Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 13

24 de diciembre.

En la víspera de Navidad próxima a su llegada a República Dominicana Ambar estaba preparando todo, literalmente hablando, estaba sola en el departamento cocinando y acomodando la mesa para la cena de noche buena.

Andrew se encontraba en Sambil por unos compras de último minuto. Él se estaba esforzando por encajar en el mundo de su prometida, en su entorno natal, algo que conmovió a muchos incluyéndola.

Aceptar los sentimientos de Lucas era rechazar los de Andrew, por ello cada vez que él se acercaba intentando abrazarla o besarla Ambar no correspondía de la mejor manera... La sensación era parecida a como si tuvieran días conociéndose y ahora de golpe vivían juntos, pero no era así. Lo cierto era que Ambar le fue infiel al amor de su vida, y con eso se engañó a sí misma...

—Huele delicioso.

—Me asustase...

—No fue mi intención. Te vi desde el marco de la cocina tan concentrada que no quise hablar —Andrew acomodó tranquilamente su cabeza en el hueco del cuello de su prometida abrazándola.

—Regresaste rápido.

—Es que no eran tantas cosas, pero estoy cansado... Había muchísimas personas en la plaza. Me recordó a cuando intentaba subir al London Eye en días festivos.

—Siempre es así aquí para estas fechas, pero toda la gente que espera para subir al London Eye no es nada comparado con la multitud de personas que hay en las calles a mediados de febrero por el carnaval.

—Dios, me duelen los pies de pensarlo.

—Siéntate, así podrás descansar algo en lo que llegan los demás.

—No quiero soltarte, estoy muy cómodo ahora... Quisiera ver esa bella sonrisa que sé haz de tener ahora.

—No creo que sea tan bella.

—Por supuesto que lo es. Eres bellísima, Ambar.

—Andrew...

—Lo eres, no te menosprecies así, eres demasiado bella como para eso. Que seas mía te hace aún más bella para mí.

Ambar sintió la necesidad de besarlo. Ella quiso acercarse más y ser quien diera el primer paso porque no quería dejar ir lo que sentía por Andrew a pesar de que tenía fe en que siempre estaría allí.

—Te amo, Ambar.

Ella reaccionó dejando a un lado la salsa de barbacoa y miel que cocinaba  para quedar  de frente a Andrew.

—Yo igual..  —En menos de cinco segundos sus labios estaban oprimiendo los de él en un tierno beso.

Andrew se exaltó por la acción de su prometida, él no dejó de sonreír entre los pequeños y delicados besos que se daban. Andrew enredó sus brazos en la cintura de Ambar eliminando toda la lejanía existente entre sus cuerpos.  Él se abrió camino entre los labios de Ambar profundizando el beso y haciéndolo más tenue de instante en instante.

—Eres el amor de mi vida, nunca lo olvides —confesó Andrew apoyando su cien en la frente de Ambar.

—No lo haré...

Convencerse a sí misma que no lo amaba era imposible porque Ambar amaba todo de Andrew: sus ojos, su bella sonrisa y sus lindos hoyuelos que siempre estaban ahí; lo educado, atento y respetuoso que era con ella... Ambar no poseía palabras para describirlo, no existía algún juego de letras que encajara con  lo perfecto que era Andrew.

—Me dejaste atónito, pequeña traviesa.

—Disculpa.

—Fue una grata sorpresa.

—Quería hacerlo.

—Tus deseos son órdenes... Haz de mí lo que quieres.

Ambar creyó que en cualquier momento perdería la poca estabilidad que tenía en las piernas y quiso respirar de la forma correcta antes de volver a unir sus labios con los de Andrew sin mucho éxito... Todo de él era su debilidad. Ella necesitaba estar firme y plantar sus emociones, hacerle saber de una vez por todas que así como él era suyo ella igual le pertenecía. Ambar pasó sus manos por la rubia cabellera de Andrew intensificando su beso, llevando al final sus manos a las mejillas un poco ruborizadas del inglés. Él no se quedó atrás y la abrazó con desesperación. Ambar despertó en Andrew pensamientos que no eran los más prudentes.

—Pretendes volverme loco —reclamó Andrew jadeando entre sus besos.

—Creeme que no, pero considero que estoy en mi derecho de jugar...

—Ambar, quiero que tengas claro que no me estoy aprovechando de que vivimos juntos para hacer esto antes de casarnos.

—No pienso eso, Andrew.

—Quiero que hagamos las cosas bien, y si me sigues besando así no seré capaz de contenerme por más tiempo. No quiero lastimarte.

—Era cuestión de tiempo, tú mismo lo dijiste, somos un matrimonio desde ese día.

—Lo sé.

—Entonces bésame y no me dejes ir. —Tiempo atrás Ambar nunca se hubiera creído todo lo que estaba haciendo por él.

—Espérame el día de nuestra boda. De aquí no te iras sin mí o yo sin ti, estamos juntos en esta vida hasta la próxima.

—Me alegra saberlo.

—Por ahora esperemos hasta ese día.

—Andrew...

—Todas estas ganas estarán reservadas para ese momento, espero que seas consciente de que no podrás caminar después de eso.

—¿Eso crees? —interrogó Ambar incrédula.

—No te dejaré ir a ningún lugar. Tu hogar está entre mis brazos.

—Igual el tuyo aquí.

Un tenue beso calmó de manera muy sutil el torbellino de pasión que los arropó.

—Muero de hambre.

—Prueba esto... —Ambar recogió un poco de la salsa que preparaba para el pavo con una cuchara de madera—. Y, ¿qué tal esa?

—Está exquisito, pero creo que algo de Paprika haría que el sabor se asiente mejor.

Aquella era la versatilidad de su relación; tal cual como pasaron de besos y muestras de afecto a la cena. Existía tanta familiaridad y comodidad presente el uno con el otro que nada era un tema trivial.

—Creo que hay algo de pimentón de la vez que fuimos a Súper Lama.

—Pimen... ¿Cómo?

—Pimentón, así le dicen aquí a la Paprika, también le llaman ají rojo.

La altura de la alacena dónde estaban las especias era difícil de alcanzar para Ambar, ella apenas podía abrir la puerta de esa. Andrew se acercó por detrás, puso su mano izquierda en la cien de ella impidiendo golpearla cuando abriera la mediana puerta y con solo estirar su brazo derecho agarró el envase.

—Aquí tienes, amor.

—No entiendo porqué están tan altas.

Por primera vez en mucho tiempo Ambar se quejaba de su altura de 1,75 metros por una alacena a 1,82 metros del piso. Andrew con su altura de 1,80 no tenía problema, pero era gracioso a su parecer como Ambar se quejaba, si ella era de las pocas mujeres que conocía con tan buen tamaño.

—Amor, pero tú eres alta.

—Quién puso esa alacena ahí no pensó en mí.

—Yo creo que sí, pensó que tendrías a un prometido más alto que podría ayudarte a bajar las cosas de esa alacena... De saber que esa era la Paprika la bajaba de una vez. No entendía lo que decía la etiqueta del envase.

—Es que lo tiene escrito como se dice aquí.

—No pensaron en mí cuando escribieron eso.

—Yo creo que no... Gracias.

—No hay de qué.

Ambar se acercó nuevamente al sartén y esparció sobre la salsa un poco de la especia. Ella continuó con los preparativos de la cena mientras que Andrew se mantuvo a su lado ayudándola con todo lo restante.

La pareja acordó con las familias de Lucas, Sara y Sebastián una cena de noche buena juntos, cada casa llevaría algún comestible y como el encuentro sería en el departamento de Ambar y Andrew debían tener todo listo a tiempo.

—Yo prepararé la mesa, ve y termina de arreglarte —sugirió Andrew quitándole a Ambar las tenedores de las manos.

—Pero...

—Ve tranquila, yo termino aquí.

—Gracias. —Ambar se acercó rápidamente depositando en la mejilla derecha de él un pequeño beso—. Vuelvo en un momento.

—Ve tranquila.

Andrew se dispuso a terminar de acomodar la mesa. Su cultura inglesa salió a flote colocando los cubiertos, copas, platos y servilletas.

El pavo, que es el centro de atención en las cenas navideñas británicas, ocuparía el lugar del poyo a pesar de estar en República Dominicana. Las costumbres de ambos países para las fiestas navideñas son muy diferentes. Sin embargo, Ambar quiso crear una velada que fuera la unión de ambas culturas, deseaba que Andrew se sintiera como en casa materna... Todo lo que había preparado lo demostraba, la ensalada rusa y pan tostado eran la parte dominicana de la cena, mientras que el pavo, brandy y el budín componían el lado británico.

Ellos se tomaron el tiempo de decorar el departamento, como es costumbre en República Dominicana había pequeñas luces en el balcón y flores de pascua en un florero encima de la mesita de cristal de la sala. No había chimenea, así que intentar que el ambiente tuviera un aire inglés se le complicó mucho a Ambar... Las casas en Gran Bretaña son decoradas con plantas de tipo "siempre verdes" para animar el espíritu de invierno y señalar que se avecina la primavera, así que ella se las ingenió para conseguir esas plantas y colocarlas en el balcón y una esquina de la sala. En vez de un árbol de navidad, como es costumbre en ambos países, decidieron colocar en la puerta una corona navideña.

El sonido de la regadera le anunció a Andrew que su prometida continuaba preparándose. Ésta era la segunda velada de noche buena que no pasaba con su familia, siendo la primera cuando tenía dos años de noviazgo con Ambar y estuvo en casa de la tía materna de ella en Inglaterra. Fueron muchos los perjuicios que los persiguieron hasta que se volvieron oficialmente una pareja, y es que  era fácil para ella abrirse con él y para Andrew entenderla cuando sentía que entre tanto más se acercaba todo lo hacía mal o no era suficiente... Fue difícil llegar hasta dónde estaban, pero iban juntos que era lo importante.

Por unas horas Ambar consiguió un escaque de su mente respecto a Lucas... Aunque no pudo ignorar que reconocía que estaba siendo egoísta  con Andrew y Lucas.  Lo que creía correcto y lo que no lo era se desligó de su subconsciente a un tercer plano cuando se quedó sin nada en que pensar que tuviera los fundamentos suficientes para ser "bueno del todo"... Amaba a Andrew, todo del inglés la hacía feliz, incluso la forma en la que la convencía de que todo estaría bien aunque sintiera que el mundo se derrumbaba sobre su cuerpo. Lucas era su otra yo, su mejor amigo y confidente, quién vio sus ojos desgarrados de tanto llorar y detuvo esas lágrimas con una cuadrada, pero auténtica sonrisa.

Al final debía aceptarlo que lo correcto era estar con Andrew, él era y siempre sería su prometido sin importar lo que pudiera pasar después tenían esa promesa.

Ambar sacó su tiempo mientras buscaba algo adecuado para la ocasión en el espacioso armario. Quizás su elección de un enterizo largo azul oscuro con bolero en la espalda no fue la mejor porque no encontró manera de subir el cierre de la espalda. Entre sus intentos fallidos intentó quitarse el enterizo, pero la voz de Andrew acercándose la detuvo.

—Amor, ya casi es hor... Oh, lo siento, pensé que ya estabas lista.

—Necesito ayuda con el cierre, tengo unos minutos intentando subirlo, pero nada.

—Pudiste llamarme.

—Quería ver si podía, pero no.

—¿Qué haré contigo, señora independiente y autosuficiente? Deja ver... —Ambar recogió su larga cabellera marrón a un lado de su cuello dejándole el camino libre a Andrew—. Listo.

—Gracias.

—Me alegra que te gustara la lencería que te compre.

Ambar no asimiló cómo lo notó o en qué momento la vio en paños menores como para saber qué lencería traía dejaba de su ropa.
Ella sintió que su cara se le caería en cualquier momento, solo él podía hablar de  temas así tan descuidadamente.

—¿Cómo...?

—Te ves muy tierna y linda sonrojada.. Elegí bien la talla, ¿verdad? —cuestionó Andrew sonriéndole de lado.

—Sí.

Ambar volteo su mirada hacia otro lado. La mujer cien por ciento segura de sí misma de hace dos horas le dio la espalda.

—Ambar...

—¿Eh? —En el momento en ella volteó a verlo los labios de Andrew estaban sobre los de ellas.

—La noche es lo suficientemente joven para nosotros.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro