Para las siguientes dos horas, claramente, fueron clases, por las horas, de música y letras. Pero no desarrollaron alguna, ya que la pasaron viendo videos al respecto por lo que el pelinegro aprovechó para ver el anime que ansiaba ver desde la semana pasada. Tower of God.

Sumiso en la pantalla de su teléfono no se dió cuenta de que la clase ya había acabado, hasta que le llamaron la atención, ni siquiera Hyunjin tuvo la amabilidad de avisarle e ir afuera.

Con la pena reflejándose en sus mejillas por la llamada del profesor, salió y vió la hora. 14:56 p.m

Debía estar afuera con Jisung en unos minutos. Pero ya.

Fue casi corriendo hasta afuera, sin quitar la sonrisa estúpida de su rostro, siendo observado por varios mientras llegaba.

Vió a Han Lindas Mejillas Jisung parado al lado de un poste, con las manos juntas y luciendo los lentes que usaba casi a diario, mirando mientras los demás salían.

Sus miradas se conectaron y Minho pudo jurar ver un destello en los de Jisung. Aún sonriendo, se acercó al lindo joven.

―¿Nos vamos? ―preguntó y se percató de cuan ajitada estaba su respiración.

―Vamos. ―dijo sonriendo con labios pegados.

Dos jóvenes caminando pegados más que dos mejores amigos, sin siquiera darse cuenta de ello. Solamente con la mentalidad de que pasarán una tarde ambos sin plan alguno, solamente dejándose llevar por el día.

Sus charlas empezaron y parecía no querer parar;

―A ver... Doongie es el menor, Sonnie el mayor y Dori la del medio... ¿Así? ―intentó sonar lo más seguro posible, una sonrisa para calmar el ambiente.

Pero Minho no iba por ese lado.

―Ya te lo dije ―suspiró fuerte― Sonnie, Doongie y Dori. Mayor, mediano y menor. ―repitió mirándolo.

El chico a su lado río nerviosamente, no esperaba que algo como eso lo hiciera enojar.

―Bueno, lo siento... ―miró al frente pensativo―¿Cuándo podré verlos?

Aquello tomó por sorpresa a Minho, tomó una bocanada de aire y respondió un simple; Ya veremos, dando por terminada esa conversación.

Más adelante ambas miradas se posaron en una cafetería, lo que había llamado su atención eran una variedad de animales, tanto afuera como por detrás de los cristales.

―¿Vamos ahí? Es bonito...

¿Y quién era Minho para negarse a su petición?

Exacto, nadie.

Asintió, también ansioso por estar cerca de los gatos, perritos, y ahora que habían entrado, unos cuantos hámsters. Varios animalitos captaron su atención y la de Jisung.

Tomaron asiento en una mesa vacía al lado de las camas de varios gatos. Uno en cada piso de cuatro, durmiendo plácidamente.

El rostro de Minho se posó en la de Han, quien admiraba atentamente a los felinos durmiendo. Sonrío tímidamente ante la imagen del chico frente suyo.

―¿Ya quieres algo? Así voy a pedirlo ―preguntó Minho unos minutos después.

El menor volteó ―Claro, un capuchino está bien.

Un capuchino y un batido de fresa en la mesa, un hámster al borde de la mesa y un gato en el regazo de ambos. Una imagen hermosa de apreciar.

Para la siguiente hora, el clima soleado fue reemplazado por nubes con el gris fuerte, la lluvia no tardó en llegar a los minutos. La gente que estaba afuera entrando rápidamente e interrumpiendo en la mesa de ambos jóvenes.

Minho vió la expresión de Jisung y se lamentó mentalmente el haberlo traído sin saber el pronóstico del día. Aunque casi siempre era inesperado los días de lluvia.

―¿Te gusta la lluvia? ―pregunto Jisung luego, aún observando tras el cristal.

Minho asintió, mirándolo para que continuara.

―¿Te apecete ir a salir bajo la lluvia? ―volvió a preguntar.

Lee, aún atónito, no era nadie para poder negarse ante él... Asintió sonriendo cuán enamorado.

Vió a Jisung ponerse de pie y lo observó con la mirada, le extendió la mano.

Sus ojos pasaron de los suyos a su mano, agarrándola segundos después de puras miradas.

―Toma mi mano ahora, vámonos. ―Sintió una calidez recorriendo su cuerpo cuando la tomó.

Salieron de la cafetería siendo observados por varias personas; Confundidas, sonriendo ante la imagen y otras negando lentamente.

La lluvia rápidamente chocó con sus cuerpos, mojándolos enseguida, pero ellos seguían con la sonrisa en sus caras. ¿Qué importaba lo demás? Eran solamente dos jóvenes tomados de la mano bajo la lluvia, disfrutando su juventud.

Descubriendo sin darse cuenta lo destinados que estaban.