* 10 *
El lunes papá me despertó trayéndome el desayuno a la cama, definitivamente era el mejor papá del mundo. Me dijo para que vayamos a cabalgar, el día estaba hermoso y soleado, así que se le ocurrió la idea de hacer un picnic y luego cabalgar.
Aquello me pareció genial, ningún día era igual al otro estando con él. Preparamos lo necesario para nuestra salida y fuimos a divertirnos.
Llevaba tiempo que no cabalgaba, lo había hecho desde pequeña, mi padre y mi abuelo me habían enseñado, era mi abuelo el que tenía los animales. Me encantaba hacerlo, me sentía libre.
Luego nos sentamos en el pasto a preparar nuestro picnic, papá sacó la guitarra del auto y luego de comer nos pusimos a cantar.
—Quiero que escuches la canción que compuse con Dante. Es para mamá por su cumpleaños —dije mientras tomaba la guitarra y me disponía a cantársela.
Papá me miraba con unos ojos brillantes y una sonrisa inmensa, veía orgullo en su mirada.
—¡Me encanta! —exclamó aplaudiendo cuando la terminé—. ¡Mamá le adorará! —agregó.
—¿Lo crees?
—Estoy seguro. —Yo solo sonreí.
—Pa, ¿mañana es eso que tienes que grabar?
—Ah no se me olvidó decirte, la modelo no va a poder, así que contratan a otra, pero no se podrá hasta el sábado. Así que nosotros tenemos libre mañana.
—¡Genial! —dije emocionada—. Mañana quedé con Ana, la hija de Jose, vendrá por la mañana a buscar algo que su mamá le envió y luego ya podemos salir.
—Me parece genial —comentó papá.
Luego de cantar y pasar una bonita tarde al aire libre decidimos volver a casa y ponernos a ver la serie.
Me senté muy entusiasmada en el sofá mientras papá ponía el DVD y empezamos juntos a ver los capítulos. En el primero que vimos, él se acercaba a mamá y yo sonreí al verlos así.
—¿Entonces tu personaje se vuelve bueno? —sonreí cuando terminamos el capítulo y él fue a buscar algo para tomar.
—Algo así, el personaje de tu madre y su amor lo transforman.
—Eso es hermoso —suspiré.
—La verdad que sí, porque gustó desde el principio, nos llenamos de fanáticas muy apasionadas de la pareja. —Papá sonreía con el recuerdo.
—¿Cómo te llevabas con mamá antes de que grabaran esta parte? —le pregunté.
—Bien, éramos amigos pero no muy cercanos. Todos éramos buenos amigos, pero cada quien tenía su grupo con quien más se juntaba. Ella andaba con Sol y Tammy siempre, y de los chicos con el que más hablaba era con Davide, pues eran de la misma nacionalidad. Yo me juntaba más con Guillermina y con otros.
—¿Y cómo fue cuando te enteraste que serían pareja en la historia?
—Bueno, me pareció un giro bastante divertido y supe enseguida que iba a tener muchos seguidores porque los dos teníamos muchos fans. Aparte esa idea de que ella era la más buenita y yo el chico malo, como que le daba sal al asunto —sonrió con picardía—, es lo que a la gente le gusta.
—¿Y cuándo o cómo fue que te empezó a gustar mamá? —Quise saber.
—No lo sé Sofy, estábamos mucho tiempo juntos, teníamos muchas escenas en las que estábamos solos los dos y compartíamos ese tiempo. Hablábamos de todo y me era cómodo, me era sencillo estar con ella, es como si la hubiera conocido desde siempre. Ensayábamos las escenas, y no podría ni sabría decirte en qué momento lo que actuábamos comenzó a ser real... No sé si me explico —comentó mirándome con ternura, amaba su sinceridad.
—Si... —asentí sonriendo—. ¿Lo hablaron?
—No, no lo hablamos nunca, yo la respetaba a ella y a su novio, eran mis amigos. Y también a mi novia, con la que estaba bien... o al menos hasta ese momento. De repente empecé a pensarla mucho, cada vez más, y no me parecía que eso fuera normal, pero lo dejé pasar, disfrutando el tiempo que estábamos juntos y las escenas que grabábamos.
—¿Te gustaba besarla? —pregunté y por poco se atraganta con el jugo que tomaba.
—Si Sofy, siempre —respondió melancólico.
—¿Y luego? ¿Qué pasó?
—Cuando terminamos de grabar nos separamos, cada quien a continuar con su vida. Yo quería verla, saber de ella, pero ella volvería a Italia y Mateo se iría con ella. Así que me mantuve alejado, ni siquiera sabía si a ella le pasaba lo mismo, aunque lo sentía.
»Y se fue, se fue a Italia y pensé que la había perdido hasta que al poco tiempo volvió para terminar con su novio, que en ese entonces aún no se había ido con ella. Cuando me enteré de eso fui a buscarla y le pregunté por qué lo hizo, hasta que terminó aceptando que estaba confundida porque yo la confundía. Y estuvimos juntos desde ahí, yo terminé con mi novia.
—Que mal papá, esos chicos se habrán sentido fatal —dije y él asintió con tristeza.
—Vinimos a Europa y estuvimos a escondidas por un tiempo hasta que lo hicimos público, no queríamos lastimarlos y queríamos que parezca que empezamos después de un tiempo.
—¿Se lo creyeron? —pregunté incrédula, papá negó con la cabeza.
—Él le mando un email a tu mamá diciéndole muchas cosas, pero no le volvió a hablar. Y Guillermina, bueno, ella vino y me gritó de todo, sufrió mucho, le hice mucho daño.
—¿La volviste a ver? —cuestioné.
—No, o sea por televisión o en revistas, pero jamás en persona —aclaró papá—. No creo que me haya perdonado lo que le hice, lo que le hicimos... Tu mamá era su amiga.
—Qué pena, papi —dije negando con la cabeza—. No me gusta que la gente sufra por amor.
—Todos sufrimos por amor alguna vez hija, eso te hace fuerte —añadió papá y yo me encogí de hombros.
Continuamos viendo unos capítulos más. Fue divertido, papá miraba la pantalla y puedo jurar que moría por volver a ese momento y estar así tan cerca de mamá.
Unos cuatro capítulos después, la noche había caído sobre nosotros y yo moría de sueño de tanta televisión.
—Continuemos mañana —dije a papá y él solo asintió con su cabeza, me levanté como para ir a mi pieza pero él no se movió, lo vi triste y me senté a su lado tomándole de la mano—. No estés triste, pa —añadí y él sonrió.
—No sé si debería decírtelo pero la extraño tanto —suspiró. Mi papá se sentía solo, yo lo abracé.
—Papá, ¿por qué no luchas por ella? —pregunté sin salir del abrazo—. Ella te ama, solo necesita que la saques del pozo ese en el que me dijiste que se encuentra.
—Ya no sé cómo hacerlo —sonó sincero.
—Amándola —le aconsejé—. Como me dijiste que la ayudara yo papá. —Lo miré y algo se me ocurrió en ese instante—. Tengo una idea...
—¿Qué propones? —preguntó sonriendo melancólico.
—Vayamos con ella el jueves a pasar su cumpleaños. Hace mucho que no tiene un «cumpleaños de princesa», podemos organizarlo mañana, papá sonrió.
—¿Y si cuando llegamos se enoja? ¿Si me grita o me pelea? —Ahora yo parecía el adulto y él era niño.
—Lo pensaremos mejor mañana. Ahora vayamos a dormir, muero de sueño.
—Me parece bien —dijo besándome la frente.
—¿Puedo dormir contigo? —pregunté y él me cargó en sus brazos y me llevó hasta la habitación.
Me recosté y cerré los ojos, fingí dormir pero en realidad lo que hice fue pensar. Papá siempre dijo que él tenía dos princesas: mamá y yo; y cuando una de las dos estaba de cumpleaños el mundo debía detenerse, dejábamos todo. No íbamos a la escuela ni al trabajo y solo le regalábamos a la cumpleañera un «cumpleaños de princesa». Era una idea de papá, pero lo que hacíamos básicamente era cumplir los deseos de la persona de cumpleaños, hacer lo que tuviera ganas de hacer y pasábamos juntos todo el día.
Yo recuerdo uno de mis cumpleaños de princesa, cuando tuve ganas de subir a un castillo saltarín, de esos que se inflan, pero quería subir con ellos, con papá y mamá. Entonces papá alquiló uno y lo armamos en el patio de casa, estuvimos saltando allí toda la tarde, yo les prohibía cansarse.
En uno de los cumples de mamá, tuvimos que ir a un spa, estuvimos todo el día entre masajes, sauna y cosas así, fue lo más aburrido que hice en la vida, pero según mamá fue el mejor cumpleaños de princesa que había tenido.
Ya hacía cinco años que ninguna de las dos teníamos un cumpleaños de princesa, simplemente porque ya no estábamos los tres juntos y eso era esencial para que hubiera uno. El primero de esos cinco años no lo tuvimos por la depresión de mamá, y los cuatro siguientes porque se separaron. Pensé que no lo volvería a tener jamás, pero éste jueves, podría ser diferente. Sólo esperaba que mamá no lo tomara a mal. Ya era tarde cuando escuché el celular de papá sonar. Era un mensaje, seguí haciéndome de la dormida pero lo sentí sonreír, luego de un rato soltó el teléfono y se dispuso a dormir. Que misterioso, pensé, ¿con quién hablaría tan tarde? Esperé que se durmiera y cuando empezó a roncar me levanté en silencio a mirar la última conversación.
«Estoy en esta habitación del hotel, Sol salió un rato con unas amigas de aquí, yo no quise ir... quisiera imaginar que duermo igual que ayer, sobre tu pecho». —No lo podía creer, era un mensaje de mi mamá, mi corazón empezó a latir a toda velocidad, leí lo que papá le contestó.
«Yo no estoy durmiendo solo hoy princesa, una hermosa extensión de ti y de mí descansa acá a mi lado. ¿Podríamos dejarla dormir en el medio de nosotros esta noche?».
«No, yo dormiré en el medio y ella al lado mío. Necesito recostarme en tu pecho y que me rasques la espalda hasta que duerma... Es el mejor lugar del mundo ¿lo sabes?».
«¿Cuál? ¿Sevilla?».
«No, tonto... Tu pecho, dormir en tu pecho... no sabes cómo lo extraño». —Mis ojos estaban abiertos como dos enormes platos, no podía creer lo que leía, ¿qué clase de juego jugaban papá y mamá? Sentí un ruido y casi muero del susto pero papá solo cambio de posición, y volvió a roncar, así que seguí husmeando su celular.
«¿Por qué lo extrañas?». —Le preguntó papá.
«Porque puedo oír tu corazón latiendo, porque olvido los problemas y los dolores cuando estoy ahí».
«Puedes dormir en mi pecho toda la vida».
«Las noches son tan frías desde que no dormimos juntos».
«Solitarias, silenciosas, tristes». —Completó papá.
«Pero anoche solo imaginándote dormí como nunca».
«Pues imagíname esta noche también, y todas las que quieras, porque estoy ahí, estoy contigo, mi corazón y mi mente te pertenecen». —Yo estaba por llorar, quería pincharme para ver si no estaba soñando.
«Cierro mis ojos y duermo contigo».
«Descansa princesa, yo te cuido.» —Le dijo papá y ahí termino la conversación.
Dejé el celular en el lugar donde papá lo había dejado y fui a acostarme a su lado, pero no logré dormir. Hice lo primero que se me ocurrió, fui a la cocina y llamé a Dante.
—¿Qué pasa? me asustaste —dijo mi amigo adormilado desde el otro lado de la línea.
—Lo siento, necesito contarte algo, por favor escúchame —supliqué.
—¿Qué pasó? Cuéntame —añadió y yo le relaté todo lo sucedido.
—¡No lo puedo creer Sofy, estarás feliz! —exclamó él animado.
—Lo estoy, pero no sé, no lo entiendo —dije confundida.
—¿Qué no entiendes?
—¿Por qué se hablan así si están a punto de divorciarse? ¿Por qué no vuelven de una vez?
—No será tan fácil, quizás tienen miedo, quien sabe... Pero disfruta de esto, ya no discuten y no solo eso, algo está pasando entre ellos, por eso el cambio en tu mamá. Quizás era con él con quien mensajeaba esa noche que estabas a su lado y me comentaste. Obsérvalos de cerca, pero ten cuidado, no te ilusiones tanto que después si no sucede nada te quedes peor, no quiero verte sufrir —dijo Dante con dulzura.
—Gracias por estar —agradecí sonriendo.
—Siempre voy a estar —respondió él y yo sentí que me sonrojaba.
—Gracias, hasta mañana. —Me despedí.
—Hasta mañana, anda a descansar —dijo y en eso escuché un ruido en la cocina.
—¿Qué haces despierta? —preguntó papá y yo escondí mi celular.
—Nada, solo vine a tomar leche, no podía dormir.
—Bueno, sírvete y vamos a la cama —comentó papá con su pelo alborotado y medio adormilado, yo sonreí e hice lo que me dijo.
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