
Capítulo 30: Yo estoy aquí
El ver salir de casa a su padre fue una escena que nunca pensó ver. Luisa tenía tantos sentimientos encontrados que no sabía muy bien como reaccionar ante las circunstancias. Por un lado quería llorar de tristeza, correr a los brazos de su padre y decirle que no se fuera; por el otro, estaba enojada ¿Cómo era posible que un hombre de Dios, como lo era su padre, no haya sido capaz de poner un alto a la tentación?
Durante los siguientes días el sufrimiento estaría presente. Ella era la consentida de papá; Argemiro era su héroe, su ejemplo a seguir. Y ahora esa imagen ya no estaba. Quedaba la figura de un hombre que había transgredido su fe, que le había fallado a Dios y a su familia.
Diego sintió su corazón constreñido al ver el sufrimiento de la rubia.
—Yo nunca pensé que mi papá nos fuera a hacer esto otra vez —dijo entre lágrimas —. Diego yo no sé que hacer. Quiero ser fuerte para ayudar a mi mamá, pero al mismo tiempo quiero poder llorar.
—No llores más, no me gusta verte así —el castaño la acompañó en su dolor, por poco y llora con ella. Quiso con desesperación abrazarla. Y así lo hizo, la envolvió entre sus brazos y pasó suavemente sus manos por el cabello de la rubia —. Yo estoy aquí, yo nunca te voy a dejar.
A pesar de ser un momento doloroso, ninguno de los dos quería que terminara. Quisieron vivir eternamente así, suspendidos en un abrazo. Él para cuidarla, y ella sintiéndose segura entre sus brazos.
El resto del día Diego se propuso alegrar el corazón de la rubia. Le habló con ternura, estuvo pendiente de ella y del trabajo, la invitó a almorzar, llegó al punto de hacer chistes para hacerla reír.
Su idea funcionó. Luisa pudo dejar a un lado sus angustias gracias a la compañía y la ayuda del castaño.
En la noche, ya en casa, hablaron una vez más antes de irse a dormir. El joven buscó alentarla y reiteró estar ahí para ella. Estaba realmente interesado en ser parte de la vida de la rubia.
Una vez terminada la llamada, Diego se echó sobre su cama. Mantenía clavada su mirada en algún punto de la habitación, pero en definitiva no estaba pendiente de lo que veía.
Abandonó su mente pensando en Luisa. Lo envolvió una plenitud y una paz inigualable. Cada día que pasaba se hacía más grande lo que sentía por ella. Y en aquel día en especial, al verla sufrir, supo que no soportaba verla en ese estado. Sintió la necesidad de estar por siempre a su lado para protegerla.
Analizó su conducta del día, y advirtió que por nadie había hecho tales cosas. Concluyó que haría lo que fuera por Luisa sin pensarlo dos veces. El castaño estaba completamente enamorado.
Los días siguientes las atenciones continuaron. Hasta que en una de aquellas mañanas el joven le hizo una especial invitación a la rubia. Se comprometió a llevarla a un lugar maravilloso en la noche para que ella se distrajera.
Trabajaron durante todo el día con el ánimo arriba. Luego, emprendieron viaje.
Llegaron hasta La Calera, un mirador donde se visualizaba la ciudad. La vista era sencillamente mágica.
—Yo siempre había querido venir acá —dijo Luisa, sonriente.
—Es genial, ¿no? —anotó Diego entregando un sándwich y una taza de aguapanela (una bebida caliente) —. Las luces de la ciudad, los edificios, como se ven de chiquitos.
—Sí, y Bogotá es grande. Y yo que a duras penas conozco mi barrio, donde trabajo, y otros poquitos lugares.
—Para eso hay solución. Armamos un plan para recorrerla. —Bebió un sorbo de aguapanela —. Yo conozco varios sitios para ir a visitar que son increíbles.
—Me gusta la idea… Gracias por todo esto.
—Solo, te estoy ayudando como tu lo hiciste conmigo.
—Yo lo hice porque no me gustaba verte mal. Además, porque es mi deber como hija de Dios.
—Lo sé, y no sabes lo importante que ha sido todo esto. No soy el mismo desde que me hablaste de Jesús.
—Me alegra tanto escuchar eso. Yo solo quiero ser una buena amiga.
Callaron por un instante. La rubia llevó su mirada a la ciudad y se entretuvo en la belleza del paisaje. Diego estaba concentrado en otro tema, mantenía sus ojos contemplando a Luisa.
Los nervios del joven se descontrolaron por completo, sintió que era el momento de ser sincero.
—Yo… Yo he hablado con Dios últimamente… le he hablado acerca de ti.
—¿De mi? —se inquieto Luisa.
—Si, de ti —la miró a los ojos —. Lu… Lu, antes de que tú llegaras mi vida no tenía sentido, vivía sin propósito alguno. Pero luego, cuando empezaste a hablarme de Dios y comencé a entender las cosas, todo volvió a nacer. Recordé los sueños que tenía. Me levanto con ánimo, con ganas de vivir. Siento que puedo cumplir lo que me proponga…
—Genial, Diego —lo interrumpió.
—No, espera. No he terminado… También me pasa que. —Su mirada y su dulce tono de voz dejaron al descubierto todo el amor que sentía —… que por primera vez quiero tener una relación, y que esa relación sea real, sea para siempre, sea con un propósito…
—Pues que bueno, María Paula debe estar feliz —Volvió a interrumpir, su ánimo decayó.
—No… Luisa yo no estoy hablando de María Paula.
— ¿A no? ¿Entonces? — sintió que el corazón se le iba a salir.
— ¿Tu don no te lo dice? —giró la cabeza hacia un lado y lanzó una mirada tierna.
— ¿Te refieres… a mi? —Estaba ansiosa, como nunca.
—Si… Lu, yo ahora no puedo dejar de pensar en ti —Se acercó y la tomó de la mano —. Y no sé si era el hombre más ciego, o tal vez el no tener un propósito para vivir no me dejaba verte. Pero ahora… Ahora no quiero separarme de ti, y no quiero que nada malo te pase. Luisa, estoy enamorado de ti.
— Diego yo… Yo —sintió morirse de amor.
La rubia no pudo articular más palabras, Diego no la dejó. Sin pensarlo dos veces, completamente enamorado, la besó.
Los labios se unieron en un momento sublime. El amor brotaba por los aires. Todo dejó de existir, el tiempo pareció detenerse en aquel instante. Solo había un hermoso sentimiento que envolvía a la pareja.
Al terminar el beso se miraron, y se sintieron complacidos. Sonrieron.
—Si esto es un sueño, no quiero que se acabe —dijo Luisa.
—Al contrario, yo siento que por fin desperté.
Se besaron de nuevo. Estaban entregados sin reservas al tierno romance.
Una escena inigualable, un paisaje de ensueño, y un genuino amor.
Wow!
Que capítulo ♥️🥳
Que viva el amorsh!
Comenten que tal les pareció.
Bendiciones.
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