Sungchan POV

Celos que me ahogan en el momento, en el que te he visto compartir tus labios. Con ese idiota al que, haces llamar el amor de tu vida. Malditos celos porque, ya no quiero guardarlos en mi pecho. Juro que por ti quizás, ellos algún día lograran matarme. Aniquilarme como lo hacen tus ojos, tu mirada en mi me desarma por completo. Debe haber una explicación para esto que siento, que me ayude a curar mi alma de tu mal.

Esto es algo enfermo, que solo tú y yo sabemos hacer. Porque nos estamos destruyendo, pero nos encanta toda esta mierda. Tirar de la cuerda que quema, jalar está a pesar de que, las manos se pinten de carmín. Tan rojas como tus labios, que siguen besándolo con tanta intención. En sus brazos pareces el más feliz, fingiendo tan bien para todos. Mientras yo sigo muriendo justo aquí, en espera de tus miserables migajas.

De nada sirve que nos esforcemos en fingirlo, en fingir que nos interesa alguien mas. Si tú también miras, cuando yo miro. Eso que se dicen nuestras miradas, ese secreto que compartimos. Específicamente eso, que hacemos cuando nadie más nos ve. Devorar lo que el otro tiene para dar, sin siquiera estar cerca. Ese juego de miradas que solo nosotros, sabemos jugar a la perfección. Llevar la mano por una línea de rosas espinosas, sin chistar ante el dolor de ver lo que aniquila.

Dejaremos que nos consuma, que nos consuma como mil demonios. Si tú te dejas llevar, sabes que yo también lo hare. Terminaremos cayendo en la tentación, destruyendo todo el camino que hemos logrado. Surcando caminos ocultos, en esto que nos separa a ambos. Es nuestro pequeño secreto, nadie nunca va a salir herido aquí. Absolutamente nada, porque no somos nada en verdad. Ni tú me amas a mí, ni yo te amo a ti.

Sigámoslo repitiendo, que lo nuestro nunca se dé. Silbándolo entre labios, en medio de un candente beso. Que todo quede en deseo pasional, desencadenado en un escenario dudoso. Si tú me llamas yo iré y sé que tu harás lo mismo por mí. Fue lo acordado desde un inicio, prometimos que solo era un libre uso entre ambos. Metido hasta que me ahogues entre tus sabanas, a merced de lo que tu retorcida mente destrabada de su sí. Sacar de mi con la excusa, de que yo también recibía algo a cambio.

Si era así todo esto entonces, porque me sentía tan vacío al final. De la velada ofrecida por mi cuerpo, después de que devorases cada parte de mi ser. Llevándote contigo toda mi inocencia, corrompiendo cada pensamiento de mi a futuro. Ahora ya no sales de mi mente y yo a ti te lo debo todo. Devoto ante ti, por el resto de mis días. Me sumito a ti sin chistar ante tus movimientos, por conservarme sumiso ante ti. Sabiendo que nadie más puede, hacerme sentir de esa misma forma.

Bien sabes que nada de eso es necesario, que volveré a ti sin tanto movimiento de hilos. Me arrastrare si es necesario, llegando hasta tus pies para besarlos. No hay vestimenta que me ocupe el cuerpo como debe, cuando estoy ante ti. Arráncala reacio, de todo lo que digan que está mal en esta vida, porque todo lo que está bien, siempre lo serás tú. Tú y nadie más, puede tocar algún retazo de mi piel. Poseerlo por completo y recibir alguna repuesta de mis sentidos.

Regresare incluso en tus sueños, a atormentarte hasta que vuelva tu llamada. Nunca te dejare tranquilo, porque me has convertido en esto. Soy un monstruo hambriento de deseo, de un toque que hace mal. De la atención de unos ojos, que no me miran solo a mí. En una habitación llena de personas, yo siempre te esperare en un rincón. Ignorando incluso a quien realmente me ama, ciego de lo que me das. Intimidado de mostrarme a mí mismo como se debe, como solo lo has visto tú. Como me has condicionado a ti, a ser tu buen chico.

Incluso la más inverosímil de tus excusas, la más fugaz de tus miradas. Me tendrá para ti una vez más, sin mirar atrás me iré. Me iré contigo a donde la luna nos lleve, ella correrá con nosotros hasta el final. Contemplara una vez más, esa manera de amar que tenemos. Los juegos mentales, el dolor consensuado. Besos que condensen nuestros labios, caricias que acaloren la piel. Dentro de mí ya no habrá más enemistad, ni aristas que nos hagan flaquear.

Nuestro querer se ira a lo largo de la noche y la oscuridad nos acompañara hasta ya no más. No más de nuestros cuerpos, de nuestras mentes que conectan. Hasta desfallecer en un lecho, hasta que el corazón quede maltrecho. Hasta que por fin sepamos lo innegable, lo que odiamos escuchar en voz alta. Se deslizará de nuestros labios como una sentencia, que el otro acatará en los suyos. Sumidos en el calor, en la sentencia de nuestro encuentro.

Que nos queremos no solo en cuerpo, sino también en alma. Que los celos no son posesión, sino anhelo de tenernos. Exclusivos amarnos tanto, sin cobardía de por medio. Un nombre para lo nuestro se da y ya no es el mismo de hace unos tiempos. Dejemos que pase este momento, hasta que lo asimilemos como lo que somos. Dos adultos que jugaron, a manejar contra el carril los sentimientos.