Capítulo XXV~UN VIAJE HACIA LO QUE ALGUNA VEZ... FUE MI VIDA
Al final resulta que si cogí el resfriado. Tuve que pasarme el resto del mes encerrado en casa de Alanna para curarme. Como al inicio de llegar a la isla, me tomé trescientos mejunjes para mejorarme. Me encuentro completamente sano y listo para recuperar mi vida. Ahora mismo estoy en el aeropuerto de uno de los pueblos más alejados de Valle Azul junto a Alanna. Fueron muchas horas de viaje y estamos agotados. Ella se quedará hoy en un hotel para descansar ya que es de noche y partirá al amanecer hacia casa.
— Bueno, ya llegó la hora de la despedida— le digo cuando debemos separarnos para poder embarcar.
— Sí, eso parece— me dice con una sonrisa triste.
— No te pongas así, regresaré antes de lo que imaginas. No te será tan fácil deshacerte de m— le digo para animarla. Mis palabras tienen el efecto contrario, rompe a llorar. La estrecho entre mis brazos.
- Te voy a extrañar mucho Gabriel; sin ti la casa me parecerá enorme- dice aferrándose a mi pulóver mientras llora.
— Yo también te extrañaré Alanna- le digo secándole el rostro— Venga, venga arriba ese ánimo, todo irá bien. Además de seguro dentro de poco te enamoras de alguien y me olvidas- ella me dedica una pequeña sonrisa.
— Gracias por confiar en mí todo este tiempo Gabriel. Espero verte pronto— dice poniéndose de puntillas para besar mi mejilla.
— Gracias a ti por cuidar de mí y darme una oportunidad— le doy un último beso antes de dirigirme a embarcar. Le digo adiós por última vez, miro hacia adelante y me preparo para emprender un viaje rumbo a lo que alguna vez... fue mi vida.
Unas cuantas horas después estaba llegando a Londres. Me siento nervioso. No sé nada de lo que ha pasado en estos siete meses ¿Qué pasó con mi familia, mi trabajo?, pero en especial ¿qué es de la vida de Erika? Aun algo intranquilo me encamino a la salida y cojo un taxi. Le doy la dirección de la que fue mi casa y es entonces cuando las dudas, las malditas dudas me asaltan ¿Y si vendió la casa?, ¿si formó otra familia en ella? Me asusta como no eres capaz de imaginar conocer la verdad.
Cuando el taxista aparca le doy el dinero y salgo. Mi casa, mi gran casa se abre ante mí. Mis pies no se mueven, están congelados. Estoy algo mareado y siento cada célula de mi piel pesada. Tal vez es una mala idea, tal vez lo mejor será regresar a Valle Azul y olvidarme de esto de una buena vez y dejar que todo siga su curso como hasta ahora. No obstante, no puedo hacerlo; no podré vivir sabiendo que Erika está a pocas millas de mí sin estar yo a su lado. Simplemente no puedo.
Saco todo el valor que llevo guardando este último mes que estuve en cama enfermo y camino hacia la puerta. La mano me tiembla al tocar el timbre y la garganta se me queda más seca que el desierto. Oigo unos pasos acercarse a la puerta hasta llegar y abrirla. Contengo la respiración al verla. Es ella, Erika, mi sirena de mar, el amor de mi vida, la mujer que me ha ayudado a recuperar mi vida. Está más hermosa que nunca, además de...de... ella... ella está... está.... ¡embarazada!
— No puede... no puedes... tú— es lo último que sale de sus labios antes de desmayarse. Alarmado la sostengo en mis brazos antes de que caiga contra el suelo.
Dejo la mochila con las pocas cosas que traje y la llevo a la sala. La dejo en el sofá antes de dirigirme a la cocina. Espero encontrar algo que me ayude a despertarla. Por suerte haber vivido tanto tiempo en un pueblo donde solo se utilizaba lo que la naturaleza te brindaba, me dio ciertas habilidades para reconocer plantas buenas para estas situaciones. Rebusco un poco entre las gavetas hasta encontrar la lavanda. Inhalarla ayuda a recuperarse de las fuertes impresiones. No entiendo porque lo tiene Erika aquí, pero no pienso quejarme. También saco algo de hierba buena y manzanilla para prepararle un té para calmarla.
Al terminar me dirijo a la sala y paso la lavanda por debajo de su nariz. Ella abre los ojos despacio, primero un pestañeo corto y luego uno prolongado.
— ¿Te encuentras bien? — le pregunto preocupado. Me mira con la sorpresa pintada en la cara, los ojos llenos de confusión y la boca abierta.
— Tú...tú...tú— me reiría de su tartamudeo y bloqueo si no estuviera tan preocupado.
— Sí Erika, soy yo— digo despacio sentándome a su lado.
— No puede ser. Esto... esto es imposible— dice negando con la cabeza y tapándose la cara— Tú estás muerto. Moriste en esa tormenta hace siete meses. Me lo dijeron, la madre de la niña que salvaste me lo contó y tu cuerpo no fue hallado.
— Es cierto, me caí del barco al intentar salvar a esa niña— digo recordando aquel momento- Cuando la ola chocó contra nosotros y caí al agua pensé que sería mi final. No lo fue Erika, estoy aquí, vivo.
— Pero, ¿cómo?, ¿cómo sobreviviste a esa tormenta?, ¿dónde has estado estos meses? ¡Ni una llamada, un mensaje o una señal de humo para saber que vivías! — me dice con lágrimas corriéndole por el rostro que me parten el corazón— ¡Siete meses Gabriel! ¡Siete malditos meses creyendo que estabas muerto!
— Lo siento Erika, lo siento tanto— le digo llorando yo también.
— ¡Te enterré Gabriel!, ¡te enterré y lloré junto a tu tumba igual que tu familia! Y aquí estás, ¡vivito y coleando!
— Todo tiene una explicación mi sirena de mar.
— ¿Mi sirena de mar? No sabes cuánto anhelaba oírte llamarme así, sentir tu cercanía ¿Por qué Gabriel?, ¿por qué no apareciste antes?
— Tómate esto ¿quieres? No es bueno que en tu estado te alteres tanto— digo dándole el té. Será una plática larga y no quiero que le pase nada malo; ni a ella, ni al bebé.
— ¿Qué es esto? — pregunta antes de darle un trago.
Me alegra que por lo menos todavía confíe lo suficiente en mí como para tomarse lo que le brindo, sin pensárselo dos veces. Desde que recuperé mi memoria no he parado de darle vueltas a como volvería, qué haría, cómo explicaría mi situación. Ahora, estando frente a Erika, todos esos planes se me han ido de la cabeza y solo puedo pensar en cuanto la sigo amando.
— Un té de hierba buena y manzanilla, te ayudará a calmarte— le explico.
— ¿Ah, resulta que ahora también sabes de hierbas? — me suelta con ironía. Sonrío, la extrañaba demasiado.
— Te sorprendería todo lo que he aprendido este tiempo.
— Sí, un tiempo que he estado aquí sufriendo como una idiota por ti— suspiro. Entiendo su enojo, no debe ser fácil que me aparezca así de la nada luego de tanto tiempo.
— Erika, prometo contártelo todo si te calmas. Cuando me oigas entenderás mis razones— ella me mira un rato antes de darle un largo trago a la infusión, recostarse en el sofá y señalarme con un dedo.
— Te escucho y más vale que sea algo creíble. Sé muy bien cuando mientes— asiento acomodándome junto a ella.
Le cuento todo, mi llegada a la isla, la primera vez que me desperté, mi primer recuerdo nítido. Le hablo de los habitantes, de Alanna a quién considero una hermana y mi último mes en cama por el resfriado que sufrí, al darme aquel baño inesperado bajo la lluvia. Su rostro con cada palabra mía no dejaba de cambiar de expresiones. Iba desde la incredulidad hasta la sorpresa.
— Luego me despedí de Alanna y llegué aquí— finalizo tomando un trago de la manzanilla que todavía le quedaba, tengo seca la garganta. Erika no dice nada, solo me mira sin pestañear— Di algo por favor.
— No tengo palabras- dice al fin— Dios Gabriel, debió ser horrible no saber nada de ti, quién eras, de dónde vienes. No recordar a la familia, amigos...
— Sí, fue horrible y exasperante algunas veces. Para mi suerte tuve personas que me ayudaron y animaron a no rendirme.
— Me alegra que no hayas pasado por todo esto solo— dice acercándose a mí para acariciar mi mejilla. Al contacto de su mano cierro los ojos. Añoré demasiado su cercanía— Ahora estás en casa y todo saldrá bien- abro los ojos para mirarla.
— ¿Lo dices en serio?— pregunto preocupado. Principalmente porque no dejo de mirar su barriga.
— Si mi galán medieval, todo estará bien— dice. Al oír cómo me ha llamado siempre, no puedo evitar emocionarme. Al notar hacia dónde va mi mirada sonríe— Te preguntas de quién son ¿no?
— ¿Son?
— Sí, son dos. Una niña y un niño— vaya es increíble. El corazón me martillea en el cuerpo. No sé si estoy preparado para saber la verdad.
— Sí Erika, ¿de quién son? — ella sonríe antes de besar mis labios. Dios, que maravilla volver a sentir su boca sobre la mía. El beso dura más de lo necesario. Supongo que ambos deseábamos este contacto, o por lo menos yo sí. No me separaría de sus labios lo que me queda de vida.
— Primero que nada quiero saber algo— me dice al terminar el beso mirando directamente a mis ojos.
— ¿Qué?— pregunto impaciente.
— ¿Todavía me amas? — la miro por unos segundos antes de volver a apoderarme de sus labios ¿Qué si la amo?, claro que la amo. Más de lo que soy capaz de soportar.
— ¿Te sirve de respuesta? — ella asiente, sin embargo, estoy dispuesto a hacérselo saber con palabras— Te amo Erika, más que la última vez que estuvimos juntos. Mientras mi memoria seguía perdida, tú siempre estuviste en mi corazón. Sabía que me faltaba algo y aquella noche cuando te recordé por primera vez lo tuve claro. Me faltabas tú. La hermosa sirena de mar que conocí en mi barco hace ya mucho tiempo, bajo una hermosa luna llena y un cielo bañado por estrellas- ella sonríe ampliamente ante mis palabras- ¿Y tú Erika, todavía me amas?
— Sí mi galán medieval, todavía te amo. Nunca podría dejar de hacerlo. Estos meses sin ti han sido un martirio. Añoraba tus besos, tus risas, la forma en que me llamabas mi sirena de mar. No podía dormir pensando en que jamás volvería a tocarte o abrazarte. Solo podía desear que esto fuera una pesadilla y que aparecieras de la nada para despertarme y decirme que jamás... nada nos separaría — me dice con lágrimas en los ojos.
— Pues ahora te lo digo. Esto fue solo una pesadilla mi sirena y nada ni nadie nos separará. Siempre seremos: tú mi sirena de mar y yo tú galán medieval— ella se ríe abrazándome, hago lo mismo porque deseo hacerlo. Me encuentro feliz, por fin estoy donde debo estar. Por fin tengo a mi lado todo lo que necesito. Nunca más volveré a perderlo, jamás.
— Estos niños que llevo en mi interior Gabriel— dice mirándome a los ojos queriendo responder a mi anterior pregunta. Aunque, en realidad, ya sé la respuesta— son y siempre han sido tuyos.
❤️🌊❤️🌊❤️🌊❤️🌊❤️🌊
Que bello verdad? Por fin reunidos otra vez, este capítulo me emocionó mucho cuando lo escribía y a ustedes?
Espero leer sus comentarios. Miles de besos 💞
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