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SIETE

Minho sintió un fuego ardiente surgirle desde la garganta hasta quemarle el cuerpo de manera parcial. La mirada de Jisung pegada a él por medio de un reflejo, un reflejo eso era Jisung, no uno que da un espejo, Jisung era un reflejo de lo bello de la vida y lo que Minho jamás podría tener.

Jisung le provocó fuego, que le carcomía la piel en solo instantes, un fuego tan potente que lo dejaba tirado de rodillas pidiendo clemencia y comprensión. Estaba calcinandose y eso que aún no lo había tocado, Jisung era fuego, Minho era solo el incendio más grande del planeta tierra.

Le provocó ese fuego que creía extinto, muerto, desechado y que había apagado con tierra, enterrándolo en el abismo de su soledad y su enojo, creía que el fuego se había apagado y que ya ninguna llama se encendería de nuevo, el fin, el fin del incendio que lo dejo en cenizas y bien sabemos que de las cenizas nada renace, ya jamás lo sentiría, la traición lo había matado todo.

Pero estaba tan equivocado.

Equivocado terrible e irremediablemente, perdido como lo estás en un desierto y mueres de sed, estaba perdido sin manera de regresar y remediar los daños cometidos a su persona, perdido, perdido, lo supo, lo supo lamentablemente desde aquella mañana en que él decidió regresar a su vida. Lo supo desde antes siquiera que él pensará volver, lo supo desde que le dejo, solo con una traición herida al pecho, Minho realmente estaba perdido, perdido como siempre lo estuvo desde el momento en que sus planes de vida cambiaron para siempre, sin que le pidieran permiso, sin que realmente estuviera bastante enterado de ello.

Él ya había vivido esto antes, lamentablemente lo había hecho, esta escena la vivió antes y el final no le gusto. Jisung era un mal augurio, un mal a su vida, un mal, era un mal que inevitablemente Minho no podía remediar. Lo amaba, lo amaba y siempre lo hizo, lástima por él. Por él mismo, pues a pesar de todo, sabía, lo sabía, Jisung no era para él, no era para su vida, sin embargo, este siendo tan aferrado, había regresado de nuevo, aunque otra vez, ambos sabían que no era para quedarse, Jisung nunca sería suyo, ni de una o otra forma.

Jisung no movió ni un hueso, no movió ni la vista, pues ambos, perdidos viéndose uno a otro, fue como cuenta se dieron de que realmente todo estaba ahí y nada se había ido, es solo que mucha tierra lo enterró y se creía muerto, asfixiado, sin aire. Aunque no fue así, eso era un problema absoluto, al parecer Minho olvidó que la naturaleza también necesita de fuego para florecer.

—- ¿Se te ofrece algo, Jisung?—- La voz de Minho lo saco del trance, parpadeo tres veces y se acordó de su motivo para interrumpir el momento de Minho.

—Yo...— trago saliva con bastante emoción, la boca la tenía seca, las manos le temblaban y la vista no podía apartar. La piel de Minho le invitaba a querer recorrerla con la llena de sus dedos, era una necesidad que creció en sus entrañas.

Minho era como una droga, adictivo hasta las raíces, y mataba lentamente, aunque por fases. Jisung creía que se había rehabilitado, sin duda, cuando monto aquel carruaje con destino a esas tierras tan conocidas, supo que él estaba curado, solo era una prueba de la vida, probablemente tenía suerte y recuperaría a su amigo, Minho su amigo, no al chico que quería como amante, no al chico que su corazón guardaba con recelo y ocultaba del mundo con deseos infames que lo ponían furibundo al recordarlos. Jisung solo tenía veinticuatro años, sin embargo el dolor de perder a quien creía el amor de su vida le hacía sentir tan muerto.

Se equivocó, porque al parecer el mundo está envuelto en equivocaciones malditas y tratos despistados, se equivocó, porque es un humano, y los humanos siempre suelen equivocarse.

Pues en cuanto Jisung lo miró a través del cristal del carro, mientras la tormenta caía y Minho peleaba contra los fantasmas pasados, cuando lo miró, supo que no tenía rehabilitación jamás, no había cura, estaba enfermo de amor, de la droga que Minho era, enfermo de querer algo que no puede tener, que solo puede admirar y dejar pasar, como pasan las estaciones, como pasa el tiempo. Jisung sabía Que el estaría eternamente enamorado de Lee Minho. Lastima que este no lo quería nada, no ahora. Dos corazones en agonía y una historia que no podía contarse, que horrible era el amor en ese aspecto y que difícil olvidar lo que se ama.

— Nadie puede estar en mi habitación — murmuró Minho, pero no sé movió ni un centímetro, se estaban mirando a través del espejo, era una imagen casi maravillosa, una pieza importantísima, pues el reflejo no es solo eso, sino una muestra al corazón, una muestra al destino, era una metáfora, algo maravilloso.

A Minho le corrían las gotas de agua, el cabello se le pegaba a la frente y tenía los labios entreabiertos, Jisung supo que si esa sería la última vista que tendría al morir, el moriría contento entonces.

— Venía a entregarte esto— dijo cuando pudo salir de la ensoñación y alejar aquel enfoque en el cuerpo de Minho... Había cambiado tanto, sus hombros eran más anchos, su cuerpo tenía algunas cicatrices, era un hombre ahora, eso fue un fuerte golpe para la estabilidad física de Jisung.  Cuando Han pudo concentrarse, no lo pensó nada y entro sin pedir permiso, con el periódico en la mano y el ceño fruncido.— Dices puros disparates, Minho.

Minho dejo de acecharlo a través del espejo y se levantó de golpe para encararlo.

— ¿Yo? — se señaló a él mismo y los ojos de Jisung se desviaron a su pecho, casi se dió una cachetada mental para que se controlara.— Claro que no, Es verdad que el Seo Changbin es un gigoló idiota y Soobin un pésimo bebedor.

— ¿Y lo que dijiste de mi?— a Jisung ellos no le importaban, a él le importaba lo que Minho hablo de él en ese artículo— ¿Eso también es verdad?

— El conde Kim solo pone sus perspectivas y las verdades que él conoce, eso no lo hace las verdades absolutas.— lo bueno (malo para la gente con mala suerte) de Minho, era su lengua bípida y su gran conocimiento en lenguaje, era un escritor, el podía acabar a quien quería con palabras, ese es el poder de los que escriben. Un don, una maldición, llamenle como gusten hacerlo.

— Yo no soy un rompecorazones, Minho.— trato de defenderse, en parte era razón, Jisung no había tocado un corazón nunca, o quizá solo no se dió cuenta a tiempo.

— ¿Ah no?— Minho dijo con ironía mientras se acercaba a paso lento hacia la dirección de Jisung, era como un jaguar, un tigre, un león o algo así, que se acercaba para cazar a su presa, el problemas es que está vez la presa era tan capaz de lastimarlo incluso con su sola presencia. — Que raro, yo tengo otra versión de los hechos.

Jisung estaba poniéndose tan nervioso, los ojos de Minho parecían de Hielo, Pero aquella cercanía que él mayor buscaba era tan atrapante. Jisung no pudo ni mover los dedos de los pies para alejarse, Minho era su debilidad, peor que eso. Y Minho que siendo tan idiota, buscaba cercanía de alguna forma, como si fuera algo vital

— Pues no es correcta. — Jisung murmuró cuando lo vió párese justo frente a él, era magnética la forma en la que Jisung le pertenecía.

— Te creería si no fuera testigo, Jisung.— otra vez ese veneno pulsante que salía de su boca, veneno insolente, fuera de lugar.

— Minho yo...— y está vez volvía a desarmarse, ese valor se iba, se iba y se perdía volviendolo tan estúpido — No era mi intención. En el pasado yo fui un...

Una mirada de dolor y luego un paso lejos de Jisung. Eso y nada más. La lejanía se volvió a plantear entre ellos, está vez eran dos presas mirándose a los ojos.

— No hablaba del pasado, Jisung.— zanjo—  Eso está enterrado y hasta lápida tiene. Si te digo que soy testigo, es porque yo estuve en ese baile, de malas, Pero estuve. Yo te vi.

Él lo vio, lo vió y el corazón le latió mal, no era por la lejanía o los años, quizá un poco los daños de volverlo a ver. Lo vió con tantas mujeres tan hermosas, lo vió tomando, feliz, como si no fuera un victimario, como si no fuera culpable de que el corazón le dolía aún, incluso al pasar de los años.

— ¿Andas al pendiente de lo que hago, Minho?— dijo con un poco de valor, al parecer si Minho atacaba, Jisung quería hacerlo más fuerte aún.

—Brincarías de la emoción si así fuera ¿No?— a Jisung se le olvidaba, que en esa guerra él salía perdiendo. Quizá a veces Jisung era muy idiota.

— Pues déjame informarte, que no ando en periodo casamentero, no soy un rompecorazones y menos aún un mal hombre.— Minho soltó una risa burlona, se alejo más pasos y fue por su camisa, que importaba si se le mojaba, incluso eso era mejor que estar ahí en una guerra campal, dónde lo único que quería era tocar a su oponente con tanta devoción.

— Sí, bueno, el artículo ya está publicado, no hay más por hacer.— dijo mientras se ponía la camisa y Jisung no entiendo como un acto tan simple como lo es abrocharse los botones, sería tan... Hipnotizante.

—¿Por que tanto odio a mi persona?— tenía que hablar antes de caer en la locura— ¿O debería llamarle interés?

— No estoy interesado en tu persona, Jisung. — ¡Auch!, eso dolía, fue un golpe muy bajo— Ese artículo lo escribí hace un mes, si hablé de ti es porque lo ameritaba, de otra forma no te mencionaría nunca.

— Pareces una señorita de cotilleo, Minho.— estaba tan enojado consigo mismo. Tan enojado con su persona, por pensar en el de esa forma, pensarlo y descontrolarse con la sola imagen de Minho abrochandose la camisa, era peor que la nicotina, peor que cualquier mal, aquello que sintió en el cuerpo no tenía nombre, no podía creer lo vil de su cuerpo, se sentía traicionado por si mismo.

— No dije ninguna mentira.—  además, el conde Kim andaba muy calmado, no tenía muchas ganas de atacar a matar, aunque ahora... Estos días le habían dado algo de inspiración.

— Yo no estoy con nadie.— Minho no lo sabía, al parecer había bloqueado Toda la información del Duque Han. Había dejado del lado desde hace años todo lo que llevará su nombre, todo lo que era de él, había bloqueado cualquier via que tenía para saber algo de él.

— Esa noche no lo parecía.— había recelo en su voz y en sus palabras los celos que no debían existir, existían. No pudo ni ocultarlo, fue todo muy claro, un tiro envenenado, directo a dañar.

— No, Minho. — le aclaró Jisung con la necesidad constante de que Minho supiera la verdad, dió dos pasos más cerca del chico, este no se movió incluso si había mucho espacio detras de él — Sí, baile con señoritas muy bellas, Pero todo fue por mero protocolo.

— Eso no pareció quedarles claro.— soltó con ironía, Jisung dió otro paso más, la atmósfera era tan atrapante, ellos dos juntos, con tanta tensión, con tanto guardado en el pecho. — Todo mundo hablaba de esa señorita Jane, con la que bailaste dos piezas, y todas ellas cotillaban de ti.

— Pues nada es verdad, creeme.— como si Minho merecía sus explicaciones. Jisung ya no se reconocía — No estoy buscando esposa, ni siquiera tengo interés, incluso si estoy ebrio o sobrio, el matrimonio no es lo mío.

— Pues tal vez ya sea tiempo ¿No?— murmuró Minho en cuanto fue consciente de la cercanía y la cálida sensación del cuerpo de Jisung pegado a su cuerpo, de nuevo... Un suspiro de recuerdo llegó a la mente de Minho, era algo tan peligroso como un volcán apunto de estallar.

— ¿Tu crees que deba casarme?— le cuestionó. No, Minho era egoísta, pues su corazon no aguantaba la idea de verlo con alguien más, pobre tonto, pobre egoísta, él lo había hecho primero, no tenía cara para exigir que eso no sucediera, cuando él era quien lo hizo primero, él era el culpable, en único e irremediable. Sin embargo, Jisung tenía sus pecados en la espalda y solo Dios podía perdonarlo, porque Minho no lo haría, no sentía la capacidad de hacerlo.

— No soy quien para dictaminarlo.— la respuesta más sensata.

—No puedo casarme.— confesó con el corazón abierto.

— Patrañas, eres joven, rico y con un título, puedes casarte cuando quieras.— Jisung jamás podría hacerlo nunca.

— No cuando aquella mujer jamás va a tener mi corazón, ni mi amor.— los ojos de Jisung se le cristalizaron como nunca.

— A veces el amor no lo es todo para casarse, Jisung.— ojalá Jisung hubiera entendido la indirecta.

🌞🌛

Después de dos años, por fin pude terminar un nuevo capítulo, estoy tan emocionada de poder hacerlo, jijijiji

Espero que está historia les guste mucho, les quiero muchísimo, buenas noches.

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