tenía que ir a la universidad. Entró en mi cuarto gritando que me despertara, para después quitarme todas las mantas de golpe.

-¡Noooooo! ¡La luz!- Dije exagerando mucho, poniéndome las manos sobre los ojos.

Después de una gran pelea que se inició porque yo quería seguir durmiendo y acabó con que Han tirara al suelo todas las mantas existentes, le hice cara de perro regañado y me fui a duchar.

Cogí mi toalla y mis cosas necesarias para ducharme. No era muy fan de usar falda, pero ese día la iba a usar, combinándola con unas botas negras y una camisa a juego con la falda.

La verdad era que me parecía un conjunto bonito, y como ya tenía cierta idea de cómo vestía la gente allí, decidí ponérmela.

Después de una ducha rápida, me alisé mi pelo que caía cual cascada sobre mi espalda.

Recogí todo lo que me quedaba allí y salí a desayunar con Han.

-Buenos días...-Dije sin mucho entusiasmo, ya que prefería estar durmiendo a tener que ir a la universidad-.

-¡Buenos días!- Dijo Han. Él contrariaba todas mis emociones. Estaba eufórico, desbordando alegría por todos lados. Odiaba que él tuviera tan buen despertar y yo uno tan nefasto...

Me acuerdo que, cuando éramos pequeños y hacíamos fiesta de pijama juntos, él era el que más tarde se dormía. Pero extrañamente, a la mañana siguiente me despertaba con una alegría que cegaba y  al final, se hizo una costumbre.

Han se estaba comiendo un enorme bol de cereales, mientras que yo, sin nada de hambre, me comí una manzana.

-Por cierto Hannie- Hizo una pequeña pausa para tragar el montón de cereales que contenía su boca- a primera hora te toca la asignatura que no compartimos- Cogió otra cucharada y se la metió en la boca. Enserio, no sabía cómo se podía comer todo eso, pero aquello que dijo me llamó más la atención que lo de los cereales-.

-¿Qué? Ya empezamos mal el día...-Dije soltando un suspiro al terminar la frase.

-Sí, si quieres te llevo a la clase y después me voy a la mía-.

-Por favor...-Dije, para apoyar de manera exagerada los brazos encima de la mesa haciendo gesto de ruego.

Cuando hube terminado la manzana y Han su tremendo... bol de cereal, nos levantamos de la mesa y después de que él limpiara su bol, cogimos las chaquetas y mochilas de cada uno respectivamente.

Salimos de casa, y cuando llevábamos unos cuantos metros recorridos, Félix se unió a nuestro grupo.

Empezamos a hablar y cada vez sentía que me llevaba mejor con él. Era muy agradable hablar con los dos. De vez en cuando se oían nuestras risas, bromas o gritos por la calle, que por el momento estaba prácticamente desierta -No, no cuentan el resto de alumnos que se dirigían hacia la escuela/universidad-.

Han y Félix siempre se compinchaban siempre para hacerme bromas, en las cuales los tres acabábamos riendo.

Llegamos a la enorme universidad repleta de gente. 

Pasamos pasillos, nos cruzamos con más gente, y finalmente llegué a la que sería mi primera clase. Nos despedimos los tres ya que ya había sonado el timbre que marcaba el comienzo del día universitario.

Caminando despacio, busqué un sitio al azar y me senté. Llegó un profesor, diferente al del día anterior y estuvo explicándonos las cosas principales de su materia. Él llevaba música y nos iría examinando muy a menudo en diversos temas; ya fuera la teoría, saber tocar instrumentos, cantar o incluso, bailar. Esto último me hizo sonreír, ya que me encantaba bailar a todas horas.

Pero esa sonrisa desapareció de golpe cuando divisé a una figura entrando en clase. Se iba pasando por los asientos, como si estuviera pensando en cuál sentarse, pero ya tenía uno fijo para mi desgracia. Uno justamente a mi lado. Todo el buen humor que había  logrado tener se desvanció por completo cuando el optó por poner la mochila y alojarse en ese maldito sitio.

Y era que habían sitios de sobra, para que el estúpido de Kim Namjoon se sentara a mi lado específicamente. Pero comprendí sus intenciones muy rápidamente para mi desgracia.

Intenté ignorarlo, pero parecía que él tenía otros planes para mí. Cuando estábamos en mitad de la clase, empezó a tirarme estúpidos papelitos. Le miré muy enfurecida, a lo que este sonrió burlándose de mí. ¿No podía tomarse enserio ni el momento de clases? ¿Enserio, Kim Estúpido? Pensé que esa actitudera infantil y que obviamente, no correspodía. Empezaba a molestarme demasiado el hecho de que él se divirtiera viéndome "sufrir", pues ya era complicado entender que el # no era "Hastag" y que era un "sostenido", como para tener un peso más.

La clase estaba por terminar y así salir al receso, cuando siento una bola de papel chocar en mi espalda  más grande que las anteriores. La cojo y cuando me dispongo a deshacerme de ella, veo unas letras escritas en el papel.

Estúpida, me las pagarás. Te haré la vida imposible.

Solté una carcajada pero me callé rápidamente ya que el profesor me echaría de clase.

Sí claro, como tú digas...

Escribí  lentamente en el papel, para después metérselo por la camiseta. Él se giró rápidamente y con una cara de duda y asco dirigida hacia mí, intentó sacarse la bola de papel. Inútilmente, intentó quitársela con las manos. Consecuencia: Que yo no podía dejar de reír. Verle a él con un rostro de ira intentando sacar la bola de papel de dentro de la camiseta, era más cómico de lo que esperaba.

Cuando se la pudo sacar, fue demasiado tarde para mí, ya que el profesor me dirigió una mirada asesina para seguidamente, sacarme  afuera de la clase.

Me resigné ya que el que debería de estar fuera debería de ser Mr Estúpido, no yo.

Mientras me levantaba, ví cómo Kim Namjoon se mostraba de lo más interesado por ver cómo me echaban de clase. Seguido de esto, venía como siempre, su irritante sonrisa.

Cómo odiaba esa sonrisa de superioridad.

Sabía que le gustaba verme sufrir. Pero yo no iba a ser menos en su juego.

Pasó prácticamente una hora desde que el profesor me había echado de clase. Me aburría mucho. El pasillo en ese momento era ajeno a toda la gente que contenía la universidad. Me senté y esperé a que el profesor se diera por vencido y decidiera hacerme entrar a la clase de nuevo. Cuando creía que no me haría pasar de nuevo nunca, se abrió la puerta emitiendo un chirrido estridente, típico en las películas de terror.

Puede que quizás, solo quizás, estuviera viviendo una.

El barbudo profesor, con el ceño fruncido y con apariencia de estar harto de permanecer ahí, me hizo un gesto con la mano indicando que pasara. Creí por un momento que me dejaba pasar porque iba a seguir hablando, pero al escuchar el sonido del espantoso timbre, entendí que me había echo entrar para tan solo coger mis cosas.

Estraño era que, no volví a ver al estúpido cuando entré en clase. Igual se había esfumado entre la gente, cosa que a mí me beneficiaría bastante.

Me dirigí a mi mesa con paso relajado, no había que tener prisas... Espera ¿Qué? Mi mesa estaba totalmente vacía. Solo había rastro de mi mochila, la que para colmo, tampoco contenía ningún obejto en su interior. ¿Dónde estaban mis cosas? Tenía cosas muy importantes en mi mochila, cosas que junto a los libros y libretas habían desaparecido.

Entre esas cosas estaba el llavero del pequeño osito que me regaló Han por mi cumpleaños. Fue el último regalo que me hizo antes de venirse a Corea. No podía perderlo. No me lo perdonaría, era un recuerdo demasiado importante con el que miles de veces me había desahogado. 

Estaba frustrada, empecé a mover sillas, mesas y todo lo que estuviera realionado con el mobiliario de la clase, sentía como la presión empezaba a subir a mi cabeza.

No. No podía ser. Me cogí el pelo con las dos manos en signo de frustración, haciendo que me estresara todavía más. Pequeñas lágrimas empezaron a deslizarse por mis mejillas. No, ahora mismo no podía perder eso también.

Estaba muy nerviosa. Empecé a rondar por todos los rincones de la clase, en busca de mis objetos perdidos, pero sobretodo por ese llavero. Significaba mucho para mí, era el único recuerdo que tuve siempre de Han. Una presión empezó a oprimirme el pecho. No podía ser...

Mi mente trabajaba rápido. Busqué por toda la clase, pero mis intentos resultaron en vano. No me lo perdonaría nunca si eso se me había perdido.

Dispuesta a salir para buscarlo fuera, cogí mi mochila y aún con los ojos rojos y llorosos salí de ahí. No creía poder soportar un poco más de tiempo sin tener resultados.

Como un rayo me alejé  de allí, pero choqué contra algo o alguien.  Dios, eso había dolido. Me llevé la mano a la frente casi inconscientemente.

Pero más dolor sentí al saber con quién me había chocado.

Con los brazos cruzados y una imborrable sonrisa que yacía en un rostro, Kim Namjoon me observaba como si nunca hubiera visto a una chica.

-Quítate de mi camino- Dije intentando moverle a un lado, acción que él ignoró totalmente, pues el muy idiota me doblaba en altura y me triplicaba en fuerza, por lo menos-.

-A, a. No me voy a mover. Por cierto- Se sacó algo que no llegaba a reconocer de su bolsillo, ya que las lágrimas me volvían la vista borrosa-, ¿Lo conoces, no?- Dijo y empezó a mover el pequeño objeto por encima de mí.- Tu... Gran amiguito llevaba uno igual en su mochila...

Entonces pude reconocer el objeto. Como un destello, pude volver del todo a la realidad. Visualicé al pequeño osito color café que sostenía en sus manos moviéndolo como si yo fuera un perro para cogerlo.

-Para... -Dije intentando coger el oso. Pero cada vez que me movía, él esquivaba mi mano y soltaba una risita.

Nos mantuvimos así, en un tira y afloja, en el que me sentía humillada cada vez que mis intentos de lograr alcanzarlo fallaban. Me sentía torpe, sus risas eran la evidencia de ello.

-¿No te ha dicho ya que pares estúpido?- Dijo aquella voz amable que reconocía, pero ahora con un tono más serio. Félix...

-Ya viene el otro... ¿No os cansais de proteger a esta mocosa?- Dijo él con arrogancia.

-Por algo es nuestra amiga, imbécil-Finalizó Félix, que con un rápido movimiento le quitó el osito a Namjoon-.

Namjoon hizo un gesto de asco, como si sus padres le hubieran dicho que ya no podía montar su fiesta.

A la vez, abracé a Félix, el cual correpondió. Acariciándome el pelo, decía:

-Hannie ya pasó... Tranquila, estoy aquí.

-Oh que bonito...-Dijo Kim estúpido, haciendo un falso gesto de arcadas.  Al final, se acabó yendo. Por fin.

Félix me explicó que se enteró de que estaba allí porque aparte de que no había salido con ellos, había visto al estúpido esconder mis libros y material, pero para su mala suerte, Félix lo vió y se lo quitó de las manos. Más tarde, mientras me buscaba por los pasillos, vió lo que estaba pasando y fue a ayudarme.

Le agradecí una y mil veces el que me hubiera ayudado, a lo que él hizo un gesto restándole  importancia.

El resto del día lo pasé más tranquilo. Pensé que ya se había aburrido de molestarme, cosa que me alegró bastante. Pero cuando nos cruzábamos por los pasillos, me miraba mal o me empujaba adrede para luego sonreírme con suficiencia. Él siempre iba con esos aires de superioridad, de "yo soy el rey del mundo, haré lo que quiera y no me podéis detener".

Juro que se la devolvería, aquella bromita suya me había herido fuertemente, me hizo sentirme nefasto, por no decir el rato de humillación que no trató de ocultar, el muy bastardo.

Estábamos en la última clase, la cual también me tocaba con el estúpido.

Él se sentó en un sitio a la esquina del salón y después de unos minutos de aburridas clases salió usando como escusa que necesitaba ir al baño. Y fue mi oportunidad *inserta risa maligna de las películas de terror*.

Me levanté y con cuidado coloqué mi libro y libreta de la clase en la que estábamos en la mochila de Kim Namjoon. Volví rápidamente a mi sitio para no ser descubierta.

Y después de un largo tiempo más, el sujeto entró por la puerta. Andaba y se daba aires de autosuficiencia, como si fuera el que mandaba de ahí. Que repelente.

Lo peor de todo, es que la gente lo miraba como si realmente lo fuera, incluso al verlo pasar se apartaban para dejarle el sitio perfecto para él. Ugh.

Cuando se sentó, empecé con mi plan de venganza.

-Prosefor- Dije, haciendo una voz y una cara de tremenda preocupación-, no encuentro mi material y hace nada estaba aquí en mi mesa... -Y empecé a buscarlo como si realmente lo hubiera perdido.

Nomás decir esto, un revuelo se armó en la gran sala.

-¡Silencio, por favor!- Dijo el profesor dando un grito que superó todas las voces de allí, y inmediatamente nos detuvo a todos- Vaciad las mochilas uno por uno.

Uno, por uno, fueron vaciando las mochilas delante del profesor. Nada, no había nada. Hasta llegar al ultimo estudiante de esa sala. Kim Namjoon.

-Señor Kim Namjoon, vacíe su mochila por favor.-Dijo el profesor, que tenía apariencia cansada a causa de haber tenido que registrar a unos sesenta alumnos.

-¿Por qué debería hacerlo?- Dijo él levantándose y cruzando los brazos, fingiendo tener mas autoridad que el profesor que se encontraba delante de el.

La situación era cómica, ya que el que de verdad tenia la autoridad, es decir el profesor, le llegaba a los hombros al que... No la tenía.

-Porque si no, lo envío con el director, además, si te niegas es por que algo escondes ¿No?

-Yo nunca haría algo así. Tengo mis principios, y menos tocaría un objeto manipulado por esta... Engendro.-Dijo, y después de resoplar, cogió su mochila de mala gana y la invertió. Todos los objetos que habían en esta cayeron encima de la mesa, e incluso algunos fueron a parar al suelo.

-¿Ves? No tengo nad- Un sonido muy fuerte sonó como consecuencia del ruido que había hecho mi libro al caer en la mesa. Seguido este, fue mi carpesano, el cual, al caer encima de la mesa, se habrió de par en par, haciendo que todas mis hojas se esparcieran por el suelo. Cuando el carpesano se cayó al suelo, se cerró de golpe, mostrando por la parte delantera una etiqueta con mi nombre: Hannah Anderson.

Kim estúpido estaba perplejo ante la escena. Tenía los ojos y la boca muy abiertos, sin entender realmente nada. Estaba atónito, de piedra. Y no lo culpo, yo en su situación quizás hubiera estado triplemente peor.

-No me puedo creer que seas tú, Kim Namjoon el alumno ejemplar, el que le haya hecho esto a la señorita Hannah. Se viene usted conmigo al despacho del director -Dijo  mi profesor. Él también estaba perplejo de ver a su "alumno ejemplar" actuando de esta manera. Pero su voz mostraba un gran enfado, y soltaba cada palabra casi con desprecio-.

Sin querer, se me escapó una pequeña risita delatadora, que hizo que Namjoon me dirigiera una mirada.

Y, como si se le hubiera encendido la bombillita, se dió cuenta de que la verdadera causante de esto había sido yo. Primero me dijo una mirada que decía: ¿Cuál es tu problema?
A lo que imité una de sus estúpidas sonrisas que siempre me dedicaba, mientras el me miraba con una ira tremenda. El profesor lo obligó a ir a la sala del director.
¿Podía sentirme mejor? Una cucharadita de su propia medicina. Además, ya había aguantado suficiente.

Terminó la última clase, y con esta, nos fuimos a casa.

Kim Namjoon no volvió a presentarse ese día en la universidad.

Pero las mejores vengazas se sirven en platos fríos.

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