Capítulo VIII~PRESENTANDO A GABRIEL
Erika
Dentro de cuatro días es la boda, estoy nerviosa, ansiosa y emocionada como nunca en mi vida. Gabriel regresó ayer de su viaje de negocios. Fuimos a cenar, paseamos por el Central Park y después vinimos a casa para terminar haciendo el amor. Hoy se lo presentaré a mis padres, otro tema que me tiene intranquila. No le presento a mis padres a un chico desde el instituto y a él ni siquiera lo amaba como amo a Gabriel. Si no se llega a llevar con mis padres..., sacudo la cabeza. Eso no pasará, se caerán muy bien, estoy segura, ¿verdad?
— ¿Quién va ganando la batalla dentro de esa cabecita, los nervios o tú? — me pregunta Gabriel abrazándome por detrás. Estoy terminando de arreglarme para salir hacia el restaurante donde hemos quedado. Uno de los mejores de Londres. Mi chico quiere impresionar a mis padres.
— Los nervios— digo suspirando antes de volverme para darle un pico— Quiero decirte que mis padres son algo especiales. Me sobreprotegen demasiado, así que si dicen o hacen algo que no te gusta...— me besa sin dejarme terminar la frase. Me recreo en sus labios y noto como poco a poco me voy relajando. Es algo que solo él consigue, con un simple beso es capaz de tranquilizarme.
— Nada de lo que digan o hagan me hará cambiar de opinión ni me molestará. Son tus padres, que te sobreprotejan es algo maravilloso y normal; yo lo haría con la mía— dice acariciando mi mejilla. Sonrío.
— Te amo Gabriel. No sé qué hice para merecerte, pero sea lo que sea, nunca me arrepentiré.
— Tú no hiciste nada para merecerme. Fue de mí de quien se apiadaron y te pusieron en mi camino para completarme— lo beso, este hombre es increíble.
— Venga, déjame terminar o llegaremos tarde— digo empujándolo para que salga del cuarto, suspira.
— De acuerdo, te dejo arreglarte. No es que lo necesites, estás hermosa como quiera— me rio mientras él desaparece por la puerta.
Me vuelvo hacia el espejo. Mis ojos tienen un brillo especial y en mis labios baila una sonrisa de felicidad, justo como me siento. Me pongo un vestido cubierto con pedrería brillante y volantes que caen como cascada, unos tacones altos blancos y me dejo el pelo suelto. Nos encaminamos al restaurante. Al llegar decimos nuestros nombres y nos llevan a nuestra mesa. Somos los primeros en llegar, lo cual no me sorprende si contamos con que apremié a Gabriel para llegar antes que mis padres. A ver si eso me ayudaba a bajar un poquitico el estrés. Unos minutos después llegan ellos. Mi padre llegó a Londres hace tres días y se ha estado quedando en casa de mi madre. Gabriel y yo nos ponemos de pie para recibirlos. Mi madre, al reparar en Gabriel se le ha abierto la boca de tal manera, se ve comiquísima.
— Por dios mamá, cierra la boca que te entran moscas— todos no reímos ante mi comentario.
— ¿Cómo pretendes que lo haga? No sabía que tu prometido estaba tan bueno. Si llego a ser unos años más joven de seguro pelearía por él— dice sonriéndole a Gabriel. Ella no es de esas madres que se cortan un pelo al hablar. No, para nada, ella dice lo que piensa. Soy algo parecida a ella.
— Usted es hermosa, no me cabe duda, pero dudo mucho que dejara a mi chica por otra mujer, ella es irremplazable— le dice Gabriel a mi madre con esa sonrisa tan sensual que tanto me gusta.
— Buena respuesta, por lo menos parece inteligente— dice mi padre— Andrés de Avellaneda, un placer— dice tendiéndole la mano, mi prometido se la estrecha.
— Gabriel Words, un placer— luego se gira hacia mi madre.
— Carlina Vázquez, un placer— dice mi madre tendiéndosela también. Gabriel se la acepta y en vez de estrechársela se la lleva a los labios para besarla. Todo un galán medieval.
— También es un placer conocer a una mujer tan magnífica como Erika. No me extraña que ella haya logrado hechizarme- mi madre sonríe ante el halago.
— Bueno, ¿nos sentamos? — les digo, ellos asienten. Pedimos la cena y en lo que tomamos champán platicamos un poco.
— Dime Gabriel- le dice mi padre— ¿En qué trabajas? — ruedo los ojos, ya empezamos. Mi chico sonríe ante mi gesto.
— Soy dueño de una empresa hotelera— le responde Gabriel, mi padre asiente. Mi madre al oírlo abre mucho, si digo mucho es mucho, los ojos.
— Words claro, sabía que me sonaba de algo tu apellido, ¿por qué no caí antes? — esto último lo murmura casi para sí, casi, pues todos la oímos- Tienes hoteles en muchos países. Yo me he hospedado en algunos.
— ¿En serio? — preguntamos Gabriel y yo al unísono, nos sonreímos.
— Sí, el mes pasado cuando fui a España me alojé en uno. Son impresionantes, tienen un toque entre la época medieval y el modernismo.
— Tratamos de unir el pasado y el presente en cada uno. El pasado es lo que nos define y el presente, lo que queremos llegar a ser en el futuro— asiente mirando a mi madre.
— ¿En qué trabajan ustedes? — pregunta a mis padres.
— Por dios, trátanos de tú, dentro de poco seremos familia— le dice mi madre, Gabriel sonríe— Yo soy contable, así que si un día necesitas a alguien que te ayude con las cuentas puedes llamarme.
— Yo soy mecánico, tengo un taller en Venezuela— responde mi padre. El resto de la cena, luego de superado los nervios iniciales fue de maravilla.
Resulta que tanto a mi padre como a Gabriel les gustan los carros. Mi madre y yo nos miramos al descubrir esa información. Solo con eso Gabriel ya tiene a mi padre en el bolsillo. Al terminar nos despedimos y cada uno se fue a su casa. En el camino a la mía no dejé de hablar de lo bien que había resultado todo.
— Me alegro que todo haya ido bien— le digo cuando estamos en la cama abrazados luego de haber hecho el amor.
— Te dije que todo iba a salir genial. Tus padres cayeron rendidos ante mi encanto— dice, me rio.
— Mi padre no sé, pero a mi madre solo le faltó secarse la baba— nos carcajeamos ante eso.
— Tu madre es muy expresiva.
— Ya, por eso soy así. Salí a ella.
— A mí me encanta que seas así— dice besando mis labios.
— Lo sé, la sinceridad es una de mis virtudes. Te digo las cosas tal como son, aunque no te guste o quieras oírlas.
— Mi sirena de mar, todo eso es lo que te hace especial— sonrío y lo beso antes de volver a hacer el amor.
🌅⛴️🌅⛴️🌅⛴️🌅⛴️
Al atardecer del día siguiente, me encuentro en el yate donde dentro de tres días celebraremos la boda. Dentro de poco empezarán a llegar los invitados Flora, Juan, Vane, Oscar, Nohelia y Enrique. Mis padres ya están a bordo recorriendo el barco con Gabriel.
— Hija, es mágico este lugar— me dice mi madre poniéndose a mi lado.
— Verdad, me trae recuerdos hermosos este barco— digo suspirando con la mente en la noche de nuestro encuentro.
— ¿Fue aquí donde os conocisteis?
— Sí, aquí mismo, en una noche de luna llena.
— Erika cariño— me dice mamá cogiéndome las manos y mirándome con ojos brillantes por lágrimas contenidas- Me alegra verte tan feliz y enamorada. Siempre he deseado algo así para ti.
— Mamá— digo emocionada. En eso mi padre se pone a su lado y me mira de igual forma.
— Yo también deseaba algo así para ti. Tu madre y yo no pudimos ser felices porque nunca nos amamos. Pero los dos estamos agradecidos con la vida por haberte traído a nosotros. Eres nuestro tesoro, nuestra niña y pase lo que pase estaremos aquí para ti, vale. Te amamos con todo el corazón— asiento con la cabeza muy contenta antes de abrazarlos.
— Yo también os amo mucho, mucho, mucho— adoro a mis padres. Ellos siempre han querido mi felicidad por encima de todo. Jamás me han puesto en medio de los dos o me han hecho elegir entre uno y otro, no, para nada. Simplemente se dedicaban a dejarme decidir— ¿Dónde anda Gabriel?
— Viene enseguida, está dando instrucciones para la cena— me dice mi madre. Asiento cuando oigo motores de carros.
Me separo de mis padres para dirigirme a la entrada; es hora de recibir al resto de los invitados. Unas horas después de haber zarpado por fin apareció mi chico, dejando como siempre a las mujeres al punto del desmayo babeando por él. Me dio gracia ver las miradas asesinas que los hombres presentes (incluso mi padre y eso que él y mi madre no se aman) le dedicaron. Gabriel ni siquiera se percató de nada, solo me miraba a mí. Sonreí, me encanta que cuando yo estoy presente mi prometido no tenga ojos para más nadie. Eso demuestra cuán enamorado está.
— Bienvenidos todos, es un placer conocerlos— dijo a los presentes con una resplandeciente sonrisa antes de atraerme a sus brazos para besarme. Acepté emocionada, sus besos son más adictivos que una droga.
— El placer es nuestro— dijeron las chicas al unísono. Gabriel y yo reímos.
— Mi amor te presento a mis mejores amigas, a mis hermanas de corazón: Nohelia y Flora y sus esposos Juan y Enrique— dije el último nombre sonriendo a Noa— Esta otra chica preciosa que ves aquí, es la hermana pequeña de Flora, Vanessa, una gran amiga y su esposo Oliver.
— Hola a todos, Erika me ha hablado muy bien de ustedes— anuncia mi chico sonriente. Luego nos dirigimos al comedor. Estaba decorado con una mesa única con mantel blanco de bordes celestes, había floreros a todo lo largo, era mágico.
— ¿Qué os parece? — les pregunto a las chicas mientras esperamos a que nos traigan los aperitivos. Gabriel está siendo entretenido por mis padres y los chicos.
— ¿El barco o el buenorro de tu prometido? — me pregunta Noa. Sonrío señalando a Gabriel. No me extraña esa pregunta, puestos a comparar, Gabriel es mil veces mejor que el barco — pues para decírtelo sencillo y clarito está pa comérselo entero, pero por diooos por qué no lo habré visto yo antes— dijo y todas nos reímos.
— No solo está como un queso o un pastel, sino que además es atento, cariñoso y me comprende y apoya como nadie— digo con una enorme sonrisa, demostrando, sin palabras, mi dicha.
— No sabes cuánto nos alegramos por tí— me dice Flora. Lo sé, mis amigas son las mejores.
Siempre nos hemos apoyado en todo. Cuando Flora quería en el instituto confesarle su amor a Juan la ayudamos. Lástima que no tuvo la valentía suficiente para hacerlo y en cada ocasión terminaba echándose atrás. Noa es lo mismo. Le aconsejamos trescientas veces decirle la verdad a Enrique sobre lo que sentía y cuando se enteró de esa nueva novia, le aconsejamos que antes de tomar cualquier decisión debería hablar con él. Ni caso, era como hablar con la pared. Estoy segura que esta nos hubiera escuchado mil veces mejor que Noa, puestos a opinar. Por último, nuestra querida Vane. Ella es harina de otro costal. Vamos, que el pobre Oliver debió hacer malabares para lograr enamorarla o por lo menos que ella aceptara de una maldita vez sus sentimientos. En fin, todas hemos tenido unas historias complicadas (menos yo o eso espero vaya), para al final, para bien o para mal, acabar felices. Un tópico ya lo sé, pero es lo que hay.
— Me alegra que por fin conocieras a alguien que te durara más de dos semanas— me dice Vane haciéndonos reír a carcajadas.
No me arrepiento de ninguna de mis decisiones. Si cuando me monté en el yate aquella noche hubiera tenido pareja, hoy Gabriel y yo no estaríamos juntos. Es difícil arrepentirme por no durar más que un mes con alguien dadas las circunstancias. Al terminar de comer pasamos al salón de baile, donde Gabriel y yo nos conocimos por primera vez. Miro a mi chico y sonrío, ha pasado tanto desde entonces. Me acerqué a Enrique y lo aparté de forma sutil del resto, necesito hablar con él.
— ¿Qué quieres con Noa? — digo sin rodeos. Eso de irme por las ramas no va conmigo, ya lo saben. La espina, mientras más rápido te la saques, más rápido se te va el dolor. Así de simple.
— Lo quiero todo— dice con rotundidad. Sonrío ante su gesto serio. No lo conozco de nada, pero su forma de mirar a mi amiga que en este momento baila con mi prometido, me hace ver que es cierto.
— ¿Por qué decidiste venir ahora, en vez de hacerlo antes?
— Necesito respuestas, quiero saber por qué me dejó por otro sin decírmelo— abro la boca indignada para replicar. Al ver su rostro serio la cierro de nuevo, según Noa, él fue el primero en dejarla.
— Creo que te estás equivocando, mi amiga no te dejó por otro— digo sin revelar tanto detalle. Esta plática no me concierne a mí.
— ¿De qué hablas? — preguntó intrigado.
— Mira, no es conmigo con quién tienes que hablar, sino con Noa. Busca una oportunidad y aclarad este embrollo. Tú dices que ella fue quien te dejó ¿no es así? — Enrique asiente con la cabeza— por lo visto no conoces la versión de Noa.
— ¿Qué versión? No te entiendo.
— No pretendo hacerme entender, no puedo revelar nada más. Habla con Noa y resuelve esto.
— Lo haré, por eso estoy aquí. Por eso y por ella, aunque no me está resultando fácil.
— Prométeme algo— digo de pronto seria.
— ¿Qué?
— Prométeme tener paciencia con mi amiga y no rendirte. Ella no te es indiferente, tú mismo lo has notado. Lucha por ella, vale la pena.
— Te lo prometo— sonreímos, es un buen hombre.
"Noa abre los ojos antes de que sea demasiado tarde para arreglar las cosas". No puedo hacer mucho si mi amiga está cerrada en banda. Solo espero que recapacite pronto. Unas horas después cuando Noa se acercó al teléfono para hablar, aproveché la oportunidad para dirigir a Flora hacia un lateral.
— Aquí hay gato encerrado— le digo sin más. Ella me mira como si me hubiera salido otra cabeza.
— ¿Perdón?
— Enrique me ha dicho que Noa fue quién lo dejó.
— Eso es mentira— dice molesta fulminando con la mirada la espalda de Enrique- fue él quien la dejó, no al revés.
— Yo me pregunto...— me callo, no sé si es buena idea decirlo en voz alta.
— ¿Te preguntas? — me anima Flora.
— Me pregunto si todo esto al final no será un tremendo mal entendido.
— ¿Por qué piensas eso? — pregunta frunciendo el ceño.
— Noa nos dijo que Eric fue quien la llamó desesperado por la noticia ¿Y si el pequeño se equivocaba? Tal vez no era una novia.
— Puede que solo fuera una amiga y él al estar tan familiarizado con Noa, sin ver casi a otra mujer, pudo haberlo mal interpretado todo. Eso tendría más sentido— asiente estando de acuerdo con mi idea.
— Enrique no parece de esos hombres que hoy está con una y mañana con otra, eso se nota a la legua y a él no le veo esa actitud. Cuando habla de Noa lo hace con mucha pasión— le digo acordándome de la primera impresión que me causó, buena para más señas.
— Además, hay que constatar que su mujer había muerto hacía un año y Enrique hasta estar con Noa, no se interesó por otra mujer— me recuerda.
— Por eso, ¿crees que ellos llegarán a entenderse en algún momento y desenredarán este embrollo?
— Mejor aún, ¿le darán una oportunidad a su historia no acabada después de descubrir la verdad? — ambas miramos hacia Noa, quién en este mismo instante estaba entre los brazos de Enrique.
— Eso espero, hacen una hermosa pareja— le digo. Veo a Gabriel y a Juan caminar hacia nosotros.
— ¿Bailamos mi bella Ojos de sapo? — le dice cariñosamente Juan a Flora. Sonrío ante el mote. Flora nos contó que él la llamaba así para ocultar sus sentimientos y porque la conoció cazando ranas cuando tenía once años. A esa edad no es que seamos muy inteligentes. Flora le sonríe dándole un collage cariñoso.
— Muy gracioso— le dice mi amiga con fingido enfado antes de tirarse a sus brazos y besarlo— Por supuesto cariño— acepta al fin haciendo que Juan la mire embobado. Gabriel y yo sonreímos.
— ¿Bailas conmigo mi preciosa sirena de mar? — ya he dicho cuanto me encanta que me llame así.
— Claro mi galán— acepto antes de besarlo. Caminamos hacia el resto y nos pusimos a bailar.
La noche pasó entre bailes, risas y más baile. Incluso mis padres se animaron a bailar algunas canciones juntos. Muy juntos para recalcar. No quiero parecer una persona egoísta, pero, ¿no sería fantástico que mis padres se dieran una oportunidad de verdad, sin obligación, solo porque ellos quieren? ¿Seré una mala hija por desear algo así? Espero que no.
Por la noche todos nos encaminamos a nuestras habitaciones. Gabriel y yo fuimos los últimos en irnos. En la soledad del salón mirándonos a los ojos con amor, mientras una sonrisa de felicidad iluminaba nuestros rostros, bailamos una vez más acaramelados, sin importarnos el resto del mundo Recuérdame, nuestra canción.
🌊❤️🌊❤️🌊❤️🌊❤️🌊
Que bello ¿verdad? Todo está tan hermoso, esperemos que dure mucho tiempo esa felicidad 😏😏.
En fin, no se olviden de darle a la ⭐, sólo si quieren y de comentar, vuestros comentarios me animan a seguir. Miles de besos y abrazos 💞
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro