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NO-ME-GUS-TA

—Lo odiooooohhhhh —grité con la cara pegada a un pequeño cojín en forma de corazón que usaba especialmente en estas ocasiones para insonorizar mis gritos.

  El área de reporteros era tierra de nadie. La mayoría de los trabajadores se encontraban fuera realizando las coberturas, con excepción de tres pobres almas: una simpática chica llamada Susana que se pasaba el día pegada al teléfono y solo se movía de su sitio cuando tenía que cubrir algún evento relacionado con la reivindicación de la mujer; mi amigo Kevin y una miserable desdichada, o sea yo.

—Eso es un poco homofóbico de tu parte —me reprochó él.

  Lo miré con el rostro derretido.

—Oye, yo no tengo nada en contra de que Daniel sea homosexual. Soy partidaria de que cada quien puede hacer lo que le plazca con su vida amorosa y sexual. —Lo apunté con el bolígrafo—. Además, si fuera homofóbica no sería tu amiga.

—¿Por qué las personas siempre recurren al típico argumento de "yo no odio a los gays, porque, de hecho, yo tengo un montón de amigos gays"? —comentó más con aburrimiento que en son de queja—. Eso no prueba nada.

  Observé a Kevin de arriba a abajo. El día en que mi amigo decidió confesar su preferencia sexual en un programa de entrevistas en plena televisión nacional, hizo trizas los corazones de la mitad de la población femenina de Estados Unidos. Era el chico más hermoso que había visto en mi vida. Delgado, pero de músculos definidos. Tenía unas largas pestañas que enmarcaban unos expresivos ojos color café. Sus facciones eran gráciles y parecían esculpidas por los mismos ángeles.

—Sabes a lo que me refiero, Kevin —dije llevándome las manos a ambos lados de la cabeza por el dolor que comenzaba a aparecer—. No quiero ni recordar el terrible año que estuve como su aprendiza.

  Hace casi dos años había llegado a este país con una maleta cargada de sueños y sin apenas un centavo en el bolsillo. Las ofertas de trabajo escaseaban y los empleos nunca duraban. Estuve a punto de tirar la toalla cuando me topé con ese bendito anuncio en "Radio Esmeralda", una emisora local de Miami. Sentí que los cielos se abrían ante mí. Pero para mi desgracia, en ese cielo me recibió un demonio, un tirano, la persona más despreciable del mundo, un rufián que dejaría en pañales a todos los villanos de las películas de Disney, un...

—Sigo pensando que estás enamorada de él y te da rabia no tener ni la más mínima oportunidad.

—¡¿Perdona?! —me salió la voz como el chillido de una gallina— Que no, que no, una y mil veces no. Que me parta un rayo ahora mismo si estoy enamorada de ese... ¡AH!

  Di un brinco al sentir una descarga.

  Rodeé sobre la silla giratoria para enfrentar a la persona que me había hecho cosquillas en la cintura. Susana, la "inocente y parlanchina Susanita", no paraba de reírse tras su bromita.

—Lo siento —dijo ella sin ninguna evidencia de arrepentimiento, chocando las palmas con el traidor de Kevin—. No pude evitar escuchar la conversación. Así que... ¿te gusta el "ilegalmente sexy e inaccesible Daniel Smith"?

—¿Tú no estabas hablando por teléfono justo ahora? —contraataqué con una falsa sonrisa.

  Ella hizo un mohín con los labios y regresó a la pantalla de su celular. Sabia decisión.

—Pero bueno, hablando sobre lo de hoy... —Kevin recuperó la seriedad—. ¿Sabes que existen los móviles, verdad? Hubieses podido escribir el reportaje en el teléfono y enviarlo desde allá. Otro periodista hubiera podido darle voz aquí y darte el crédito por la redacción.

—Lo sé, pero es que yo quería hacer también la locución —confesé desanimada—. Entonces pensé que si llegaba con un buen reportaje me dejarían entrar en cabina.

—No entiendo por qué tienes tanta obsesión con hablar en la radio.

Suspiré.

—Por nada importante.

                                ***

—¿Estás comiendo bien, saludable? —Del teléfono salía la voz preocupada de mi madre.

—Siii mamá, estoy comiendo de maravilla —le aseguré mientras con un pinchazo de culpabilidad le daba un mordisco a mi fría hamburguesa.

—No seas como las demás personas en ese país que por el estrés del trabajo y las pocas horas de descanso se embuten de comida rápida y dañina para la salud.

¡Dios! Cómo se notaba que me había dado a luz.

—¿Cómo está papá? —Cambié de tema.

—Está bien. Ahora está acostado. Te extraña demasiado, Oriana.

  Una fría brisa marina se coló por la única ventana de mi apartamento. De la defectuosa grabadora salían a duras penas los acordes de "Sin arrepentimientos" del grupo Buena Fe.

—Yo también a él —dije con la voz débil y comencé a sentir una presión en el rostro.

—Pero él me dice que se alegrará cuando finalmente pueda escucharte en la radio.

  Guardé silencio por unos segundos. Los ojos ya me escocían.

—Pronto. Dile que espere un poco más.

—Está bien, mi niña. Estamos muy orgullosos de ti.

  Su última declaración me destruyó en mil pedazos. Era horrible cuando tus seres más queridos depositaban en ti todas sus esperanzas y tú no podías cumplir sus expectativas.

  Apreté los párpados y algo escapó de ellos. Tenía que ser honesta con mi madre, aunque la verdad doliera.

—Eh... este mes no podré enviar tanto dinero porque tuve que comprar algunas cosas —y añadí al instante—: pero sin falta el próximo mes les mando el doble.

—¡Oriana, por lo que más quieras, no te preocupes por eso! —Su tono era casi un regaño—. La situación aquí no está tan mala ahora. No hace falta que te sobreesfuerces.

  Estaba mintiendo. A diario estaba en contacto con las noticias y sabía que la economía de Cuba estaba cada vez más en picada. Con el ínfimo salario que cobraban, era imposible que mis padres pudieran pagar una vida digna. Yo era su único soporte. Ellos estaban apoyados sobre una columna a punto de desmoronarse.

  Me despedí de ella con un sentido "te quiero" y hundí mi cuerpo en el respaldo del sofá. La mitad de mi hamburguesa yacía congelada sobre la mesa de café. Había perdido el apetito. Y como el universo quería hacerme sentir más miserable, mi celular se alumbró para mostrar una notificación.

  Era un nuevo comentario de la historia que estaba publicando en la plataforma gratuita para escritores Wattpad.

"¿Y el sexo para cuándo?" —rezaba la notita dejada por el Usuario RositaPUNK9

  Resoplé.

  Estaba escribiendo una novela de romance erótico cuya premisa había atraído mucho público. Era una historia muy cliché entre un capo de la mafia inusualmente guapo y una chica común que ¡Sorpresa! acababa enamorándose de él. El único problema era... la tan esperada y ansiada por los lectores escena de sexo.

  Apagué la grabadora y abrí mi laptop para reanudar la historia, pero la musa del salseo no atendía a mis llamados. Tenía un rotundo bloqueo de escritor. ¿Cuánto tiempo llevaba sin tener sexo? Ya había perdido la cuenta. Según las estadísticas, se suponía que a mis 25 años debía de tener una vida sexualmente activa, pero estaba claro que yo no formaba parte de ese censo poblacional.

  Mi vista recorrió cada centímetro de la pequeña estantería de la sala que resguardaba mis "placeres culpables": la saga de romance y fantasía erótica "Cazadores Oscuros" de Sherrilyn Kenyon; la trilogía BDSM "Cincuenta Sombras de Gray" de E. L. James; la muy subida de tono "Pídeme lo que quieras" de Megan Maxwell y la para nada corta fila de novelas de romance M/M de las que jamás me atrevería a decir en voz alta que era una promiscua devoradora.

Necesitaba inspiración para mi historia, mucha inspiración.

                                ***

Notita:

Historias M/M (Male/male u hombre/hombre): Son historias de romance casi siempre erótico entre dos hombres♂️×♂️, con el fin de satisfacer a una audiencia lectora mayoritariamente femenina. Sería el equivalente en Occidente al "Yaoi" de Japón y al Boys Love de Tailandia y Corea del Sur.

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