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Capítulo 18

Se podía percibir la furia en la mirada de Noah mientras sostenía a Andrew. Estado que él mantuvo hasta que vio a Ambar angustiada y confundida, así que soltó al prometido de ella con un suspiro de impotencia y tirando de él hacia su izquierda intentó no tener contacto visual con Ambar.

—¿Qué se supone que...?

—Pregúntaselo a tu noviecito. —respondió Noah indiferente dando media vuelta.

—Noah, esper...

—Déjalo —interrumpió Andrew deteniendo los pocos de Ambar que trató de alcanzar a su amigo.

—No puedo, Andrew.

—Vámonos.

—Él es mi amigo, no puedo simplemente irme después de ve...

—Necesito algo de tranquilidad, Ambar, te lo ruego; volvamos a casa.

La discusión con Noah no era el problema de Andrew, su problema era no poder controlar lo que sucedía... Algo que debía parecer insignificante para él, por la posición y valor que tenía en la vida de Ambar, fue lo que no lo dejó dormir la noche anterior y lo que despertó todas las inseguridades que creía no poseer.

Andrew lucía cansando y agobiado, Ambar se puso en su lugar y aceptó salir del cementerio. Ella reconoció que debía entenderlo y apoyarlo porque Andrew era un increíble ser humano. Él merecía todo el amor del mundo por poseer un corazón autentico y puro, mucho más amor que el que Ambar podía ofrecerle, y eso ella lo sabía perfectamente.

El funeral terminó minutos después. Las personas presentes se dispersaron por el cementerio; algunos al igual que Noah se tomaron el tiempo para visitar a otros seres queridos que estaban del otro lado de la existencia, en un lugar al que muchos van sin previo aviso, pero que es lo único seguro que tenemos en la vida.

***

—¿Te encuentras bien...? —Escuchar absolutamente nada del otro lado de la línea telefónica estaba impacientando a Iván, el hermano mayor de la nueva contadora del Instituto Santo Domingo—. Fany... ¿Estás bien? Puedo escuchar tu respiración, pequeña. Háblame, por favor.

—¿Qué necesitas, Iván?

—Saber de ti. Hace meses que no te veo, no contestas mis llamadas o las de pa...

—Lo siento, no he tenido tiempo.

—¿Entonces para qué has tenido tiempo en los últimos cuatro meses?

—Para otras cosas...

—¿Tienes idea de cómo está papá?

—Tengo veinticuatro años, Iván, creo que soy lo suficientemente mayor como para hac....

—Una mujer no se comporta como una niña caprichosa y escapa de su trabajo. Siquiera sabes lo preocupado que está César —reprochó Iván refiriéndose al padrino de su hermana—, lo único que sabemos de ti es lo que José nos ha dicho.

—Con eso es suficiente.

—¿Eso crees?

—Pueden estar sin mí.

—No digas eso, Fany... Eres mi hermana, por supuesto que necesito saber de ti. Te lo pido, piensa bien lo que estás haciendo, papá va a enloquecer si no hablas con él. —Las palabras de Iván no dejaron de ser duras por la verdad que expresaban.

Entiéndeme, por favor.

—Solo estoy construyendo mi propio camino. Cuido de mí de la forma correcta, tenlo por seguro.

—Esto es por mamá, ¿verdad? —A Estefany le dolió que su hermano pudiera saber la verdad tan fácilmente cuando ella no podía decirlo en voz alta...—-. Con tu silencio es suficiente, cuídate. Eres un diamante en bruto, pequeño engendro de Satán. —Escuchar una pequeña risa de parte de la Estefany  le consoló mucho.

—Iván...

—Recuerda que no solo tú perdiste a mamá... Te dejo, sé que ahora necesitas tu espacio. Por favor, llámame al menos una vez por semana, ¿de acuerdo, Fany?

—Sí.

—Espero verte pronto.

No había manera de que  Estefany pudiera estar tranquila después de esa llamada, no podía procesar en su subconsciente las palabras adecuadas, y por ello agradeció internamente a su hermano que cortara la comunicación. Viendo todo desde la mejor perspectiva posible que Estefany no tuviera memorias de su madre le permitió sobrellevar su ausencia, sin embargo, para las personas que pudieron conocer a Samanta no fue tan sencillo...

Un hijo sin la edad suficiente para entender, un hombre al que la vida le arrebató al amor de su vida, el centro médico más prestigioso de la República sin una de sus ortodoncistas de cabecera y una pequeña niña recién nacida que jamás le pudo conocer; fue todo lo que quedó luego de la muerte de Samanta.

Un bar no era un local adecuado para una dama, menis para una como Estefany, pero eso no le importo; lo único que deseaba era despejar su mente... Un bajo vaso de vidrio medio lleno de whisky en su mano izquierda le recordó que no acostumbraba beber, y tampoco le importo; bebería cuanto quisiera hoy.  Estefany llevaba dos horas en aquel negocio comiendo una que otra chuchería que traía consigo desde su departamento. El continúo ruido de llamadas y mensajes llegando al celular de ella le estaba ocasionando un leve dolor de cabeza. Estefany tomó de mala gana el aparato electrónico, no sin antes hacer una mueca de disgusto al ver quien le llamaba y escribía.

Dice Felipe:

3 llamadas perdidas.

¿Dónde estás?

¿Por qué no contestas mis llamadas?

4 llamadas perdidas.

Estefany, por favor.

Necesito saber si estás bien.

Iván me ha llamado, cree que estás conmigo, pero no es así. ¿A dónde fuiste?

Hablemos por favor.

"No tengo nada que hablar contigo, Felipe", fue uno de los discernimientos que revoloteaban dentro de ella al leer los mensajes. "¿Por qué no podemos terminar definitivamente? Fuiste tú quien lo decidió...".

2 llamadas perdidas.

Por favor.

No me alejes.

Estefany

Yo

Enserio lamento mi actitud. He sido un imbécil contigo estos meses.

Tú siempre has estado conmigo, me diste todo de ti para hacerme feliz.

Perdón.

Lo siento, no tienes idea de cuanto lo lamento.

Sé que no te hago la vida más fácil y que no puedo ofrecerte más de lo que ya tienes.

Estaba acostumbrado a ser tu día y que tú estuvieras ahí para mí.

Ahora actúas como si fuera pasado, pero no es así para mí.

Eres la única persona a la que puedo y siempre amaré.

La última oración resonó tantas veces en la cabeza de Estefany que ella no pudo medir el tiempo que tenía pegada a su celular releyendo los mensajes hasta que uno de los meseros le preguntó si deseaba otra copa de whisky. Estefany le negó moviendo su cabeza ligeramente de lado a lado.

—¿Por qué lo haces más difícil, Felipe? No puedo ser la única persona a la que puedes amar... —susurró Estefany dejando su celular sobre la mesa para luego hacerle señas al mesero, otra copa de whisky no le vendría mal. Estaba segura de que no excedía el nivel de alcohol que su sangre podía soportar.

"¿Enserio solo a mí me puedes amar?", pensó Estefany tomando un sorbo de la bebida alcohólica. Otra llamada entrante en su celular de parte de Felipe ocasionó que casi derramara toda la copa en su vestido azul oscuro.

—Ha-halo.

—¿Estás bien, Estefany? ¿Dónde estás...? Por favor, háblame, me tienes a morir...

—No me llames más... Tampoco me escribas. Somos nada.

—No es verdad.

—¿Qué es cierto para ti?

—Que te quiero.

—¿Y Ambar? Yo era su reemplazo, ¿no? Tú mismo me lo hiciste ver.

—Señorita, aquí tiene la otra copa de whisky que pidió... ¿Señorita?

—Estás bebiendo —carraspeó Felipe—, dime dónde estás.

—Gracias. ¿Podría traerme otra, por favor?

—No me ignores, ¿qué se supone que haces?

—Claro. En un momento.

—Gracias, querido.

¿Qué?

—Detente, Estefany.

—¿Desde cuándo te importa lo que hago? Es mi vida.

—Me importas.

—Déjame en paz.

—Estef... —Ella suspendió la llamada.

Su conversación con Felipe la hizo sentir peor, más débil y vulnerable ante él, como siempre lo fue desde que se enamoró... ¿Era amor lo que sentía o apego emocional? Ya no lo sabía y no encontraba diferencia entre esos. Ciertamente era real, lo que fuera ahí estaba y al parecer no se iría tan fácilmente.

Una copa, dos copas, tres copas... Cinco copas más de whisky... La garganta de Estefany le ardía. Por primera vez ella experimentaba el beber cuando se está mal por dentro, un placer que oculta siempre una que otra verdad.

—Estoy sobria —aclaró en voz baja para sí misma mientras presentía que se convertía lloraría—, está bien, todo terminará... No me necesitan, ni Felipe, tampoco Iván o papá. Yo puedo olvidarlo... Yo, sé que puedo... —Sus últimas palabras las incorporó escondiendo su rostro entre sus brazos apoyados en un mesa frente a ella.

—¿Estefany? ¿Eres tú? —Los claros orbes de Estefany se ampliaron al ver a Noah con una expresión poco cuerda. ¿Desde cuándo estaba ahí viéndola?

—Noah...

—¿Te encuentras bien?

—¿Qué haces aquí?

—Yo pregunte primero. —Él jamás dejaría pesar su ego, ni en sus peores momentos bajaba la guardia—. No pareces del tipo de mujeres que beben hasta hablar solas, pero ahora te vez como si lo fueras...

—Solo quería ha-cerlo... —El habla de Estefany se volvió un susurro cuando visualizó a Felipe entrar al bar.

¿Cómo demonios sabe dónde estoy?

—¿Estefa...?

—Ayúdame.

—¿Cómo dices?

"¿Estaba desquiciaba o qué?", pensó Noah mirándola tan comprensivamente como podía, pero apenas entendía lo que ella quería o necesitaba... Él respiró profundamente buscando la forma de aclarar su mente, "ayuda, Dios".

—¿Qué necesitas?

—Ayúdame a salir de aquí. No quiero que Felipe me vea así... No, no te voltees; si lo haces te puede ver. Solo ayúdame, por favor, para salir sin que se percate de mi presencia.

—Tienen problemas, ¿eso es?

—Sí.

—Trato —añadió Noah quitándose su chaqueta negra.

Él seguía vestido formalmente aún cuatra horas después del entierro de Jessica. Se supone que estaba en aquel bar con las mismas intenciones Estefany, pero no pudo evitar aproximarse a ella después de verla ebria. Tenía en mente cubrir a Estefany tanto como su chaqueta y él mismo se lo permitieran, no obstante ella lo veía a cada segundo más extrañada.

—¿Por qué me mir... ? Oh, vamos, úsala, ¿de acuerdo?

—Sí —respondió Estefany permitiéndole así a Noah que colocara su chaleco sobre los hombros de ella.

Con su brazo derecho en la espalda de Estefany ambos caminaron en dirección a la salida del bar. Iban bien, casi estaban logrando salir airosos de allí sin que Felipe la viera, pero la mirada del piloto se posó sobre ellos cuando intentó comunicarse con Estefany. Luego de varios timbres del teléfono de ella Felipe se arrimó sutilmente sobre una mesa cerca de ellos.

—¿Te importaría? —le preguntó Felipe a Estefany, y al no obtener respuesta canceló la llamada—, ¿tienes idea de lo inmadura que eres ahora mismo?

—Hey, tranquilo.

—¿Qué haces con ella? Sabias de cómo estaba y no me dijiste nada.

—Ni siquiera tengo tu número como para hacerlo, y tampoco me interesa tenerlo. No me reclames como si fuéramos amigos.

—No te estoy reclamando, "amigo". Ella es mi novia y tú lo sabes.

—Me vale madres.

—Vete... No tienes nada que hacer aquí.

—¿Estefany?

—Ya me escuchaste. Terminamos.

Si no estuvieran en una esquina del bar el espectáculo que mantenían hubiera sido el centro de atención de todos allí. Estefany le dio una última mirada a Noah antes de marcharse, pero Felipe la detuvo.

—Suéltame.

—No, tú me tienes que dar más de una explicación.

—Déjame en paz, Felipe. No te debo nada.

—Ya la escuchaste, déjala.

—No eres quien para entrometerte en esto, Noah —aclaró Felipe llevándose consigo a Estefany del lugar.

Noah no podía ir tras ella, lo que su "amigo" dijo era verdad, no debía involucrarse en los problemas que Estefany y Felipe tenían como pareja, no era de su incumbencia... Estefany solo era una compañera de trabajo así como Margaret.

—Suéltame... Me lastimas, Felipe... ¡Te dije que me sueltes!

—¿Por qué estabas con él?

—Qué te importa.

—Me importa. Me importas mucha, Estefany.

—Por sk acaso no lo sabias, yo puedo estar con quién o dónde quiera... ¿Qué? ¿Celoso? No deberías estarlo, yo nunca lo estuve mientras estaba conmigo pensando en Ambar. Solo eso he sido para ti, su reemplazo, ¿no es así?  Contéstame, ¡¿con qué derecho me recla...?!

Los labios de Felipe se aprisionaron tan violentamente sobre los de Estefany que ella apenas pudo respirar. En más de una ocasión ella mordió los labios de Felipe buscando la manera de apartarlo, pero él no cedía. Al contrario, la sostenía con más viveza y fuerza cuando eso sucedía, y hasta que él lo consideró prudente habló entre sus besos.

—Solo te amo a ti.

Desearía que no fuera tan difícil...

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