Capítulo 23
—Te extraño tanto... Feliz año nuevo, amiga.
—Es un gusto, Sara —saludó Andrew entrelazando su mano derecha con la izquierda de Ambar—, gracias por estar con ella tanto tiempo. Sé que no es tarde por eso le estaré eternamente agradecido.
El clima era frío haciendo que muchas lápidas del cementerio se perdieran de vista por la neblina. Era difícil, incluso para ellos, divisar el horizonte de los pastos verdes, árboles y montañas a metros de distancia. Existen tantos lugares en el mundo, tantas personas y Ambar no podía recordar otro espacio que no fuera ese cementerio donde su mejor amiga descansada, solo Dios sabía dónde y cómo... Ella se inclinó quedando lo más cerca que pudo de la lápida.
—Somos demasiado diferentes, yo sé que lo sabes... Aún no puedo aceptar esta realidad, no entiendo, ¿por qué siento que estoy olvidando tu rostro? —Andrew detrás de Ambar llevó sus manos hasta los hombres de ella—. ¿Por qué Dios mío? No quiero, no puedo olvidarte...
—Daría mi vida porque no sintieras este dolor.
—¿Qué hice mal...? ¿Por qué ella y no yo? Fue mi culp...
—No repitas eso, nunca, Ambar. Jamás fue ni será tu culpa, querías lo mejor para ella.
—Mira como está ahora... Mírame, soy miserable.
—No lo eres.
—Lo soy... —Andrew se aferró a su prometida ciñendo sus cuerpos en un abrazo.
—Deja de lastimarte de esta manera. Por Dios, te dañas, no nos dañes más.
—Por favor...
—No hasta que vuelvas a ser la Ambar que conocí en Inglaterra. La chica dulce, valiente y capaz que se metió en mi piel hace cuatro años y aún no sale... Quiero con mi vida ayudarte, ayudarnos y salir adelante juntos, pero caes y yo lo hago contigo.
—Terminar es la única solución para que ninguno sufra más.
—No lo haré.
—Suéltame, Andrew... ¡Te digo que me dejes! ¿Cómo puedes hacerlo? ¡¿Cómo puedes amarme después de todo?¡
—Nunca dejare de ser tuyo pase lo que pase.
Ambar experimentó tanta ineptitud mientras lo escuchaba que le incomodó, reconocía que él la amaba debido a que ella igual lo amaba, podía gritarlo al mundo en un abrir y cerrar de ojos... Andrew era capaz de ver a través de las lágrimas de Ambar lo sublime que era su persona y quién era él cuando estaba a su lado.
—Quiero que vuelvas. No llegaremos a nada de esta manera...
Por su parte la única acción que ella realizaba era dejar pequeños golpes en el pecho de Andrew, intentos inútiles de apartarlo. Estaba débil y frágil, no comía, siquiera bebía agua por las insistencias de él. Siempre fue él,pero le hizo mal, se lastimó a sí misma, a quienes estaban a su alrededor, ignoraba las llamadas de Lucas, le mentía a todos con que estaba bien. Era alarmante, en pocos días cambió radicalmente, para mal.
—Perdóname... Alguien más puede...
—Nadie es como tú.
—Nunca quise dañarte, ni a ti ni a nadie, tampoco a mi vida.
—Abrázame por un rato, no tienes que hablar... Quiero que vengas hacia mí como lo hacíamos antes cuando teníamos miedo. Apóyate en mí.
—Lo único que hago es lastimarte, a todos, a mí...
—Quiero que corras hacia mí, ¿sí? ¿Puedes prometérmelo?
—¿A qué te refier...?
—Te esperaré en el auto. Si vienes entenderé que... —Andrew cerró sus ojos por unos segundos, lo anhelaba—. Seguiremos, te juro que daré lo mejor de mí para hacerte feliz. Conocerte fue hermoso, eres una persona increíblemente espléndida, espero y pienses lo mismo. Gracias por darme tantas alegrías.
—An-Andrew...
—Te esperaré cuanto tiempo sea necesario.
—Andrew... —Él besó la frente de Ambar dejándola libre.
—Házmelo saber, si enserio todo se terminó o no. Ya no tenemos por qué hacernos más daño.
—Per-perdón.
—No hay que perdonar, amor.
Esas fueron las últimas palabras de él antes de dejarla.
¿Fin?
El poco contacto que Noah mantenía con Estefany se volvió nada... Él no sabía cómo estaba, tampoco dónde, pero podía asegurar que era con Felipe. De todos modos, no existía más entre ellos que una simple y común amistad. Sin embargo, le angustiaba no saber de ella, por primera vez en mucho tiempo una chica que no era Sara o Ambar le preocupaba.
Noah vio un reflejo de sí mismo en Estefany que le conmovió y le hizo caer en cuenta de lo mal que estaba por dentro... Aunque jamás olvidaría a Sara debía cambiar por su bien y por el de las personas a su alrededor. Era complicado, pero ya no tenía nada más que perder, no obstante recuperaría el control de sus emociones y quizás con ello la paz interior que tanto anhelaba.
—¿Halo? ¿Quién habla?
Noah colgó la llamada mucho antes de lo que pensaba.
Solo a mí se me ocurre llamarte.
Él se dio unas cuantas palmadas en la cabeza hasta que perdió la cuenta cuando iba por la quinta... Estaba molesto consigo mismo y a la vez feliz, ¿hacía cuánto tiempo no llamaba a alguien que no fuera sus amigos cercanos o sus padres? Puede que no fuera la gran cosa, pero para él fue volver a ser una humano, en todo el sentido de la palabra.
La confusión de Noah fue tan grande como la de Felipe al responder a la llamada entrante en el celular de Estefany mientras ella firmaba unos papeles de la clínica para su despacho absoluto.
—¿Quién era?
—Pregunte, pero no obtuve respuesta.
—Qué extraño, este número lo tienen pocas personas...
—Señorita García, disculpe, le faltó su firma aquí... En unos minutos vendrá una compañera para retirarle el suero, con permiso.
En la habitación luego de la salida de la enfermera Felipe y Estefany no intercambiaron de palabras. Ella se concentró en el pequeño y a la vez gran mundo que le proporcionaba su celular en la red. Después que le retiraron el suero conservó esa actitud hasta que trató de sostener el bolso que días atrás Felipe le entregó con los cambios de ropa necesarios para su estadía en la clínica.
—¿Qué crees que haces?
—No pienso quedarme aquí más tiempo.
—Yo llevaré el bolso... Quédate aquí, llamaré a una enfermera para que te traigan una silla de ruedas.
—No exageres, Felipe, puedo sola. Estamos en el segundo piso no en la luna.
—Mantente tranquila, ahora regreso.
—¡Te dije que no! Puedo sola, ¿en qué idioma tengo que decírtelo para que lo entiendes?
—Sigues molesta porque le dije a Juan tu estado de salud, ¿no es cierto? —cuestionó Felipe cruzándose de brazos—, no te enojes, preciosa, no lo dice a mal.
—No me llames preciosa.
—¿Por qué no si lo eres? No te enojes conmigo, ¿sí? Quiero lo mejor para ti.
—¿Por qué nunca haces lo que te pido? Hiciste exactamente lo contrario. ¿Qué clase de relación pretendes conmigo actuando de esa manera?
—Una en donde no dejes a tu familia de lado, ni a tu trabajo, ni a mí.
—¡Ah! Me tienes hart...
—¿Todo bien por aquí? —La pregunta de Iván, que se asomaba por la puerta, fue un paro para la discusión dentro de la habitación—. Aún no se casan y ya están peleándose como si tuvieran veinte años de matrimonio.
Esa risita burlona propia de él molestó mucho más a Estefany.
—Tu hermana no entra en razón.
—Normal... Y eso que aún no la conoces en pijama. ¿Has escuchado hablar de la esposa de Drácula? Bueno, ella es la perfecta reencarnación de esa mujer cuando despierta.
—Me he preparado mentalmente...
—¡Dejen de hablar como si no estuviera aquí!
—¿Enserio amanece así todos los días?
—Incluso peor.
—¡Wow!
—¡Ya cállense!
—¡Oblígame!
—Hermano, una bofetada es lo que ella te pueda dar.
¿Hermano?
—No creo...
—¿Quieres apostar?
—¡Uy! Yo mejor me voy de aquí... Suerte —susurró Iván a Felipe antes de salir de la habitación.
—¡Iván!
—Nos vemos el día de la boda, Fany. Puedes amarrarla a la cama si es necesario.
—¡A mí nadie...!
—Creo que un beso lo puede todo, ¿o me equivoco? —Felipe tenía razón, nadie le podía quitar esa potestad y menos después de besarla tan dulcemente.
—¿Qué pretendes?
—Me gustas mucho, Estefany. Mucho más de lo que me gustaría admitir. No me preguntes el porqué a menos que quieras que dejemos el dulce parloteo y vayamos directo a la acción.
—¿Qué sucedió contigo? El Felipe que conocí en el instituto no eres tú.
—¿Qué? Siempre he sido extrovertido, lo sabes.
—Pero no de esta...
—¿Manera? —Ella asintió de forma muy descuidada con su vista fija en él—. Cuando de verdad quieres estar con alguien eres capaz de todo por ello sin lastimarla o lastimarlo de cualquier manera posible...
Felipe le hablaba como si contará sus palabras, pausada y tranquilamente, pero de una forma muy directa.
—Quiero irme.
—¿Por qué siempre que hablamos de nosotros como pareja lo evitas?
—¿Evitar qué cosa?
—Lo que quieres de mí.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro