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Aries y Libra

El día era soleado y había un suave y fresco viento. Esa mañana, él, futuro caballero de Libra, salía de su cama con un extraño sentimiento de alegría inundándole el pecho.

Lo atribuyo al simple hecho de que había sido elegido para tan alto honor, como lo es el portar una de las doce armaduras de más alto rango y por dichos pensamientos, no le dio demasiada importancia al asunto.

Se alistó como cada mañana solía hacerlo y una vez que tuvo todo listo, abandonó la pequeña residencia donde aun se encontraba viviendo, antes de que se le permitiera ocupar el séptimo templo zodiacal. Una enorme sonrisa lo acompañaba de camino al coliseo de entrenamiento y la compartía con cada persona que se cruzaba en su camino.

Bien sabido era que Dohko, el joven chino que había arribado hacia no mas de cuatro años al santuario, era una de las personas más sociables, alegres y amigables que podrían encontrarse en aquellos lugares y por dichas características nombras antes y algunas mas, no era complicado hacerse de su compañerismo, si él te consideraba una persona que valía la pena tener cerca suyo.

Su día transcurrió como todos los días anteriores. Entrenando con sus compañeros, tanto con los que con él habían arribado y también con otros nuevos personajes que por allí se aparecían pero se notaba que no llegarían muy lejos porque no soportaban el doloroso entrenamiento que adelante se llevaba.

"Catalogar" a los futuros caballeros, sabía que estaba mal, porque no era su deber y podría ser que los que en ese momento lloraban de dolor, más adelante se transformarían en mejores guerreros que él mismo, así que esos pensamientos egoístas se los guardaba en el fondo de su mente para ser olvidados... Al menos hasta el día siguiente o cuando llegaran más chicos nuevos.

Terminada su mañana, estaba por abandonar el coliseo para poder ir a darse una ducha y quitarse todo el barro, el sudor y la tierra que había conseguido que se le impregnara por tan ardua lucha contra el muchacho peliazul, futuro santo de Escorpio, así que sin prisa, fue subiendo los escalones para marcharse de allí pero el inesperado y constante murmullo que repentinamente se creó, lo hizo volverse en sus propios pasos y observar que era lo que pasaba.

Al principio no lo entendía ya que lo único que pudo divisar era la llegada del viejo maestro de Jamir, el antiguo guerrero de plata de Altar y hermano gemelo del Patriarca Sage. Le extrañaba que todos se pusieran inquietos por la llegaba de aquel hombre, que aunque hacia notar su presencia, no le gustaba que le prestaran tanta atención, como si fuese algo o alguien de otro mundo, por dicha razón, su curiosidad se volvía a cada segundo más fuerte y ya bajando nuevamente a la arena, puso otra vez sus pies en aquel sitio cuando Hakurei se hacia a un lado para ir al encuentro de su hermano, pudo divisar que quedaba desprotegido y algo temeroso un niño, de al parecer su edad, con marcado nerviosismo, que se notaba que no le gustaba que todos lo miraran, susurraran cosas sobre él y lo señalaran tan rápidamente como "el nuevo niño mimado", al que le "regalarían" la armadura aunque no la mereciera.

Ese pequeño peliverde, cansado de oír tantas cosas indirectas hacia su persona, dio un agudo grito y creando una pequeña explosión de su cosmos, que aunque fue leve, el poder fue increíble y la expansión de este, logró arrojar unos cuantos metros lejos a varios de los que allí estaban creando el murmullo y también una gran polvareda se alzó, dejando al pobre castaño con poca visibilidad, razón por la cual no vio venir a ese pequeño lemuriano que corría despavorido en su dirección, sin saber que Dohko allí se encontraba, razón por la cual ambos no se dieron cuenta de su cercanía hasta que el peliverde tropezó con el chino y este sin pensarlo dos veces, enredo uno de sus brazos en la pequeña cintura contraria y con su mano libre, le tomaba de la mano y así evito que se fuera de espaldas al piso.

Sentir el aroma de los cabellos cortos y marrones fue un antes y un después en la vida del aries, pero no se daría cuenta de ello hasta muchos años después.

-Ten mas cuidado, te puedes lastimar...

-Shion.- Dijo apenas, pues solo quería que el chico frente suyo lo oyera.

-Un poema.

El sonrojo en el recién llegado no se hizo esperar y desde ese momento, nunca mas pudieron volver a separarse.

Un romance largo y fogoso había consumido sus vidas, a toda hora, en todo momento y lugar. Se demostraban su adoración mutua en cualquiera sea la ocasión y hasta podían jurar que su fuego era mas fuerte y encandilante que el que Acuario y Escorpio mantenían.

Allí, en aquel claro en medio de los bosques linderos al Santuario, se iban a esperar, por siempre, se lo habían prometido. Por ese amor que tenían, sabían que podrían esperarse mil años mas porque ese cariño que había nacido casi inmediatamente entre ambos de niños, eran tan fuerte y duradero que nada ni nadie podría quebrarlo. Ni la muerte misma lo lograría.

Pero esa ocasión, una vez más, todo era diferente a como lo fue durante tantos años juntos.

La luna se alzaba en lo alto del cielo y la brisa suave y fría hacia estremecer la piel desnuda de aquel joven, ya mas adulto, que con calma contemplaba el firmamento nocturno desde su ventana.

El frio leve hacia que su piel se erizara pero nada comparado al sentir las manos de ese castaño que lo traía loco y lo hacia ceder a la locura del amor incondicional que ambos se tenían a pesar de varios años juntos.

Para ese entonces, la Guerra Santa ya había acabado y hacía unos pocos meses que tuvieron que separarse, acción que traía mucha tristeza a ambos guerreros pero sabían que era algo más poderoso que ellos quien lo había ordenado y por dicha razón no podían objetar absolutamente nada. Aun así, cada noche para ambos era imposible conciliar el sueño y no faltaban los suspiros de ambos, mirando a la luna, deseando estar juntos por una ultima vez, en solo caso de que un inevitable final alcanzara al lemuriano, pues no tenia la misma dicha de vida que su pareja.

Sabía que no debía pensar en eso, pero le era imposible. Solo deseaba estar con su amado tigre, aunque despedirse de él, nuevamente y luego de una noche de amor y entrega, le seria más difícil de lo que le era la situación en ese instante.

Agito un poco esos pensamientos y tomando sus ropajes, se vistió y tomo destino a su templo, para poder al menos, recolectar unos pocos recuerdos mas de los que ya tenía, pues en ese lugar, habían pasado su ultima noche juntos y sentía que allí tenia muchos mas momentos felices de los que esa fría alcoba en el templo mayor podía tener.

Desganado bajaba cada escalón, doliéndole cada vez un poco mas el corazón.

De haber sabido que esa noche, su adoración aparecería y le daría esa despedida que tanto había deseado, no habría derramado ni una sola lagrima.

-Claro que me casaré contigo.- Fue lo ultimo que pudo pensar en decirle la mañana siguiente antes de que Libra regresara a Rozan, pero solamente le dio una sonrisa, que fue suficiente para el castaño, pues entendió a la perfección esa respuesta.

-Eres sabio, fuerte, aguerrido y un gran ejemplo a seguir, es por eso que, Aioros de Sagitario, te tomaré como mi sucesor del Patriarcado del Santuario.

-¿Qué?

-Ya lo oíste. De ahora en más será tu deber decidir cada acción que se lleve adelante en este lugar. Será tu meta y obligación prepararte y preparar el Santuario para todo lo que próximamente ha de venir. Será toda tu responsabilidad velar por el cuidado y la protección de Athena, quien sabes que ha renacido luego de mas de doscientos años. Será tu misión que los jóvenes Santos maduren y comprendan su lugar en este mundo. En cuanto a ti, Saga de Géminis, serás quien sostenga a este nuevo líder en los momentos más difíciles y lo ayude a salir adelante frente a las complicaciones que puedan presentarse en esta nueva era. ¿Entendido?

-Si, Patriarca.- La voz de ambos jóvenes sonaron al mismo tiempo y por ende, al mismo tiempo se acallaron.

-Entonces, por favor, ahora retírense. Aioros, regresa mañana antes del amanecer, así hacemos oficial que tu serás quien tome mi sitio como cabeza del Santuario.

Sin decir mas ni hacer un solo ruido, los dos caballeros se marcharon, dejando solo al ya cansado lemuriano, que luego de dar dicho anuncio, una gran incomodidad se plantó en su pecho y una enorme angustia se hizo carne en él.

Trato de deshacerse de esos pensamientos negativos ocupando su mente en ver lo que el futuro les proveía mediante las estrellas, mirándolas desde Star Hill, pero lo que encontró allí no fue más que la traición mas amarga que jamás pudo haberse imaginado.

-Shion.- Una gruesa lagrima cargada de dolor abandonó primero los ojos de antiguo maestro, desde su lugar en Rozan, y así fueron cayendo muchas mas al momento en que vio una estrella caer desde el lado del cielo en que Aries estaba ubicado, sintiendo esa acción celeste como una despedida. -Mi poema... No te abandonaré cuando vuelva a encontrarte...

La batalla contra Hades ya había acabado. El falso dios Loki también había sido derrotado y cuando finalmente creyeron que podían descansar, Athena los traía de regreso.

Al principio obviamente fue todo confuso pero más rápido de lo que creyeron se acomodaron bastante bien a la idea de tener una vida mas o menos normal.

Por ese día, todos tuvieron que abocarse a los deberes que la pelilila les había encomendado, así que casi todos, a regañadientes, tuvieron que marcharse a lugares diferentes, aunque dentro de los terrenos del Santuario, se sentían muy alejados los unos de los otros. Sobre todo los dos mayores del lugar.

Shion mandó a llamar al caballero de Libra mas de diez veces ese día pero no pudo presentarse ante él ya que estaba acompañando a la Diosa, quien quería ver como se encontraban los caballeros que quedaron en el Santuario e irremediablemente fueron alcanzados por el ataque del Dios de la Muerte cuando trataron de proteger a la hermana de Pegaso, y esa "pequeña visita", como en un principio pensaba que seria, se extendió a casi entrada la noche, cuando finalmente, Saori dio por acabada las charlas con todos los presentes y les prometió que los ayudaría en todo y mas de lo que pudiera. Que se lo merecían después de todo lo sufrido por su culpa.

Para cuando ya no quedaba una sola persona dando vueltas por ningún lado, mas que unos pocos soldados vigilando las inmediaciones del ingreso al Santuario, Dohko acompañaba con calma a Saori hasta su habitación para que descansara de tan agotador día.

Aunque trataba de mantenerse en paz, que la pelilila se detuviera ya sea para observar la paz que había a su alrededor finalmente o intercambiar unas palabras con quien sea que se le cruzara, le causaba una enorme ansiedad y las ganas de dejarla allí, que acabara de llegar a su destino y se arreglara sola en lo que fuera que necesitara, se acrecentaban mucho mas pero se llamaba a todo el autocontrol que podía poseer y se mantenía siempre a dos pasos de la menor.

Un notorio suspiro mezclado de alivio y ansiedad abandonó sus labios cuando llegaron al templo principal y luego lo atravesaron para llegar finalmentea la recamara privada de la Diosa.

Una pequeña risa se escapó de los labios de la joven y Dohko rápidamente supo que había sido notorio en su impaciencia.

-Lamento haberte acaparado para mi sola hoy, Dohko. Pero entiende que necesitaba que alguien me acompañara y tú eras el único libre.

-No se haga problema alguno, Athena. Soy su caballero, mi vida se la debo a usted en cualquiera sea el tiempo y debo de estar siempre resguardando su bienestar.

-Aun así, te lo agradezco profundamente. Pero ahora tengo que pedirte una última cosita más.

Sin quererlo, giro sus ojos y adopto una pose de cansancio pero de inmediato recupero la postura que siempre solía tener y miró fijo a la jovencita.

-Usted dirá.

-Te quería pedir que te fueras ya porque si no, Shion se enojara y aunque no lo conozco tanto como tu lo haces, creo que será un poco difícil de contentarlo si acaba enfadado.

Esta vez, al castaño se le escapó una sonrisa bastante grande y luego de asentirle leve a eso ultimo dicho por Athena, le dio una pequeña reverencia y se dispuso a salir de allí, pero la mano de la muchacha sobre su muñeca, lo hizo parar su caminar una vez más.

-Ten, tal vez así no tenga tanto enfado. Ahora sí, no te detengo más. Buenas noches, Dohko y gracias por todo nuevamente.

Luego de mirar enternecido lo que se le había entregado, abandono el cuarto lo más rápido que pudo y ya casi corriendo se dirigió al cuarto de su amado.

Al verse en la puerta, junto todo el aire posible en sus pulmones y a medida que iba abriendo la pesada puerta, iba sacando todo ese aire que hinchaba su pecho.

Todo estaba en clara penumbra, lo que le hizo pensar que Shion estaba dormido, y no lo culparía ya que era bastante entrada la madrugada y sabia que el Aries no iba a estar esperándole todo el día, así que simplemente iba a dejarlo tranquilo hasta la siguiente mañana pero un leve ruido hizo volver su atención al interior de aquella habitación.

-¿A dónde se supone que vas?

-Pensé que estabas dormido.

-Eso no es excusa. Podrías haberte metido a la cama conmigo.- Lentamente se fue acercando al chino, quien apenas se vio enfrentado a su gran amor, las ansias lo acorralaron de inmediato. -Ya dormí solo suficientes años y no quiero mas eso.

-Entonces voy a hacer realidad este primer deseo que me dices.- Respondió levantando su mano y entregándole lo que Athena le había dado unos momentos antes.

-En realidad, sería el segundo deseo.- Dejó salir con bastante coquetería mientras miraba enternecido aquel modesto pero bello regalo.

-¿Y cual seria el primero, su esponjosa Ilustrísima?

Shion se rió ante eso pero no le reprendió. Extrañaba de verdad esos apodos tan tiernos que su adorado chino le ponía, así que solo se limito a perderse en el abrazo que le estaba siendo dado y en menos de lo que creyó, ambos ya estaban metidos en la cama, perdiéndose una vez mas entre esos dulces besos y caricias que amaban profundamente entregarse sin parar una y otra vez.

Y mientras ellos se volvían a fundir de nueva cuenta en ese mundo de pasión que extrañaban compartir, un bello joven de cabellos rubios, que sigiloso se había metido en aquella habitación, tomaba del suelo los dos lirios blancos que Dohko le había dado al lemuriano y este había dejado caer en el camino hacia el lecho y sonriendo con felicidad, dejaba tan tiernas flores sobre un pequeño mueble de roble no sin antes abrir sus alas y de entre ellas, sacar un tercer lirio, tan blanco, hermoso y frágil como los otros dos para dejarlo apoyado con delicadeza junto a las otras dos flores antes acomodadas en ese pequeño sitio privado lleno de amor verdadero.

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Holis! Lamento la lentitud de todas las actualizaciones pero estoy cargada de responsabilidades, tanto en mi casa, como en la universidad y el trabajo. Tanto es que cuando tengo un momento, me dan ganas de dormir y descansar de tantas cosas y el cansancio también me saca todas las ganas de escribir.

Pero les prometo tratar de ponerme al día con todo porque ya pasó bastante desde la última vez que actualice y creo que ya es hora de que haga algo. Si se da, actualizaré todo esta semana o sin mas tardar, la que entra. 

También quiero decirles que se abre la votación para el capitulo próximo! Ya saben, ustedes elijen la historia de la pareja que les sigue a esta. La mas comentada, será la protagonista del próximo relato.

Sin decir mas, espero que les guste y que entiendan que es lo que pasará en un futuro con estos dos en la trama principal del fic.

¡Besos! ¡Las quiero!

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