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Capítulo XVI~ME LLAMO...

Valle azul es un pintoresco pueblo al sur de Terranova. Las casas y las calles se encuentran separadas del mar por una distancia prudencial para evitar inundaciones en los días de tormenta. Las casas de dos pisos, para albergar a los huéspedes de fuera, son de madera, con amplios ventanales de cristales, adornadas por unos hermosos porches que forman una C con fuertes columnas a cada lado, de dos o más cuartos dependiendo del gusto del propietario, con hermosos jardines proporcionando una agradable visión para los ojos, además, en su interior hay chimeneas de piedras para calentarse en las noches frías y las fachadas pintadas con colores tropicales proporcionan un ambiente agradable. Los inquilinos que suelen visitar el pueblo, más de los cuales podrías imaginar, se llevan siempre un agradable recuerdo.

Más al este de las casas se observa un pequeño hospital, una escuela y dos granjas para el cuidado de animales, para el cultivo de los alimentos y plantas medicinales. Los pueblerinos no suelen aceptar la tecnología más allá de lo imprescindible como equipos médicos y luz eléctrica, prefieren un ambiente más natural. Este es un precioso paraíso donde se puede descansar con tranquilidad, olvidándote del día y la hora.

Esta mañana del catorce de marzo ha empezado algo fresca, es increíble que haya transcurrido un mes desde que abrí mis ojos en el hospital y Alanna me puso al tanto de mi situación, la cual es un desastre. Al principio no fue fácil, me era complicado lidiar con el hecho de no recordar mi pasado, mi vida. Era imposible que mi mente no se descarrilara en absurdos pensamientos como: ¿seré un ladrón que huía de la ley y por eso acabé en el mar? ¿Seré alguien de bien o una mala persona?

El miedo, el mayor enemigo del hombre, puede ser el más traicionero, convirtiéndose en tu peor enemigo, acechando a un alma tan confusa como la mía. Por suerte contaba con el apoyo de Alanna, quién me animaba y sacaba de mi mente tan absurdas cavilaciones, haciéndome enfocar mi energía en lo verdaderamente importante, mi recuperación.

Por suerte lo logré, no al completo, pero con la disposición de conseguirlo, de superar este miedo e impotencia que crece en mi interior. Empecé a trabajar como un método de escape, de no pensar en mi situación pudiendo de esta forma recompensar la amabilidad de los pueblerinos de Valle Azul y de Alanna. Esta me brindó su casa para vivir, para refugiarme hasta que lo necesitase y es algo que siempre le voy a agradecer.

Alanna es una estadounidense que vino a vivir aquí cuando se graduó de la Universidad. Hasta entonces había vivido con su hermano, no obstante, al culminar la carrera y pasar un pequeño curso de medicina natural, descubrió este lugar y se mudó instantáneamente para ejercer de doctora. De eso hace ya tres años. Todos y cada uno de los habitantes han sido muy amables, hospitalarios conmigo, curando mis heridas con medicinas naturales, aceptándome en sus vidas e intentando que recuperara mi memoria. Por desgracia mi cerebro sigue bloqueado, una palabra, como una suave canción, es la única que me atormenta en las noches: "Recuérdame". Espero poder en algún momento descifrar mi vida anterior, recuperar lo que perdí.

— Ojos negros, ¿estás ahí dentro? — sonrío al oir el nombre con el cual me bautizaron los aldeanos. Dicen que mis ojos le recuerdan a la noche y por eso me llaman así. Por lo menos hasta recordar mi nombre.

— Sí, aquí estoy— le digo a Alanna antes de abrirle la puerta de la habitación— Aunque ya voy de salida para la granja de Alfredo, ¿necesitas algo? — le pregunto. Alfredo es el granjero de la parte más al este del pueblo, tiene un inmenso rancho donde me dedico a cuidar a los animales, algo en lo que no tenga que hacer exceso de esfuerzo, pues mi cuerpo todavía no me lo permite.

— ¿Vas a ir a la playa esta noche con nosotros? — sonrío al oir sus palabras mientras nos acercamos a la salida. Es una tradición aquí que cada miércoles por la noche, se encienda una fogata en la playa donde todos se sientan a contar historias, a reír y pasarla entre conocidos y amigos. Por desgracia sólo he podido asistir a una, pues hasta no recuperarme un poco de las lesiones no abandoné el hospital.

— Por supuesto, no me lo perdería por nada del mundo.

— Perfecto— me dice al salir de la casa— Entonces nos vemos aquí para dirigirnos hacia la playa juntos.

— Me parece genial, hasta la noche— deposito un suave beso en su mejilla encaminándome hacia mi trabajo. No es que me apasione mucho estar entre animales, pero por lo menos mantengo las manos y la mente ocupadas, permitiendo alejar de mi mente por un rato la incertidumbre por mi futuro.

En la noche...

Me río nuevamente con otra de las historias que están contando. Llevamos en la playa varias horas y nos lo estamos pasando de maravilla; la comida ha sido exquisita al igual que la compañía. Estos momentos me hacen sonreír con esperanzas, esperanzas de algún día recuperar aquello que una terrible tormenta me quitó. Hay veces que no puedo evitar llorar, lamentándome por mi desafortunada posición ante la vida, ante este suceso tan desgarrador. Llorar es la forma que tengo para soltar tanta tensión, tanto estrés, dolor y rabia.

Me producen mucha pena esos hombres que se dan una palmadita en el pecho y dicen que ellos no lloran pues los hombres no lo hacen porque eso es cosa de mujeres. Eso es absurdo, los hombres también lloramos porque somos seres humanos con sentimientos y al igual que el resto somos de carne y hueso, personas que padecemos y sufrimos cuando algo o alguien nos daña.

— ¿Te apetece dar un pequeño paseo por la orilla? — me pregunta con una amable sonrisa Alanna.

— Sí, la noche es perfecta para hacerlo— ambos nos ponemos en pie para empezar a alejarnos del grupo. En el cielo, la luna se encuentra rodeada por pequeños astros que la hacen resplandecer, pequeños diamantes centelleantes que le proporcionan a la oscuridad una exótica imagen.

Observo el movimiento de las olas al chocar contra la arena. Ambos permanecemos en silencio mientras en la lejanía se escuchan las pláticas de nuestros amigos, los sonidos que adornan el ambiente nocturno, el viento costero que impacta contra nosotros; decidimos sentarnos un rato después de haber estado caminando sin rumbo. El miedo que pensaba surgiría una vez me acercara al agua jamás emergió, permitiéndome disfrutar de la inmensidad del océano.

— Los recuerdos forman al hombre, cada experiencia vivida, cada alegría y decepción conforman nuestras vivencias. Son imágenes y momentos que nuestro cerebro va acumulando para en los instantes más oportunos o inoportunos traerlos a nosotros- dice Alanna rompiendo la quietud que nos envolvía— Sé que es difícil y frustrante no poder recordar, haber olvidado todas esas increíbles experiencias que has vivido.

— Lo es, como tú has dicho sin recuerdos no somos nada, sólo un cascarón vacío. Se pueden crear nuevas historias, nuevas aventuras, pero el sentimiento de que algo falta, de que algo no te llena, seguirá acechando lentamente.

— ¿No has podido traer de vuelta nada más que esa palabra? ¿Estás seguro de no saber la razón de por qué es tan importante para ti?

— Así es, lo he intentado todo, nada... ese ha sido el resultado. Se sigue repitiendo en mi memoria una y otra vez, como una melodía que se nos pega sin poder dejar de tararearla. Eh empezado a pensar que jamás recobraré la memoria, que mi vida pasada se quedará ahí, en el pasado, encerrada entre los laberintos de mi mente.

— No digas eso, sabes bien que volverás a tener todas las piezas que conforman esa parte de ti que se desvaneció. Ahora solo tienes una pieza, una sencilla pieza que no sabes dónde encajarla, pero date tiempo, en algún momento podrás ubicarla en el sitio correcto y todo cobrará sentido.

— ¿Tú crees? — le pregunto aún dudoso.

Una vez pude caminar por mí mismo nos acercamos a la ciudad más cercana, a dos horas de distancia, para que me revisaran, para tener otra opinión. El hombre tenía más experiencia que Alanna y nos tranquilizó diciendo que todo era cuestión de tiempo y de paciencia. Tiempo... el tiempo va en mi contra, no sé si dejé a alguien atrás, si me esperan, si sufren por mí o si simplemente estoy sólo en este mundo. Y la paciencia... que puedo decir de ella, cada día se escurre de mis manos como la arena.

— Estoy segura, ten fe y esperanza. En esta vida nada es eterno, esa niebla que enturbia tus recuerdos se disipará en algún momento, cuando menos te lo esperes.

— Me pides algo imposible, la fe y la esperanza empiezan a alejarse de mí.

— ¿Ves que hermoso está hoy el cielo? — me dice señalando hacia arriba antes de mirarme con sus precisos ojos y una sonrisa tranquilizadora— ¿Ves cómo brillan las estrellas? ¿Cómo bailan alrededor de la luna? No puedes rendirte ojos negros, no dejes que la esperanza se desvanezca. Cada amanecer es una oportunidad, cada día es una nueva aventura. Tu historia no ha terminado, no cierres el libro y sigue escribiendo el siguiente capítulo, tú puedes.

— Tus palabras siempre logran animarme. Gracias Al, si no fuera por ti hace tiempo hubiese tirado la toalla— le sonrío dirigiendo mi rostro hacia el cielo. Cierro los ojos permitiendo que el aire golpee en mi cara, que el sonido de las olas al chocar en la orilla inunde mis oídos como una tranquilizadora melodía invadiendo todo mi cuerpo, me relajo, dejo de pensar sintiendo una paz rejuvenecedora.

" Gabriel... "

Un escalofrío recorre mi cuerpo ante la voz, sigo sin moverme, sin abrir los ojos, temeroso de lo que me está sucediendo.

"Gabriel Words"

Abrí mis ojos sintiendo mi corazón latir con fuerza, chocando contra mi pecho fieramente. Esa voz, esa dulce voz que susurró en mi oído.

— ¿Sucede algo? — pregunta mi acompañante al percatarse de mi agitado estado.

— ¡He... he recuperado mi nombre! — le digo sintiendo mi cuerpo temblar. Me abrazo a mí mismo, unas tímidas lágrimas resbalan por mis ojos. La emoción consume cada poro de mi piel.

— ¿Cómo has dicho? — me pregunta en shock- ¿Lo dices en serio?

— Sí Al, ¡me llamo Gabriel... Gabriel Words!

— ¡Ay que emoción, que felicidad! —dice abrazándome con fuerza, tan feliz como yo

— Ves, la esperanza es lo último que debes perder.

— Tienes razón, siempre la tienes— ambos reímos contentos en los brazos del otro. No me lo puedo creer todavía, la dicha inunda mi alma. Un paso... me encuentro un paso más cerca de mi pasado, un paso más cerca de mis recuerdos.

🌊❤️🌊❤️🌊❤️🌊❤️🌊

Hola, hola a todos, espero que estén bien. ¿Qué les parece? Pobre de nuestro Gabriel, perdido y sin recuerdos, me da tanta pena.

¿Creen que logrará recuperar la memoria rápido o que se demorará?

Espero sus opiniones. Miles de besos 💞

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