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Capítulo II~RECUÉRDAME

Erika

— Sí, me parece la obra maestra de la naturaleza más hermosa que he visto — le respondo dedicándole una pequeña sonrisa.

— Opino igual, junto con el océano forma un espectáculo digno de ver — dice apoyándose junto a mí en la barandilla.

— No todos los días podemos ver algo así. Esta noche parece especial, como si el cielo y el océano se hubieran aliado para mostrarnos cuan magistral son.

— Una observación muy interesante y específica — dice mirando en mi dirección.

— Tengo mis momentos — le digo haciéndolo reír — Esto para ti debe ser insignificante. Como hombre de mundo habrás visto cosas mejores — digo en esta ocasión mirando a esos hermosos ojos que, con el resplandor de la luna, muestran el velo fino entre la luz y la oscuridad. Una función hipnotizante.

— No lo creas. Todas las obras de arte son únicas como cada espectáculo de la naturaleza, donde hay grandes maravillas por descubrir todavía. Por ejemplo, la de esta noche — asegura con convicción — ¿Eres la novia de Yosvani? Me dijo que me la presentaría hoy.

— No, para nada— le digo riéndome y sorprendiéndolo — Solo somos amigos. Su novia no pudo venir.

— Entonces solo son compañeros ¿no?

— Exacto, muy buenos compañeros — enfatizo — ¿Qué haces aquí arriba? Eres el anfitrión, deberías estar abajo integrándote entre tus invitados.

— El ambiente me parecía agobiante — me dice Gabriel suspirando para después lanzarme una mirada llena de pasión — Además, sin ti allá abajo no veía motivos para quedarme.

— Dudo mucho que no te sobre quién te entretenga — le digo. Recuerdo como todas las chicas con pareja o solteras se peleaban por provocar su interés, una de las razones por la cual subí a tomar aire. No debería molestarme que otras chicas reclamen su atención, no es ni mi novio ni mi pareja, pero así es, me molesta y mucho.

— Eso puede ser verdad. No obstante, ninguna me interesa tanto como tú — dice acercándose más a mí.

— Si tú lo dices — digo fingiendo indiferencia. Estaba nerviosa, su cercanía me ponía cardíaca.

— ¿Me permites el próximo baile? — dice repentinamente. No sé qué responderle. Quiero y no quiero. Quiero porque me fascina estar entre sus brazos y no quiero porque empiezo a sentir cosas extrañas con su aproximación y me asusta un poco.

— Vamos es solo una pieza, me gustaría bailar la siguiente canción contigo.

— ¿Cómo sabes cuál viene después de esta? — le pregunto. En este momento suena Si tú fueras mía de José Javier Solís.

— Simple, yo elegí el orden de reproducción - dice con una sonrisa radiante derritiéndome un poco — Entonces, ¿bailas conmigo? Ya casi termina la canción.

— Está bien — acepto. No puedo seguir resistiendo, lo deseo tanto como él.

Nos movemos al medio del barco cuando las primeras notas de Recuérdame interpretado por Carlos Rivera empezaron a sonar. Juntos nos movemos al compás de esta hermosa melodía. "¿Querrá decirme que espera lo recuerde una vez nos separemos en tierra?, ¿me recordará él?"

Levanto mis ojos hasta dar con los suyos esperando encontrar alguna respuesta en ellos. Nada, no logro descifrar sus pensamientos. Si los ojos son la ventana del alma, la de Gabriel está cerrada y es indescifrable. "Mejor disfruto del momento, el momento más romántico y bello de toda mi vida". Por tanto, me dejo llevar. Tanto Gabriel como yo no podemos dejar de reír, estamos felices ¿Por qué? Es complicado de exponer.

Dejo que la música me envuelva mientras me pierdo en su mirada y nuestras risas se fusionan con la melodía, dejando guardado en mi recuerdo algo maravilloso. Al terminar ninguno habla, nos quedamos parados observándonos detenidamente. Jamás imaginé verme en una situación así, de tipo película. Mis labios están a escasos centímetros de los de Gabriel. Nuestra respiración es acompasada, nuestras miradas brillan llenas de sentimientos, las estrellas bailan para nosotros y la luna baña nuestros rostros con su suave resplandor.

Temo decir algo, no quiero interrumpir este sueño tan esperado por mí desde que empecé a leer novelas románticas. No sé cuánto ha pasado hasta que Gabriel me agarra de la mano y nos dirige hacia las tumbonas al lado de la piscina, dando por finalizada la escena más fascinante del universo.

— ¿Por qué no me cuentas algo de ti? — dice por fin. Suspiro, el sueño se ha terminado para ser asaltados por la realidad.

— Me llamo Erika de Avellaneda, tengo 34 años, soy bióloga marina, mis padres están separados, soy hija única y vivo actualmente en Londres — recito sin muchas ganas. Quiero repetir el momento de novela que vivimos, no hablar — Tu turno, cuéntame algo de ti.

— Me llamo Gabriel Words, tengo 38 años, soy empresario, dirijo mi propio negocio de hoteles, mis padres están felizmente casados y soy el mayor de dos hermanos — dice con una sonrisa radiante.

— ¿De qué va tu empresa?, si se puede saber.

— Por supuesto que puedes saberlo— dice riéndose— No es ningún secreto. Me dedico a comprar hoteles viejos o en mal estado, los reformo y convierto en un lugar donde los turistas o propios habitantes del lugar pueden usar.

— ¿Te gusta tu trabajo?

— Me encanta. Disfruto viendo como moradas en mal estado se convierten con esfuerzo en un lugar donde puedes disfrutar de unas agradables vacaciones, con las mejores condiciones. Mis hoteles no solo tienen buena calidad, también puedes sentirte como en casa. Lo mejor para nosotros es la comodidad del cliente.

— Me pasaré un día por uno para comprobar con mis propios ojos que tan bueno son — digo guiñándole un ojo y riéndome.

— Eres bienvenida cuando quieras — dice riéndose a su vez — ¿A ti te gusta tu trabajo?

— Como a ti, me encanta. Me deleito descubriendo e investigando nuevas especies. Cuando estoy en el mar me siento genial y por un tiempo solo existe el océano y las criaturas acuáticas.

— Se nota cuanto te gusta — dice sonriendo — ¿Te molestó la separación de tus padres? — preguntó intrigado, suspiro.

— Al principio, luego me acostumbré — no parecía estar complacido con mi respuesta. No pararía hasta tener la historia completa. Sé identificar en un rostro cuando alguien espera saber algo más y aunque conozco poco a Gabriel, algo me dice que no se detendrá hasta tener toda la anécdota. Tomo aire dispuesta a continuar y satisfacer su curiosidad — Mis padres estuvieron casados durante cuatro años. Cuando tenía esa misma edad se divorciaron y mi madre y yo nos mudamos aquí. Mis padres se casaron porque mi madre se quedó embarazada y para mis abuelos una mujer embarazada y soltera era una deshonra, por lo cual no tuvieron más remedio. Nunca pudieron llegar a amarse cómo era debido y resistieron por mi bien todo lo que pudieron, pero la convivencia se hizo insoportable. Actualmente mi padre vive en Venezuela y está soltero. En cuanto a mi madre soltera y vive aquí en Londres.

— ¿A tus abuelos no les molesto la decisión?

— Sí, les molestó una barbaridad. Intentaron por todos los medios convencerlos para que no lo hicieran, cuando estos se mantuvieron firmes en su elección decidieron darlos de lado y no hablarles más. Jamás los conocí, después de ese día no quisieron volver a verme nunca más.

— Peor para ellos, no saben lo que se pierden — dice con una sonrisa sensual — ¿Tú también piensas que tomaron la decisión correcta? — asiento con la cabeza convencida.

— Sí, así es. Estoy totalmente de acuerdo, aunque — digo riéndome con la mente en el pasado — al principio no me gustaba tener padres separados. El ser mulata y vivir sola con mi madre me hacía un buen blanco para las bromas en el colegio, pero ahora me alegra verlos así. Ambos son felices. Si hubieran continuado casados habrían sufrido, se habrían odiado y la amistad que hoy en día mantienen, junto con el respeto, se hubiera esfumado.

— Me gustaría decir que te entiendo, pero estaría mintiendo.

— ¿Cómo es la relación de tus padres?

— Especial, divina — dice encogiéndose de hombros — Mis padres en muchas ocasiones son como dos jóvenes que se acaban de enamorar. Solo buscan momentos para besarse y dedicarse muestras de afecto. Mi hermana y yo llevamos toda la vida gastando bromas a su costa.

— Debe ser maravilloso crecer con padres que se amen tanto — digo más como un pensamiento que como una afirmación. Yo soy feliz con mi vida y jamás me ha faltado nada, ni siquiera el cariño y amor de los míos a pesar de vivir tan lejos de mi padre. Aun así, muchas veces me he preguntado cómo sería tener un padre y una madre que se quieran con tanto cariño y devoción.

— Si lo es — dice con una sonrisa dulce — También puede ser tedioso si resulta que eres el único soltero.

— ¿Por qué?

— Porque no dejan de darte la lata o tratan de emparejarte todo el rato. Soy el único que no está locamente enamorado para horror de mis padres. Ellos ansían ver a sus dos hijos felizmente casados y con una gran familia.

— Entonces, he de suponer que eres la oveja negra.

— Así es, soy la deshonra de la familia— nos reímos de esto último— Mi soltería se debe a no haber encontrado a la chica adecuada aún.

— Yo sigo soltera por la misma razón. Todavía no ha aparecido mi príncipe azul, el pobre ya debe haberse desteñido de tanto esperarme— ambos nos reímos con ganas.

— ¿Qué buscas en un hombre Erika? — pregunta acercándose más a mí, nuestros rostros solo separados por milímetros. Este juego es de dos y yo soy muy buena en él. Acerco mis labios a los suyos y murmuro sobre ellos:

— Busco alguien comprensivo, cariñoso, que con una mirada haga tambalear mi mundo. Alguien que no quiera separarse nunca de mi lado, un amigo y que como dice Shakira: que en la calle sea un príncipe, pero en mi cama... salvaje y peligroso — lo último lo dije en tono sensual y bajo, pasándome la lengua por el labio superior con lentitud — y tú ¿qué buscas en una mujer Gabriel? - vi cómo sus ojos a cada susurro mío se iban oscureciendo de deseo.

— Busco alguien con quien hablar, una compañera de locuras, una amiga. Busco una mujer capaz de sacarme una sonrisa tan solo por tenerla a mi lado, que prefiera pasar el rato juntos en casa, en vez de salir de fiesta. Una mujer con pasión y que en la cama me haga suyo de todas las formas existentes — no necesité nada más, ambos deseábamos lo mismo, por lo menos en este momento. Me levanté de mi tumbona para sentarme a horcajadas sobre él.

— No creo ser esa chica indicada, pero que te parece si tú y yo cumplimos el último punto de nuestra exigencia — digo mordisqueando su barbilla sin dejar de mirarle a los ojos.

— Será un placer — dice antes de besarme y robarme el aliento...

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A la mañana siguiente cuando los rayos del sol entraban por la ventana de una de las habitaciones del yate, unos besos en el cuello me despiertan. Sonrío dándome la vuelta para mirar esos ojos hermosos acompañados por la más seductora de las sonrisas. La noche anterior fue la mejor de toda mi vida. Estuvimos besándonos y acariciándonos en la tumbona un buen rato sin importarnos quien pudiera vernos. Cuando no pudimos más, vinimos a la habitación de Gabriel (la mejor de todo el barco) para poseernos con pasión y deseo hasta quedarnos dormidos al alba.

— Buenos días —digo aceptando encantada sus besos. Mmmmm, mmmmm, dios es la mejor forma de despertar del mundo. Me encantan sus besos.

— Buenos días mi sirena de mar —me río ante el apodo.

— ¿Sirena de mar? — digo arqueando una ceja divertida.

— Sí, sirena de mar. Te gusta el océano y para mí eres mi sirena.

— Yo no me parezco en nada a una sirena. Para empezar, son blancas como la leche, delicadas, tienen una voz increíble para encantar marineros tontos y una cola de pez.

— Así es, pero tú eres mi sirena color café, con un impresionante color de pelo, una increíble sonrisa y unos ojos hechizantes — dice besándome. No le respondo, en el fondo me encanta el apodo. No soy tan hermosa, soy mulata con algo de curvas, el pelo lo llevo por los hombros, negro con algunas vetas rojas, mis ojos son color crema y mi boca...no es la gran cosa tampoco. En fin, nada del otro mundo.

— ¿Desde cuándo estás despierto? — pregunto para cambiar de tema.

— Hace un rato observo las impresionantes vistas — dice deslizando un dedo desde mi barbilla hasta el inicio de mis pechos. Me estremezco ante la caricia.

— Mmmmm, interesante — digo mordiéndome el labio inferior —Dime, ¿debes levantarte ya o... todavía tienes tiempo para jugar un poco? — susurro en tono provocativo. Su rostro se iluminó ante mi proposición.

— Siempre hay tiempo para jugar contigo — dice antes de besarme y consumirnos en el deseo.

Ya es bastante tarde cuando decidimos reunirnos con los demás para almorzar (el desayuno nos lo comimos en la habitación antes de volver a hacer el amor). Nos separamos al llegar al comedor. Yo me dirigí a la mesa del día anterior junto con mis compañeros de trabajo. Los mismos que me invitaron y dejaron completamente sola.

— Me alegra tenerte con nosotros, pensamos que te habías olvidado de tus amigos — me dice Yosvani cuando me siento a su lado.

— Mira quien habla, el mismo que la noche anterior me dejó para bailar con una rubia pechugona ¿No eres tú quien tiene novia? — le acuso.

— Tengo novia y soy feliz con ella, pero era una fiesta, no me iba a quedar en el banquillo por tener pareja.

— Esto no es un partido de fútbol.

— Eso lo dirás tú. Estar con mi novia es como vivir un partido de fútbol. Si hago un movimiento en falso me quedo sin pelota— dijo haciéndonos reír a todos. Alrededor de la mesa somos diez. Todos son parejas menos Yosvani y yo.

— Te noto algo ojerosa Erika ¿Acaso no dormiste bien anoche?, ¿demasiado oleaje? — me pregunta Fernanda en tono inocente.

— Mucho oleaje, sí. ¿No notaron cuánto se movió ayer el barco de tantas olas chocando entre sí? — digo con segundas intenciones.

— Oh sí, era imposible dormir. También hubo algún trueno por ahí perdido, porque si no, sería imposible explicar tanto ruido— corroboró Amelia la novia de Alex con una sonrisa burlona— Oye Erika, del uno al diez, ¿qué tan bueno es Gabriel en la cama?

— ¡Amelia! — le recrimina su novio. Ella le dedica una mirada inocente. Me río, la novia de Alex siempre me ha caído bien.

— Pero no te rías y contesta mujer, estamos impacientes por saber— me apremia Fernanda ganándose una mirada de reproche de su marido— No me mires así Alfredo, si es tan bueno en la cama como lo es bailando debe de ser una bomba— su marido sacudió la cabeza dándola por imposible.

— Está bien, satisfaceré vuestra curiosidad. Del uno al diez en la cama, Gabriel es... — me callo para dar más dramatismo al momento. Ellas, junto a la novia de Yunior, esperan impacientes a que continúe — un doce - digo por fin.

— ¿En serio, un doce?, esa puntuación es muy alta. ¿No estarás exagerando un poco? —me pregunta la novia de Yunior, Julia.

— Acuéstate con él y averígualo por ti misma— le respondo encogiéndome de hombros, ella suspira.

— Ojalá pudiera, pero si lo hago estoy segura de que mi niño me dejaría al instante—dice dramáticamente señalando a Yunior.

— Puedes estar completamente segura mi niña. Si te acuestas con él te puedes ir olvidando de mí — responde este haciéndonos reír a todos.

El resto del almuerzo se fue entre bromas y confidencias. Al terminar algunos se dirigieron a la piscina, otros se quedaron en la parte inferior charlando y el resto se encaminó a sus habitaciones. Gabriel junto con los de su mesa fueron a la piscina al igual que mi grupo. En todo el almuerzo no dejé de observarlo ni por un segundo. Los pelos se me ponían de punta cuando nuestras miradas se encontraban y me sonreía. Mientras que cuando veía a la pelirroja sentada a su lado acercarse demasiado a él o tocarlo más de lo prudente, unos celos incontrolables brotaban en mí y debía hacer verdaderos esfuerzos por contenerme, no ir hasta allí, cogerla de los pelos y alejarla de mi hombre. "Sí, mi hombre ¡¿Algún problema?! Pasamos la noche juntos y el día todavía no termina. Hasta entonces es mío, ¡mío!"

Me quito la ropa para quedarme en un biquini verde - azul, sencillo y muy llamativo. Decido nadar un poco, para relajarme o le daré un buen puñetazo a alguien, la pelirroja tonta de ser posible.

— Nadas igual que una sirena —me susurra Gabriel al oído tomándome por sorpresa.

—¿Ya te aburrió la pelirroja? —dije a mi vez. No iba a dejarme ablandar por sus palabras. Ni dos segundos había tardado en sustituirme.

—¿Estás celosa?

— No, para nada. Tú puedes hacer lo que quieras con quien quieras, igual que yo. No tenemos ningún compromiso con el otro — digo fulminándolo con la mirada dispuesta a alejarme de él. Me cogió del brazo antes de poder sumergirme.

— Carla— dice señalando a la pelirroja — no me interesa. Solo le seguí el juego porque no me apetece tener pasajeros cabreados conmigo. La única con la que yo quiero estar es contigo — dice susurrando sobre mis labios.

— A mí... no me importa ni me debes explicaciones, no soy ni tu novia ni nada. Solo nos acostamos, pasamos una noche fantástica que nos dejará un agradable recuerdo y punto final— digo tratando de encontrar la calma y apaciguar el repentino ataque de nervios.

— Tienes razón en algo, fue una noche fantástica. ¿Qué la cosa termina ahí? —se encoje de hombros — No estoy de acuerdo — me besa, no me lo esperaba. Rodeados de tanta gente no creí se atrevería. Me agarro a sus hombros buscando un punto de apoyo, de repente todo me da vueltas. El beso duró unos minutos antes de interrumpirlo — Divirtámonos un rato.

— Gabriel, yo...

— Vamos Erika, ayer lo pasamos bien juntos, no me lo puedes negar. No seas cabezota. Es cierto que Carla quiere algo conmigo, desde hace tiempo me lo demuestra, sin embargo, a mí solo me interesas tú — me rindo, tiene razón, ella coqueteaba con él, no al revés.

— De acuerdo — juntos nos encaminamos hacia la parte de abajo. La música que suena es suave, tranquila. Nos dejamos envolver por el ambiente perdiéndonos uno en el otro.

⛴️🥺⛴️🥺⛴️🥺⛴️🥺⛴️🥺

Al atardecer llegamos al muelle. Es hora de regresar a casa, aunque no quiero alejarme de Gabriel. Me produce una sensación horrible en el pecho saber que no lo volveré a ver.

— Dame tu número Erika, así podremos comunicarnos — se lo estoy dando cuando un bocinazo llama mi atención.

— Erika vamos — me apremia Yosvani, resoplo. Tiene demasiadas ganas de ver a su novia y yo de no separarme de Gabriel.

— Nos veremos Gabriel —digo antes de darle un pequeño beso. Me encamino al carro y antes de entrar me giro por última vez hacia él para decirle adiós.

— ¿Te dejo en tu casa? — me pregunta Yosvani cuando me puse el cinturón.

— Sí, a mi casa— digo suspirando. En ese momento un timbre me hizo saber que tenía un mensaje. Saco el móvil y sonrió al ver el mensaje y comprobar de quién se trata.

— ¿Por qué sonríes? — me pregunta Yosvani al ver mi cara.

— Por nada.

— ¿Segura?, se te ha puesto cara de idiota.

— Cállate imbécil — se ríe ante mi regañina. Ignorándolo vuelvo a leer el mensaje.

Gabriel: Recuérdame

Suspiro decidida a responderle. Sé que no lo voy a poder olvidar, aunque quiera hacerlo. Algo en mi interior me lo está diciendo. Le respondo del mismo modo.

Erika: Recuérdame.

🌊❤️🌊❤️🌊❤️🌊❤️🌊❤️

Hola a todos, ¿Qué les pareció el capítulo?

Estuvo un poco picante, por fin conocemos como fue el encuentro entre ambos y lo bien que se llevan😏😂.

Espero con ansias leer vuestros comentarios, mil besos💞

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